- De repente me acordé de un 28 de febrero, era de madrugada, yo estaba borracho y haciendo algo que no voy a mencionar dentro del baño. Tocaban y tocaban la puerta, reía y me veía en el espejo.
Se oía la música e imaginaba que todos salían a bailar, quería hacerlo, salir y danzar con una chica a quien había echado visión. Recuerdo que pronunciaron mi nombre, era mi primo quien tocaba y hablaba como demente, no le respondí, seguí en lo mío y al terminar me vi en el espejo antes de salir. Me acordé de ella, en su correo afirmando la ruptura, en cada palabra, en cada queja, en cada defecto que nunca aprendí a mejorar y en el argumento por el cual me dejaba.
Llevaba semanas teniéndola como resaca, una extraña aparición en mi estado completo de ebriedad, peor aún, cuando tal cual muerto viviente andaba en la cama mirando la nada, ella aparecía en mi cabeza y la extrañaba a rabiar. Se volvió mi resaca, se convirtió en mi borrachera, en un némesis, en una asignatura pendiente y un amor que jamás me atreví a valorar.
Sabía que despertaría hecho mierda, acostado como un costal de desmonte y sabía también que ella sería mi resaca.
Salí y no se hizo extraño que tres hombres entraran al baño, solía suceder cada fin de semana, era habitual. Intercambiamos sonrisas y algo más, me fui adonde la chica y en lugar de cortejarla empecé a contarle mi historia. ¿Sabes? Me sucede algo, extraño a alguien, pero no va a volver conmigo. No es que no me ame, es que la jodi por completo. ¿Tú crees que el tiempo pueda retroceder? Ella sonrió y añadió, eres el escritor, ¿No? Me han hablado de ti. La charla duró el resto de la noche, incluso, nos volvimos tan amigos y tuvimos siempre la misma charla, esa chica que me dejó porque conoció el peor lado de mí. Mejor dicho, porque nunca le mostré lo mejor de mí.
Fin
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