Mi nuevo libro

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miércoles, 24 de abril de 2019

¿Se irá al cielo o infierno?

- Brandon es un chico muy amistoso y ligeramente sociable; tiene un aspecto simpático y le gusta saludar a las personas mayores que se cruza en la calle.
La otra vez pasaba por la iglesia después de haber asistido al cine y arrojado en el tacho de basura todos los residuos, siendo sorprendido por una hermana, quien, al verlo sacudirse las manos, le dijo lo siguiente: Hijo, ¿donas un poco de dinero para salvar a nuestro amigo Gerónimo? 
Brandon ya no tenía dinero, por eso dijo que no podía. Lo único que llevaba en los bolsillos eran un par de monedas para su micro; sin embargo, esta señora, arremetió con cierto repentino enojo con las siguientes palabrotas: Hijo, si no ayudas, te vas a ir al infierno. Brandon se quedó sorprendido, ¿realmente se iría al infierno si no ayuda? Resolvió lamentarse por no poder ayudar; pero la señora, de igual modo arremetió: Eres un chico malo, fuera de aquí.
Brandon se sintió confundido, pues, sabía que no iba a caminar quince kilómetros para salvar a Gerónimo, cuya fotografía se hallaba pegada en un mural dos metros adelante.
En la leyenda decía: Violador, drogadicto y asesino, se busca por la policía.
A pesar de haber pasado dos años de aquel mural, de igual modo, no iba a gastar el dinero que le serviría para llegar sano y salvo a su casa, por ayudar a un tipo tan desagradable. Además, se sintió triste al haber sido ofendido de tal vil manera por no poder respaldar a un tipo de tamaña reputación.
Al llegar a casa, Brandon ayudó a su madre a cocinar, le dio de comer a la abuelita y jugó con sus mascotas olvidándose del asunto.
¿Se irá al cielo o infierno? Dejo a su criterio.





Fin

jueves, 18 de abril de 2019

Un agente extraño

- Saludar a mi mascota es un ritual inevitable. Abro la puerta y la encuentro descendiendo por las escaleras a una abominable velocidad al tiempo que mueve la cola y saca la lengua expresando emoción; se echa sobre el piso mostrando la panza y las tetillas para que pueda acariciarlas mientras voy relatando con voz de idiota sentimientos hechos palabras y sucesos que han ido y venido durante el día.
Dejo la maleta, el celular y los lentes a un lado para seguir con el proceso de saludo como si no me hubiera visto en décadas y continúo vertiendo palabras amorosas como si las entendiera.
Una vez satisfecha vuelve a su lugar de origen.
Me adentro en la cocina para comprobar si el aperitivo propuesto por la mañana ha sido preparado. Huelo con exquisitez lo que será mi almuerzo y subo rumbo a la habitación para dejar la maleta y cargar el celular.
Enseguida, me acerco al cuarto de mis viejos y noto la presencia de mi madre sin distracciones frente al televisor. Es una novela mexicana la que contempla sin parpadear. Parece ser el capítulo final porque no se percata de mi presencia y mucho menos pregunta por mi estado de ánimo. Sigue quieta mirando como una pareja se besa apasionadamente vociferando su amor sin fronteras y yo resuelvo descender a la cocina para servirme el apuesto aperitivo.
Coloco una buena cantidad en un plato enorme que meto en el microondas para calentar medio minuto mientras que voy vertiendo agua en un vaso largo; le doy un seco y volteado para refrescar la garganta y el alma y acerco al aparato para sacar el plato.
De vuelta en la habitación escucho los ladridos de mi mascota en referencia a mi madre, que sigue quieta contemplando la tele y esta vez, tan solo mueve la mano dirigiéndose hacia la perrita, que se calma repentinamente. Pienso que estaría ansiosa por salir a pasear y el ademán resulta un calmante para el can.
Gira el cuello y me mira desde su posición. Sonríe y de vuelve su vista al televisor.
No me parece extraña su actitud. He visto a mi madre enganchada por completo con programas que mi viejo ha tenido que apagar la tele para que pueda prestarle la atención requerida.
Termino de comer, me siento lleno y satisfecho, desciendo y empiezo a lavar los platos. De repente, alguien toca la puerta.
Ignoro la primera vez pensando que se trata de algún vendedor de seguros; pero me asalta el temor cuando escucho a una vez familiar decir: Hijo, abre, por favor, olvidé la llave adentro.
Abrí la puerta entre asombro, miedo y apremio; al verla tan resoluta y sobria, no dudé en preguntarle: ¿No estabas arriba viendo televisión?
Lo negó asegurando que andaba afuera desde las nueve de la mañana porque tuvo un desayuno con sus amigas.
Le dije que la acababa de ver arriba hace una hora y un momento antes de tocar la puerta.
Me vio extrañado, pensó que había consumido alguna sustancia extraña y tras negarlo y recibir su mano sobre la frente, subimos juntos al segundo piso.
No hallamos presencia alguna, tan solo a la mascota que con emoción brincó sobre su regazo.
Se olvidó de todo lo sucedido con el ritual de saludo. Luego preguntó si había almorzado, no respondí porque me hallaba pensando en lo ocurrido. Pensé, la perrita siempre baja cuando mi vieja entra, esta vez no bajó porque ella siempre estuvo aquí.
La tele se hallaba distorsionada. Rayas negras y blancas flameaban como si estuviera averiada.
De inmediato me sentí abrumado; pues, una presencia sumamente extraña había estado con nosotros hasta no menos de diez minutos.
En ese momento sentimos un temblor. Ella fiel a su naturaleza descendió con la mascota en brazos gritando que hiciera lo mismo; no lo hice, subí al tercer piso y luego al cuarto en busca del motivo por el cual se mueve la casa.
Y lo hallé.
Un ente oscuro con forma de bumerán en cuyas esquinas parpadeaba una luz naranja, que dejó de hacerlo cuando arribó y en cuestión de segundos se volvió invisible. Todo volvió a la normalidad.
No tuve reacción. Tampoco tiempo para pensar. Todo fue tan rápido que esta podrían hacerme dudar; pero sucedió una tarde de viernes cuando volvía de la universidad y temo que vuelva a pasar porque últimamente los perros vecinos ladran ferozmente por la noche y dicen que me han visto en lugares que jamás he frecuentado. Es posible que estén robando mi identidad; pero, ¿para qué?
Es extraño todo esto.


Fin

sábado, 13 de abril de 2019

Estoy para sumar

- Yo no vivo pendiente de quien me bloquea o me borra de las redes o celulares, tampoco pienso en ¿Qué estará pensando de mí tal persona? Y menos esperando algo de alguien.
Estoy con quienes suman, con la gente que está en las buenas y en las peores, a ellos les dedico mi tiempo y dedicación. 
Soy quien piensa en sus sueños y trabaja, sin joder a nadie, por lograrlos. 
Hay personas que se alejan o se van sin darte motivos, no vivo pensando en eso; aunque sería genial conocer sus razones para lidiar y solucionar vicisitudes. De lo contrario, no hay espacio en mi rutina para ese tipo de actitudes.
Siempre estoy tratando de avanzar con quienes quieran estar y apoyar a quienes también desean llegar a sus destinos.
Me gusta la gente positiva y que expresa buena vibra, yo también los motivo e inspiro y juntos, a veces en rumbos paralelos, avanzamos para bien.
Una de las cosas que he aprendido en la vida es vivir sin rencores, ser feliz con facilidad y disfrutar de los logros, en este caso, los literarios y la buena ola de situaciones increíbles que estoy viviendo porque solo se vive una vez y quiero hacerlo lo mejor que se pueda para nunca arrepentirme.
De mi persona solo van a recibir buena onda y una sonrisa. Saludos y besos.





lunes, 8 de abril de 2019

Domingos diferentes

 Los domingos me siento a ver los dibujos en la tele luego de preparar un pastel de fresas para el paladar más exquisito. 
Me recuesto en el espaldar para devorar una tajada siendo usado como almohada. Su cabecita encaja a la perfección en el abdomen y puede hacer todos los desastres que se le ocurran, tales como, manchar la camisa nueva, que acabo de planchar y usar reluciente; reír tras hacerlo, verme reflejado en su risa y en su sonrisa hallar la felicidad. 
Conozco a los protagonistas de esas películas infantiles que he aprendido a gozar porque de perder la ilación no podría contestar a su interrogatorio sobre el film. Y no soy capaz de vencer a su carita llena de enojo, con ceño fruncido adherido y arrebatos inmediatos. Por eso, tras contestar las preguntas e intercambiar supuestos finales alternos, logramos entrelazarnos en un abrazo.
Le invento un cuento antes de dormir donde siempre uso su nombre como protagonista de las leyendas más alucinantes que nunca escribo porque mueren en sus oídos.
Le puse el nombre de diosa mitología porque lo tiene todo de ella, incluyendo, el poder de tenerme a sus pies. Le entrego un relato basado en aventuras peligrosas donde aparecen dragones, sirenas y también monstruos marinos, ella vence a cualquier villano y recupera desde un vellocino de oro hasta un arca de la alianza. Se sabe todas las historias mitologías y las leyendas más antiguas; adora saber, lo ha sacado de mí y ya dicta los planetas con orden de llegada. Y ya sabe de dónde venimos.
Hemos acordado en comprar un telescopio y mirar las estrellas, el vasto universo en busca de un lugar al que llamemos como queramos.
Cómplices de locuras y diversiones, estamos aquí para pasarla bien y querer que todo nuestro entorno sume a la vida genial que tenemos.




Fin

domingo, 7 de abril de 2019

Futebol

- Fui convocado por un ‘team’ como el delantero estrella. El equipo había perdido una impresionante cantidad de partidos debido a su escases de gol. Requerían con urgencia de un tipo que las meta todas no solo en la cama; entonces resolvieron sacarme del asilo futbolero para retornar a las canchas. 
Volví con el dorsal 9 en la espalda, la cinta de capitán y vestido de corto. Salí al gramado de juego con la emoción de jugar en un estadio colmado de espectadores. La gente aplaudía y coreaba mi nombre, me sentí lleno de energía y vitalidad para afrontar el cotejo.
Para no perder la costumbre anoté un golazo de media cancha, de esos que, a todos, incluyendo al entrenador rival, dejaron sorprendidos.
Hubo otro par de tantos que acomodaron el resultado. Ganábamos tres a cero con suma facilidad, el equipo ya pensaba en ficharme para el resto de la temporada, querían que dejara la escritura por un rato para poder dedicarme al juego; deseaban tenerme entre sus filas sin fecha de culminación, querían que mi talento pelotero no tuviera fin, anhelaban mis gambetas y elegancia para definir como la pinzada en el segundo gol que dejó al arquero estático viendo como la bola se elevaba por encima y entraba; pero ocurrió lo inesperado. Pues, lanzaron un centro perfecto y fiel a mi genialidad futbolera, la maté de pecho haciendo un giro inmediato y desarrollando una espectacular chalaca (también llamada chilena) dejando inmóvil al arquero, que va a soñar conmigo.
Obviamente celebraron como desquiciados, quisieron ficharme para el Real Madrid y a la vez me llamaron de la selección a mis actuales 200 años.
Sin embargo, acabé lesionado. Una mala caída me dañó la rodilla y tengo un mes de para.
¿Alguien que me haga masajes?