Mi nuevo libro

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miércoles, 25 de agosto de 2021

El regalo de los 20

Había juntado dinero de las propinas y pasajes para comprarle su obsequio de cumpleaños; había ahuyentado el hambre en los recesos de la Pre de la universidad de Lima para conservar monedas con fines amatorios y había hurtado un par de pesos del chanchito de mi hermano para completar el saldo con el que podía obtener su regalo.

Pero había olvidado que ella… había olvidado el día de su cumpleaños.

Nos encontramos en un parque a la espalda del supermercado Plaza Vea que tantas veces nos divisó venir; ella salía del trabajo reluciente, en un traje que incluía falda y tacones altos, realmente conservadora como sensual; sonriente, con los cabellos lacios obligados para verse ordenada y el carisma de lunes a viernes implantado como un suceso habitual cuando me observa. Yo tenía el obsequio detrás como queriendo sorprender, ella caminaba a paso lento con las caderas prominentes, el bolso en la mano y quitándose los audífonos a medida que se asomaba.

Abrió los brazos como alas para que pudiéramos caber en un abrazo afectuoso tras habernos ausentado el fin de semana, días en los que solía emancipar mis gustos por la bebida y los amigos dejando a la novia en casa viendo la televisión, leyendo o acostándose tras la cena, aficiones que intentaba compartir con alguien cuyos decibeles de fiesta eran tan altos que no podían estar en parsimonia, distintos pasatiempos los de ella, quien calmada sobre el colchón con un tazón de canchita y una gaseosa de a litro más chocolates con maní, se sentía completa.

Tras el abrazo, viéndola sonreír emocionada, enamorada con un brillo estelas en los ojos, el blazer intacto a pesar del abrazo, la blusa cerrada por causa del invierno y una boina de tiempos de antaño que le añadió a un atuendo sencillo que lo lucia glamuroso sin darse cuenta, siendo completamente natural y a la vez bella, recibiéndome en esa entrada al parque para que nadie nos viera, o me viera, con el regalo detrás como un hombre que intenta ser detallista tras las calamidades que no iba a contar y fueron realizadas durante el viernes y sábado; aunque, por suerte, ajustando el presupuesto pudo comprarle un regalo inesperado, ansiado y asombrosamente particular por el apelativo recién instaurado que habíamos untado por el favor de sus pieles blancas con lunares entre los hombros y uno en la mejilla, haciéndola parecer, realmente, a un personaje emblemático de uno de esos portales antiguos en donde tiempo atrás, muchos de nosotros enviábamos mensajes.

Vaquita, le dije con el cariño que le ofrecía a pesar de ser paupérrimo para tanto amor que me daba. Te traje algo por tu cumpleaños, añadí contento por verla emocionada, recordándose a sí misma que hoy cumplía 20 y laburaba, con tanta pasión, en un estudio contable que tanto trabajo le había costado ingresar, por eso lo disfrutaba, ver numerales, cuentas y estados, hablar con viejos gordos y verdes que a veces querían seducirla y siempre reía con bromas afirmando que podrían ser sus abuelos o antepasados, y avanzaba a pasos gigantes soñando con un estudio propio, con surgir en un mundo de cuentas, números y afines, olvidándose, como lo hicieron en su casa, que era su cumpleaños, debido al estudio de cada letra, de cada método y las idas y venidas hacia su casa y trabajo en un bus incómodo; aunque, sonriente y emocionada, enfática y locuaz, de tener al novio, según llamaba a cada momento, perfecto, para entender su vida, su rutina, su casa y su trabajo, abrazándola cada miércoles, lunes, jueves o martes, y dándole besos de fines de semana en hoteles donde duraban hasta la hora del fútbol y hacían el amor como dos forajidos intensos y apasionados con las intenciones fulgurosas y románticas por quedarse por siempre juntos; aunque esa idea, esa noción, esa amalgama entre verdad y deseo, fuese meramente lo que tantas veces logra ser… 

Una ilusión.

 Y, sin embargo, para el cumpleaños número 20, le entregué el regalo envuelto de forma sutil y elegante por la empleada de una tienda miraflorina que me había vendido un peluche del personaje Cowco a un precio exorbitante diciendo que era original y que no había más de ese tamaño, pagué sin titubear, lo envolvió con una caja bonita con un moño parecido al que llevaba en el cuello de su blusa, el cual desataría más tarde, y lo conduje hasta el encuentro saliendo de la aburrida y tediosa Pre de una universidad donde entran hasta ciegos; pero donde yo quería y anhelaba estar para disfrutar de un rato de los matices diarios de la rutina con los jóvenes que iban y venían en mismas aficiones; causa de ello, los terremotos en mis relaciones. No obstante, María Gracia, me dio un abrazo fuertísimo, agradeció que fuera el único en su planeta que la felicitara por el cumpleaños, olía tan rico que quería desnudarla y hacerle el amor en ese momento; pero caminamos lentamente a un hotel cercano, ella abrazando al peluche muy bien parecido a su rostro; aunque no tanto a su cuerpo, con esa blancura y esas manchas, esas pecas y esos labios, esa carita con tez blanca y esos lunares en las espaldas.

 Me gustaba que usara trajes, que fuera tan elegante y sofisticada; pero también que tuviera ternura, pasiones y sueños.

Que me amara más de lo que siempre he merecido y aunque en aquella ocasión tuvo una euforia y una alegría descomunal, yo sabía que alguna vez los huracanes de mi vida podrían afectar el subsuelo de quienes somos.

 Y, sin embargo, que poco sabemos del futuro que vivimos del presente. Razón de ello, nuestro entrada al hotel dos estrellas, donde le daría el siguiente regalo.

 

 Fin

martes, 24 de agosto de 2021

Saludo y despedida

Ella caminaba a paso lento con las caderas amplias que el pantalón casual de ligeras rayitas blancas en horizontal sobre un uniforme color marrón hacían notar con bastante y sensual facilidad; llevaba el cabello lacio evidentemente peinado y planchado sabiendo que los moños y las boinas que usaba algunas veces dañaban en cierta medida a su dócil cuero cabelludo y sonreía grandilocuente como si a las seis con quince se acabara el martirio y reinara la hora en la que su galán asomaba desconcierto, desganado, desmotivado, insatisfecho y bloqueado; pero contento, emocionado, eufórico y travieso por verla y hacer que caiga en brazos para soltar de digna y tierna manera un amor que yacía en su noble corazón para  aquel hombre que no merecía y tampoco mereció a pesar de los chispazos de elogio y pasión, el amor que ella arremetía cuando lo miraba expectante, con cigarrillo en mano, amplia risa, una facha de surfista a pesar del invierno, una playera roja en ningún contraste con su fina blusa blanca que pulcra podía esta emancipar más luz que sus bermudas coloridas y el calzado que no combinaba. Y, no obstante, ella le daba un abrazo y otro beso, se alegraba de verlo, le encantaba la sólida y grandiosa idea de tener que haber abordado un bus a veinte minutos de su casa para que pudieran converger en un abrazo, en ese beso tenaz y locuaz, en ese intercambio abrupto de sonrisas, ella saliendo de un trabajo como especialista en Turismo y él cada vez más insatisfecho por intentar crear oraciones como sus héroes literarios a pesar que, se hacia la idea, muy dentro de sí, si pienso hondar en su emoción, de que ella, la mujer de los tacones excitantes, podía hacerle explotar en inspiración y lograr, evidentemente, que la magia promulgue letras en su noche.

Cayeron en un abrazo largo y poderoso, la cartera de cuero quedó olvidada colgando detrás junto al blazer capaz de igualar en sintonía al pantalón, era alta por los tacones, con aroma de rosas de Carolina Herrera que había comprado con su primer sueldo oficial, uno que superaba con creces ante el individuo en frente, y que compartía sin carencias ni sin razones, como cuando propuso llevarlo de viaje a Montevideo para que él tomara unas vacaciones de esa maldita universidad de Lima donde una obligada carrera de Marketing lo tenía agobiado y perdido, arraigado a una vida sin sentido, donde las letras se veían reflejadas en sentidas nostalgias queriendo dedicarle el tiempo a la escritura y no a las matemáticas; no obstante, no se decidía por no saber que podía y ella, que lo conocía, sabía que un viaje, un relajo, un tiempo a solas, podía volver a llenarlo, algo que él desconocía y volvía cargado cuando retornaban. Tal vez, por eso, decía que la amaba; pero todos sabíamos que simplemente la veía como una fuente de inspiración, cosas tan distintas, si pensamos que amar es estar siempre para la otra persona y no fallar cuando se te requiere.

En aquel momento, el saludo se intensificó, dos magnetismos se unieron para sentir la desaparecieron de la ausencia de hace tres días que estuvieron alejados por azares de los trabajos y las rutinas; se extrañaban en textos a pesar de las diferentes maneras y aunque las caricias y los besos fomentaron bastante al hecho de verse, hubo secretos y nociones ocultos que parecieran no querer revelarse por vivir del contexto único de la tarde que se volvía noche en una esquina del Ovalo Higuereta donde parados, detenidos por un abrazo, emancipaban un amor puro y cristalino que parecía ser sacado de una ficción y era, en gran medida, una mentira a medidas, solo que no se sabía quién no era honesto y quien quería creer que era una certeza que el amor surgía y no se iba. O, quizá, se fue.

Los besos se apagaron cuando las palabras surgieron, de todos los rincones donde cayeron los besos se oyeron adjetivos al son de lo que eran, desde no podemos seguir distantes a debemos estar juntos por siempre, desde las promesas que se hicieron en cuartos de hotel cuando querían estar en soledad a hechos en miradas que parecían jamás poder decir una falsedad.

Ella lo amaba, y por eso creía que el mundo sonreía a su lado y él también lo amó, aunque a veces solo esperaba la soledad.

Es curiosa la ironía de este encuentro, ella elegante para la oficina, el hombre como un día cualquiera, ella excitante con medio traje puesto, el sujeto caliente por otras dimensiones y a la misma vez por ella en frente; a veces no nos percatamos de lo que ocurre en nuestros mundos mentales y las miradas mienten tanto como dictan verdades; pero queremos creer a lo que ocurre en el abrazo sabiendo que tarde o temprano culminará y la falsedad dará su cara más horrenda; aunque, y nos gusta, no por sádicos o irresponsables, sentir que podemos hacer el bien poniendo la otra mejilla.

Fueron al hotel a media cuadra adelante, rentaron la habitación acostumbrada, hicieron el amor como mandan los cánones y tuvieron un momento de paz como alguna vez ocurrió en Río de Janeiro cuando a ella le dieron el ascenso, el día del aniversario por el séptimo mes y se dieron cuenta que llegarían a ser tres.

Y, parece que la inspiración, sucumbió para siempre.

 

 

 

Fin

 

lunes, 23 de agosto de 2021

Gise

Del frontis de Santa Isabel, al lado derecho, había un séquito de cabinas telefónicas de una compañía distinta a la marca en mi celular. Me detuve para avisarle a Gisela, prima de un amigo que desconocía nuestra procedencia como aventureros románticos, que llegaría tarde a nuestro encuentro sabatino inventando una razón para ocultar la verdad.

Ella, inocente, crédula y tierna, me dijo: Te espero a las ocho, te quiero mucho. Yo recién salía de una pichanga de noventa minutos con unos diabólicos peloteros que en lo único que pensaban era en embriagarse terminado el cotejo, algo que, para mis entonces dieciocho años, no entendía o asimilaba bien, razones por la cual, me enfocaba más en el fútbol que en el ron con gaseosa caliente sacado de una mochila oscura como traficante en medio de un gramado lluvioso.

Insistieron a que me quedara porque habían pasado dos años de la graduación del colegio y querían, a como dé lugar, que estuviera junto a ellos para beber unos tragos al tiempo que se hablaba de lo poco, mucho o fantasioso que se ha realizado en dicho par de años. Yo no estaba tan seguro de querer compartir el Cartavio Black con ellos porque anhelaba tener un motivo amatorio para envolverme sobre una cama rentada con la elocuente Gisela, si describo su forma tan profunda de hablar; no obstante, también empezaba a gustarme el trago, no tanto como el sexo, aunque, en dicha época, el tomar no era tanto lo mío, pues, me vendía como un hombre de casa que juega a la pelota, y ella, desconocía, mis nuevas debilidades, debido a ello, cuando la llamé tuve que mentir a flor de piel cuando, en otra circunstancia, hubiera sido totalmente acertado dar con la verdad.

Darme una ducha y asistir a la cita era un panorama no muy alentador, siempre he sido un hombre aseado y sabía que Gisela era de esas jovencitas que desean verse bien apuestas para sus muchachos así únicamente vayamos a la esquina a besuquearnos. Ella, iría con un calzado alto de tacón, pantalones casuales y una remera pegada que luciría sus pechos prominentes, algo que el amigo, primo de ella, no sabría atender como yo lo andaba realizando durante seis meses de relación que acabábamos de cumplir. Y, es curiosa la manera como se abordan los hechos algunas veces, pues, Javicho, el primo, era el portero rival en dicho encuentro de peloteros salidos de la escuela con barros de acné en el rostro y zapatillas continuas de las pichangas en los recreos; para entonces, el crack de todos los tiempos en los gramados florales de la escuela, mi amigo Oliver, yacía en otro universo corriendo con adrenalina pura hasta el espacio sideral.

Lo extrañaba, obvio; y por eso, de repente, no quería juntarme con la gente de la promoción. Siempre he creído que él fue mi único amigo.

Por eso, el acostarme con mujeres y tener relaciones amorosas, era una pasión que me hacía olvidar en gran medida a lo que trata la realidad.

Había conocido a Gisela en una fiesta por el cumpleaños de Javicho, era, no porque fue mi chica, la más linda de ese grupito en el mueble que ansiaba sigilosa que algún valiente se atreviera a sacarlas a bailar. Yo no bailo, lo sabe hasta Dios; pero borracho, soy una vertiente locuaz. Algo que, entonces, no ocurría. Por eso, resolví hacer de mi timidez, el plan perfecto para hondar en mujeres. ¿Sabías que a las chicas les gustan los hombres que son desinteresados? Es decir; si andas como loquito detrás de ella, no te hará caso. Pues, yo, mientras los lobos embriagados salían a la marcha en busca de nenas, tomaba agua y oía la música desentendido de todo, tratando de ser sociable, apacible y conversador de temas de historias que durante el periodo iba adhiriendo. Ella, por su parte, se asomó, conversó, hilvanamos unas pláticas sobre la escuela, ella estudiante del colegio vecino, arrancó la charla hablándome de su primo, titular en mi equipo de escuela; pero rival más adelante por cambiarse de sección, dato curioso, porque de esa manera nos hablamos menos y por ende, el conquistar a su prima no fue un asunto desleal, salvo por el hecho de que nunca se lo dije, además, ¿Por qué tendría que decirle que iba por ella? ¡Si ella fue por mí! Y además, esos pechos que seguramente alucinaba tener cuando jugaban de adolescente, yo los sumergía en mis labios como un depravado ignorando por completo la imagen de mi amigo en la mente, porque de lo contrario, se trataría de una situación extraña.

Coincidimos en esa fiesta, nadie pensó que algo pasaría, Gisela era sociable, amiguera, habladora, cantante y actriz, hacia miles de gestos elocuentes, conversaba con profesores, maestras y hasta era la capitana del equipo de básquet, estudiaba o se preparaba para ser abogada, ya la imaginaba con un traje a la medida y me calentaba de solo pensarlo, a pesar que todavía no se instalaba a la universidad y eran nociones que me contaba mientras hablábamos en el mueble de la casa de Javicho.

Salimos al cine el martes de la siguiente semana, había juntado la propina para invitarla a ver ‘El aro’ aunque ella accedió gustosa a compartir los gastos comprando la canchita y la gaseosa. Ese detalle me pareció fascinante, no era de las mujeres anteriores interesadas por la billetera, que, de igual forma, no existía en abundancia; no obstante, nos divertimos jugando previamente a la película en el Moy del Jockey Plaza, donde un tiempo atrás había tenido una de las rupturas más desafortunadas de mi historia, algo que voy a contar con el paso del tiempo.

El beso ocurrió en el cine. Como autor, ahora me doy cuenta que fue un completo cliché; pero en entonces la vida romántica estaba basada en sucesos de película. Besos en el cine, salir agarrados de la mano, tener sexo delicado, hablarse bonito y demás. Situaciones que se fueron hilvanando a un ritmo frenético porque ella se vio entusiasta con la idea de ser pareja cuando yo pensé que el beso sería uno de esos besos que ocurren en una salida y no vuelve a pasar hasta otra salida o muchas otras salidas con diferentes mujeres; sin embargo, ese empuje, el hecho de querer ser algo más, porque nos besamos, me hizo entender que podía aventurarme en una relación amorosa con la prima de mi arquero debido a que ella tenía un pensamiento claro y honesto: No me gustan los vacilones. Y yo, en entonces, era ciertamente un hombre arraigado a nociones vertiginosas que no quería cuadrar sin profundizar bien en el asunto.

No obstante, accedí a que fuéramos pareja. Sí, sin conocernos del todo, por un beso, en una salida, después de una fiesta, sin haber bailado, ni siquiera conociendo nuestros apellidos, salvo uno y con el Messenger y el celular registrado como si pudiéramos inventar algo en base a ello.

Duramos ocho meses.

Después del partido, fui a su casa sin bañarme, usando la ropa con la que partí para el juego guardando en una bolsa mis prendas peloteras, medio borracho, con una gran sonrisa, fácilmente hablador y con la intención amatoria por envolvernos rápidamente en su cama.

Toqué el timbre y salió su madre, una señora regordeta y carismática que me invitó a pasar, me mantuve quieto al filo del mueble a la espera de su descenso porque habitaba en el segundo piso y la escalera de madera conectaba ligeramente con la sala. Salió con un vestido negro, pensé en ¿Por qué estaría con vestido si el plan era ir a un hotel? Bueno, no específicamente habíamos acordado ese plan; antes iríamos por helados, caminaríamos un rato y luego nos volveríamos locos por tener sexo en un hotel dos a tres estrellas. Sin embargo, cuando me vio, se sorprendió abriendo los brazos en señal de molestia. Le dije: Hola Gise, ¿Qué tal? Lamento la demora, te ves hermosa. A lo que ella, esperando que su curiosa madre se alejara, respondió: Gracias amor; pero, ¿Qué haces así? Te dije, hace unos días, que iríamos al bautizo de mi sobrino.

¡Lo había olvidado por completo! Y, me lo repitió toda la semana, algo innegable, e incluso, alisté el traje para la función; pero al paso de los días, realizando mis actividades que no le relataba y no iban en asunto a medios literarios, pues amasaba otros temas para generar ingresos que me permitan tranquilidad y solvencia para mis disfrutes, perdí la ilación del compromiso pensando en su cuerpo sobre el mío y el juego a la pelota que tanto ansío.

Gisela se había hasta ondeado el cabello, puesto maquillaje en los labios, visto preciosa para la ocasión, el bautizo de un petizo que ni idea de lo que ocurría y yo andaba en fachas de pelotero con las piernas de barro que ocultaba con el pantalón jeans rasgado para mi mala fortuna con la intención notoria de ir al hotel, bañarme y hacer el amor; pero los planes estuvieron desechos al momento en que empezaron.

Para culminar la faena desafortunada, al rato llegó Javicho y la banda, los mismos peloteros de hace un rato que querían seguir con el trago, entraron a la casa que compartían en pisos divididos y me vio a la espera de su prima, favorita según me dijo después, comprendiendo que mientras él se hallaba en otros ámbitos, alguien se devoraba a su prima, salía con ella, la enamoraba y emancipaba dejándolo de lado incluso hasta del bautizo del nene, que jugaba desentendido a la pelota en otro sector de la casa.

¿Qué te parece, Gise? Si te adelantas y luego yo voy.

¡Tú solo piensas en ti! Y la pelota, me dijo y subió a su cuarto en un lloriqueo.

Javi me dio una mirada fruncida y dijo: ¿Por qué no me contaste?

Su madre siguió a su hija para consuelo y el primo con el resto de bandidos no me dirigieron la palabra por desleal.

Salí de la casa, abordé un taxi y volví a la mía.

Enseguida, recibí una llamada.
Estoy en San Borja, ¿vienes o no?

Sí, voy, le dije.

Pero, bailamos, eh, o de lo contrario, seguiré enojada.

¿Bailar en casa de su hermana junto a toda su familia?

Antes… borracho.

Accedí y lo siguiente que ocurrió fue una locura.

 

 

Fin

 

 

sábado, 21 de agosto de 2021

Mi amigo al volante

- Después de la fiesta de promoción, recibí mensaje de texto: ¿A que no sabes lo que me acabo de comprar?

Respondí: Cuéntame y exagera.

La imagen de un auto de segunda mano tardó en cargar varios minutos.

Nunca me entusiasmó la idea de ser parte de algo, siempre fui un hombre solitario que prefería la meditación en busca de respuestas para cuestiones inalcanzables a jugar a las escondidas o las piñas con compañeros de la primaria que se veían felices con la facilidad que dicta la edad. Yo, en una esquina, pensativo con el cubo mágico, realizaba preguntas ante el comportamiento de las personas que reían, sonreían, perseguían a las chicas y se corrían de las mismas, todo al mismo tiempo, olvidando que, o ignorando quizá, que ellas venían a mí por ser más interesante que cualquiera, con ese enigma propio por andar en soledad debajo de una terraza para impedir la caída del sol leyendo a Bécquer con la intención solemne, propia y única de parecerme a él en verso hasta que armaron los grupos para el juego a la pelota, algo que mis dotes de pensador y escritor que añoraba una oración loable se veían opacados por la intensidad y la sencillez con la que podía anotar goles de larga distancia dejando sin posibilidades al arquero rival, punto a favor y en contra para mí, porque de ese modo, con el balón en la pierna, fui abriéndome paso en el mundo social de la escuela primaria; aunque, en primera instancia, al momento en que los grupos se dividieron al equipo, faltó uno para el plantel del único niño con gorra dentro de la escuela, quien, decidió elegirme a pesar que yo andaba con media poesía en la cabeza y una pelirroja sonriente a mi lado intentando releer lo que ya había asimilado.

Accedí porque me gustaba el fútbol desde tiempo antes como algo que vino conmigo desde que nací y dejé a la niña con el libro de poemas que no volví a ver ganándome así a una admiradora en la grada y un amigo llamado Oliver que se presentó ante mí con su gorrito Rip Curl y su calzado Umbro muy similar al mío, comprado, posiblemente, en la misma tienda y dispuestos juntos a vencer al otro equipo comandado por un gordito cachetón que hacía de arquero y según teorías conspiradoras de la primaria, nadie le había hecho un gol hasta que mi tiro directamente al fondo de la red lo dejó anonadado por la potencia y eficacia.

Éramos de las aulas A y B; pero nos juntábamos para la pichanga del recreo armando el equipo por orden de los dos. Él comandaba eligiendo a los secuaces teniéndome como punta fija añorando cada media mañana derrotar a los acostumbrados rivales haciendo del partido un clásico que se veía desde todas las tribunas e incluso, algunos profesores con café y libretas se detenían para observar el intenso cotejo de ida y vuelta que solía terminar más allá del timbre con anotaciones altísimas en goles cuyas diferencias podían ser leves; aunque a veces, descomunales como una ocasión en particular que nunca olvidamos y siempre les hacíamos recordar, pues, en aquella oportunidad le llenamos la canasta de goles culminando el juego con un marcador desproporcional de 10 – 1.

Nos volvimos invencibles como equipo cuando nos acomodaron en la misma aula y los campeonatos de juegos florales eran como copas mundiales, allí el grupo estaba unido, nosotros íbamos adelante y les ganábamos a cualquiera, solamente atravesamos la final en penales la vez que el otro equipo se fundió con los demás para completar un dream team, llamado así desde el logo de su camiseta, que nos sometió y casi pudo vencer, salvo por la defensa automatizada que logramos entrenar de dos a cuatro después de clase, y así, alcanzamos la final del 89.

El penal decisivo fue mío. Para entonces la pelirroja era mi chica, Oliver tenía a su porrista, una guapa rubia de anteojos, se mordía las uñas nerviosa, vencimos y celebramos como desadaptados, como esos locos mundialistas tomando gaseosa en vez de cerveza, entre carcajadas y risas, cargamos una copa del tamaño de un pepino y pareció como si hubiéramos ganado la liga de campeones o algo más allá.

La foto en el mural del aula estuvo el resto del año. Nunca la pedí para el marco, siempre creí que estaría mejor allí.

Oliver adquirió un auto blanco, Toyota del 70, tan longevo como su abuelo, amaba el carro, me lo decía a diario enviándome fotos por el iniciado Messenger, hablábamos continuamente después de acabar la escuela, creíamos que la amistad por el deporte afloraba entre juegos en otras canchas, fiestas que nos despertaban interés y sesiones de conversaciones vía chat que estaban lejos de ser las que teníamos en las escaleras del colegio hablando sobre el fútbol, las chicas, las fiestas y las notas. Que poco sabíamos de la vida en aquel entonces.

Por obra natural de una vida con decisiones, tuve que lidiar con los cursos numéricos en la escuela de verano; pero asistíamos a la playa saliendo al mediodía con la gentita que se reunía para intentar aprobar y atravesar el siguiente nivel añorando la secundaria como algo distinto a pesar que realmente se trató de un performance similar, con más números, letras que iba apreciando y sucesos vertiginosos que de adolescente estuve conociendo siempre al lado de mi buen amigo.

Los otros cinco años pasaron en un santiamén con una variedad de sucesos que voy a ir relatando mientras despellejo el recuerdo de la mente hasta que finalizado el compromiso escolar nos separamos por los caminos de una vida que iniciaba en otra fracción.

Las personas que alguna vez formaron parte del equipo del salón se dedicaron a otros quehaceres, siguieron rumbos diferentes y otros similares, nos encontramos varias veces; pero volvimos a perdernos sin retornos como acto comprensible y eficaz de una nueva proyección mental y social.

Oliver me llano un día antes. Recuerdo estar envuelto en una situación vertiginosa con una damisela de altísima gama que conocí en una web pretenciosa que se alejaba en peligro a las aplicaciones actuales. Esa noche, poco antes de ingresar a la cámara de hotel número treinta y cuatro, le escribí un mensaje de texto desde un móvil tamaño familiar diciendo lo siguiente: Loco, estoy campeonando, ¿Qué fue?

Respondió con un mensaje misio desde donde el registro dictada lo siguiente: Oliver te intentó llamar sin saldo suficiente…

Al día siguiente salió en las noticias.

 Como aquellos azares del destino, yo iba siguiendo un rumbo literario, abriéndome camino en los pormenores de la literatura creyéndome García Márquez, Borges y Llosa arañando de a poco mejores oraciones, prosas que iban y venían de acuerdo al son de lo vivido; aunque sentía que me faltaba demasiado para hallar el clímax de mis relatos tan flácidos como los sueños de mi amigo que se alejaban de la realidad surcando locuaz y lleno de adrenalina las nuevas pistas que su auto le ofrecía.

Se adentró en un mundo distinto, las carretas de autos que no me convencían, era él y sus nuevos camaradas, los otros amigos que los caminos te regalan, al tiempo que yo andaba desarrollando actividades distintas, diferenciado por completo a los amigos y en especial a su amistad, actos completamente normales en un sendero con muchas vertientes hasta que una noche prendí la televisión y los marcos en goles que alguna vez estuvieron en las paredes de los pasillos de la escuela se rompieron como las lunas de su coche a impresionante velocidad en una carretera ilegal por quien llega más rápido al cielo.

Murió la mañana de un veinte o treinta de un dos mil y tanto que acababa de empezar y la relación de amistad se marchitó junto a una pelota desinflada.


Fin


Mi cielo estrellado

Hola mi preciosa novia, después de acostarnos y sentirnos juntos ayer por la noche suelo levantarme enamorado de ti a una potencia elevada haciendo que todo lo que siento se incremente de forma consecuente a quien eres, somos y hacemos juntos, de esta forma, preciosa, nos sentimos unidos, no solo por sentimientos y emociones, sino por sueños y deseos, noches y tardes, amaneceres y miradas, ¿comprendes, mi cielo? Como de los ratitos se empiezan a hilvanar los hechos más hermosos y significativos de esta historia que nos envuelve y nos agrada, enamora, encandila, alegra, realiza y otorga una dicha netamente nuestra porque la creamos, inventamos y explotamos en el día a día como si se tratara de un sueño diario, un sueño real a diario, ¿lo ves, preciosa? Como de la rutina alguien puede sacar a relucir lo mejor del espacio, es que de eso se trata el amor, de hacer de lo sencillo algo increíble sin perder la esencia de que lo sencillo es lo esencial ante un mundo desquiciado que necesita de estos momentos para que todo surja de un modo perfecto, donde, nosotros nos hacemos fuertes y sólidos al tiempo que seguimos enamorados.

En la mágica noche mientras dormimos abrazados o de distintos modos, secuencias al ritmo de la madrugada, movimientos al son de los cuerpos involuntarios; aunque juntos y cercanos en cada momento, entendemos que el tiempo es nuestro a pesar que no tengamos palabreo o miradas, porque estamos juntos y unidos y sabemos que puede ocurrir cualquier cosa; pero estaremos juntos, al lado, cerca, entre nosotros y eso es algo que no cambia, sino que alegra, satisface, promulga amor y pasiones y nos envuelve en pasiones hermosas y dichosas que nos encienden y nos conmueven logrando que las sonrisas al despertar sean al compás de las miradas y las bromas, los sueños contados y las risas, los abrazos y los besos, la comida y los cafés, de todo lo que nos avecina por ser nosotros a la medida de quienes somos como personas y novios, ¿es lindo, no? Y es tan natural que fascina, mi vida.

De tal manera, intento que sepas y lo sabes, lo entiendes y aceptas, que nosotros somos de momentos y los momentos crean etapas y nos enamoramos al tiempo que creamos instantes y dibujamos hojas en este libro nuestro que atesoramos y soñamos con verlo a diario porque nos hace feliz, llena, satisface, conmueve, enamora y encandila por siempre.

Te amo demasiado, mi preciosa.

Y te amaré por siempre, mi cielo, al tiempo que somos nosotros.

miércoles, 18 de agosto de 2021

Mares multicolor

- Mares multicolor son tus iris prístinos; saetas en la oscuridad tu presencia aquí y allá; montañas los Alpes de tu pecho; ecos sutiles la voz que encandila; rayos tu luz como aurora boreal cada vez que asomas y grietas de luna tu espalda detrás de mi cama.

Un beso a la nube y dentro de una burbuja nuestro planeta engendra en amor como atmósfera, romance novelero que tenemos como real, destellos de pasión estirándose en la sábana, tormentas los suspiros de tu piel desnuda, ejemplares de retratos divinos el contorno de tu silueta, monumento al renacimiento tu cuerpo sobre el mío y viajes al cielo las caricias detrás de la noche.

El manantial de tu cabello, la catarata de la coleta en la espalda, los hombros castaños con toques de vainilla, el adictivo cuello que promulga mi accionar vampírico y una mirada profunda como abismo marino que no guarda misterios. Te veo en frente como una perla, como artista contempla a su musa, como autor ante la inspiración, como yo luciendo enamorado en evidencia exacta con la mujer salida de un sueño.

Atado a tu cadera el mundo puede morir y yo viviré.

Juntos como un contagio y la cura.

En un abrazo fulminamos al tiempo y sus espacios.

En un beso nos tenemos tan cerca que confundimos latidos.

Las sonrisas se asemejan como dos cartas de barajas gemelas.

El canto de un te amo se escucha como susurro en los vagones del alma.

Y la risa impuesta por tu gracia es el alba de cada una de mis mañanas.

 Tus pasos son como porcelana en la planicie de mi casa.

El compartir a tu lado es el andar en un arcoíris infinito.

La vida tiene tu nombre al son del tiempo que la atesoramos juntos.

Un universo se posa en nosotros cuando nos abrazamos y los besos son fuente de inspiración para otros autores.

 Narradores de distintas dimensiones, cuentan y escriben sobre nosotros.

 Amarnos es un don nuestro que expandimos a una tierra perdida en donde tras cada momento de amor surgen flores que proclaman un nuevo día porque gracias a ti… 

Existe el amanecer.

Maten al autor

'Puedo escribir los versos más tristes esta noche'...

La literatura es maravillosa, no cabe duda; pero la escritura como oficio es una maldición.

Me hierve la sangre ver tanta abominación presente y aspiro en envidia a poetas muertos cuyas obras aún resuenan en sabios.

Por eso, abrí con Neruda.

Y empiezo a escribir:

Como autor, cada vez me siento una mierda; como persona, estoy en un lugar correcto de una vida tan maravillosa que incluso el mismísimo Gustavo Adolfo tendría envidia de mis noches. Y, sin embargo, cada vez que observo el ambiente en redes me doy cuenta de lo malcriada que es la actualidad, con tanta bazofia rondando en escaparates virtuales, con gente que cree tener la razón de los hechos que promulga hablando como si supieran o conocieran los desórdenes globales del amor y sus tradiciones; a veces pienso que cualquiera puede opinar y eso está mal, porque los idiotas se mezclan con sabios en la internet de mierda y la gente común y corriente revela o se asemeja a identidades para sentirse parte y olvidan a poetas y metáforas bien trabajadas por no entenderlos debido a que su sabiduría es muy alta como para ser comprendida por bobos y por eso, los lentos escribas de las redes sociales se agrupan a la muchedumbre ignorante haciendo de las oraciones sublimes y laboriosas textos olvidados cuando deberían ser esenciales para el tratamiento maravilloso de la vida diaria.

Escribo mejor que antes, me siento un escritor poderoso, capaz de construir oraciones sublimes y fuertes, metáforas que invento en noches de inspiración y también escribo en situaciones diarias, es decir; me siento un autor distinto, mejorado, evolucionado, que domina sus emociones y las escribe en abundancia de sucesos como si las sintiera todas a la misma vez y en ese preciso momento también las estuviera solo para mí o nadie. Siento que la evolución de mi literatura e escritura me mantiene en alza, puedo ser o estoy siendo un autor de renombre para mi interior, un escritor bueno para mis sentidos, un autor que sabe lo que escribe, un escritor que conoce sus recursos y elabora otras disposiciones, de hecho, no quiero pecar de soberbio; pero me siento un escritor mucho mejor que antes y creo que los libros que trabajo están a la altura de quien vengo siendo; entonces, la pregunta es, ¿Por qué sentirse una mierda? Simple, los libros no se venden, no se genera ninguna puta rentabilidad como escritor y aunque el mundo me valga una verga, presiento que debo inclinar la balanza y volverme un tipo sensato, siendo una mierda, y un hombre de presente con el bien que soy y el poder que tengo para que me vaya muy bien, lo que intento decir es que, debo suicidarme como autor para ser un mortal de bien, generar ganancias, estar estable y vivir tranquilo, no feliz, nunca seré feliz sin literatura; pero tengo la satisfacción que escribo mejor que antes y aunque a veces el mundo es injusto conmigo, yo me cago de la risa pensando que he mejorado y eso, eso, eso, me hace feliz.

Mi vida

Hola amor, han sido días fantásticos a tu lado, vertiginosamente bellos contigo de la mano, una montaña de emociones entre risas y sonrisas, con matices únicos que solo nosotros sabemos disfrutar y crear como esencias en el cielo de nuestro planeta donde en besos o abrazos nos olvidamos del exterior y gozamos de quienes somos al ritmo de un amor consolidado y divino que nos fomenta la buenaventura de ser dos seres que se aman con la honestidad y la verdad que amerita esta relación.

Debo decir que te amo mucho más que antes, y mañana, cumplimos otro tiempo, es grandioso como los ratitos se van formando como episodios globales de un romance de ensueño salido de una realidad preciosa que nos enjaula en sentimientos y emociones hermosas que nos hacen felices en la rutina porque de eso se trata el amor y el romance, de amarnos a la medida de quienes somos, lo que hacemos y sentimos, tenemos y avivamos para ser nosotros el núcleo de una vida que queremos juntos al tiempo que nos dure la estadía en un mundo que estamos creando y volvemos inmortal.

Vivo enamorado de cada uno de tus encantos y las facetas que muestras, porque de esa manera se trata el amor y lo que sentimos como nuestro porque de ese modo debemos amasar lo que tenemos y disfrutarlo en un sentido netamente nuestro para que nos dure la eternidad, porque este amor es sólido e único y quiero que podamos atesorarlo la vida entera, es que sabemos y entendemos que nosotros somos especiales y espaciales, en serio, preciosa, tenemos algo lindo que se debe cuidar, proteger y sobre todo, aumentar en amor para que podamos ser felices el tiempo que nos dure la existencia inmortal a nuestro lado.

Te amo, amor de mi vida, fue un viaje soñado, bonito y divertido, espero que podamos seguir compartiendo estas situaciones y llenar álbumes con momentos que nunca olvidemos y siempre recordemos como nuestros para amarnos con el motivo en que nos amamos durante el tiempo que lo vivimos como si fuera ayer u hoy el instante en que viajamos y la pasamos genial como nosotros sabemos hacerlo.

Te amo demasiado y pronto serán cinco meses en cinco años. La vida nos sonríe, da pie y alegra, eso basta para que seamos felices.

Te amaré siempre, mi cielo.

Preciosa

- Hola mi preciosa novia, espero que te encuentres bien como una sana costumbre y a la vez anhelo que todavía te persigan nuestros momentos grandiosos como recuerdos en tu mente estallando en lapsos durante el trabajo que adhieres; entre dichos opuestos, te comento que estoy escribiéndote lo que siento, para variar a pesar que hace días no lo vengo haciendo y no es lo que no sienta, es solo que asumí recopilar para contar, de tal modo, empiezo diciendo que te amo y que pronto estaremos de viaje, aquello suena lindo y vanidoso, me gusta porque tendremos un paseo largo y simpático que será únicamente nuestro, sin vueltas y con idas en recuerdos cuando acabe; pero será eterno en el instante en que se irá logrando porque lo que tenemos va más allá de cualquier frontera debido a que este amor es grandilocuente, poderoso y excelso, y lo que intento decir, bajo esos testimonios, es que te amo, en resumen, en todo y en clara honestidad, yo te amo, preciosa y quiero la vida contigo, no solo viajes y placeres, no solo besos y abrazos, no solo pasatiempos y pasiones, quiero la vida a tu lado y sentirme completo con tus abrazos, tus besos y abrazos; tu cuerpo sobre la cama, tu risa y sonrisa, tu forma de hablar y ser, tu personalidad, anatomía y profesiones, tu complejidad y tus sueños, sentirme parte de ti como un todo y a la vez un sentido único de ser nosotros al ritmo de una vida que nos enseña a unirnos y amarnos al tiempo que estamos sonriendo mientras vivimos un momento en especial, entonces, ¿te das cuenta preciosa? La forma como se genera el amor que nos sentimos de una manera maravillosa y plausible. 

Amarte es una devoción fabulosa de la cual nos hacemos cargo a medida que vivimos y vamos recordando lo que sentimos con los recuerdos que vagan en las dimensiones de la mente, allá donde todo lo vivido se vuelve una resurrección de lo que sentimos y nos tenemos de nuevo como aferrados viviendo a tiempo exacto y puro tantas veces las mismas emociones que tuvimos y creamos otra vez en la rutina porque amarnos es un placer generoso, hermoso, bello y sobre todo honesto, con esta confianza que nos avecina, envuelve y sana, porque el amor es nuestra bandera y la pasión que nos tenemos tan pura como exacta para las almas que las sienten. 

Te amo, mi preciosa.

martes, 17 de agosto de 2021

Vuelvo

No vengo a escribir al blog desde un tiempo importante, me perdí entre las hojas de nuevos libros que no irán a ninguna parte; entre mis problemas mentales que me alejan de la realidad por fuerza de una especie de delirio tan hermoso como concreto que puede hacerme feliz en segundos si lo desea; olvidé este lugar, mi favorito si alguna vez preguntas, para vivir como autor, novio, padre hilarante e hijo en matices distintos; pero prometo volver, de hecho, me lo dije varias veces: Debo volver a publicar en el Blog, no puedo abandonarlo, necesito recobrar las líneas que me impulsaron a ser quien soy y he perdido el rumbo a pesar que mi nueva obra sea netamente de autor y estoy contento por eso; razón por la cual, es mi regreso, pues… he decidido: Ser yo otra vez. El hombre que escribe porque le gusta, no porque quiera que lo lean.

Pronto habrá nuevas publicaciones.