Mi nuevo libro

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lunes, 31 de octubre de 2016

Los hombres también

- Los hombres también lloran, a veces les llega a resultar injustas algunas actitudes, muchas veces los culpan y no son mártires, que sea hombre no significa que sea duro y que sea duro no quiere decir que no sienta. Es verdad, a veces cedemos, estamos ahí sin que nos digan nada, nos portamos bien sin esperar nada, solemos ser pacientes en los distintos estados y ámbitos, no me hago el precursor de una idea; pero a veces lo único que necesitamos es que nos digan: ¿Sabes? Eres un buen novio. Listo, eso basta para seguir haciendo bien el trabajo, que resulta una completa devoción por quien se ama.



No comas todo lo que ves

- Andaba irritado por un tema íntimo, estresado porque el técnico no repara a tiempo mi celular, bloqueado porque no escribo, salí a caminar para despejar la mente y los sentidos, vi a un amigo, quien al verme dijo: Te veo con rostro de pocos amigos. De inmediato, ironicé mi respuesta, me parezco a ti el 14 de febrero pasado. Soltó una carcajada, dio un abrazo y susurró al oído, estoy feliz, hoy tuve tres round seguidos. Enseguida, añadió, te invito unas chelas y te cuento algo para que te rías. Hice ademán de seguir y llegamos a un bar.
Yo pedí un cuba libre con dos peces de hielo, él raro este, un vodka con naranja con un sorbete en forma de sombrilla.
¿Qué vas a contarme? Le dije porque necesito de la risa. La otra vez, empezó a contar, bebió el trago y siguió: Fui a la casa de mi novia, ¿Te acuerdas de ella, no? Asentí con la cabeza. Él siguió: Terminamos de hacer el amor, andábamos, tú sabes, desnudos y abrazados. No me des detalles, sugerí. No voy a hacerlo, añadió. Entonces, dijo y prosiguió: Le dije para cenar, sabes bien que cuando uno hace el amor se siente vivo, lleno de energía y demás. Volví a asentir con la cabeza. Le dije que prepararía la cena, estoy en un curso intensivo de gastronomía vía Youtube. La mandé a Vivanda a comprar un buen vino argentino diciéndole que sería el chef para la ocasión. Fue gustosa. Claro que previo a ello le di su respectiva nalgadita. ¡Carajo! No quiero detalles, le dije y bebí.
Hice una exquisita ensalada y cuando volvió empezamos a comer como comen los árabes. Al cabo de unos minutos, comencé a sentir una importante aglomeración en el estómago, resolví ir al baño; pero no le dije lo que haría para no arruinar la cena. Al volver, casi de inmediato, me sucedió lo mismo y tuve que regresar.
Al retornar a la mesa pensé en, ¿Qué diablos he hecho mal? Ella comía y bebía con naturalidad, como si la comida le hubiera encantado y yo seguía sintiendo cólicos desagradables.
Terminamos de comer y volvimos a la cama, ella quiso que le hiciera ese baile egipcio que he aprendido. ¡Mierda! Ya te dije que no quiero detalles. Bueno, bueno, entonces, antes de iniciar nuestra travesía sexual, volví a sentirme jodido. La barriga era como una trituradora y lo raro es que ella estaba de maravilla.
En ese momento, tuve que retornar al Walter, digo, al wáter. Ya pues carajo, tampoco te burles de mi nombre, le dije, este sonrió y añadió, no salí durante horas.
Yo empecé a reír en ese momento y enseguida le pregunté, ¿Qué fue lo que comiste que te hizo pegarte al baño?
¿Recuerdas esa vez que fui a tu casa? Me dijo al tiempo que se llevaba las manos a la barriga. Si creo, le dije intentando recordar. Pues, tu tía trajo un pastel. Y yo me moría de hambre. Ah sí, sí, no lo comí porque prepara horrible, le dije y me llevé las manos a la boca para luego comenzar a reír de una manera desenfrenada.
¡Te comiste ese pastel del infierno! Le dije entre risas y lo vi dirigiéndose al baño para continuar con su peculiar encuentro cercano con el inodoro.
Se me fue el estrés, el mal humor y demás, todo fue demasiado gracioso. Claro que luego lo acompañé a la farmacia a que compre una pastilla y se le pase el asunto de una vez.
Sugerencia: No comas todo lo que ves.

Fin

Quiero hacer cosas grandes

- Quiero hacer cosas grandes; pero no el sentido del que la gran mayoría piensa, sino en el sentido del corazón; aunque a veces me aterro como si fuera a lanzarme a un abismo y morir mientras caigo -porque de caer, podría levantarme como lo he hecho siempre- lo trágico sería no hallar el suelo. Es como si atravesara la última puerta y me quedara deambulando para siempre en la nada. 
Destreza, actitud, convicción y sentir, hay por montones; pero me falla, quizá, una espina impregnada en mí. Tal vez sea una duda venenosa que no logra encontrar el antídoto. No obstante y como siempre pienso y digo, adoro los retos, más cuando la consecuencia será literatura. Por eso, estoy dispuesto a lanzarme.

Es así.

viernes, 28 de octubre de 2016

Halloween 2009

- Halloween 2009, lo recuerdo todos los días de resaca. Nos encontramos en la entrada de Plaza Vea del Ovalo Higuereta. Se veía preciosa con una casaca de cuero que le daba aire de rockera, jeans rasgados y botas negras. Todo el look rockero se iba con su risa similar a la de Bob Sponja pantalones cuadrados. La ternura era su característica primordial, reía casi por todo y manejaba las situaciones complicadas con sorprendente facilidad. Yo andaba vestido como de costumbre, bermuda a pesar del invierno, polera oscura con capucha, una mano dentro del bolsillo y una gorra. Andaba con una botella de chela helada y un pucho, dentro de unas horas me vería con mis demonios e iría a una fiesta luego de bañarme y alistarme. Al verme se acercaba y me daba un abrazo, luego un beso y otro beso, era muy amorosa y yo adoraba que lo fuera. Cogía mi mano y dictaba un plan para la noche, bien detallado y compuesto por situaciones que le gustaría compartir; pero lo arruinaba diciéndole que me quedaría por escaso tiempo debido a la fiesta que tendría más adelante. Lejos de enojarse, agachaba la mirada, realizaba un puchero y aceptaba con un movimiento de cabeza. Hacíamos poco de lo que decía; pero era bonito. Sin embargo, esa noche, tuvo una revelación. Me dijo: Eres un completo imbécil, me llegas al pincho que no tengo, siempre prefieres ir con tus huevones amigos a chupar hasta morir, meterte cocaína en la ñata, fumar esa basura y andar con zorras, ya me tienes harta de toda esa mierda. Ahora o nunca, ¿te quedas conmigo o te vas con tus putos amigos?
Perdona. He sido un tonto e irresponsable, me quedo contigo, olvida a los idiotas, vayamos a realizar tus planes. Me coge de la mano y vamos a pasear, cenamos y terminamos haciendo el amor.
Eso debió haber sucedido; pero yo era muy inmaduro e irresponsable, quería vivir la vida y esa idea, a mi edad, era válida. A pesar del daño que le ocasionaba yo quería continuar con mi etapa, debía de quemarlas todas como lo siento ahora. Esa noche de Halloween la recuerdo porque fue en ese momento cuando empecé a perderla. Ella me disculpó días después; pero la herida no se curó.
Ahora hubiera desarrollado gustoso todo lo que propuso; pero en ese entonces el cuerpo aclamaba otras situaciones. Es así, la vida es así.
Se me vino este recuerdo repentino, no solo porque se acerca Halloween, sino porque a veces lo recuerdo. Uno aprende de los errores y se vuelve mejor persona.

Fin

martes, 25 de octubre de 2016

El asiento

- Subí al bus de siempre como todas las mañanas, llevaba los audífonos puestos escuchando The Killers y el morral lleno de apuntes junto a un cuaderno y lapiceros. Vi un asiento individual al lado de la ventana y me acerqué para acomodarme. Una vez sentado el bus siguió su trayecto; pasados dos minutos el cobrador empezó a andar por el pasillo haciendo un chasquido con las monedas. Resolví sacar unas monedas y pagar la cantidad justa. Este aseguró que aún faltaban otros 20 centavos y sin reclamo ni amargura se los di. Rápidamente siguió su rumbo y yo continué observando por la ventana a las distintas personas que andaban presurosas. 
Pasadas cuatro canciones de The Killers, grupo que he comenzado a escuchar con bastante apego, vi que subió una chica bastante simpática con una serie de maletines, entre ellos, uno enorme en forma de rectángulo en donde imaginé que guardaba dibujos o diseños de arquitectura. Yo antes llevaba uno similar, allá por el 2007 cuando me aventuré en el Diseño de moda por mera curiosidad. 
La chica se hallaba evidentemente fastidiada, su rostro así lo reflejaba, era codeada por los tripulantes que no querían moverse y llevaba consigo otro bolso, uno personal en donde seguramente estarían sus accesorios de belleza y demás. 
Ella profundizaba en el bus mientras que yo pensaba, ¿Por qué nadie le da asiento? ¿Dónde andan esos disque caballeros? Entonces, cuando ella se encontró cerca a mí, automáticamente me paré del asiento diciendo con voz dócil: Señorita, puede sentarse aquí.
— ¿Crees que me haces un favor? — dijo la muchacha con voz agresiva. No esperaba esa respuesta, tampoco que dijera algo, imaginé que únicamente me haría a un lado y ella se sentaría haciendo un ademán de agradecimiento, como suele pasar.
—Disculpa; pero no le entiendo— le dije, de repente sin pensar tanto. Fue una respuesta honesta y natural.
Yo todavía seguía en el dilema de pararme o sentarme, estaba, de hecho, con las rodillas flexionadas y el cuerpo hincado.
— ¿Crees que por qué soy mujer no puedo cargar con mis cosas? — Dijo con la misma intensidad en la voz.
Volví a mi asiento. El resto de pasajeros giró para ver la situación; pero resolvieron no opinar. Quizá lo habrán hecho en sus mentes.
—Esto es lo que me jode de los hombres, que creen que pueden hacernos favores porque somos mujeres— dijo en voz alta, obviamente mandándome una indirecta bien directa.
—Señorita, disculpe; pero yo no quise hacerle ningún favor. Solo intenté ser amable. De repente no está acostumbrada a ello— le dije con calma, ya sentado y con los audífonos puestos; aunque en silencio.
—Eso dices. Luego están pidiéndote el número del celular e invitándote a salir decenas de veces. Te mienten, te dicen lo que quieres oír y actúan bien para que una caiga— dijo y esta vez, entre tanta amargura en sus palabras, noté un conato de rencor y decepción por el sexo opuesto.
—Bueno, eso no lo sé. Yo no tengo intenciones de pedirle el celular, solo fui cortes. Ahora, si me disculpa, voy a seguir escuchando música—.
Seguí en lo mío, ella se mantuvo al lado cargando sus maletas, incómoda y con el rostro cada vez mas fastidiado por el movimiento que realizaba el bus al girar, acelerar y avanzar.
Pasados unos minutos y al no soportar seguir viéndola tan mal posicionada, le dije: Al menos, ¿puedo llevarte las maletas? Estas incómoda y no me parece que yo esté sentado y tú con tantas cosas, andes de ese modo. 
Ella me vio, no tan enojada como antes y accedió a darme sus cosas.
Las cogí colocándolas en mis piernas; pero, en ese momento, la oí decir de diferente manera: Oye, ¿normal si me cedes tu asiento? La vi y le dije, claro, no hay problema. Me levanté de inmediato y se acomodó con sus maletas.
Enseguida, me fui hacia el fondo, no quería estar frente a ella porque podría pensar que intento algo con mi amabilidad. Sin embargo, al estar lejos noté que por momentos volteaba para verme, yo me hacia el desentendido, me concentraba en el exterior desde la ventana y tararea la canción.
No sé donde descendió la chica, yo lo hice en el Trigal y ni siquiera vi si aún estaba en el bus. 
En ese momento, mientras caminaba y antes de plantear la posibilidad de escribir sobre dicha anécdota, se me ocurrió una reflexión con dosis de humor: No confundas mi amabilidad con querer sacarte el número de celular.


Fin

lunes, 24 de octubre de 2016

Suele pasar al entrar a una librería

- Entro a una librería a curiosear algún nuevo libro que leer, me detengo y cojo uno, el precio me asombra, el autor es reconocido y en la leyenda claramente afirman: “Con 25 millones de ejemplares vendidos, traducido a decenas de idiomas” y yo empiezo a reírme repentinamente; pero no es una risa burlona (no soy nadie para andar criticando libros) tampoco es una risotada alegre, es extraña esa risa, mi compañero se acerca y me pregunta, ¿Por qué te ríes? Y yo le digo: Observa, esto es una locura y yo contento con mis mil y pico de ventas y en un criterio leve; aunque muy honesto, no es un gran libro y tampoco un autor (bueno, de renombre, sí; pero en cuestiones de contenido, dudaría mucho darle un visto bueno). Es una disyuntiva la que me azota en ese instante, podría indignarme y preguntarme: ¿Por qué este huevón vende tanto? Y una avalancha de sugerencias llegarían a mi buzón y otra, y favorita, sería motivarme y aumentar mis ganas de crecer y ser mucho mejor escritor. Elijo, obviamente, esa.
Lo que trato de decir es que tienes que convertirte en una marca para romper el mercado, no eso no; lo que realmente quiero decir, no vayan a tergiversar, es que no quiero ser un tipo que saca un libro X (con contenido, por darle un adjetivo, simple) y llegan millones a mi cuenta, sino alguien que puedan hacer sentir a los lectores, no trato de decir que ese otro libro no los haga sentir; pero pienso que podría realizar un trabajo mejor que lograra trascender de una manera -no solo comercial- sino que llegue al alma.
Es mi honesto objetivo como escritor.
Al final, salí de la librería con otros libros y añorando ver pronto el mío.
*Esto sucedió meses antes que publicara mi novela.

Fin

sábado, 15 de octubre de 2016

Sábado - 15/10 de madrugada

- Estar solo en casa un sábado por la noche es tenebroso. Andaba escribiendo una nueva escena del guión en que trabajo cuando de repente empecé a escuchar unos malditos sonidos en el cuarto piso. Pensé, ¡Maldita sea, no debí ver El Aro! Pero ante tanto ruido tuve que subir a inspeccionar llevando conmigo un rosario que me regalaron, la biblia que estoy, sorprendentemente, leyendo y la poca valentía que tengo tratándose de esta clase de temas. Sin embargo, solo se trató de, posiblemente -y espero- el viento. 
No obstante la madrugada es divina para escribir a pesar que algunos fantasmas anden rondando. 


Fin

Imposible no extrañar

- Extrañar es inevitable. No sería humano si no extrañara. Es propio de la naturaleza, de la esencia de lo que uno siente. A pesar del coraje y los decibeles de ira, extrañar sale a relucir como si no le importaran las tempestades, como si ese sentir inexplicable fuese impuesto por un corazón ardiente y un deseo del cuerpo que hace que se apiada de todo el ser. Siempre extrañas, a pesar de las riñas y diferencias, pensamientos y caminos distintos, idas y venidas maltrechas, siempre extrañas y en una completa y distinguida ironía que con lleva a la hidalguía por expresarlo, de no haber vivido tantos momentos maravillosos, no habría razón para extrañar.
He allí el amor en toda su dimensión y al corajudo capaz de decirlo sin tabús ni miedos. Dicho sentimiento que a veces desconoces de la otra mitad y que sale a relucir porque escribirlo se hace inevitable, tanto, como extrañar.



Fin

jueves, 13 de octubre de 2016

Tal vez mi destino sea ese

- Tal vez mi destino sea ese. Bajar en el paradero Astete, caminar la avenida Insurgentes hasta una veterinaria, doblar a la derecha, comprar golosinas en una tienda con el poco dinero que llevaba, llegar al parque, enviar un mensaje misio y andar por la acera hasta llegar a una casa blanca de tres pisos con portón y verla en el umbral con una sonrisa y brazos abiertos esperando al tipo que no ve hace semanas, al ebrio y drogo, irresponsable, inmaduro, errado, con sobre peso, mal vestido y descuidado por todas las noches y días encerrado en una habitación intentando crear un maldito libro. Razón por la cual no la ve, no responde correos ni conversaciones de MSN, todo por un bloqueo literario.
Ella se emociona porque lo extraña, abraza y besa, dice te amo e invita a pasar. Preparan lonche y agradece los dulces. 
Él dejó la universidad, no trabaja y anda jodido por el bloqueo. Ella tiene buen puesto, auto y buen humor. Respeta sus aficiones de los fines de semana, su polvo blanco, a sus demonios y la bohemia. Aunque prefiera la pizza, la tele y su presencia siempre lo deja ir con una bendición el sábado a las 10.30pm. Daría todo porque se quedara; pero sabe que debe quemar etapas.
Él a sus 23 años es un ser insaciable de historias por eso las busca y se involucra en todo.
Ella era la mujer perfecta, él la perdió por escribir, por no darle tiempo y terminó escribendo sobre ella y buscando razones para retomar ese pasado.
Tal vez no halla máquina del tiempo, quizá solo literatura fantasiosa para honrarla, pero hay un presente completamente distinto y dos personas en vidas opuestas que el destino hará unir de vuelta porque existe una pregunta, ¿por qué siempre vuelvo a ese entonces?


Fin

miércoles, 12 de octubre de 2016

Redactor free

- Bryan, te hago un par de preguntas, ¿Qué personaje eres ahora? ¿A quién estas interpretando? Me dijo de repente, yo me encontraba escribiendo en la laptop de última generación que desearía tener en mi escritorio. No tuve tiempo de pensar, se acercó para impedir que siguiera con el trabajo que me dio y mirándome con el verde de sus ojos, añadió: No puedo descifrarte. Un día vienes y estas callado, te sientas y escribes. Otras veces andas hablando acerca de construir una máquina del tiempo e incluso, recuerdo que dijiste que tenías una y que si repentinamente te dejara ver, es porque estarías en otra época. Cualquiera diría que estas demente; pero lo dices con tanta franqueza que te creo y me asombro, me voy a la cama y pienso en eso. ¿Qué chico comenta esas cosas? Yo ando rodeada de tipos que hablan de surf, política, videojuegos y fútbol; pero nadie me comenta que va a viajar por el tiempo.
Yo sigo callado, claro que esbozo una sonrisa porque resulta divertida la elocuencia como lo dice.
Además -saca mis libros de su morral Armani que también quisiera tener- y dice: Eres distinto. Escribes sobre fidelidad, no te gustan los besos sin consecuencias ni lo casual, te ves serio y centrado; aunque también eres gracioso. La otra vez viniste riéndote y hablando estupideces, me contaste una anécdota sobre una chica en un auto junto a su perro pitbull de copiloto y que el cobrador del bus donde ibas le dijo al chofer: Mira, esa señora tiene al lado a su marido. Y te dio tanta risa que no dejaste de reír. No fue gracioso; pero tu risa me daba risa.
Y por último, ¿en realidad has vivido todas esas historias que cuentas? ¡Quiero saberlo todo, Bryan! Quiero conocerte a fondo, no solo al escritor, sino al hombre en sí.
Esa frase me aterró. Y ella siguió tras hacerse una cola en su cabello castaño: Eres un enigma para mí. Bebes, te ríes, escribes, jodes, hablas cosas raras, de repente me sales con un comentario inteligente o sobre porque los griegos hacían esto y el otro y de la nada ya estas hablándome de un chiste estúpido como cuando repites frases sacadas de series que ni ves.
Yo ya me estoy empezando a reír; pero ella se ve seria, me ha contratado como redactor free y debo mantener a compostura.
No me digas nada, sigue trabajando. Te voy a estar analizando, Bryan, me llamas. Ese “me llamas” me pareció curioso.
Flaca, solo soy un tipo común y corriente, un escritor que intenta hacer lo suyo y trabajo porque no vivo de libros. Tan simple como eso.
¡No! ¡No, no, no! Empezó a gritar de repente y fue asustándome.
Eres profundo, dijo y añadió una analogía bien simpática: Eres como el abismo de Challenger; pero yo te voy a descubrir.



martes, 11 de octubre de 2016

Mi nuevo libro

- Empecé a escribir esta novela hace dos años, al inicio se me hizo sencillo, tenía los personajes principales y las primeras peripecias dentro de la cabeza; pero luego se hizo complicado, caí en un pantano y no supe cómo salir. Me fui del escritorio para no escribir por escribir y volví con inspiración para continuar con la historia. Lo hice muchas veces durante un largo tiempo. Nadie esperaba la historia, ni siquiera yo, por eso me daba el lujo de avanzar poco a poco, siempre haciéndolo de la mejor manera. Al terminarla vino lo peor, tener que corregir y corregir cada uno de los capítulos, cada una de las oraciones y cada una de las palabras. Luego, el hecho de buscar editoriales -que es sencillo porque hay muchas; pero es jodido porque algunas ni te responden y a otras no les agrada o están copadas-. Sin embargo, pude asociarme con una, que según dijo, es la editorial independiente más grande del país y pues, eso me animó. 
Lo que más resalto de esa etapa fue cuando el editor me dijo: No tuvimos que corregir nada, todo está perfecto (en el sentido de redacción). Sentí que los cursos y talleres habían dado frutos. Enseguida se inició el proceso. Y meses después, esta la novela, de casi 500 páginas, salió a la luz. 
“La última tarde” es un sueño hecho realidad. Y yo soy un autor con dos libros publicados y con muchas ganas de seguir mejorando. Abrazo grande para todos.





domingo, 9 de octubre de 2016

El genio

- Regresaba a mi casa bajoneado por un tema íntimo, es como si mis esfuerzos no valieran la pena. En medio del parque encontré una lámpara, al agitarla, sorprendentemente apareció un genio.
—Hola Bryan, gracias por invocarme. Te puedo cumplir un deseo, el que gustes. Asombrado, le dije, ¿En serio? ¿El deseo que quiera?
—Claro, el que gustes.
Solo tengo un deseo, a veces intento apagarlo, no sentirlo, no quererlo, no anhelarlo; pero en momentos como estos lo requiero, lo necesito desesperadamente y me hace falta.
—Sé que es lo que quieres, puedo leer tu corazón, dijo el genio. Te lo voy a cumplir.
Desapareció tan asombrosamente como llegó.
Llegué a mi casa pensando en que todo se hubiera tratado de mi imaginación, de repente mi estado de melancolía hizo que alucinara. Pero; todo era distinto. El tiempo, el ambiente y yo éramos otros.
Qué extraño, mi casa no tiene un cuarto piso. De repente estoy alucinando, mucho tiempo en el sauna me ha afectado los sentidos, pensé; ingresé preguntando por mi mascota, subí a mi habitación y la vi distinta, con más afiches de Goku, sin certificados ni diplomas de mis logros pegados en la pared. Mi computadora era prehistórica, mi celular sin WhatsApp ni Facebook. Una cama tirada en el suelo, el desorden absoluto de un irresponsable que sueña con ser escritor, puchos regados por todo el escritorio color marrón y apolillado, una botella de ron medio llena en el closet y preservativos en los cajones. ¿Qué está sucediendo? Quise saber. Pero no era preocupación, no era miedo, no era angustia, era una sensación positiva. Entonces, me vi en el espejo, no llevaba el cabello largo, ni ropa de marca, mucho menos relojes. Despeinado, con pelos haciendo de barba y terriblemente ojeroso por las noches en vela intentando escribir. Bloqueado como todas mis madrugadas. Pero, pude identificar a lo lejos, exactamente al lado de la almohada sin forro, una cartera.
— ¿Me acompañas a tomar mi taxi? , —Oye, ¿Me estas escuchando? — ¡Carajo, reacciona! No te puedes pasar la vida en este muladar, ya sé que quieres escribir y que andas bloqueado; pero soy tu novia, ¡hazme caso! Ya me voy, luego puedes volar y escribir toda la noche. Sonreí porque escuché su voz tras muchos años.
—Lo siento, le dije. —Disculpa, ¿Qué dijiste? —Dije que lo siento. Sí, tienes razón, este lugar es una completa mierda. ¿Me das un par de minutos? Voy a limpiar y ordenar las cosas. Podemos ordenar pizza y cenar juntos si te parece bien. Ella se quedó muda, hizo una mueca de asombro y se detuvo a un lado.
Fui acomodando las cosas, arrojé a la basura las decenas de cigarrillos, boté las hojas con textos regadas por el piso y limpié gran parte de la habitación.
— ¿Ahora te has vuelto un escritor limpio? Dijo con dosis de ironía.
Volví a sonreír y respondí: No voy a escribir. Voy a dedicarme a vivir, si te parece bien, a tu lado. Luego escribiré nuestras vivencias y jamás tendré que enviarte una carta que nunca llegará porque el cartero la habrá perdido.
—Espera, estoy confundida, dijo y se acomodó el cabello. —Lo que escuchaste, no voy a escribir. Si estoy bloqueado lo más saludable es que me aleje de la computadora. Voy a dejar de beber tanto y fumar. ¿Ordenas tú o me esperas un rato para hacerlo yo? Te gusta la pizza americana sin aceitunas, ¿Cierto?
Ella asiente con la cabeza, todavía se halla sorprendida. Enseguida, contesta: Sí, me parece bien.
—Espera que me bañe, vista bien y cenamos, le dije y me acerqué para darle un beso.
—Bryan, dime algo, ¿No estarás consumiendo esa basura, no? Porque si estas nuevamente con esos vicios, sabes bien que yo me largo.
—Tranquila, no necesito de ello para inspirarme, tú eres mi musa, mi teclado y mi noche. —Oye, ese no era el título del libro que pensabas escribir. —Sí; pero ya no. Ya no pienso escribir ese libro. No tengo porque escribirlo, porque no voy a sentirlo. No escribiré ese libro porque no tengo la necesidad de hacerlo.
Voy a dedicarme a ti y escribiré nuestras experiencias, nuestros mejores momentos.
—Qué lindo. Hace mucho que no me dices algo así.
Al regresar de la ducha, la vi echada sobre la cama viendo la televisión, se había quitado el saco y sacado los tacones, una enorme sonrisa se encontraba en su rostro.
—Ya estoy, le dije al vestirme. — ¿Cuánto fue la última vez que te vi peinado y arreglado? Ah, cuando me conociste, dijo con humor.
—Oye, disculpa mi desconfianza; pero no se trata de un cambio repentino y efímero, ¿Verdad? Yo estoy enamorada de ti y si nos dimos otra oportunidad fue porque lo deseo todo contigo, no quiero equivocarme y salir lastimada.
—Tranquila, a partir de ahora voy a dedicarme a hacerte feliz. ¿Sabes que adoro cuando sonríes? Disculpa si te hice llorar, si falté a tu graduación por andar metido en la computadora, si me dediqué a escribir sin saber que te perdía, lamento los fines de semana en que iba a beber y no te veía. En algún momento tuve una visión, me vi deseando esto. A ti sobre mi cama, con esa sonrisa y acordando una cena romántica que pensé en todos los errores que he cometido hasta hoy por mi egoísmo, por encerrarme en mis ideas y por mi testaruda manera de querer escribir todo el tiempo. De ahora en adelante voy a organizar mis tiempos.
—Si esto es cierto, si lo que dices es real, quiero que sigamos juntos. Es como te dije la última vez: Yo no quiero alejarme de ti; eres tú quien me aleja.
—No más distancias.
Nos abrazamos en ese momento y vi el calendario al fondo de la habitación, la fecha me hizo soltar un suspiro.
El genio había cumplido.

Fin

Piensa en ti

- A veces debes dedicarte a ti y lo que te hace feliz, no a lo que a otros haría felices o porque otros lo creen mejor para ti. Tienes que enfocarte en tu pareja, en tus proyectos propios y mancomunados, no en lo que diga el entorno de ambos, conforme quien sea dicho círculo, tantas veces es mejor hacer lo que a uno le hace feliz sin importar el resto porque el resto va a hacer lo mismo. Es así, la vida es así.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Curioso encuentro con unas chicas

- Cuando escribo me encierro en mi habitación y salgo para ir a la cocina en busca de alimento. Lo que hice tras coger una causa del refrigeradory servirme agua, fue acercarme a la ventana que da a la calle, en la acera de al frente vi a un conato de chicas bien vestidas, quizá, para ir a alguna ceremonia, que se yo. Vi la cancha de fulbito sintiendo un feeling importante y noté que ellas me miraban. Pensé, ¿les habrá provocado la causa? Por ello esbocé una sonrisa. Enseguida, vi que empezaban a codearse entre sí como lo hacen las adolescentes y presté mayor atención a las muchachas para poder reconocer a alguna y saludar, tal vez, haya comprado el libro anterior y uno debe ser agradecido, también podría aprovechar en invitarlas a la futura presentación; pero no las reconocí. De hecho, siento que debo usar lentes, tantos años frente al monitor pasan factura (me di cuenta cuando fui a dar mi examen de vista para el brevete). Lo curioso y a la vez gracioso es que las chicas no dejaban de verme, yo nunca me he sentido atractivo; pero algo me deben haber visto para de repente agitar la mano y mostrar sonrisas.
Enseguida, el conjunto de féminas, interesadas en este humilde escritor, se acercaron a la puerta de mi casa, desde donde empezaron a realizar ciertos gestos y oí decir, entre toda la chacota, “baja pues, queremos conversar”. Claro que me sentí nervioso, no siempre suelen ocurrir este tipo de situaciones; pero cuando recordé que debo ser más social porque un escritor debe tener muchos amigos, descendí y empecé una sorpresiva y agradable charla con las mujeres que había conocido.
Al cabo de unos minutos, ellas se retiraban del pórtico de mi casa con libro y sonrisa en mano, claro que se llevaron el libro anterior, el mismo que oferté a 2 x 1 y les dije que vayan a la futura presentación. Obvio que fueron y obvio que compraron el libro. Es divertido y peculiar que ocurran esta clase de acontecimientos.



Fin

martes, 4 de octubre de 2016

Frase 94

- A veces las grandes historias son las que menos se recuerdan.

¡Ya en librerías!

- Mi nuevo libro “La última tarde” ya se encuentra en librerías. Cualquier información por ibox. También se hace envíos a todo el país y el mundo.