Mi nuevo libro

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viernes, 27 de abril de 2018

Charla 'Artistas peruanos'

- Mañana tenemos una cita en la Biblioteca 'Oasis del saber' de SJM.
Recital poético.
Firma de libros.
Trasmisión en vivo.
Los espero a todos.



lunes, 23 de abril de 2018

Charla - Colegio Isaias Ardiles

- Es la semana del libro y por tal motivo voy a estar en el Colegio Isaias Ardiles de Pachacamac dando una charla sobre mi novela e incentivando la lectura en los escolares.




Noches oscuras

- Hay algo en mí que no puedo exhumar, se acopla a las paredes de mi corazón y lo aprieta ocasionando un agudo dolor que resuena por todo mí ser.
No encuentro una descripción concisa de lo que siento; pero si el alma hablara diría con agonía que se desgasta en su lucha contra vil suceso interior.
Llega por momentos y arrasa mis nociones optimistas como un devastador huracán. Nada le sobrevive. Ni siquiera un faro de positivismo sale airoso ante el encuentro contra este mal que habita en mi corazón.
Conozco su nacimiento; pero como otros males ya vividos, no puedo sacarlo de mi mente pensando en colores o avanzando a pasos agigantados en mi vida cotidiana. Se ha quedado y es como si algunos ratos netamente oscuros y nostálgicos lo alimentaran, le dieran el poder que tiene, la coraza inquebrantable y esa manía por hacerme caer en un abismo finito del cual puedo sostenerme algunas veces.
No ayuda no pensar, tampoco contarle a alguien lo que ocurra en mi alma, pues, no soy quienes se muestran débiles, no soy quienes enseñan su pena más pura, no soy alguien que ves llorando por ahí. No, yo no me rindo con facilidad; pero este mal, este suceso tenebroso y doloroso me tiene al filo, me duele tanto ver como una imagen soñada se fue deteriorando y así germinando este ser oscuro que deambula por mi vida intrínseca cada vez que me siento como ahora, en una penumbra nunca vista.
Caeré, lo sé. Una noche lloraré y me veré rendido, frustrado voy a maldecir a los dioses, a la vida y a mí mismo y sentiré como esa oscuridad de tristeza me rodea y tendrán fin mis noches de pena ocultas con las distracciones actuales y la sonrisa que canta alegría pero oculta nostalgia.
Me hago mil preguntas, imagino situaciones totalmente diferentes entre sí; pero todas con el mismo final, un epílogo para ese espacio de mi vida que nunca tuve a pesar de haber estado tan cerca.
Lo he rozado, lo he sentido en mi corazón, lo he llevado en mi sonrisa, fue parte de mi vida por un santiamén; pero hizo un remesón en todas las dimensiones de mi existencia, estuvo en sueños, fantasías y relatos salidos de la pluma de mi alma; pero decidieron no converger con la realidad, quedaron allí, cerca; aunque lejos, distantes a pesar que el sonido se hallaba en mis orejas, distanciados a miles de kilómetros visualizados por mis ojos.
¡No sucedieron! Y la melancolía asistió a mis días como la amante del cadáver en un funeral.
Cogieron flamas ardientes y encendieron mis sueños más profundos y nobles, la vida y sus aliados lo hicieron mientras dormía e imaginaba que los tendría cerca. Me quemé hasta el alma.
Llegó la melancolía como criatura monstruosa a mi vida, mi valentía la derrota algunas noches oscuras; pero a veces me coge de las manos y presiona el cuello tan fuerte que desearía que terminara con el trabajo de una vez. Así dolería solo una última vez.
Esta es una noche oscura, sale el sol, ya me lo han dicho siempre; pero para este noctámbulo que recrea vivencias en un teclado y vio sus ilusiones gritar de agonía mientras morían ya no existe un sol.
Y esta noche, quizá, me derrotes al fin.
Fin

martes, 17 de abril de 2018

Día de ir al banco

- Es el último día de pagar la maldita tarjeta de crédito luego de haber comprado un centenar de objetos y disfrutado de algunas vanidades.
Me gusta ir al banco cuando hago depósitos de cheques o dinero en efectivo que guardo debajo del colchón y traslado a mi cuenta; pero detesto esos pagos desgraciados; aunque obviamente me sentí satisfecho al momento de la compra. Es una ironía que a muchos nos ocurre.
Salgo de casa a las tres y media, luego de haber almorzado y reposado, escuchado algunas canciones y visto mis documentales, avanzando en algo mi nuevo libro y respondido las decenas de mensajes que me llegan por todas partes y alegran la vida.
Tengo la suerte de vivir cerca a centros comerciales, parques y un mercado, cerca allí se encuentra el banco más cercano, trabaja una amiga en el puesto más huevero de todos y siento gracia cada vez que la veo, pues, salimos por dos semanas, luego nos volvimos amigos y sentimos que era lo mejor, de hecho, nunca lo dijimos, solo lo sabíamos. A veces me hace las gauchadas de hacerme pasar porque me da pereza hacer cola y otras veces le da risa la forma como suelo entregarle el dinero. A veces hecho un desastre por estar, realmente, debajo del colchón.
El trayecto se hace lento, no tengo apuro, en el camino me coloco los audífonos, canta Sia, me encanta, de hecho y de repente me encuentro con mi desagradable vecino, escucha Maluma a todo volumen y aunque canta mejor que él, esas canciones me estresan, por eso suelo decirle: Hey, tigre, baja tu volumen que mis oídos sangran.
Lo saludo estrechándole la mano, es un buen tipo después de todo, no lo juzgo por sus gustos musicales; pero disfruto decir que lo odio, ¿Quién no odia a sus vecinos? Pregúntenle a Homero.
Enseguida me topo con una señora amiga de mi vieja, guapa la tía a pesar de duplicarme la edad y pienso en una canción de Arjona, la señora me saluda con amabilidad y yo respondo del mismo modo, ya alguna vez mi hermano me ha dicho: Te juro que le doy.
Pero yo no caigo en esas tentaciones, me gusta todo menos el escándalo. Aunque soy polémico, lo confieso, adoro esa cochinadita que pasa de oreja en oreja mismo teléfono malogrado; pero ya trato de mantenerme alejado de esas situaciones.
Para ser honesto, no tengo problemas con la edad, puedo incursionar en una relación sentimental o sexual con alguien y no va a importarme la edad, simplemente me interesa lo genial y chévere que sea y por supuesto, el tema de conversación que tenga.
De pronto se acerca mi primo Carlos, es un gran sujeto, aunque medio loco; pero genial, le gusta la pelota y la bebida, como a los buenos tipos, como los de mi clase, entonces nos saludamos con risas y contamos nuestra mañana en cuestión de minutos, esta apurado el sujeto, parece que va a almorzar y salir con la misma, es terrible cuando estas con las vacas flacas y te metes a tres laburos.
Yo me siento contento con escribir y las otras cuestiones que tengo, el dinero cae por todos lados; menos por escribir. De escribir tengo las mejores satisfacciones, algo que la plata nunca me dará.
Me adentro en el mercado, saludo a la señora que vende jugo de naranja, al zapatero que arregla mis Adidas de 1999, al tipo de los periódicos que me guarda las figuritas, a la chica que prepara maca (lugar donde últimamente veo a algunos de mis contemporáneos) y recibo el caluroso saludo de una venezolana que vende en una esquina, tiene su pinta la flaca y cuerpo de pera, rodeada de cuanto galán monce te imagines y sonriéndome. Le hago un queco de esos que señalan ‘vuelvo por mi tizana’ porque si hay algo que me desagrada son los galanes atrofiados que intentan gilear a cualquier damisela que vean.
Ya cruzando en la esquina veo a la empleada de mi casa, se ríe al verme, siempre lo hace, tal vez le parezca un tipo gracioso, le pregunto por mi vieja, dice que salió al dentista, le digo que me prepare un jugo porque vuelvo en diez minutos, sonríe y añade, ¿con o sin azúcar? Es viernes, ponle dos cucharadas nomas.
Se vuelve a reír y se marcha con rapidez.
Durante mi pubertad muchos de mis amigos me contaban historias sobre las empleadas, todas, de hecho, demasiado extrañas y algunas sacadas de la fantasía, yo veo a esa muchacha como una trabajadora, jamás podría verla como veían a sus empleadas mis amigos del colegio, quienes, gastaban su dinero en revistas gráficas y se iban a lugares llenos de puertas. Algunas veces los acompañé; pero son otras historias.
El tramo se vuelve tedioso, la acera se encuentra llena de ambulantes que venden hasta su alma; pero me agrada que el comercio se encuentre presente. Además, las venezolanas le dan un plus al asunto.
No tengo derecho a decir algo más. Teniendo como novia a la mujer maravilla uno le teme a todo. ¿Ya vieron cómo cogió del cuello a Batman?
Ya logro visualizar el banco y la impresionante cola; pero trato de estar calmado, se a lo que me enfrento, al hecho de haber pagado ayer, a hacer todo a última hora, a esperar que sea la hora punta para ir a pagar, a ese momento en que dices, me da flojera, mejor pago mañana; pero en ese momento, cuando mis pensamientos se encontraban entre el banco y yo, entre las guapas muchachas vestidas de falda y tacones y yo, entre ese aire acondicionado que me calmará el calor del carajo y yo, noto la presencia de mi bendita y maldita ex novia; aunque confieso que toda esa locura y demencia que se maneja, la hizo, hace quinientos años atrás, súper sexy y ese conjunto de alucinaciones mentales que tiene sobre mi porvenir y mis actitudes, incluyendo, el hecho de creer, realmente creer, o sea aferrarse al hecho de estar segura que yo la busco en su trabajo haciéndome el desentendido, la hizo, de repente, llenarme de coraje; pero en la actualidad, hacerme matar de la risa, la hace, en sí, en toda su totalidad, una chica rara y loca y como diría mi queridísima amiga Anna: Así te gustan pues, huevón.
Trato, realmente lo intento, de conseguirme una novia con estabilidad mental; pero parece como si las sacara del manicomio.
Es broma, no todas fueron así. Anna exagera.
Todo es tan rápido que se presta para interpretaciones de toda índole. Ella está con mis ex suegros, unos tipos increíbles y geniales, su novio actual, un gil de goma, que me agrada, su cuñado, un puertorriqueño sin sabor (extraño, eh) y su novia, una cubana color serio y con trenzas. Entre el grupo se halla su mejor amiga y aquí meto una bonita y simpática particularidad, ‘tiene rasgos realmente similares a otra ex que tuve’ y en algún pasaje de mi divertida, grotesca y extraña vida amorosa con esa mujer, la oí decir: Oye, Fabi (mi mejor amiga) se parece mucho a Alejandra (tu ex novia) ¿No crees? Yo lo sabia; pero oírla decir eso fue saber que se metió al entonces Hi5 y revisó todo su historial de Ale. ¡Diablos! Qué locura. Y yo, de idiota, le dije: Sí, tienen un parecido.
Es llamativo decir que algo muy bizarro ocurrió en esa penumbra. Algo que es complicado digerir, algo que no puedo contar así nomas, algo que es difícil de entender y quizá nunca pueda decir; pero si algo puedo afirmar es que la mejor amiga realmente se parecía a Alejandra y la ex, Camila, lo sabía y yo, vivía una situación curiosa. Bueno, todos cometemos locuras y eso ocurrió en los primeros tres meses porque después, sorpresivamente, ambas se pelaron, hasta ese hoy, me imagino.
Ademán por aquí, sonrisita por allá, gestos simpáticos y demás, paso de frente y me libero del saludo físico.
Poco antes de llegar al banco se acerca una muchacha que regresa de un instituto, guapa la tipa, la conozco de vista, se ha mudado hace poco a los departamentos cercanos, se hace la que no quiere conocer a nadie o todos les valen madre; pero a algunos amigos les gusta perder la dignidad estando detrás de alguien, eso es irritante.
Ella me sonríe, no sé porque, de repente porque hemos coincidido en la tienda adónde voy para comprar mi canchita y mi gaseosa Zero y ver una película romántica y acordarme de la chica que me dejó en el tren nocturno poco antes de la boda. Tema pasado.
Le devuelvo la sonrisa, se detiene y en confianza comenta: Oye, ¿eres el chico de los libros? Hace muchísimos años que nadie me llama de ese modo, a veces me dicen, ‘eres escritor’ pero no ‘el chico de los libros’ es como si vendiera libros de puerta en puerta, suena muy gracioso, por eso sonrío de nuevo, ella lo hace también pero algo me llama la atención, una singularidad, algo simple; pero a la vez efervescente, algo que puede pasar completamente desapercibido por sus muslos con pantis; pero a mí, en lo personal, me atrae. No dejo de verlo, a veces pienso que debo verle a los ojos, marrones, de hecho; pero veo ese aparato como imán y ella no se da cuenta, de repente porque es ingenua o porque solo conoce una faceta, esa misma, la del chico de los libros y no toda esa gama de situaciones totalmente apuestas a la persona que soy en la primera impresión.
Entre tanto palabreo de chica fresa que hace miles de gestos mientras conversa, la oigo decir: ¿Y a cuanto vendes tu libro? Quiero tres.
Te dejo tres por cincuenta, le digo. Ella sonríe, ¿Cómo te contacto? Saco una de mis tarjetas y se la entrego. Me da su nombre y acordamos charlar por whatsApp.
No pienso en otro sentido que no sea el profesional, es algo que algunos amigos me comentan de modo nefasto, piensan que porque tengo contactos de chicas voy a estar gileando, yo no soy así, para mí es un asunto profesional.
Al rato, me escribe: A las siete vienes a mi casa con los libros, por favor, que me muero por leerlos.
Ya pues chévere, respondo con sobriedad y sin emoticonos.
Es fácil que la gente se confunda, yo lo veo todo trabajo, si quiero afanar, lo hago, pero no soy rápido.
Llego al banco, espero en la mega cola, me topo con unas chicas que conozco y charlamos de temas banales, luego ingreso, saludo al wachi y me adentro a ventanilla, me atiende otra chica, dejo el dinero y me largo con rapidez. Salgo y me compro una raspadilla, en ese momento pienso en todo lo que uno atraviesa para solo ir al banco, ha pasado menos de una hora y he hecho de todo un poco. Es curioso, debería escribir sobre esto, pienso y al llegar a casa es lo primero que hago.


Fin

sábado, 14 de abril de 2018

A esta edad

- Es esta edad es diferente, ya no tienes relaciones amorosas a corto plazo, ahora piensas a futuro, realizas planes, planteas estrategias y si suma, bien, y si no, sayonara.
Ya no pienso en ‘luego de estar con ella puedo estar con otra’, sino piensas en un romance serio y duradero; aunque ambas sean nociones naturales, lo realmente importante es tener objetivos. A esta edad pienso en proyectos amorosos a largo plazo y con alguien que tenga el mismo o similar ideal en
conjunto.
Se me hace sencillo deshacerme de romances tóxicos, es tan sencillo como quitarme un suéter. Si no suma, no avanza, lo dejo de lado. Fue bonito; pero estamos en diferente sintonía. Antes hubiera puesto ganas, esforzado un tanto; pero ahora necesito de personas que sumen, no solo abrazos y besos, sino ganas, convicciones y sobre todo, sueños mutuos.
A esta edad ya todo me resbala, lo que piensa la gente, lo que dicen, lo que hacen, vivo mi vida disfrutando de lo que me gano, de lo que consigo y de lo que tengo y el resto me vale madre si no suman. Caso contrario, si hay quienes apoyan y causan buenas sensaciones, aprecio esas nociones y las respaldo.
Por eso a mis lectores y todo lo que dicen.
Ya no tengo con rodeos, todo directo al grano. Elemental y directo, no soy adivino, cariño, dime todo lo que es tal cual, que no tengo una bola de cristal. Si la tienes clara, bien, sigamos para adelante y si algo te jode, dime y mejoro; pero háblame que no veo como Superman.
No ando tabúes, adoro hacer lo que me nace en todo el sentido de la palabra, no tengo prohibiciones ni objeciones, todo lo que me nace, lo hago.
Hay tantas cosas que podría decir sobre lo que es a esta edad; pero me quedo corto por ahora.

viernes, 13 de abril de 2018

Una noche, un anillo y nosotros

- No elegí la fecha; pero la noche se acomodó para ambientar el romance, yo estaba en bóxer esperando que me los quitara y ella con una camiseta sacada de mi closet que la hacía lucir más pequeña.
No hubieron meseros alcahuetes, ni el mar estuvo detrás, tampoco la luna la miramos a plenitud; pero estábamos nosotros en el lugar donde todo empezó, digamos, con romanticismo, ‘donde nos sentimos libres’ y aludí a dicho hecho que era el mejor lugar para dicha declaración de amor.
Resolví sacar a relucir el anillo que tengo guardado desde que comprendí que alguien debe merecer el poder de un anillo; pero esa noche entendí que su destino era tu dedo, porque lograste el merecimiento adecuado, no solo por un hecho soberbio, sino porque te encomiendo mi vida y ese amor que llevo adentro que va de acuerdo a lo que vivo.
La luna no pudo reflejar más luz que el anillo cuando salió de su escondite, ansioso por caer en tus dedos, desesperado por ceder y quedarse allí hasta el altar. Y si hubo curiosos fueron los afiches que cuelgan por todos lados y los dementores que aparecen de noche; pero ninguno dio palabra, aquello lo hice yo, protagonista vil y completo de este hecho, pues, al instante, fiel a un estilo romántico y con la frescura que acontece lo cotidiano como la confianza innata que nos deleitamos en tener, me arrodillé ante ti, quien, de hecho, a pesar de tanta rutina juntos, todavía te ruborizas cuando te veo a los ojos y entendí entonces que algunos gestos de la primera vez siempre se conservan. Entonces, vilmente, te sonreí, haciendo que la piel canela se volviera un tomate y la sonrisa un encanto del cual me sentí agradecido.
Ya estábamos completos y la brisa de un amor inexistente nos rodeó haciendo que sintiéramos ese leve frío exquisito que no aceleró el momento; pero luego nos conduciría al abrazo. Yo te vi con la mirada de siempre, enamorada y cándida y tú me viste de rojo tus mejillas y mostrando todos tus dientes e hice la pregunta con la que me sacaría la lotería.
¿Nos casamos?
Es así, a veces de rápido, de veloz, de emocionado, de obstinado, de terco, de loco, de impulsivo, de romántico y… de enamorado. Pero siempre es real.
Y aceptaste con facilidad, por los mismos motivos y le agrego, si puedo hablar por ti, porque tienes esa noción en tu mente, porque la viste crecer cuando estuviste a mi lado, porque fue naciendo mientras compartimos tiempo, porque por momentos temes pero por otros lo quieres y porque dentro de todo, sabes que es lo que más deseas en el mundo y por eso, me besaste en señal de aceptación.
El exterior siguió su rumbo durante la madrugada, los búhos y los monstruos también; pero nosotros arribamos a un viaje corporal que hizo que nuestros sentidos se fusionen con las almas y todo se vuelva una sola dimensión, en la cual el amor fue su máxima expresión.
Logramos que solo importemos siendo nosotros los únicos en sentir que interesa que solo valga el placer de amarnos por siempre.

Fin

jueves, 12 de abril de 2018

Municipalidad de Ate - Charla

- La Municipalidad de Ate me ha invitado a dar una charla este miércoles 25 de abril.
Voy a estar firmando libros y sacando selfies.
La novela va a tener un precio especial por feria  ...
Ingreso libre.


jueves, 5 de abril de 2018

Un anillo

- Nunca le di un anillo a alguien. Siento que, a pesar del tiempo, de las explosiones de amor y el júbilo creciente en toda su dimensión, hubo algo que no estuvo presente; quizá, sea una excusa personal, pero lo veo de esa manera si quiero contarlo.
Creo que los anillos se dan una vez y son detalles propiamente dichos, para una mujer. No te puedes pasar la vida entregando anillos y comprometiéndote con cada relación que te topas, es una vez, crees y sientes que es la correcta y lo desarrollas de la manera que el corazón manda, a veces te equivocas, otras veces aciertas; pero lo haces porque tu ser enamorado lo exige y lo pide, junto a las actitudes que se aglomeran y llegan a colisionar y terminar con el acto, sea arrodillarse durante la cena, en el vagón de un tren o en la cama, desnudos y después de hacer el amor, en la completa intimidad, entre risas y palabras de amor, en un ambiente perfecto solo de dos.
Es una teoría personal, muchos van a diferir y es extraordinario, pues, creo ello, que únicamente se lo das a la persona con quien piensas estar toda la vida, crear la eternidad y proceder a disfrutar del infinito, a la chica de quien te encuentras terrible y locamente enamorado, que la ves a los ojos y sientes que te hundes por completo, que te eriza la piel con sus besos y te deslumbra con su palabreo bonito. A esa mujer que te enamora con sus bondades y actos amables, cariño innato y actitudes estupendas en pro de la relación.
Nunca estuve tan cerca de darle un anillo a alguien, tal vez, el amor no era tan grande y no era el tiempo ni las vivencias, sino el corazón.
De repente hubo un final nebuloso que no veía y todo ello ocurrió cuando sucedió lo mencionado, el final. Ese final luego de tanto luchar y me di cuenta que no era la indicada para el fin, claro que por supuesto que para el momento, la etapa, el instante, la época; pero no para el resto de los días, porque para crear el infinito y darle un anillo deberá ser alguien que me ame y ame con el delirio, la locura, el placer y la devoción que nunca sentí y entonces, podré estar en la cama desnudo, verla a los ojos con nuestra música de fondo y hacerle entrar de lleno en mi vida.
Tengo un anillo y hoy quiero que lo tengas en tu dedo, te hablo a ti, preciosa, con quien vivimos tres días en uno, seguro haz de leer este texto o tal vez nunca vaya a ponerlo en marcha; pero lo tengo aquí, lo estoy sintiendo, fui a una joyería decidido, lo adquirí y le conté nuestra historia a la muchacha de ventas, quiero que seas parte de mi vida, quiero que hagamos el amor y te lo entregue en la cama, quiero que seamos uno por siempre; pero no quiero obligarte, no quiero agobiarte, no deseo que pienses que estoy loco o desesperado, quiero que fluya, que nos amemos y que sintamos todo el paso de la vida cogidos de la mano y que nos casemos cuando lo creamos necesario y posible, que el amor siga su rumbo y vivamos juntos todo lo que queremos y con una sonrisa enamorada en el rostro, te lo entrego hoy porque estoy seguro que lo recibirás y lo tendrás por siempre en tu dedo, de lo contrario, no hubiera sentido esto ni pensado aquello que me condujo a entregártelo. Porque un anillo se da solo a una persona, alguien que va a valorarlo y apreciarlo, aferrarse a ese hecho, no solo al símbolo, sino a todo lo que se avecina y estar a mi lado siempre solucionando problemas, gozando de la vida y siendo felices.
Espero que pronto lo vea en tu dedo y sonreíamos emocionados por el resto de nuestra existencia.

Fin

miércoles, 4 de abril de 2018

Se encuentran

- Después de tiempo ves a una conocida, recuerdan haber salido durante tres semanas; pero ninguno lo comenta. Sonríen y se dan un abrazo en señal de saludo, charlan un rato sobre temas triviales y empiezan las preguntas: ¿Cómo te ha ido? ¿Te casaste? ¿Tienes hijos?
Te adelantas a la respuesta con vagos ‘tal vez’ ‘quien sabe’ porque no sueltas con facilidad las verdades en ti. En cambio, ella responde con naturalidad: Tengo una hija, un esposo que me adora y aunque vivo en casa de mis suegros, todo marcha bien y soñamos en grande como lo hacen las parejas solidas.
Piensas en tus respuestas insanas; quizá, absurdas y luego sonríes por su bienestar.
¿Por qué no te sucede lo mismo? Te pregunta.
Y ese ‘no lo sé’ resulta la respuesta más honesta; pero al instante cambias el giro y añades: Sin embargo, mi negocio surge a cabalidad, me va bien en lo que amo, disfruto de los fines de semana y estoy tranquilo porque mi cuenta bancaria crece (eso lo piensas) y mis sueños profesionales también (eso lo dices con una sonrisa).
Qué bueno, me alegra, te dice.
Pero en ese momento, justamente en ese instante, algo en tu pecho desea responder de otro modo y no hacerlo como lo hiciste (a pesar que lo que tienes sea totalmente fabuloso).
La misma edad, tal vez, las mismas situaciones, fueron amigos y salientes y se escaparon por diferentes vertientes en busca de, de repente, algo similar; pero uno lo halla y el otro también (de otro modo) y es curioso porque en ese momento piensas que lo logrado es y no es, lo deseado por algo llamado alma.
Una reflexión rápida te indica que llegará el momento de responder así a cualquiera en el mundo. Se lo comentas por la confianza y ella dice, yo deseo lo que tienes y espero pronto lograrlo y entonces se dan cuenta que las vertientes son, quizá, diferentes; pero ambos buscan lo de otro y van a hallarlo a pesar que en ese instante la otra parte, tú, le diera mayor peso a lo que dicta el corazón.




Fin