Mi nuevo libro

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miércoles, 28 de febrero de 2018

La muerte tiene mi sonrisa

¿Alguna vez has odiado? Me refiero a la misma intensidad como haz amado. Con ese desborde de adrenalina que te lleva a realizar actos indescriptibles, con ese frenesí que no te deja pensar y con las ansias por querer nunca acabar.
Yo una vez odié a alguien.
Era un viernes por la noche y como de costumbre iba a casa de Anita, mi novia e imaginando que comeríamos pizza y veríamos películas para luego adentrarnos en su cama y hacer el amor, caminaba tarareando nuestra canción. Faltaba poco para cumplir quince meses de relación, andaba muy enamorado, quizá, de esa forma que solo ocurre una vez y maquinaba mentalmente la sorpresa que le daría mientras cruzaba la avenida y llegaba a la acera que dirige a su hogar.
Ella solía mantener las persianas abiertas, decía que así el sol de la mañana purificaba su sala; el único instante en que las cerraba, era cuando yo llegaba y debíamos estar a oscuras para disfrutar del films.
Se hizo costumbre las noches de viernes con películas y pizza desde que sus padres se marcharon al extranjero de vacaciones y la dejaran con la casa sola.
Toqué la puerta luego de percatarme del detalle de las cortinas cerradas, extrañado pensé que se trataría de alguna sorpresa, pues, Anita solía ser muy detallista, tal vez haya sido ello lo que tanto me gustaba de su personalidad.
Nadie salió. Enseguida, le envié un mensaje al WhatsApp y tampoco respondió. Llamé y no entró la llamada. Algo raro sucedía, pues, hace no menos de media hora habíamos acordado en cenar juntos.
Comencé a preocuparme, toqué de nuevo la puerta y volví a intentar con los mensajes.
Cogí el pomo y se abrió con facilidad como si alguien ya hubiera ingresado, entonces me adentré con rapidez, todo estaba a oscuras, salvo por una lámpara en el rincón de la sala. Caminé hacia su cuarto a paso ligero y noté un goteo en el suelo, no pude reconocer el color por la oscuridad del pasillo; pero al llegar al umbral de la puerta de su habitación la vi regada en el suelo.
— ¡Anita! ¿Qué ha sucedido? — grité preocupado.
Tenía el ojo morado, los pómulos hinchados y la ropa destrozada, sus prendas se encontraban por todos lados, uno de sus senos sangraba como si lo hubieran mordido con fiereza y noté un hilo rojo recorrer sus muslos.
Ella no podía levantarse, se hallaba desequilibrada, balbuceaba mi nombre con oraciones inconcretas y señalaba la entrada como si alguien estuviera allí. Volteé; pero no vi a nadie, le dije que se quedara quieta, llamé a emergencias y pedí una ambulancia para un supuesto robo, llegarían de inmediato, respondieron y fui a recorrer el resto de la casa por si los malhechores se encontraban por ahí.
No había nadie; pero las ventanas traseras estaban abiertas, maldije una, dos, tres y hasta cuatro veces, luego volví donde Anita y se encontraba con los ojos semiabiertos, en eso oí la sirena y enseguida el paso de los paramédicos adentrándose en la casa junto a los oficiales armados. Todo pasó tan rápido, me pidieron que me alejara; pero ella tenía su brazo en mi cuello, la inspeccionaron y colocaron en una camilla, después se la llevaron y los policías iniciaron la investigación, hicieron preguntas y exigieron que fuera con ellos a la comisaria; pero yo quería ir con ella a la clínica. Dijeron que podría ir después, que con gusto me llevarían, entonces fui con un agente de traje a su despacho, hablamos durante media hora, enseguida me llevó a la clínica; pero no pude ingresar a verla. El doctor me informó que la estaban tratando, que llevaba heridas de cuchillo en el vientre y que habían abusado de ella.
Yo soy de las personas que se guardan sus emociones; pero hice puño tan fuerte que hasta podría haber destruido una roca.
No es de gravedad; pero deberá quedarse la noche, dijo el doctor, el oficial me vio y dijo si podríamos seguir hablando, le dije que no, que no tenía cabeza para nada, entendió asintiendo con la cabeza y pidió llevarme a casa, me negué. Dio una tarjeta por si algo sabía y recibí sin mirarlo
Pasé la noche en vela pensando en lo ocurrido. En, ¿Qué hubiera pasado si hubiera llegado antes? ¿Qué podría haber sucedido si me daba cuenta de la puerta abierta? En todas las posibilidades que podrían haberlo evitado y maldije mil veces al tiempo, a Dios y a los cretinos que por robar las joyas de sus padres también la ultrajaron sin piedad.
A la mañana siguiente me dejaron ingresar, se veía desecha, su rostro angelical no era el mismo, las huellas de los golpes todavía se notaban, no quiso verme a los ojos porque se hallaba avergonzada, solo pude tocar su mano y decirle que todo estaría bien. Tal vez, mentirle.
—Lo vi— me dijo con su voz entrecortada.
— ¿Quién fue? —.
—Julián— dijo y empezó a llorar.
En eso entraron los doctores, su ritmo cardiaco empezó a perder fuerza, me arrimaron a un lado y la vi llorar mientras la socorraban.
Julián, la oveja negra de la familia, uno de esos familiares que no suman, drogadicto y ladronzuelo, solía verlo en algunas reuniones, siempre apestando a hierba barata y luciendo despojos de ropa, sus padres lo aceptan a veces por ser el hermano menor y a la vez perdido por la sociedad, a veces la familia acepta a la mierda por pena o por llevar el apellido. El cretino había entrado a robar, ello lo vio y la quiso matar; pero antes la violó. Ahora entendía la razón de la marca de cuchillo en el vientre.
La policía todavía se hallaba lejos del sujeto, antes tendría que esperar a que ella se recuperara para interrogarla, yo tenía el nombre; pero no iba a llevarlo a justicia, debía de enfrentarlo y sabia donde encontrarlo.
Siempre he sido una persona calmada, a veces con el perfil bajo, trabajo en lo mío y no jodo a nadie, voy donde mi chica y luego a mi casa, paseo a mi perro y estudio una maestría por Internet.
Llegué a un barrio peligroso, Julián solía parar en una esquina como una vez contó mi suegro cuando nos emborrachamos en una fiesta, incluso, el buen hombre lloró tras mostrar el porvenir de su hermano; pero a veces es así, uno no puede salvar a todos.
Mi primo practicaba beisbol, pues, se había enamorado de una venezolana que le enseñaba ese deporte. Cogí su bate, cigarrillos y me metí un trago del whisky que guardé para los quince meses.
El tipo estaba parado como si nada le importara, con el cabello hecho mierda, el cuerpo delgado y los efectos de la pasta haciendo estragos en su ser. De seguro habría adquirido toda esa basura con el botín del robo.
Le dije si podía venderme un poco, yo estaba con capucha y vestido de negro, el cabello amarrado y fumaba cigarrillos para parecer de la zona. Julián se negó; pero le mostré un billete grueso, accedió enseguida y nos fuimos a un callejón, la calle estaba oscura, solo un poste de luz alumbraba en una esquina, perros comiendo huesos y pasaba una carretilla con artefactos desechos. Era un lugar del carajo y solo estábamos los dos.
Lo empujé contra la pared con rudeza.
— ¿Qué chucha tienes? Si me vas a robar, solo vas a tener mi pasta, loco huevón— dijo entre cólera y risa el malandro drogadicto.
Saqué el bate que llevaba oculto detrás y le pegué uno tan fuerte como pude en la parte posterior de las rodillas haciendo que cayera al pavimento húmedo por la lluvia pasada.
— ¿Qué tienes? — dijo enojado.
—Anita—.
—Yo solo quise robar; pero ella se apareció— dijo en su defensa y como es que algunos cretinos se echan a llorar luego de cometer una desgracia.
Le golpeé la mano destrozando sus dedos, le partí la muñeca de otro golpe, pisé su cabeza haciendo que bebiera el agua del charco y empezó a golpearle la espalda, lo disfrutaba, ¿sabes? Era como si me excitara masacrarlo, era como si estuviera haciendo algo correcto, digamos, natural. Era como si realmente él necesitara eso de mí.
La sangre del bate parecía el resultado que buscaba, le metí un golpe directo en la cabeza, no pude partirla, es muy fuerte, pero el siguiente le hizo un profundo orificio y la sangre salió como chisguete confundiéndose con el agua de lluvia. De otro golpe le partí el cráneo y el tipo agonizaba, ya no lo entendía, eso me daba cólera, yo quería entenderlo, yo quería comprender sus palabras, todavía no deseaba que muriera, quería que siguiera con vida y eso me enfurecía, me hervía la sangre verlo con los ojos abiertos y balbuceando, con la sangre saliendo de sus oídos y boca, yo quería oírlo hablar y el tremendo hijo de puta solo se moría.
Supe que debía darle el golpe final y de repente me sorprendieron los patrulleros llenos de luces rojas y naranjas. De allí salió Anita y corrió hacia mí, al ver la situación, se detuvo, arrodilló y se llevó las manos a la boca mientras lloraba.
Sus ojos no eran los mismos que vi cuando lo conocí, parecía como si el diablo lo hubiera poseído, su mano ensangrentada, su risa se mantenía intacta como disfrutando del momento de aniquilar a Julián y ver como su cabeza se hace añicos, no era el chico tímido que saluda con un gesto timorato y luego trabaja en lo suyo con pasión, era como si un demonio hubiera entrado a su ser, era tan distinto; pero a la vez tan él.
— ¡Deténgase! — Gritaron los policías.
— ¿Tú qué dices, Anita? —
—Vámonos, amor, por favor, te lo suplico—.
—Que me lo pida, Julián— dije con una sonrisa.
Lo último que recuerdo es que elevé el bate lo más alto que pude y destrocé hasta el piso. La siguiente que apareció fue mi imagen tras un vidrio, yo con un teléfono y Anita en frente.
—Sales mañana, mi pa’ lo arregló—.
El viejo era abogado, he olvidado mencionarlo. Solo estuve una noche.
Yo ya no soy el mismo, ella, de alguna manera, sigue siendo la misma.
Es curioso, ¿no? Hoy por hoy, mi vida es más feliz. Digamos que sonrío cada vez que recuerdo como le partí la mitra a ese cretino.

Fin.

Frase 108

- No espero al amor de mi vida, de repente la conocí en otra dimensión, nos enamoramos terriblemente y fuimos testigos de una tragedia, entonces no volví a amar. Quizá, estuvimos tan solo una noche, es posible que alguna vez nos encontremos luego de tanto habernos perdido y digamos ‘no perdamos el tiempo’ sabiendo que el tiempo es nada ante el amor. Tal vez nunca apareció, solo fue un sueño que tuve, de esos que crees que son reales y los repite la mente algunas veces hasta confundirte. Existe la posibilidad de que el amor de mi vida haya encontrado al amor de su vida y yo los felicito por eso.
Hay muchas formas de pensarlo; pero yo quiero no idealizar, no creer que vendrá y cambiará mi vida porque mi vida ya está hecha, no pensar que va a pintarme todo de arco iris, porque ya tengo el color establecido, tampoco que me dará sonrisas porque soy feliz con lo que tengo, quiero creer que vendrá y me acompañará por siempre, solo eso, acompañarnos.

domingo, 25 de febrero de 2018

Ya no

- ¿Qué fuimos? Es la pregunta que alguna vez nos haremos.
Puede que el coraje me diga que una mentira; pero, ¿realmente es aquello a lo que aspiramos? O únicamente fue lo que no quisimos entender.
Yo navegando entre aguas tenebrosas y tú haciéndome creer que eres el copiloto ideal.
Y si el barco hoy se hunde y te fuiste con el único bote, yo me voy con Poseidón pero tú te quedas sin mi amor.
A veces no te percatas de lo real porque andar viviendo lo real con un antifaz. Yo siempre he pensado que las palabras salían de un corazón enamorado; pero las viví como si de una pócima maldita se trataban.
Ya no creo que seamos lo que soñamos; aunque a veces quiera equivocarme y sentir que podemos llegar tan lejos.
Nos veo tan lejos y no envejeciendo, pues, ya alejados, separados no solo por estaciones ferroviarias, sino por mundos de otras galaxias.
Es así, a veces el amor se apaga con su némesis, el desencanto de lo nefasto, ese maltrecho de falsedades, el camino sinuoso de la nada, peor todavía, creer que es un asfalto ideal el barro que piso y me caigo a un abismo perpetuo donde no me salvas, ¿y por qué no lo estas haciendo? Porque jamás estuviste.
Yo no sé que sea peor, saber que estuviste como sombra en mi camino o imaginarme creyendo cada te amo de barro. Yo no sé qué duela más, si el amor honesto que no se quiere suicidar o si tu amor tan corpulento y asertivo que hoy parece como sombra en primavera que se marcha en un santiamén.
Hay recuerdos que van cayéndose en el ayer, porque la mente no permite infecciones que provoquen extrañar, porque extrañarte no es un acto que quiera hacer por ti, y si llego a hacerlo, tal vez, por romántico o por mortal, no voy a hacértelo saber, porque no mereces ni siquiera dicho sentir.
Y si acabo hoy es porque luchar por amor vago es una batalla perdida.

Fin.

viernes, 23 de febrero de 2018

Que llamadita

- Un mal día siempre empieza con la llamada de tu ex novia. Culpas al celular por sonar de ese modo espantoso y luego te culpas por olvidar dejarlo en silencio.
Hola, ¿Quién es?
Ah, ¿no me tienes registrada?
Este… Lo lamento señorita; pero ya tengo mi pasaje a Rusia.
Eres un idiota.
¿Ah Rusia? No me hagas reír, imbécil. A la justa te vas al centro de Lima.
Al menos conozco mi ciudad. Y que linda manera de despertar.
¿Dejas el sarcasmo?
¿Dejas las ofensas?
¿Ofensas? La verdad no ofende cariño.
Bueno, por suerte estas discusiones las gano colgando.
Vuelve a llamar.
Holi, le digo.
¿Holi? ¿Qué diablos es eso? Se dice hola, eres escritor, no puedes andar hablando como idiota.
De vuelta al ruedo. ¿Y ahora como ordeño a esta vaca?
¿Qué pasa?
Oye, flaca, ¿olvidaste tomar tu medicina?
Flaca sí soy; pero loca como algunas de tus otras ex, lo dudo.
Ay, ¿puedo seguir durmiendo?
Son las siete de la mañana, despierta niño.
Por eso mismo, porque son las siete debo dormir hasta las ocho.
Ya, paremos la masacre. ¿A qué hora vamos a la reunión de la escuela?
¿Qué sucede? ¿No encuentras tu escoba para ir aparte?
Oye, IT, estoy hablando en serio.
¿IT?
Sí, te pareces a IT, el payaso.
Empiezo a reír.
¿Qué, pensabas que te diría, Thor?
Eres IT debajo de la alcantarilla.
De nuevo me comienzo a reír.
Y tú eres la bruja que atrapa a Bugs Bunny.
Y tú te vuelves Terminator después de las dos de la madrugada.
Y tú eres la mujer maravilla luego de un incendio.
Y tú eres Coelho.
¡Diablos! Me diste.
Ya, ya, ya, aburres. Al grano, ¿Vamos juntos?
Eso suena lindo.
¿Si, no? Como los viejos tiempos.
Me emocionas.
Yo también.
Luego comienza a reírse.
Ya, bruja, ¿a qué hora paso por ti?
A las diez porque comienza a las once.
Listo, voy a dormir una horita más.
Oye, soné contigo.
Eso llama mi atención.
Soñé que te atropellaba un camión de basura.
Repentinamente empieza a reírse de manera desaforada.
Anda dile a tu psiquiatra que te devuelva la plata. Chau.
Y tú anda a ver esos bailes raros los viernes por la noche.
¿Cómo sabes eso?
Para que veas pues, tengo mis fuentes.
¡Seguro tu viejo te ha contado! Y ahora entiendo todo, un día voy a despertar muerto porque vas a mandar a matarme.
Mi pa' se lo hace todo el tiempo a su mi madre. Y no iría a la cárcel por ti.
Saca esa imagen de mi mitra. Y yo si te acompañaría al manicomio.
Ya bueno, ¿te espero, si?
Ya está bien; pero, mantengamos las caretas.
Obvio, siempre lo hago contigo.
Empezamos a reír.
'Somos la cagada'
'¿Genial, no?'

Fin

miércoles, 21 de febrero de 2018

A todos nos toca

- Una amiga me dice: Bry, tengo un tremendo problema con mi pareja.
— ¿Qué sucede? — le pregunto intrigado.
—Yo quiero tener un bebe; pero él no. Dice que no sabe cómo manejar la situación y si habrá cosas que deba dejar de lado, es como si se ahogara en un charco de lluvia—.
—Pero, ¿Qué va a dejar? Si seguirá trabajando o estudiando, podrá ver su serie favorita o jugar pelota con sus tigrillos, no es el fin del mundo ni el peor trabajo. Está errado—.
—Eso mismo le digo; pero insiste con argumentos que a veces ocasionan mi risa, tales como: ¿Y si quiero salir a tomar con mis amigos?—
— ¿Cuántos años tiene? — le digo.
—Tu edad—.
— ¿Mi edad y actuando de ese modo? Ese brother está loco— le digo en son de broma.
Ella agacha la cabeza y dice: Es lo que más deseo y no pudimos tenerlo la vez anterior, te conté, ¿lo recuerdas?
Asiento con la cabeza recordando la vez que me envió una foto de una prueba que no llegó a germinar.
—Ahora se la ha metido en la cabeza la idea de no querer tener porque quiere seguir saliendo a fiestas— añade con pena.
—Tú debes conocerlo mejor, yo imagino que son etapas de inmaduro; pero con una charla honesta podrán solucionar las vicisitudes. Además, llevan juntos tiempo, ¿verdad? Y no están jóvenes que digamos, creo que es momento y el tipo debe desahuevarse de una vez—.
Ella sonríe por mi modo fresco y crudo de hablar.
—Tienes razón, debemos hablarlo—.
Silencia y luego acota: Hay algo que me jode.
—Dime—.
—Tanta gente de caca no queriendo a sus bebes, poniéndolos en adopción, abandonándolos y tanta situación absurda y yo como idiota orando por salir embarazada. Dime, ¿crees que sea justo? ¿Por qué no me toca a mí lo que ellos no desean? — dijo con melancolía y su voz se puso entrecortada.
Pocas veces se me hace un nudo en la garganta y raras veces, casi nunca, me quedo sin argumentos; pero sabía que Adriana necesitaba de mis consejos.
—Tranquila, no pienses en los otros, en lo externo, piensa en ti, confía en que pronto se dará y dile a ese recontra monce que deje los videojuegos y se ponga los pantalones o vas a cambiarlo por un tipo maduro y centrado que sabe lo que quiere—.
—Cuanto quisiera que Eduardo fuera como dices, alguien serio pero divertido, que me pinte sueños que hará realidad, que me diga que estaremos juntos en todo momento y no faltará jamás a su labor de padre e incluso, dirá que será el mejor; pero en fin, a veces uno se enamora de cada huevón— dijo con seriedad y humor al final haciendo que la charla se vuelva amena.
Me entró la reflexión.
A veces yo quisiera tener algo que otros tienen, no material, nunca es material, eso va y viene; pero digo, ¿Por qué no me pasa? Y luego me doy cuenta que si sigo dándolo todo voy a lograrlo y es así. No hay que pensar en las otras personas y enfocarse en uno mismo.
—A todos nos toca— le dije al final.
Sonrió y añadió: A ti también.

Fin

Lados E

- Soy demasiado romántico y toda mi vida le he dado prioridad al amor y sus asuntos interpersonales, me he esforzado y mutado por el bien de mis relaciones y he llegado a reciclar lo mejor cuando estas han terminado. 
No cambiaría ninguna de mis historias, si pudiera volver a vivir elegiría disfrutar de las mismas aventuras a pesar que algunas hayan ocasionado desastres en mi vida, porque siento que todo lo vivido; aunque a estas alturas de mi existencia y con mis treinta y tantos en alza, ya no afecten mi presente, han sido temas referentes en mis relatos y evidentemente en mi novela; pero ya no en mi ahora.
He soñado -tal vez ya no sueñe porque lo quiero real- con alguien con quien compartir mis éxitos, mis derrotas, mis jodidos momentos de melancolía que no comparto con absolutamente nadie y podría abrirme con una sola persona, mis delirios y fetiches, locuras y esas ganas de querer comerme al mundo sin cubiertos. De hecho, todo lo que pueda encarnar mi ser y su ser para así fusionar sueños y converger realidades haciendo que todo fructifique para bien; pero, aunque tal vez no se presente en físico o haya estado y se fue, ansío ese encuentro, quizá, imagino demasiado o la idealizo cuando la encuentro; pero válgame el romanticismo, el maestro Bécquer y su libro que llevo siempre y todo ese asunto del corazón, a veces es lo único que deseo para contemplar mi felicidad.
Pero nada, absolutamente nada podría ser completo, ideal, extraordinario, -cualquier otro adjetivo que pienses- si ella no quisiera lo mismo.
Por eso, todavía sigo esperando.



Fin

viernes, 16 de febrero de 2018

Ese soy yo

- ¡Asaltaron el cielo! Y si, fueron mis hombres.
El secuestro de Helena no se compara a lo que hice.
Escapé del infierno y no soy Orfeo.
Ahora me buscan de ambos bandos por recuperarla.
Veamos si Dios y Satanás pueden contra mí. 
Y aquí en Tierra, la iglesia me acusa de hereje y el Pentágono de terrorista. Y yo fumando un pucho contemplo verla dormir.
Solo por eso mataría dioses.

Los a veces de Anna

- Anna: A veces cuentas historias para relatar un acontecimiento actual; pero no sé si esas historias las inventas en el momento o realmente son ciertas.
Yo: Lo importante es que trato de darte un buen ejemplo.

Anna: A veces se me olvida tu edad; pero cuando hablas con tanta seriedad y sobriedad, la recuerdo.

Yo: Cuando uso bermudas y polo con lentes parezco un tipo de 19. Prefiero el invierno para vestirme de acuerdo a mi edad.
Anna A veces aparentas ser una persona tenebrosa, con quien no hay que meterse.
Yo: Aunque no lo creas, soy un hombre feeling. Parezco duro, pero tengo mi corazón ardiendo de amor.
Anna: A veces me genera confort todo tu optimismo. Cuando te conocí no dejabas de decir que iríamos al mundial y hoy ya ni lo mencionas.
Yo: Soy positivo todo el tiempo y cuando lo logro, lo disfruto, no lo ando recalcando.

Anna: A veces quiero abrazarte por lo tierno que eres, otras veces golpearte porque me estresas.
Yo: Ese, realmente ese, es mi encanto.

Y nos matamos de la risa.


Fin

lunes, 12 de febrero de 2018

Aferrarse

- Antes se me hacia sencillo desprenderme de amores. Terminaba una relación sabiendo que en cualquier otro momento podría empezar otra o tal vez, con el paso del tiempo ir conociendo más personas, no me aferraba o mostraba en mi totalidad para no permitir el acceso a mis entrañas a quien solo estaría unos meses rentando mi cuerpo.
No, nunca he sido quien cambia de novia como de ropa interior; pero era quien no se aferraba a alguien porque quería seguir viviendo aunque ese pensamiento propiamente mío hubiera sido aniquilado, destruido y hecho trizas si alguien hubiera llegado a lo profundo de mi alma y colocado su bandera inamovible. Nunca lo hicieron. Y si alguien pudo, el viento se encargó de quitar esa bandera.
Esta es una linda paradoja: He vivido sin aferrarme a alguien sentimentalmente pero a la vez teniendo la ilusa idea de que pueda existir alguien que pueda enamorarme hasta los confines de mi ser.
Nunca se lo dije, solo lo despertaba cuando decía: Creo que lo mejor será que terminemos. Entonces respondía, ¿Por qué? Y yo decía: No me siento bien, no estoy tranquilo, me celas mucho, me jodes todo el santo tiempo, no cambias, sigues haciendo las mismas burradas, entre otros argumentos. Yo cometo errores; pero trato de ser mejor, de no volverlos a decir o cometer, evoluciono con el tiempo y en ese entonces no hallaba lo mismo, ¿Qué es lo mismo? Tan simple como ir mejorando con el tiempo, expresando lo que sientes y haciéndome sentir, no feliz, no extraordinario, no especial, sino cómodo.
¿Y si me llega a sentir extraordinario o feliz? Prepárate para la propuesta de matrimonio. Pero en ese tiempo no ocurría, me hallaba a millones de años luz de ese pensar, estaba lejos, tan lejos que ni siquiera podía imaginarlo y si alguien comentaba yo me echaba a reír.
Tal vez sea la razón por lo que mi romanticismo ha descendido; pero nunca agotado.
No me aferraba, era fácil desprenderse de amores, tener buenos recuerdos, una noble despedida y ser amigos. Por eso fui avanzando y mientras lo hacía mejor conocía a las personas y durante aquello me daba cuenta que mientras más crezco más perfeccionista me vuelvo.
Pero, ahora soy un hombre y un tipo como yo espera una compañera, desea un hecho tangible, no rutinario, pero sí con momentos de extraordinario y aquello no es salido de cuento de hadas, es tan lindo como estar echados sobre la cama y abrazados, pensando en lo bonito del rato, en algo levemente a futuro como un refresco de mango que compraremos o una tortilla que haremos, esos momentos son lo que me fascinan y me aferro tanto que no quiero dejarlos nunca. Ya no quiero pensar que voy a involucrarme en otras circunstancias, porque adoro aferrarme a pensar que voy a seguir involucrándome en situaciones preciosas con una compañera ideal, no perfecta, ¿Quién quiere la perfección? Si lo ideal lo supera todo, si esa compenetración atrapa y abre paso a lo magnífico.
En definitiva, hay tiempos, los pasados para crecer y los actuales para querer.
Antes no me aferraba, ahora quiero quedarme recostado a tu lado por siempre y que la noche dure la eternidad.



Fin

viernes, 9 de febrero de 2018

Conceptos breves

- Una chica me dice, eres un tipo maduro, atractivo y de hecho que intenso. No le hizo falta razón para sacarme esa radiografía, cualquiera que leyera mis textos y hablara conmigo lo sabría enseguida. Le di una sonrisa, firmé su ejemplar y nos sacamos una selfie.
¿Qué hay después?
Mi mejor amiga dice que soy un viajero en el tiempo, que ando divagando entre mundos paralelos buscando un objetivo diferente a los libros, la familia y la ¿fama? ¡Sí, la fama! Aunque a veces lo niegue, como dicta. Ella añade que a pesar de todo mi kilometraje, es decir; mis excelentes novias, aventuras extrañas, viajes, locuras, mutaciones y demás, no he llegado a tener ‘eso’ que nunca tuve. No voy a profundizar en el ‘eso’ porque es netamente su filosofía y ella podría definirlo mejor. Comenta que soy buen tipo; pero a veces me excedo en dar. Yo digo: Soy natural, doy lo que siento. Ella dice: Da de acuerdo a como te dan. Yo le digo: Que aburrido es limitarme. Ella dice: A veces es necesario. Yo soy más romántico, pero ella dice que debería no serlo siempre. Y a veces lo intento de forma estéril. Otras veces dice que voy a lograrlo todo; pero que mientras tanto me distraigo con tangentes, en términos naturales, con situaciones que no debería hacer pero las hago, por caminos sin rumbo que sigo por pasear, ella aclara: Conoces el camino, lo tienes en frente y sabes que debes recorrerlo; pero te vas por otros por curiosear poniendo nerviosos a los espectadores como intentando hacer la trama de tu vida un tanto más interesante (de lo que ya es).
Puedo acotar:
Tuve una ex de años, duramos como siete si bien recuerdo, ella me describía ante su familia, amigas íntimas, amigos del trabajo, en sí, todos, de la siguiente manera: ‘Por si acaso lo único que sabe hacer es escribir… Y lo hace tan bien’.
Y vayamos a la contraparte:
Hay una chica que me odia sin razones y motivos -o bueno, no estoy seguro de que en la actualidad sienta lo mismo- entonces cambiamos el discurso por: Ella solía decir que soy soberbio. Irónicamente, decía que soy humilde cuando andábamos juntos. Me encanta cuando los matices cambian de acuerdo a la circunstancia. Una vez dijo que yo era un demente sin remedio, cuando estábamos juntos aclaraba que era un tipo sobrio y resoluto. Adoro esas situaciones extremas.
En casa:
Mi vieja siempre tiene sus comentarios positivos y otros un tanto graciosos; pero vayamos con los divertidos: Hijo, mi amiga quiere un par de libros, ¿me los llevo, ya? Yo: Ya, pero pasa la plata. Ella: Ay como voy a cobrarle.
En algo casual:
Salía con una chica, solo tuvimos una cita y una vez la oí decirme: Eres como Norman Bates.
Un amigo:
Este personaje dice que siempre hablo en clave, que a veces le converso en metáforas y que trato de ocultar mi verdadero ser o en el peor de los casos, mis verdaderas emociones, contando relatos distorsionados. Claro, no cometo la estupidez de decir ‘tengo un amigo’, sino que te cuento una historia aparentemente irreal y coloco dosis de lo mío.
Y el amigo de todos:
Siempre que me ve saluda con movimiento de cola y mostrando la panza para saludarla.
Y ahora, ¿Qué dicen mis lectores?



jueves, 8 de febrero de 2018

14 de febrero

- No intento dármela de romántico del año ni tampoco repetir un cliché; pero muchos(as) se afanan con el asunto del 14 de febrero cuando lo que realmente importa e interesa y vale la pena es ser detallista todo el santo tiempo. Yo por ejemplo, trato siempre de demostrar mi afecto de diferentes modos y en especial con lo mejor que sé hacer, por eso, escribo cartas de amor, las perfumo y entrego como esos románticos de antaño. Y lo hago todo el tiempo, no por ser un día especial, sino porque me nace la necesidad de expresar lo que siento.

sábado, 3 de febrero de 2018

Tiempo de helados

A veces me cuesta entender, ¿Por qué las personas se alejan cuando tiene pareja? Y llegado a pensar, ¿todos los novios de mis amigas son celosos? O Ya, no iba a decir esto; pero voy a decirlo: O me odian por fantasías machistas absurdas.
Mi historia no relata ese argumento a profundidad porque tardaría siglos y tengo otras ideas haciendo cola en la mente.
La otra vez caminaba rumbo a casa desde el mercado, había ido a una tienda a comprar un helado -adoro los helados- cuando de repente me encontré con una amiga, con quien viví muchas aventuras -ninguna sexual, amigo celoso- y quien tiene una bebe, una niña preciosa, de hecho, divina, que solía decirme tío. Tengo una fascinación por las niñas debido a que, bueno, ya lo saben muchos; en tanto y por instinto me acerqué a saludar a la pequeña, que ahora no era tan pequeña, no solo por los zapatos, sino por el tamaño, había crecido a cabalidad, como si ese par de años alejados hubieran significado décadas. La conocí cuando nació, mi amiga salía con un cretino hijo de la san flauta, que por trámites legales se hace cargo, cuando no debería ser así, simplemente ser una devoción, a veces me cuesta entender la estupidez de la gente. ¡Oye, tienes una hija! Date cuenta. No llegues a absurdos extremos por mantenerla, sino hazlo porque es tu hija. Es tu creación, baboso. En fin, como decía mi abuelita: Nadie es Dios para juzgar a las personas.
Yo los quemaría en la hoguera.
Lejos de ello, la pequeña me reconoció enseguida y eso que llevaba otro look -el del cabello largo y sedoso como comercial de champú- y dio un abrazo efusivo tras decir: ¡Tío Bry! A los tiempos, ¿Dónde estabas? En ese momento, no pensé en las historias que el tipejo habría dicho de mí, tampoco en las mentiras que su madre y amiga podría haberle contado, solo nos abrazamos y le propuse tomar un helado.
Y allí estaba ella, mi queridísima, junto al gil de goma de su pareja, que me vio con rostro de pocos friends. Yo le dije: Cariño, a los tiempos, que grande esta la peque.
Ella respondió: Bry, ¿Cómo estás? Desde que eres famoso ya no te acuerdas de los amigos.
Te conozco desde hace quinientos años por la tarde, así yo fuera Donald Trump, jamás dejaría de tomar helados en el mercado de mi casa.
Me miró sabiendo que mis comentarios eran ciertos. La dulce Luz no se quería alejar de mí y yo tampoco y entonces vivimos la situación más incómoda para el susodicho: Estar todos tomando helados en la misma mesa.
Yo adoro las situaciones particulares, esa era una de ellas.
A veces he llegado a sentirme el padre de la pequeña, es una situación curiosa; pero nació de Fátima, mi amiga, quien una vez viéndonos jugar junto a Lu, se le dio por llorar y decirme: Luz se siente tan cómoda contigo, es como si fueras su Papá. Empezó a reír entre lágrimas, nunca he comprendido como alguien puede hacer algo así, tal vez es por dolor y risa a la vez.
Verla me hizo bien, es verdad que no soy una persona de extrañar; pero realmente, a veces, extraño momentos, nunca personas. Y lo que extrañaba era pasar el rato con ellas.
Bueno, el tipo de mentalidad de quinceañero se fue hacia otro sector con su helado, parecía un niño enojado y resentido, le dije a Fátima si me presencia lo incomodaba -y si lo hice saber por joder, porque a veces amo joder- y ella dijo que mientras Luz se encuentre alegre, el resto al diablo. Esa frase me hizo creer que podría recuperarla como amiga; pero vi una sortija en su mano.
¿Comprometida?
Asintió con la cabeza.
La cerré los oídos a la peque y le dije: ¿Lo amas?
Dudó y sabiendo que no debo meterme en la vida privada de las personas que quiero, le dije: Estas jodidamente equivocada.
¿Qué quieres que haga? Tenemos casi dos años.
Los mismos que no me ves.
Y tenemos… Que se yo, eso a lo que llaman costumbre.
Fati, eres guapa y tienes un buen trabajo, piensa bien las cosas antes de hacerlas, es mi consejo. Sabes que detesto darlos; pero a veces son necesarios.
A veces te extraño, amigo. Sobre todo cuando tienes razón; pero aunque no te parezca, Carlinho es un buen muchacho.
Si un machista que se comporta como un niño de la escuela de Luz te parece buen tipo, entonces te respeto.
Tienes que conocerlo mejor.
En fin, flaca, es tu vida y sabes que no me meto.
Tío, ¿Cuándo nos visitas? Dijo la peque.
La vi sonriente como si mi humor mutara solo por ella y le dije: Cuando tu mami quiera tenerme de nuevo en casa.
Ay por Dios, sabes que siempre eres bienvenido.
Entonces, voy el domingo.
Hacemos algo de cenar, ¿Qué dices?
Claro, Fati y que la peque prepare el postre.
¿Y yo que voy a hacer? Dijo el tipo, que llegaba.
Tú puedes irte a la mismísima mierda, pensé.
Pero le dije: Tal vez puedas ayudarnos con la salsa.
No sé hacer salsa.
Entonces, ¿traer las bebidas?
No tomo.
Fati, ¿Qué le viste?
Ella empezó a reír.
Bueno, Carlinho, ¿verdad?
Así, es, señor Barreto.
Ya te daremos un uso.
Luz se mató de la risa porque eso solía decirle al oso que ella tiene y cuando jugábamos este personaje se quedaba afuera por estar maltrecho y sin ojo y yo le decía: Ahora te daremos un uso y como el tipo era gordito y medio complicado físicamente, Luz lo asimiló mágicamente como dicho oso. Fue gracioso.
Y así, la risa de la pequeña Luz nos contagió a todos, Fátima entendió el chiste, yo no pude evitar reír y Carlinho que quería caer bien –tal vez habría cambiado- también comenzó a reír y el ambiente se volvió un enredo de risas que no pararon.

Fin