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jueves, 4 de julio de 2019

Por el juego


- En casa estamos locos por el triunfo peruano y el pase a la final, de hecho, la última vez que vi a mi país en el partido decisivo de una competición fue en 1975, efectivamente, allí salimos campeones. Después hemos tenido una gama de desastres hasta el mundial pasado al que asistimos pero no pude viajar a Rusia porque la pequeña, quien ahora se encuentra grande ha sacado los gustos caros de su madre y abuela.
Lejos de ese asunto particular, gracioso y familiar, ayer fue espléndido, sencillamente genial, digo e insisto, una noche perfecta -aunque no pueda salir a beber y volverme loco como en mis tiempos de adolescente- sin embargo, la celebración se lleva al borde reflejada en la sonrisa que mantengo durante todo el día.
Esto me conduce a la anécdota del partido, la princesa andaba viendo la sirenita, la del color de piel que le gusta, no tengo argumentos ni razones para reclamar por un cambio de aspecto físico, simplemente, noto a la princesa pegada a la tele con el dibujo y me resulta sano. En tanto, yo andaba preparando la cena y unos tragos caseros para el deleite de los pocos invitados en casa: un primo, mi editor, un amigo y un tipo pesimista a quien tuvimos que mandar a comprar hielo y no abrirle la puerta, es broma. Ojalá hubiera sido cierto.
Volviendo al asunto, la tele en mi sala se había arruinado por la lluvia o un mal cableado, el asunto es, que según dijeron los tipos del cable, la conexión andaba mal, esto me condujo a la opción de ver el juego en el otro televisor, en el cual, la princesa de la casa andaba viendo sus dibujos por Youtube.
Difícilmente se le convence de cambiar, es demasiado testaruda, me recuerda a una persona, alguien a quien puedes decirle muchos argumentos lógicos y sensatos e igual va a pensar lo mismo y no aceptar lo que dices.
Ella no quería cambiar, decía, bien inteligente y astuta: En comerciales cambio.
Todos la miramos como bobos sabiendo que en Youtube eso no ocurre.
Era cuestión de terminar de ver los ciento cincuenta videos de la sirenita para que pudiéramos ver el juego.
Entonces se me ocurrió la brillante idea de llamar a su abuela y decirle: Ven, coge mi tarjeta, llévala al cine y a comer y la traes en un par de horas.
Lo gracioso es que fue la primera vez que me las ingenio para ‘liberarme’ de ese dulce ser que no quería dejar su capítulo para que los tigres futboleros contemplen el juego.
Se me hizo altamente chistoso y lo mejor vino después, obviamente, con el triunfo peruano.

Pd.- Ya llegaron los tipos del cable.



Fin