Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 31 de diciembre de 2016

¡Feliz año para todos!

- Me asombra para bien que mi novela tenga buenas críticas. De hecho, siempre hay detalles para mejorar; pero por el momento, los lectores que se aventuraron en la historia se sintieron parte de la misma y quedaron satisfechos.
En una reflexión para mis adentros que quiero compartir, estoy contento por el resultado. Fue un trabajo de dos años delante del ordenador, buscando editoriales y corrigiendo todas las noches, siempre hubo algo que agregar, en fin, es parte de este lindo trabajo. Gracias por tanto, mis lectores. Solo me queda decir que los quiero muchísimo y alguna vez quisiera poder entregarles un abrazo a cada uno de ustedes.

Bueno, les deseo un feliz año y que la pasen recontra genial.


viernes, 30 de diciembre de 2016

Lo que extraño de ti

- No extraño su cabellera, ni los ojos marrones, tampoco su sonrisa ni su risa, mucho menos su voz, no tengo recuerdo del sonido que producía. 
Extraño su manera de ser para conmigo, sus repentinos elogios, el creer que soy bueno para la literatura, la calidez de sus abrazos, el hecho de andar sin importar el camino, como cuando me besa de repente o dice que me ama -así, por ser como soy- ¿Maravilloso, no? Que te amen por como eres sin querer cambiarte. Extraño que al verme se emocione y me abrace tan fuerte que intenta dejarme sin aliento. Extraño que miremos la luna cogidos de la mano o recorramos la acera sin hablar, solo sabiendo que estamos juntos. 
Al final, no extrañas el color de los pelos o el sonido de los latidos del corazón, sino su manera por hacerte sentir especial.


Fin

martes, 27 de diciembre de 2016

Desastrosa experiencia

- Tuve una experiencia desastrosa en una tienda por departamento, le conté a mi amigo. Cobré y fui a comprar ropa; pero lo que encontré fueron bermudas talla 30. Luché todo el invierno en el gimnasio para volver al 32 y hallé esta desagradable sorpresa, le dije con fiereza. Mi hermano que es 38 jamás hallará su talla, acoté enseguida y él sonrió. 
Además, le dije con la misma indignación y añadí con agonía: Los colores de esas bermudas que llegan a la mitad del muslo son rosado y celeste.
Se parecen a los que usa mi prima y estaba en la parte de hombres.
Es una terrible anécdota, me dijo llevando sus manos a mi hombro y acotó, yo tengo una peor.
Salí con una chica bien bonita. Dudo mucho que eso sea malo, interrumpí. Espera, dijo y siguió: Fuimos a un restaurante y charlamos mientras comíamos.
De repente, así como sacado de una película de terror, me dijo: ¿Te gusta Maluma? Es el poeta de la música y esta super guapo.
¿Qué hiciste? Le pregunté. Pedí la cuenta y le pedí un Uber.
Cosas que pasan, dijimos a la par y reímos.



Fin

viernes, 23 de diciembre de 2016

Hacer el amor todas las noches

- Quien no piensa durante el día en cómo hacerle el amor a su novia(o) al llegar del trabajo está empezando a perderla(o). 
Hacer el amor es primordial, alimenta el amor, enciende las emociones y te mantiene alegre. Creo que pensar en ideas de cómo hacerlo diariamente resulta increíblemente bueno para la relación. Hay que ser muy creativos y al estar en confianza eso se vuelve sencillo.
Cuando se pierde el deseo por fusionar los cuerpos -no necesariamente sobre la cama- comienza a desmoronarse todo. 
Es mi teoría.



jueves, 22 de diciembre de 2016

La ma de mi novia

- La primera vez que hablé con la mamá de una novia fue una experiencia inolvidable; aunque solo hayamos intercambiado un par de frases. 
Descendí en el paradero Astete allá por la avenida La Marina, era el año dos mil y pico, vestía jeans clásicos, polo blanco y blazer negro, llevaba cerquillo en el cabello y me veía con menos kilos que ahora. 
Al tiempo que caminaba por la avenida Los Insurgentes me preguntaba, ¿ya habrán leído el manuscrito los muchachos de la editorial? ¿Habré colocado bien las comas y los puntos? Y acotaba para mis adentros, ojalá que los cuentos sean de su agrado. Sería fantástico poder ser publicado. Me emocionaba el imaginar mi libro en los escaparates de las librerías.
Con esa imagen mental, una sonrisa en el rostro producto de ello y el hecho de ver a mi novia, llegaba a un parque enorme del cual no tengo recuerdo de su nombre.
Ah, claro está, que a mi lado, exactamente adherido a mi mano izquierda y siendo el blanco de muchos curiosos, se hallaba un enorme ramo de tulipanes. Eran sus favoritos; pero nunca antes los había recibido.
Al llegar a su casa y tocar el timbre me invadieron los nervios, no tuve vergüenza de caminar varias cuadras hasta el paradero, mucho menos andar en bus con los tulipanes, tampoco por haber sido víctima de curiosos y burlones; pero todo el nerviosismo y la vergüenza vinieron cuando su madre abrió la puerta y me vio con tremendo ramo de flores.
Recuerdo claramente que ella sonrió. Entonces, los adjetivos, que a veces su hija le ponía “celosa, malhumorada y hasta loca” se escaparon de mi cabeza para abrir paso a uno llamado, amable.
Me dijo que ingresara, que ella se encontraba en la ducha y yo, muy tímido, me acomodé en una silla de la sala teniendo los tulipanes pegados a la mano. La señora, entonces, añadió: Voy a traer un florero; aunque sería mejor que primero los vea porque puede pensar que yo los he comprado.
Asentí con la cabeza y sonreí.
De repente, cuando creí que se iría y me dejaría solo, aseveró: Gracias por ser tan bueno con mi hija. He visto todos los detalles que le haces.
Ese fue el halago más bonito, que de repente, me han dicho en mi vida.
Ella crea esto que siento. Yo solo lo demuestro, le dije, sonrió y me invitó una Cola Cola helada.
Luego salió mi novia, se llenó de emoción, nos abrazamos y besamos, ingresamos a su habitación y bla bla bla…
Tuve este recuerdo al pasar por dicho lugar tanto tiempo después. Hay detalles que uno nunca olvida.



Fin

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Oferta navideña

- Mis dos libros por el precio de uno.

"Una noche, una musa y un teclado" - Cuentos y reflexiones basadas en vivencias reales.

"La última tarde" - Una novela emotiva e intensa que narra la aventura amorosa de dos adolescentes cuyo amor supera las barreras de la realidad. Te engancha desde el inicio, como dicen muchos.

Info del precio por inbox.

Lo puedo enviar a cualquier parte del país y el mundo.

Pd.- Solo me quedan doce libros de "Una noche, una musa y un teclado".



lunes, 19 de diciembre de 2016

Frase 99

- ¡Escribe dejándolo todo en el papel! Pensamientos, sentimientos, vivencias, experiencias, etcétera. No calles, ni dudes, ni cambies, escribe tal cual fue, tal cual es. 
Que sea como un accidente que alguna vez alguien vaya a leer lo que escribes. Escribe sin pensar que alguien te va a leer, sin avergonzarte de lo que dejas, escribe y deja que todo lo que sientes caiga en el papel y se vuelva literatura.



Adicto a escribir

- Escribir no solo es abrir el archivo en Word, sintonizar música, colocar el café a un lado, encender el cigarrillo y presionar el teclado pensando en una musa y durante la noche.
Escribir es caminar por alguna calle al tiempo que observas a las personas y comienzas a imaginar sus vidas. Es ese repentino y maravilloso momento en el que te desconcentras del mundo y lanzas el grito: ¡TENGO LA IDEA! Enseguida, la anotas o guardas en un audio. En lo personal me encanta caminar e ir pensando en un sinfín de situaciones que podrían suceder, sucedieron o tal vez quisiera que sucedan. Utilizo a todas las personas que me rodean, pienso en ti, en ella, en aquel, en ese instante, o en aquel, o en ese día u otra noche. A veces la intensidad me atrapa y siento el nudo en la garganta; pero es la emoción que se escapa de mí ser, a veces hay unos ojos llorosos cuando es una escena dura.
Uno habla solo contándose así mismo la historia o se entusiasma cuando una idea parece atrayente.
Tantas veces es describirme sigilosamente camuflado en un personaje o en muchas ocasiones me traslado a distintos lugares.
Y una vez que realizas todo ello al tiempo que vas al supermercado o a la casa de tu novia o simplemente andando porque te gusta caminar, llegas a casa, abres el archivo y empiezas a plasmarlo todo. Es un hermoso trabajo constante.
Me gusta escribir situaciones reales. Disfruto contando mis experiencias, relatando acontecimientos pasados que me fueron formando. Me desnudo cuando escribo, hago que quien me lea sepa quién soy mientras va ojeando las páginas de mi libro.
Yo escribo sin pensar que algún día alguien me leerá o dirá: Me identifico con esto. Lo hago porque me gusta, porque adoro hacerlo, porque me libera y porque me siento en la necesidad de realizarlo.
Y eso lo hace hermoso. Ah, y si, adictivo.
Escribo por placer, porque es un acto maravilloso y porque puedo contar y contarme a mí mismo todo lo vivido. Escribo para ser feliz y amo vivir haciendo lo que amo, escribir.



Fin

sábado, 17 de diciembre de 2016

La loca Ann

- Es un día cualquiera en la oficina, llego tranquilo a la hora de siempre, alrededor de las nueve de la mañana, entro y me sirvo café en la cocina, ya estoy acostumbrado a hacerlo, me tratan como si estuviera en mi casa -bueno, en casa no me atienden tan bien- y enseguida, me acerco al ordenador para empezar el trabajo. Sin embargo, me percato que Ann, que me ha abierto la puerta, no se asoma para saludar. Suele hacerlo de una manera muy efusiva, ahora más que nunca, me abraza y da un beso en la mejilla como si no fuese a verme nunca más. Eso resulta gracioso, soy frío y seco con personas que no son mi pareja, cuestiones de personalidad, por eso cuando ella saluda de esa manera yo me quedo quieto, como estático, como el challanger maniquí. En esta ocasión resulta extraño que ella no se encuentre, pienso en que debe haber tenido alguna riña o diferencia con su padre o amigos; aunque lo primero es difícil porque suelen llevarse de maravilla, lo que poco que se es que su madre vive en Estados Unidos y son, creo yo, divorciados; aunque nunca me ha dicho eso con dichos términos, quizá, solo estén distanciados. Ella irá hacia allá a fines de este mes para estar con su mami y pasar fiestas, digo “mami” porque ella siempre la menciona de esa manera y pues, ya quedó grabado. Yo pienso que debo ir a buscarla, se me hace extraño que no esté cerca molestando o conversándome de tantas banalidades que hasta resultan graciosas, tales como moda, los nuevos estilos, los malditos nuevos celulares y las fiestas en el sur. Temas aburridos; pero admito que cuando se pone a hablarme de cosas interesantes como mitología, historia universal y hasta política, me dan ganas de hablar con ella hasta el fin del trabajo. Pero, no lo hago, ¿la razón? No quiero hacer horas extras. Ya estoy en busca de Ana Lucia Torrico, más conocida como Ann, quien no se encuentra por ninguna parte; pero, de repente, oigo un llanto extraño. Mierda, está llorando, pienso enseguida. Siempre me ha frustrado ver a mujeres llorar, nunca he sabido que hacer. Me acerco a su habitación, no he entrado, nunca lo he hecho; por eso me quedo en el marco y le digo tras tocar la puerta: Oye, Ann, ¿te sientes bien? No. ¿Puedes darme un abrazo? Dice y me siento comprometido, no me hubiera acercado, pienso; pero debo hacerlo, no me gusta verla llorar, de alguna manera u otra, la estimo, tenemos tiempo trabajando y hemos sido compañeros, hay un cariño importante. La abrazo y se pone a llorar con intensidad diciéndome algo jodidamente extraño al oído: Te voy a extrañar. ¿Extrañarme? ¿Por qué tendrías que extrañarme? Le digo de una manera espontanea y si, confieso que desatinada; pero soy así, natural, no tengo trabas para decir las cosas. Ella me mira enojada, sus ojos esmeraldas están húmedos, me apena mucho; pero añade: Eres tan imbécil que ni siquiera te das cuenta. ¿Darme cuenta, de qué? No sé que hablas, Ann, me confundes, vine aquí porque te vi triste y naturalmente, me preocupas, somos patas, por eso me importa tu estado de ánimo. Si, si, somos patas, patas, dice con aires de ofuscada. Yo sigo sin entender un carajo, es más, llego a sentirme un tonto al acercarme y ser tratado de esa manera. Por eso le digo, bueno, voy a seguir trabajando, lamento molestarte. No, no te vayas, dice. Dame otro abrazo. Pues, se lo doy. Se apega mucho a mí, me siento, no lo sé, incómodo, no me agradan esas situaciones. Algunas personas, entre ellos, mi mejor amiga, me han dicho lo siguiente: Joder, Bryan, esa flaca está enamorada de ti, cualquier huevona no actúa tan amable con alguien, esta perdidamente enamorada de ti. Tal vez sea yo quien no quiere darse cuenta, o tal vez, no quiera aceptarlo. Es que Ann es tan noble, caritativa e inteligente que me daría pena que se fijara en mí, ¿el motivo? Tengo pareja, no le daría el valor que merece. Ella debe tener a alguien espectacular, un tipo a la medida; pero, de repente por eso no quiero aceptarlo, tal vez se haya enamorado de mi modo de ser o de escribir, de repente se enamoró del escritor y no del humano. Ya estoy pensando demasiado, quizá, ellos tengan razón. Ann, está enamorada de mí e intenta conquistarme. Es una chica preciosa, en el físico, sus ojos verdes y su cabello castaño resaltan con facilidad; pero, es curioso, me agrada como es su particular manera de ver el mundo, es tan optimista que a veces me asombra, es como cuando dijo: Bryan, déjate de huevadas, vas a ser el nobel y el Oscar a mejor guionista. Nunca nadie había creído en mí de esa manera, me sentí espectacular. Bueno, algún que otro detalle que suele tener también puede ser evidente; pero siempre he creído que se trata de amabilidad. Ya se siente mejor, se acerca a su lugar de trabajo, no me conversa, yo sigo haciendo lo mío, ella está a mi lado, seria, limpiándose la nariz y luego analizando su ordenador. No le hago caso, respeto los espacios de las personas, de repente sintoniza una de Sabina, ha empezado a escucharlo gracias a mí, le dije que oyera algunas porque son buenas y se pegó enseguida. Ahora me conversa, pregunta sobre unos archivos, esta bien seria, me da risa; pero es normal que lo esté cuando se trata de trabajo. Pasa el tiempo y me dice para almorzar juntos, lo hemos hecho algunas veces, es agradable porque hablamos de otras cosas, ahora no ocurre lo mismo, sino que la conversación es netamente laboral, es bueno. Estamos en un restaurante del Jockey Plaza, ella ha invitado y yo gustoso. Ahora me habla de una amiga, quiere un punto de vista masculino, se lo doy gustoso. ¿He dicho que me agrada su estilo? Ann viste genial, ahora está en jeans y camisa, un blazer rosa y accesorios en las manos, fantástico. Me gusta ese corte elegante y casual, es genial y se lo digo siempre, las mujeres deberían vestir así más seguido, es lindo. Ahora le converso sobre unos nuevos proyectos literarios que tengo, me vacila cuando escucha todo lo que digo respecto a mi carrera, casi nadie te escucha, todos quieren ser escuchados; pero nadie te presta atención, por eso no le cuento a nadie mis cosas. Sin embargo, Ann lo hace de un modo natural, le agrada que le hable de mis nuevos cuentos y libros, es más, me dijo para participar en un concurso y lo hice. Además, se tomó el tiempo de leer los cuentos. ¿Quién tiene ese interés? De decirte, Bryan, dame tus cuentos para analizarlos. Ahora vuelvo a pensar, ¿y si está enamorada de mí? Maldita sea, no quiero arruinar la amistad por un enamoramiento indebido. Que ironía, Bryan, pienso en ese momento. Siempre dices que el amor debe expresarse y ahora vienes a decir esto, contradictorio de tu parte, pienso y sonrío. Ya si está enamorada de mí, pues, me sentiré halagado. Pero volviendo a la mesa, ya terminamos al almuerzo, fueron unas hamburguesas deliciosas con todas las cremas. No sé cómo diablos sigue tan delgada si para comiendo. Me da risa cuando responde, es que salgo a correr todas las mañanas y voy al gimnasio por las noches. Tiene razón, pienso. En el camino encendimos unos puchos, conversamos un rato sobre los sucesos del mundo, algunas acotaciones sobre libros que estoy leyendo y lo que ella lee. Aquí hay un dato curioso, ella lee como dos o tres libros a la vez, yo no puedo hacer eso, me concentro en uno; pero ella se lee dos libros al mismo tiempo. Es una devora libros, de repente por eso sabe bastante y es bien culta a sus veinte y tantos años. Me agrada eso, cualquier tipo se sentiría afortunado de tenerla como novia. Nunca hemos hablado de eso, solo me dijo que tuvo un novio hace muchos años y que no se ha vuelto a enamorar, esto me lo dijo cuando fuimos compañeros de clase. Entonces entendí que solo tuvo una pareja, yo le dije que tuve “algunas” porque no me gusta darles un número a mis ex novias. Volvemos a la oficina, me gusta decirle oficina a su casa, bueno, a su sala que esta adaptada para ello. Ya estamos bebiendo un frozen que hizo, buenazo, como amo el mango y pues, sigo en lo que me gusta realizar. Más tarde, ya cuando el tiempo de trabajo termina, me despido. Me abraza como lo hace últimamente y añade, eres mi redactor estrella, siempre tan pulcro, ordenado y correcto. Eres derecho y conservador, añade estos comentarios que salen de lo laboral y sonríe. Gracias, Ann, tu también trabajas muy bien y haces estupendo tu trabajo de comunicadora. Me comenta que habrá una entrevista, le digo que es genial, que encantado, dice que me dirá las preguntas en el mismo momento, y yo le digo, que mucho mejor, que me gustan las sorpresas. Sonríe nuevamente y me voy a casa pensando en lo loca y divertida que es Ann, una chica grandiosa con quien tengo el gusto de trabajar. Y espero, realmente espero, que esta amistad sea duradera, las amistades de este calibre valen la pena.

Fin


miércoles, 14 de diciembre de 2016

Mañana de locos

- Hoy tuve una mañana agitada. El maldito despertador sonó poco antes de besar a JLaw. Enseguida, tras un esfuerzo sobrehumano, abrí las cortinas y encendí el televisor para ver las noticias. Robos, extorciones y demás, la misma mierda de siempre. Cambié de canal y empecé a ver el chisme. ¡Me fue peor! Resolví apagar la tele y encender la computadora, sintonicé una de Sabina al tiempo que me desnudaba para entrar a la ducha de agua tibia. Debo de estar totalmente loco si voy a bañarme con agua helada. Al salir con la toalla amarrada a la cintura y rociar mi cuerpo con una crema que huele delicioso, me vestí y bajé a la cocina para preparar el café.
A los 30 años nadie te prepara el desayuno como en la época de colegio. Resolví tomar café con galletas integrales (horribles por cierto) al tiempo que revisaba mi correo. 
Al cabo de unos minutos cogí mis cosas para salir de casa. Llené mi morral de libros y pensé mientras caminaba, ¿Por qué rayos escribí una obra tan larga? Pesa demasiado. Llevar como ocho libros, más una agenda es un asunto tedioso. Mi auto no está habilitado, por eso tuve que abordar el tren hasta Aviación con Javier Prado. Es rápido; pero para repleto. 
Ann, quien me ha contratado como su redactor, según dice, estrella, me esperaba con otra taza de café. Es bien amable, siempre me espera con café con dos terrones de azúcar. El ordenador encendido y un cenicero por si se me ocurre fumar.
Empecé a hacer lo mío. A eso de diez de la mañana le dije que debía salir a dejar unos libros, accedió con naturalidad. Fui hasta Guardia Civil para dejarle dos libros a un tío, quien emocionado me dijo: No te sorprendas si eres el próximo nobel. Sonreí. Luego fui hasta el Ovalo Higuereta, exactamente en la entrada del Plaza Vea, en ese momento, mientras esperaba a otra persona, recordé que hace muchos años esperaba a alguien en ese mismo lugar. Ella salía de trabajar y me veía al frente con cigarrillo y botella de chela en mano, dispuesto a conversar de todo un poco sentados en una banca de los parques aledaños. El feeling desapareció cuando vi a este personaje llegar,
era idéntico a su foto de perfil de Facebook, nos saludamos enseguida y le mostré los libros. Había olvidado firmarlos, lo hice en ese instante. Nos volvimos a dar un abrazo y nos alejamos entre sonrisas.
Me gusta ese contacto que suelo tener con los lectores, es una sensación muy acogedora. 
Entré a Plaza Vea a comprar una Coca Cola Zero, había salido el sol y recordé haber dejado los lentes a un lado del cenicero. Mientras descendía por las escaleras dispuesto a abordar nuevamente el tren en la estación Cabitos, recibí una llamada. Era otra persona, me había dicho la noche anterior que deseaba unos libros y justo llevaba uno. Le dije para encontrarnos en unos minutos en la siguiente Estación; pero luego de acordar, recibí otra llamada. Tengo la mala costumbre de contestar todas las llamadas, incluyendo esas que hacen desde teléfonos que no tengo registrados. 
Bryan, buenos días, dijo y reconocí la voz. Mariana, ¿Qué tal? Respondí. ¿Estás ocupado? Dijo. Sí, debo entregar unos libros y volver al laburo, ¿Por qué? ¿Quieres un libro? Oí que soltó una risa y añadió: Si, pero también quiero que firmes unos papeles. Ah, verdad, los benditos papeles del divorcio, pensé y le dije: Cierto, lo había olvidado. ¿A qué hora? Dentro de una hora, dijo y mencionó un establecimiento jurídico. 
Fui a dejar los libros a la siguiente estación, me saqué un selfie con la lectora y al no hallar forma de llegar hasta allí con el tren tuve que salir a la avenida y detener un bus. Durante el trayecto recibí la llamada de Ann, quien me dijo lo siguiente: Bryan, ¿ya vienes? Ann, tengo un problema, no te puedo dar detalles ahora. Estoy de vuelta en una hora. Sabes que no soy de presionarte; pero hay mucho trabajo. 
Si, flaca, en una hora estoy allí. No te engrías. Empezó a reír al escuchar esa última frase. Tenemos mucha confianza, es curioso cómo nos hemos llegado a compenetrar tanto en tan poco tiempo. Ya, te espero entonces, no tardes que voy a reducir tu salario. Yo empecé a reír cuando dijo eso y le acoté: Ann, por Dios, tengo una perrita, tres gatos y palomas que mantener. Empezamos a reír enseguida.
Por suerte me había puesto jeans, me veía presentable, no es por presumir; pero suelo tener estilo para vestir.
Al llegar vi a Mariana, estaba seria y fumando un cigarrillo, vestida de oficina y con maleta en mano. Nos saludamos fríamente y entramos al lugar. 
Saludé a su abogada y al tipo sentado al frente, otro viejo serio y con ropas sobrias. 
Señor Barreto, me dijo la abogada, ya ha salido la resolución final, solo debe firmar aquí para concretar el divorcio. 
Aunque a veces no parezca, tengo sentido del humor; pero suelo usarlo con ironía. Por eso le dije, ya era hora, al fin soy legalmente libre. 
Ella, tras una sonrisa, me hizo una preposición, ¿Cuándo salimos a tomar un café? La vi y le dije nuevamente con humor, tal vez en otra vida. Nos despedimos con rapidez y arribé en bus hacia la oficina.
Ann me esperaba o andaba por casualidad en los exteriores, fumaba un cigarrillo y miraba el cielo cubriendo sus ojos con unos enormes lentes Guess. 
Hola, ya estoy de vuelta. Invítame un puchito, le dije con alegría. ¿Por qué tan contento? Me dijo con una sonrisa. Y pues, como tenemos confianza, empecé a contarle la situación.
Eres locazo, como se te ocurre decirle eso. Es que, ¿Qué iba a hacer? ¿Salir a tomar un café con una ex? Mis principios lo evitan. Ella volvió a sonreír y arrojó el humo al cielo, entonces, añadió: Eres un sujeto inquebrantable, eso me gusta de ti. Respetas tus ideales ante todo.
Le mostré una sonrisa sin dientes porque el comentario fue demasiado serio. Luego recibí su cigarrillo y lo encendí quedándonos viendo la calle, el centro comercial y a la gente pasar el tiempo que duró el pucho.
Luego retornamos a los quehaceres matutinos del laburo. Yo moría de hambre y sed, por eso le pedí un refresco y al traerlo le añadió un emparedado, al cual designó de la siguiente manera: Yo lo he hecho y no te voy a envenenar. Empecé a reír como un completo loco.
Debo decir, en una reflexión personal, que tengo un trabajo muy bueno; lástima que esté a punto de terminar la odisea tan hermosa que he vivido hasta el momento.
Lo siguiente que ocurrió fue la revisión de los textos de siempre, las correcciones que tanto adoro y la compañía de Ann, que en definitiva, se ha convertido en una persona indispensable al momento de trabajar, es como si fuera lo que realmente dice ser, su redactor estrella.
Ya luego de algunas horas tuve que salir, siempre llego a casa a la hora del almuerzo, a eso de las 3pm. Llego ansioso por comer y descansar, leer un rato, ir al gimnasio y luego escribir otro rato.
Fue una mañana de locos y lo curioso y a la vez simpático es que siempre es así.


Fin

viernes, 9 de diciembre de 2016

Mi vieja y mis tattoos

- Por la mañana salí del baño con la toalla de Goku amarrada a la cintura y caminé rumbo a mi habitación con el torso desnudo luciendo mi notable musculatura (véase esto como una broma para amenizar el relato). De repente oí el grito de mi vieja que casi me dejó perplejo. ¡Bryan! ¿en qué momento te hiciste tantos tatuajes? Fue su pregunta eufórica y malhumorada. La vi y fiel a mi estilo espontáneo, le dije: Están chéveres ¿no? Cada uno significa algo que amo. Obvió cruelmente mi argumento feeling para añadir: Te va a dar hepatitis A, B, C y D. Y no puedes donar sangre.
Es lamentable que no haya heredado su personalidad histriónica.
Enseguida, tras una carcajada, empecé a mostrarle las resoluciones. Mientras lo hacía recordé cada uno de mis tattoos.
Tengo 10 tattoos regados en el cuerpo y todos son referentes a mis gustos y aficiones.
Allá por el 2007 me hice el primero, curiosamente dije que sería el único y me terminé volviendo adicto a ese exquisito dolor y lo bonito que resaltan en mi piel.
En un dato curioso me hice uno cada año. Y obviamente me haré uno referente a mis hijos. 

Es así. 


Fin

lunes, 5 de diciembre de 2016

Otra historia sobre un anillo

- Hoy acompañé a un amigo a comprar un anillo de compromiso. Fue extraño que me dijera, a eso de las once de la mañana, Bryan, ¿vamos al Jockey Plaza? Quiero comprarle algo a mi novia, cumplimos cuatro años dentro de dos semanas y acabo de cobrar. Me hizo gracia esa última frase; pero lo siguiente fue aún más chistoso: Debo comprarlo ahora o de lo contrario lo gastaré todo en figuras de acción de Star Wars.
Tras una risa, le respondí: Ya, saliendo de la oficina nos encontramos y vamos para allá.
Chévere, mi bro, dijo y añadió: Pucha, estoy nervioso; pero es algo que quiero hacer. Al inicio no comprendí su nerviosismo; sin embargo, como soy alguien que imagina mucho, creí que se trataría de algo grande, de repente compraría uno de esos peluches enormes (de casi dos metros) que le entregaría a la salida de la universidad haciendo que curiosos le saquen fotos y filmen. No imaginaba otra situación y de solo tenerla en la cabeza ya me causaba risa. Además, estaba seguro que me diría que lo acompañe y yo, que adoro esa clase de situaciones, iría sin dudarlo.
Le dije a Ann que saldría antes porque debía de acompañar a un colega a comprarle algo a su novia y como ella suele ser tan “fresa” se llevó las manos a las mejillas y tras una sonrisa de oreja a oreja, añadió: ¡Ay, ojalá alguien fuera así de detallista conmigo!
Alguien lo será, esos tipos no solo existen en libros, verás que hallarás a alguien, le dije con sorprendente seriedad. Sonrió y sugirió: Si es un peluche, que sea de Hello Kitty, a todas nos gustan y si es un accesorio, que sean bonitos aretes.
Ah, sí, claro, yo le digo, le dije de manera condescendiente y nos despedimos. Abrí la puerta y vi a mi amigo al frente -es que el lugar de redacción esta cerca al Jockey Plaza-. Encendí un cigarrillo y caminé en dirección al puente peatonal. Siempre que camino por allí se me vienen a la mente dos recuerdos concretos, el primero es cuando solía asistir a la Universidad de Lima para unas clases de Administración que nunca me entraron a la cabeza y el segundo, y más feelig, cuando iba junto a mi primo Carlos y otro amigo a Puruchuco (lugar donde entrenábamos para un equipo de fútbol). Eran tiempos memorables, tanto que no he vuelto a ese lugar, a veces solo lo he hecho en sueños.
Tras recorrer el puente y descender del otro lado, darle unas monedas a una anciana con su bebe en brazos y volver a prender otro cigarrillo vi a mi amigo vestido de traje y con cigarrillo en mano. Notablemente nervioso y sudoroso a pesar de no haber tanto calor. Entonces, al saludarlo se me hizo imposible no preguntar, ¿Qué vas a comprarle? Él me vio con una sonrisa que evidenció su completo estado de angustia y nerviosismo y me dijo: Un anillo de compromiso.
Estaba completamente seguro que esperaba un comentario acertado y optimista de mi parte; pero fue uno de esos momentos en los que no supe que decir.
Fumamos a la par como si su pregunta y mi respuesta estuvieran en el aire, como si aún no la hubiéramos digerido o en este caso, inhalado. Enseguida, tras una palmada en el brazo, le dije: Putamare, huevón, te felicito.
Nos abrazamos como dos tipos que no se ven hace tiempo y nos empezamos a reír como dos locos que van a cometer una locura.
Ingresamos a las instalaciones y mientras lo hacíamos me iba contando cómo es que se le había ocurrido dicha osadía.
Estoy enamorado, dijo a primera instancia. Y no había razón para acotar algo más. Luego de haber dicho eso cualquier acción hubiera sido sensata. Pero mi amigo quiso acotar, fiel a su estilo, un argumento que le salió del corazón. Y yo, fiel a mi estilo, lo escuché con atención.
Con mi chinita ya voy a cumplir 4 años. ¿Te imaginas estar tanto tiempo con alguien? Sí, lo sé, le dije en mi cabeza. Él siguió hablando: No hemos hablado de manera concreta sobre casarnos; pero sí en noches en las que luego de vinos y, tú sabes, estando echados sobre la cama y mirando el techo, comenzamos a preguntarnos, ¿estaremos juntos por siempre? Y la respuesta es mutua, obvio. Entonces, viene a la mente el casarnos y nos alegra saber que deseamos lo mismo.
Nos abrazamos con una emoción sin precedentes, es como si fuésemos dos almas gemelas que convergen entre sí. Incluso, a veces siento que nuestros corazones palpitan al mismo tiempo. Me sale lo poético, deberías escribir esto que digo, dijo emocionado, al punto de contagiarme su entusiasmo.
Seguimos caminando y siguió relatando: Es mi otra mitad, como cuando sientes que alguien te respalda en todo momento, es alguien que me apoya, que nunca me critica, dice que en que estoy mal y cuando mejoro, me felicita. Yo hago lo mismo, es como si ambos trabajáramos juntos por la relación, por querer ser mejores personas, no solo por nosotros mismos, sino por esto tan bello que tenemos. ¿Me entiendes, verdad? Tú que escribes sobre el amor y todas sus dimensiones, de seguro este es un amor, no perfecto; pero como dijiste en un texto, sí ideal.
Sonreí cuando dijo eso último porque me gustó que leyera mis pensamientos hechos textos.
Te felicito nuevamente, se nota que tu china es grandiosa. Además, llevan un montón de tiempo juntos e imagino que no ha sido fácil; pero sí han sabido salir adelante.
Claro, loco, eso es lo primordial. No ser orgullosos ni andar a la defensiva, ser reflexivos y saber cuando hacemos mal. Todo lo hablamos, nadie se va corriendo cuando peleamos o quiere abandonar el barco. Si estamos juntos, estamos juntos en todo.
Esas palabras resonaron en mi cabeza, la madurez con la que hablaba mi amigo me inspiraba para escribir mi siguiente texto. Lo conozco desde hace mucho, le vi alguna que otra chica; pero en la actualidad y su enamoramiento lo han llevado a niveles extraordinarios. Con solo decir que está trabajando y estudiando cuando antes lo veía perdido en algunos vicios. Es así, el amor te hace bien.
Cuando llegamos a la joyería, una de esas tantas que encuentras en dicho centro comercial, entramos cogidos de la mano para hacer vibrar de distintas emociones a los empleados, queríamos hacer como si fuésemos una pareja de homosexuales muy enamorados. Incluso, le salió una voz media extraña al momento de preguntar por unos anillos; pero a mí me ganó la risa y arruiné el espectáculo. Entonces, la señorita, que entendió la broma, dijo con humor: Por un momento creí que eran pareja, se ven tan bien juntos. Eso nos hizo reír con efusividad.
Terminado el chiste nos volvimos serios. Ella trajo algunos anillos y anduvimos viéndolos. Él comenzó a preguntarle sugerencias de mujer y yo me fui a un lado a observar otros accesorios.
Cuando volví a su lado, me dijo: Le voy a proponer matrimonio de una manera sencilla, a ella no le gusta tanta fiesta. Eso me encanta, es bien humilde.
Esas son las mejores. Una mujer sencilla vale por mil, le dije con una sonrisa. La señorita que nos atendió ya no estaba, se había retirado a traer otros anillos, entonces, me hizo una pregunta, ¿Alguna vez pensaste en casarte? Tuviste una relación de muchos años, ¿y ahora como te va con tu chica? No me has contado en todo el camino, si no te llamaba para que me acompañes no te vería hasta la boda.
Admito que esos comentarios si nos hicieron parecer pareja; pero pues, filtrando la broma, le dije con sobriedad: Sí, lo he pensado. Es más, me gustaría que sucediera. También quiero hijos.
¿Sabes que eso no es normal, no? Me dijo. En la actualidad los hombres ya no se quieren casar, dijo con seriedad y recostando su cabeza en el brazo que tenía apoyado. Si, tienes razón; pero, somos unos románticos, ¿no? Le dije con una sonrisa. Y también estamos locos, añadió. Tú más que yo, le dije. Pero tú me seguirás, añadió.
Tras reírnos, preguntó: ¿Por qué no te casaste con tu ex de cinco años? Lo vi luego de mirar hacia el piso y respondí: Porque dejé de amarla. ¿Y por qué no con Claudia? Recuerdo que también duraron tiempo. Dos años y medio, le refresqué la memoria. Exacto, dijo y yo seguí: No lo sé. Clau era espectacular, no lo niego; pero cuando decidió largarse me hirió tan profundo que no pude seguir amándola.
Asintió con la cabeza e hizo la pregunta que esperaba: ¿Y con tu chica actual? Bueno, le dije, ya no es actual; pero, te diré que sí lo soñé.
Y más allá de eso, lo visualicé. Pero, pues, no es que justifique a la vida, porque nunca lo hago, sino que, no se dio. No estoy con humor para profundizar en ese tema, añadí. Y entendió con claridad. Entonces asomó su cabeza y vio a la señorita volver. Mientras que la dama retornaba me vio con un rostro picarón y acercándose al oído, me dijo: Esta bien buena, ¿Por qué no le sacas el MSN? Cuando dijo eso empecé a reírme de una manera descabellada.
¿El MSN? Ah, no, chucha, digo, el WhatsApp, se corrigió y también comenzó a reír. Putamare, Bryan, estamos viejos, dijo y seguimos riendo. La chica no entendía de que tanto reímos, solo atinaba a colocar los anillos en el mostrador.
Así que te casas, le dije con humor. Si pues, mi broer, ya llegó mi hora, respondió. La chica sonrió. Ni creas que te vas a escapar, tú serás el siguiente, dijo mi amigo. Sonreí y le dije, así como voy, lo dudo. Entonces, la chica, interrumpió, ¿no te quieres casar? A algunos hombres les aterra. No, no me pasa eso, es solo que no se da, le dije para salir del paso. Ella atinó a sonreír asintiendo con la cabeza.
Oye, Bryan, este es el ideal, me dijo mi amigo. El anillo era precioso, oro blanco y algunos otros detalles. Esta chévere, le dije acercándome y colocando mi brazo en su hombro. Le va a encantar, dijo con una sonrisa. Entonces, ¿lo lleva? Junto a una serenata, quedará excelente, sugirió la chica y ambos nos miramos preguntando, ¿Serenata? Demasiado trillado. Reímos enseguida. La chica se fue a traer la caja y demás, y él me dijo algo que no voy a olvidar: De todas las cosas locas que he hecho en mi vida, esta es la más loca y hermosa.
No puedo describir la emoción en sus ojos. Estaba viendo al tipo más seguro y desquiciado del mundo.
Al salir de la joyería salimos del centro comercial con rapidez, ambos estábamos ansiosos por fumar unos cigarrillos. Él por querer calmar su ansiedad y yo por querer bajar mis revoluciones. Fumando en una esquina seguimos conversando.
Tras charlar junto a unos cigarrillos nos despedimos en el paradero acordando que me contaría con lujo de detalles como sería la pedida de mano. Poco antes de darnos un abrazo, me dijo: Tú serás el próximo. Y cuando iba subiendo a su taxi Uber, le respondí con una sonrisa irónica y estas palabras: Tal vez en otra vida.
Se fue feliz, con una enorme sonrisa y notablemente enamorado.
Me sentí bien al verlo así. El amor es así.

Fin