Mi nuevo libro

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sábado, 29 de abril de 2017

Imagina

- Imagina que estoy detrás de ti.
Te abrazo por la cintura y coloco mi mentón en tu hombro derecho.
Huelo tu cabello y me encanto.
Con la quijada deslizo tu cabello hacia un lado.
Te beso esa parte del cuello.
Con la mano izquierda sujeto levemente tu cabello para besarte el cuello con delicadeza.
La mano derecha ya está tocando uno de tus pechos.
¿Y mis labios? En tu cuello.
Te oigo aumentar la respiración y siento un temblor en tu cuerpo.
De repente, ambas manos van a tu trasero.
Enseguida, van a tus senos.
Caes levemente, como rendida.
Te vuelvo a besar el cuello, esta vez, con mayor intensidad.
Quito tu blusa con facilidad y el bra en un santiamén.
Vuelven mis manos a tus senos, ya sintiéndolos en su complejidad.
Un masaje te traslada a un completo estado de excitación. Lo noto por el sonido que produces.
Volteas de golpe para besarme apasionadamente quitándome la camiseta con bestialidad.
Nuevamente nos besamos y mientras lo hacemos nos caemos sobre la cama.
Entonces, todo empieza.
Lo que te dejo -solo para imaginar- es que andamos desnudos, yo detrás de ti, mordiendo tu hombro, tras una nalgada y a punto de besarte ¡TODO! Comenzando desde la espalda y con un engañoso masaje.


Fin

Charla con Anna

 Anna: Oye, tienes una impresionante facilidad para involucrarte en un sinfín de situaciones. ¿No te cansas? Yo terminaría agotada.
Yo: ¿De dónde crees que salen las historias?
Anna: Pero, ¿Por qué siempre meterse en los personajes? Deberías anclar. Por el orden cósmico de tu vida, ¡Deberías volver con Cowco!
Es cuando solté una de las risas más estruendosas que he desarrollado.
Anna: Ahora ríete; pero, ¿no crees que estoy siendo algo cierto? Seamos francos, te cagas por ella.
Muerdo el puño de mi mano en señal de algo que ni yo logro entender.
Yo: Déjala a ella para el final.
Anna: No te va a esperar toda la vida. Ya lo hizo durante siete años.
Yo: No creo en el destino. Ir a buscarla sería fácil, tocar el timbre, poder cara de idiota, argumentar explicando todo lo ocurrido durante el último tiempo y besarla a quemarropa.
Yo prefiero las casualidades, encontrarla, de repente en algún café, que se yo. Sorprendernos, y quizá, armar algo repentino y pues...
Interrumpe de golpe.
Anna: La vida como es como un libro. Yo creo que temes.
La veo con rostro confundido.
Anna: Temes a que ella no exista. A que ya no sea como la has idealizado. A como la comparas con todas. A como la sueñas y la piensas. A como lo fue contigo.
Yo: Tienes la facilidad para destrozarme en segundos.
Anna (irónica): Por eso me quieres, Barreto. Porque nadie te dice la verdad como yo.
Sonrío.

Fin

viernes, 28 de abril de 2017

Clarita

- Me dijeron que estaba errado, que debía de pensarlo bien y sin embargo, fiel a mi actitud testaruda, quise intentarlo.
Yo tenía 25 años, salía de una larga relación de tres años y como no me gusta andar descansando -y si, por andar en busca de historias- quise relacionarme con Clarita, una chica que acababa de ingresar a la universidad, cachimba, como le dicen en Lima, de 17 años con dos meses, según especificó cuando la conocí, con una cándida y noble sonrisa, como si no fuese capaz de matar a una mosca. Cabello rubio y ondulado, como me fascinan las mujeres y ojos marrones que brillaban con el sol. Era linda si quiero definir el conjunto de características que me mostró las tres veces que salimos, una vez a caminar y dos películas en el cine (Rápidos y Graciosos 5 y Los pitufos).
“Me aburrí; pero como había pagado no me quedó otra que quedarme” le dije a mi mejor amiga tiempo después. Ella respondió con una pregunta, ¿tuviste una buena recompensa? Tras una sonrisa, le dije: Un par de besos apasionados, nada más allá de eso, lamentablemente.
Ella salió contenta, emocionada por los autos volando y viendo al susodicho actor “Quiendice” cayendo encima de un tanque y yo pensando ¿Por qué no entramos a ver Hostal 2? Pues, le teme a la sangre, tal cual me dijo una vez denotando absoluta seriedad: Mi padre es médico; pero yo estudio Psicología porque no me gusta ver sangre.
Vas a lidiar con dementes, le dije con humor. Ella respondió, ¿fascinante, no? Estudiar la mente y eso, me encanta.
Y pensar que lo recuerdo con claridad, sus rostro sobrio y articulando las palabras mientras realizaba ademanes. Recta y segura de sus palabras. Lo tengo en mente porque fue la única vez que me habló en serio.
Clarita, estudiaba en la San Martin, cursaba el primer ciclo y empezaba a decirme que sus amigos eran unos borrachos, que les gustaba salir los viernes y sábados después de clase, que se iban a beber licor y fumar cigarrillos. Los acompañaba, a pesar que la idea no me gustaba y relataba sucesos tales como: Es la primera vez que tengo resaca, no vuelvo a combinar cerveza con vodka.
Yo, a una edad importante en la que he vivido y visto suficiente en dicho ámbito, siempre anduve meticuloso, como un sabio que observa al pupilo desenvolverse en un nuevo conflicto.
Ya me lo habían dicho: Bryan, ella no es para ti. Seguro anda de aquí para allá, con X y con Y. No es lo que buscas y te aburrirás pronto.
Antes de escribir una historia suelo vivirla. Los detalles, las emociones, los sentimientos y los pensamientos, no me salen de la cabeza, son reales y para escribir debo de vivir.
Me hice el sordo ante los comentarios de mi amiga, que sabía de mis intenciones; pero no quería que me siguiera involucrando por miedo a que pudieran herirme. Sabe, a que pesar de mi locura por querer meterme en situaciones bizarres, tengo un corazón sensible.
Hablábamos por WhatsApp, me relataba sobre la universidad, las fiestas de los fines de semana, los trabajos y exposiciones, y yo le escribía con la comprensión que me caracteriza y dosificando sus emociones con palabras de aliento y felicitaciones. Además, agregaba que no debía de salir tanto, esto no lo hice muchas veces, suelo ser alguien que deja al libre albedrío algunas decisiones; pues, no hago de padre de nadie. Sin embargo, si me piden un consejo, lo doy.
No de la clase de asesoría que me pidió después de la última vez que nos vimos -sí, esa vez que fuimos a ver Los pitufos-.
Amor, ¿Ron o vodka?
Por Dios, Clarita, solo tienes 17 años, ¿Qué rayos haces tomando hasta la madrugada? Quise decirle; pero resolví responder, deberías pensar en estudiar y no en tomar.
Contestó: Te pareces a mi Papá, él no es cool.
Me llevé las manos al rostro y enseguida me dieron ganas de reír. Por supuesto que la pregunta, ¿en qué rayos me he metido? Surgió en la cabeza. Pero no quise comentarle nada a mi mejor amiga, darle razón no es mi oficio. Me gusta contradecirla, hasta ahora lo hago.
Tras esa conversación vía WhatsApp empecé a meditar. ¿Termino la relación? Fue la pregunta inmediata.
Rato después me llenó la ventana de mensajes de amor.
“Amor, te quiero muchísimo, gracias por comprenderme. Eres el mejor, te adoro”. Escribió muchas frases preciosas; aunque algunas fuera de sí. Y no voy a especificar cuáles, solo diré que deseaba llegar a otro nivel de relación.
Entonces, me llamó y de igual modo habló sin parar, dijo un centenar de argumentos, entre cuanto me quiere hasta cuan loca esta por la vida.
Yo, condescendiente, le respondía con calma y por momentos con humor.
La seriedad para no caer en el juego y el humor para no parecer su padre.
Nos vimos una cuarta vez y fue la última. Cumplíamos 1 mes de enamorados y como sabrán todos los lectores habidos y por haber, soy un romántico empedernido, y no iba a dejar pasar la ocasión por no vernos seguido.
Quise sorprenderla, de cualquier forma o modo, había un sentimiento por ella, era -o al menos así lo creía, una chibola sin rumbo fijo; pero con nobles sentimientos- podría ajustarla y llevarla por un adecuado sendero, pensaba mientras caminaba rumbo a su universidad.
Sabía que salía a las 11am y que tenía un receso o como le llaman, hueco, de una hora. Podría andar en la tienda comprando cigarrillos o algo de comer y la sorprendería con un simpático peluche.
Lo voy a resumir: Llegué silbando una canción y la vi exactamente al lado de una sangucheria, sentada en las piernas de un sujeto con gorra y pantalón ancho, zapatillas gigantes y suéter talla XL.
Se besaban sacando la lengua para que sus amigas les sacaran fotos.
No sé porque no me sorprendió, quizá, lo esperaba, de repente, de manera inconsciente o tal vez, porque mi amiga me lo había repetido muchas veces: ¡Ella no es una buena chica! No vas a poder salvarla.
Era como si mi confidente tuviera un sentido que le diera el poder de intuir las acciones. Aún así, no iba a darle la razón. No por orgullo, sino porque es divertido.
Hola, le dije. Te traje esto, añadí dándole el peluche.
Buenas tardes, jóvenes, me presento, soy Bryan Barreto, el supuesto novio de Clarita; aunque ese puesto estaría dividido entre los dos, le dije al tipo con suma ironía y le estreché la mano. El tipo correspondió el saludo mecánicamente, estaba más sorprendido que yo.
Soy un tipo fuerte, de repente, al escuchar la frase, soy el novio, pudo pensar que algo terrible podría ocurrir; pero ando a años luz de esa actitud.
¿Me invitas un pucho? Me dio uno. Lo encendí y pensé, hubiera sacado un puro y hecho como Logan cuando intenta intimidar a alguien.
Clarita estaba avergonzaba, ya lejos del tipo, quien también estaba asombrado y pálido, entonces, terminé mi argumento: Bueno, Clarita, solo decirte que no deberías mentirle al amigo. El tipo la vio enojado. Y, cambiar en algo tu actitud. Me voy, suerte muchachos.
Me empecé a reír al tiempo que caminaba y escuché algunos reclamos por parte del fulano y preguntas del lado de sus amigas.
Antes de contarle esta experiencia a mi amiga, Clarita me envió un audio al WhatsApp, estaba llorando: Por favor, lo siento, estaba confundida, no sé que hice.
Deberías cambiar tu actitud, no por mí, sino por ti y no contagiar de malos hábitos a los demás. Chau.
La dejé en visto en resto de palabreo y a los minutos hice la llamada respectiva.
Ella lo imaginaba y quiso que yo le diera la razón. ¿Y qué sucedió? Pues, no lo hice. Al contrario, respondí: Ahora tengo algo que escribir. Entonces, empezó a reír.

Fin

miércoles, 26 de abril de 2017

Aquí me quedo

- Le dije al corazón que anclara porque de tanto navegar ya no reconozco el mar. Deja que me familiarice con las aguas para saber si seguimos.
Este respondió: Y de repente, ya no gustas navegar en océanos desconocidos. Ya no te llama lo que pueda venir, ya no arriesgas, ya no avanzas en la niebla.
Yo le dije: Ya estuve en demasiados mares, ahora quiero quedarme aquí, no se como se llama; pero quiero conocer estas aguas.


Fin

sábado, 22 de abril de 2017

Yo (un poco)

- Debería tener una esposa; pero, ¿Quién sería tan valiente de casarse conmigo? Soy escritor, no es trabajo con horario, escribo todo el tiempo y a veces hasta de madrugada. Me gusta hacer el amor todas las noches (y no del modo convencional). Mi romanticismo es infinito; pero tiene un punto débil, se agota si cambias. Es decir, no doy, si no das. Adoro los detalles (soy demasiado detallista) y si me regalan libros soy feliz. Tengo mucha pasión en todo lo que hago, de lo contrario, no lo haría. Me encanta reír, no me gusta la gente apática. Tengo muchos conflictos mentales, o sea, no te sorprendas si un día me escuchas hablar solo, -estoy interactuando con los personajes dentro de mi- y si no hablo de programas o series es que prefiero charlar de mitología, el universo, extraterrestres y ando pensando en todo momento, filosofando a cada instante, a veces, de golpe se me ocurre algo y debo anotarlo donde sea. Una vez apunté una idea en papel higiénico. Soy complicado, eh, no me gusta que me celen, -bueno hasta un punto es divertido- y tengo muchos dilemas/fetiches/cuestiones pero todas son para escribir, es decir; todo se basa en escribir. Tú también, obvio, serías mi musa. No cuento más para no arruinar mi disque encanto y debo decir que no soy físicamente agraciado; aunque, si puedo presumir en algo, cosa que nunca hago, es que soy buenísimo sobre el escritorio (y no para escribir). En fin, amo todo lo que contenga mango.


viernes, 21 de abril de 2017

Relato erótico

- Mi chica de cabellos rulosos y yo, por enfocarnos en los besos nos olvidamos de la película.
El beso, que empezó tierno fue volviéndose apasionado al punto que, mi mano, rosó levemente su trasero y luego, esa misma mano, llegó a su cabello para removerlo hacia arriba dejando deslucir su cuello, entonces, dejé los labios para besarle el cuello y drogarme con el aroma que irradia. Ella gimió dócilmente y sentí que debía seguir, lo hice y sin detenerme fui recorriendo su cuello a base de besos. Enseguida, me vio y quiso besarme con mayor intensidad, mientras lo hacía íbamos desprendiendo lo absurdo de las ropas, yo ya estaba en camiseta y ella sin blusa, volvimos a besarnos y propuse, luego de un beso intenso, sintonizar una canción. Aceptó y al volver me cogió del rostro para besarme con frenesí. Estábamos de rodillas sobre la mano, sostenía sus senos al tiempo que mordía mis labios.
Me dediqué a su cuello, esta vez, por la espalda y al hacerlo iba quitando su sostén y al dejarlo caer toqué sus senos y tras ello le besé la espalda haciendo que gimiera otra vez; entonces, volvimos a darnos la cara y besarnos en los labios. Sujetó sus cabellos rulosos llevándoselos hacia arriba y yo me encargué de besarle los senos de una manera dulce y delicada sabiendo que le producía excitación y sintiéndome el dueño de su ser. Los acaricie y besé hasta que caímos sobre la cama, entre sonrisas comenzó a desatar el pantalón, hice lo propio con su jeans y ya en ropa interior nos acercamos para sentir nuestros genitales. Le besé los labios y el cuello, fui bajando por sus senos y viéndola de reojo. Tenía los ojos cerrados y las manos en los cabellos rulosos, sintiendo el placer que le otorgo y deseándome como nunca antes.
Resolví quitarle la ropa interior con los dientes hasta poder contemplar lo que tanto he deseado.
Descendí con rapidez para sentir su vagina húmeda con mi mano y enseguida, pasé mi lengua con lentitud.
La veía desde mi posición, exquisita piel morena que he soñado besar, cogí sus muslos llevándolos hacia arriba y comencé a besarle la vagina con mucha pasión.
Desbordes de gemidos reemplazaron la música de fondo, supe entonces, que debíamos fusionarnos, hacer que nuestros cuerpos se vuelvan uno.
Me eché sobre su cuerpo, le besé los labios y dejé que me tocara el pecho. En ese momento, sentimos como nos juntamos como nunca antes lo habíamos hecho y comencé a moverme con lentitud para luego realizarlo con rapidez, a un ritmo apropiado y sin dejar de besarla.
Tras un tiempo, subió encima de mí, vi sus rulos caer cerca de sus senos, los cuales tocaba y besaba por momentos, se veía hermosa, ya sin los lentes a medida que antes le daban un aire intelectual; desnuda como Dios la dibujó, magnífica y radiante como una musa pintada por alguien del Renacimiento y dejando que me hiciera suyo, que sintiera que le pertenezco, que leyera mi corazón cuando colocara su mano en mi pecho, que sus rulos cayeran cerca a mi rostro cuando besara sus senos y al tiempo que éramos uno sentir tanto amor como pasión. Cada vez que se movía yo sentía que andaba brincando en las nubes y la veía con los ojos semi abiertos deseando que aquello fuera eterno.
Ya estábamos sobre el escritorio, el lugar donde tantas veces escribí sobre ella, mi musa, que se encontraba encima y boca arriba, yo besándole los pechos antes de hacerla mía, de ingresar en su ser y al hacerlo, al manifestar mi amor con el deseo corporal, sentí que debía de quedarme así para siempre, tan cerca y tan dentro, tan juntos y tan enamorados, tan apasionados y tan intensos, y ella, sentía que debía estar para siempre en mí cuando sus brazos se enredaron en mi cuello para susurrarme al oído eres mío y de inmediato confundir nuestros gemidos de lujuria, intercambiar palabreo de amor y sentir que somos uno.
Despertamos tras una faena esplendida, desnudos sobre mi cama, abrazados, felices y más enamorados que nunca.
Dijo que me amaba, le dije exactamente lo mismo, con palabras sacadas del corazón y le di un beso en la frente para luego sentirla caer sobre mi pecho.
Vi el techo y pensé en lo feliz que era junto a mi rulosa preciosa.
Fin

jueves, 20 de abril de 2017

Mis clones

- Debería tener un séquito de clones.
Uno iría a la universidad, otro haría el trabajo de editor free corrigiendo los textos de otros, el siguiente estaría noche y día encerrado en la habitación y escribiendo. No saldría para nada. Terminaría los libros que tengo pendiente y a otro clon le ordenaría que buscara editoriales en todo el mundo. El último haría el amor todas las noches. Ah no, ese debo ser yo porque nadie lo hace mejor. ¡Nadie!
Y el último se metería en líos, situaciones bizarres, andando de aquí y por allá en busca de historias. 
Y entonces todo estaría en el orden cósmico establecido.


Fin

sábado, 15 de abril de 2017

Encuentro

- Él llegó a la banca donde estaba sentada, se veía hermosa con la misma sonrisa de la semana pasada, los zapatos grandes, pantalón blanco y un suéter, los lentes que le dan aire de intelectual que resulta sensual -y que no se atreve a decirle-. Ella lo esperó cinco o diez minutos, él y su defecto por no llegar a tiempo, ella no se movía de la banca, él se acercó para saludarla, se instaló a su lado y de inmediato le dio un beso. Sintió el mismo aroma de la semana anterior y esos días en los que iban a verse pero no pudieron se diluyeron, el abrazo, aunque corto, hizo que todo quedara en el olvido y solo se quedaran pensando en ellos, en cómo van y como son. Luego, tras una importante e inminente pregunta, que abrió la historia de amor, un beso selló el inicio y la frase “espero una relación larga” hizo que ambos corazones sonrieran, pues, el amor ha llegado y no va a irse, se piensa quedar para alimentarlos de nuevas y bellas emociones y sugerirles ser intensos como romanticismos, aunque lo siguiente sea innato y aquello resulte espectacular. Se cogieron de la mano tras abrazarse de nuevo y todo, otra vez, se detuvo, porque, únicamente, estaban enamorados. Y los enamorados tienen el don de que todo sea mágico.


Fin

viernes, 14 de abril de 2017

Dos

- Todas las veces que me peleaba con mi chica iba a buscarla. Es curiosa la forma como no olvidas una dirección, sabía exactamente como llegar a pesar de que su casa se encontrara a dos horas de la mía y mientras la imagen de la ubicación aparecía en mi mente recordaba a su vez los momentos que vivimos. Aquí viene otra particularidad, la manera como alguien nunca zafó de tu corazón y a pesar que en la actualidad te encuentres en una relación, sigue estando allí. Es como un fantasma, aunque por momentos lo llames demonio. En ese instante, cuando mi enamorada se iba de casa haciendo estallar la puerta, gritando como desquiciada e insultando a esas personas que odia por sus celos, ya enfermizos, comencé a pensar en la otra chica preguntándome, ¿Por qué ella nunca me hizo una escena de esta magnitud? Sí, sé que es complicado comparar; pero a veces resulta inevitable o mejor dicho, oportuno. Ella se iba lanzando ajos y cebollas, creyendo que iría tras ella como lo había hecho muchas veces, se haría de rogar, diría que estoy errado, que esas mujeres quieren estar conmigo, yo trataría de hacerle entender que se trata de mi trabajo, de lo que voy a vivir y ella diría que debo dedicarme a otra cosa, entonces, yo, respondería que soy bueno en esto, ella callaría porque lo sabe; pero en el fondo quiere un oficinista cuya labor es impecable; pero no necesita de seguidores. Soy escritor, me debo a mis lectores, ella lanzaría argumentos en contra de ellos, todos basados en terribles celos que nunca entendí, entonces, al fin, me daría la vuelta e iría, cuando eso ocurriría, me cogería del abrazo y abrazaríamos para darle final a la idiotez de pelear por celos. Pero yo ya estaba agotado de todo ello, por eso, cuando se fue llorando y haciendo su berrinche repetitivo y absurdo me di cuenta que fui un cretino, que nunca debí estar con ella porque no me sumaba, y lo de cretino es porque no debí dejar a mi anterior novia, una chica hecha y derecha como diría mi madre, que me amó a pesar de no ser nadie y me hubiera apoyado y amado cuando por fin pude ser alguien, hubiera respetado y hasta admirado mi trabajo; pero ya no la tenía, y me insultaba por haberla perdido y por perder mi tiempo en relaciones que no van a ninguna parte, en especial, con tipas que no reconocen mi labor. Estuve furioso y luego nostálgico; después, quise cometer la locura y la hice enseguida.
Cogí lo necesario: Valor y coraje. Cigarrillos y agallas. El bus, luego de tanto tiempo, me dejaba en el paradero Astete, descendía caminando por la Avenida Los Insurgentes y mientras andaba iban cobrando vida nuestros mejores momentos, en mi cabeza, aparecían a por montones, haciendo que sonriera y me motivara para seguir el trayecto, la amaba y lo sabia; aunque nunca se lo había dicho a alguien, ni siquiera a ella misma, era como si ese amor solo despertara cuando me doy cuenta que la necesito o mejor dicho, cuando me daba cuenta que la perdí. 
Ya no pensaba en la otra persona, imaginaba que si ella, en el mejor de los casos, se animara a volver, terminaría de inmediato con la otra persona, a quien lamentablemente no amaba, o si, o tal vez lo hice; pero ya no, porque mi corazón siempre estuvo ocupado o quizá, ese amor andaba escondido y apareció con fuerza en ese instante en el que doblaba en una esquina para ver el parque de su casa, ya estaba asomándome, ya estaba a punto de llegar a su feudo, la casa de tres pisos color blanco con portón marrón, debía de tocar el timbre y esperar a que saliera, lo tenía todo listo y andaba muy emocionado, con ganas de decirle, te amo, perdóname, quiero volver contigo, te he extrañado, eres la mejor del mundo y tantos argumentos que surgirán en el preciso instante en que la vea a los ojos y sienta ese amor que nunca se fue.
Jamás me atreví a tocar el timbre, toda mi valentía se iba cuando recordaba los siete años que ya habían pasado, cuando me acordaba de las veces que dediqué tiempo a perderla y aunque mi actual pareja llamaba desesperadamente al móvil que vibraba, sabía que no debía hacerlo, que por emoción y un fantasmagórico amor repentino, no podía arruinar a ambas, una, ya en su vida sin mí y otra, pensando que todavía puede encajar; pero no pensando en quien intenta buscar su lugar en corazones hechos de otro molde. 
Terminé con la primera cansado de tantas ecuaciones sin solución y decidí olvidarme de la otra, para poder avanzar con tranquilidad.
Resalta una ironía, escribiré de ambas.


Fin

domingo, 9 de abril de 2017

El día más feliz de su vida.

- Soy de las personas que no tienen reparos en decir no.
No lo pensé con determinación, estaba enamorado y a veces, no te deja pensar con crudeza. Crees que puedes contra el mismísimo mundo; pero no te das cuenta que no es contra él con quien batallas, sino contra la otra persona y tantas veces, contra uno mismo.
Recuerdo al magistrado preguntar, ¿aceptas como esposa a…? y yo pensando en lo bella que se veía con ese atuendo blanco, valga un comentario en su terraza poco antes del ansiado momento, fumando marihuana y viendo la luna, “mi madre me va a dar su vestido”. A la señora, con el debido respeto, difícilmente se le va a parecer, pensé entre risas mentales para luego aseverar, también en la cabeza, que se veía bellísima.
La amaba y ello fue suficientemente para aventurarme en algo de lo que no tenía idea; de hecho, sabía de relaciones amorosas a pesar de mis veintidós, aunque ninguna con tanta atmósfera social. A lo máximo que había llegado es a conocer a los padres en una reunión familiar y hacer un salud con el señor de grueso bigote rubio, el mismo que estaba sentado con un traje de diseñador, orgulloso y contento, ¿Qué raro, no? Ver a un padre dejar a su hija de veintitrés casarse con el fulano que conoció en redes que no entendía aún; pero que le agradó, según me dijo varias veces, por mi honestidad, por la forma como soy claro como conciso. Ah, claro está, por lo que los padres llegan a aceptar esta clase de compromisos: Porque la amaba.
Me lo dijo solo una vez, fue en una borrachera, yo había tomado demás y el señor cien veces peor, abrazados y luego de reír de todo lo que acontecía, me dijo: Eres un buen tipo, amas y respetas a mi hija, eso es lo que me hizo aceptar esto.
La amaba, obvio, de lo contrario no hubiera cometido dicha locura
-ahora la llamo de ese modo y me resulta gracioso- pero en su momento fue algo asombroso, como sacado de mi imaginación o de repente de un abismo en mi mente en el cual nunca había estado, muchos de mis contemporáneos decían: Nunca lo haré. El matrimonio me aterra y demás; yo también, lo admito, pero ya estaba ahí, de traje y nervios brotando con facilidad, ella estaba bella y radiante, también nerviosa; pero, feliz. Muy feliz. Era, según dijo, su realización personal, su anhelo, algunas mujeres sueñan con casarse con el tipo ideal, quien las ama y protege y lo hará todo el tiempo. Yo, para ella, era ese individuo.
La cogí de la mano como nunca a pesar de siempre andar de la mano, la vi pensando en todo lo que vivimos hasta ese instante, en las situaciones, la distancia, las estupideces, las locuras y el amor en su totalidad, ese amor que nos condujo a esto, que empezó como un ¿puede ser, no? Pero se volvió realidad tan rápido como no pude alucinarlo. Ya estaba al lado de mi futura esposa en cuestión de segundos e iba a ser inevitable que ocurriera algo distinto. ¿Qué cosas podrían suceder después? No lo sabía, ni siquiera, imaginaba. Tal vez, ni eso.
¿Acepta, señor? Oí la pregunta tras un pasaje infinito de ausencia. Todos me miraron, incluso, ella, lo hizo de un modo en señal de duda que conocía a la perfección, lo hacía cuando preguntaba si me gustaba su asado, que no me gustaba; pero decía lo contrario.
Esta vez, fue distracción; entonces, enseguida, añadí: Si, claro, acepto.
Nervioso, ansioso y a la vez, gracioso. Ella por fin sonrió tras verme de ese modo y el señor nos hizo besar. Lo hicimos, cogidos de la mano y alegres, la multitud también lo estaba, aplaudieron emocionados, su madre lloraba, su hermana la abrazaba, salimos del lugar entre risas y sonrisas, cogidos de la mano llegamos al auto, lo abordamos y este avanzó con lentitud. Atrás pude ver a la cantidad de familiares, todos de ella, mío ninguno porque estaba en una ciudad alejada y los míos no tenían idea de que esto sucedía.
 ¿Qué sucedió después? Muy aparte de contar el instante en que hice una de las más grandes locuras de mi vida, me quedan recuerdos imborrables, en especial, el momento en que vimos por detrás del vidrio y notamos la alegría de la gente que vino a vernos casar, ella cogió mi mano y sonriendo me dijo, es el día más feliz de mi vida.

Fin


jueves, 6 de abril de 2017

“La última tarde" (Sinopsis)

- Novela:  “La última tarde"

Sinopsis:

¿Qué es el primer amor sino una experiencia mágica, triste o cruel? El lector, sea adulto u adolescente tiene en sus manos una historia que lo hará revivir la flama de los tiempos idos. 
La inocencia, los recuerdos y las peripecias son algunos de los tópicos en los que gira esta novela.
“La última tarde” es una novela juvenil, en donde el tema anunciado es el amor por más que el fondo se hable de la pérdida. Barreto, nos recuerda, que al fin y al cabo, todos somos los mismos bajo los influjos del sol que alguna vez iluminó el atardecer de nuestros inocentes corazones.
Una novela divertida, llena de romance, que te trasladará a los tiempos de MSN y cartas escritas a mano, con fuertes dosis de emoción y un final que te llegará al corazón.
Se hacen envíos a todo el país y el mundo, pídela al whatsApp: +51 987774365.