Mi nuevo libro

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viernes, 25 de mayo de 2018

Al final de la fila

- El último en la fila de asientos de plástico, de traje negro de diseñador y corbata de seda por la mitad, lentes oscuros y una botella de ron de antaño en mano, el cigarrillo lo apagué para no incendiar el recinto y cuando el cura preguntó si alguien se negaba, quise dar mi argumento totalmente inválido; pero resolví callar para siempre.
Se casa con un cretino de cabeza calva, nariz gigante, mentón de faraón y pantalones anchos como saco de hombreras discontinuas, que la mira con admiración y ternura derramando puro amor.
Pensé en la forma como una mujer tan glamurosa que conocí logró consolidar un amorío con un sujeto de semejante calaña. Me di cuenta entonces que el fallo lo tuve yo al ausentarme en casa por resolver asuntos libidinosos con mujerzuelas de clubes nocturnos. Era un completo desadaptado de la vida que dejaba de lado las dulces labores familiares, como cenar bajo la luz de las velas o lavar los trastes con sonrisas, de repente leer un libro al lado del fuego o andar sobre la cama conversando antes de revolcarnos, yo entonces deseaba la vida de cama en cama, despertar con alguien y luego con otra, entonces me fui dando cuenta, sentado en esa silla de la fila final, que el narigón se la metió en el bolsillo con su naturaleza humilde y sencilla, lejos que los alcances que mi cuenta bancaria pueda ofrecer, aparte de todo mi repertorio sexual y mi noción por un futuro galardonado. Era yo quien pensaba en yo y ella quien me juntaba a sus sueños de familia y sin importar el Porsche ni los fines de semana de whisky del 83 deseaba únicamente la compañía de quien alguna vez amó estemos donde estemos, así sea en los jardines traseros de mi actual casa o en la hamaca de donde ahora vive.
Paradójico llega a sonar que me encuentre presente en el matrimonio, una sala pequeña, familiares extraños de parte del novio y los de ella, conozco de pies a cabeza y no me miran, saben que he fallado o piensan que no lo intento, de cualquier modo, cariños -por referirme a todos- ya son cuatro años separados, y ella soñaba con el casamiento mientras yo en las ruinas de mi resaca diaria.
No soy tan egoísta como todos creen, vengo porque adoro verla feliz. Tal vez sea esa la clase de amor que al final llega a quedar.
Y es así como mi chica se casa con el tipejo que conoció en una de esas clases de arte gratis que tuvo en un lugar peligroso y es así como me quedo solo con todo lo obtenido. Valga la ironía.

Fin


miércoles, 23 de mayo de 2018

Nosotros en el zoológico

- Despierto temprano a causa de sus temblores en la pierna, ella ríe opacando a la mañana soleada con su sonrisa brillosa, su objetivo ha sido cometido y abro los ojos estirando los brazos al tiempo que se acerca en cuatro patas para no perder el equilibrio y cae en mi pecho para darme un beso de buenos días. La suavidad y el color de su cabello, diría mi madre, se parecen al mío de niño.
Dijiste que iríamos a ver a los animales, comenta con voz dulce y tierna y el hombre que se amaneció escribiendo una obra que lleva su nombre tras hacerle el amor a su madre, se levanta con pie derecho como si hubiera dormido durante semanas, ella resulta ser la motivación perfecta para andar por la vida.
Enciendo la televisión, sus dibujos graciosos muy alejados de los que yo solía ver, la enganchan mientras asomo a la ducha y me encuentro con ella, mi preciosa esposa, bella como la madrugada, le plasmo algunos besos en la espalda y le hago amor teniendo al agua cayendo en nuestro cuerpo. Salimos entre risas evitando a la pequeña que no se percata que sus padres caminan en toallas riendo sobre lo sucedido en el baño. Ella se ha adueñado de la habitación principal, resolvemos vestirnos en otro lugar y una vez listos preparamos el desayuno, café y galletas de agua para mí (la dieta ha vuelto), para ella casi lo mismo, más leche al café y para la bebe el cereal con dibujos de la tele que tanto le encanta comer y botar al piso.
Yo trato de vivir el momento, cada uno de ellos de diferentes modos, mi favorito es archivarlo en mi cabeza mientras lo vivo, el segundo es utilizando mi cámara y filmando cada suceso y el tercero se basa en escribirlo de madrugada contando nuestras anécdotas.
Ella me entrega un beso diciendo que alistará las cosas, siempre admiré su vocación por tener todo listo, yo soy mucho más desordenado; pero trato de justificar mi actitud diciendo que soy práctico.
No termino mi bebida caliente y veo a las dos mujeres de mi vida esperando por mí con rostro de impaciencia. Veo el reloj y digo: Chicas, recién son las ocho de la mañana.
Amor, te tardas una eternidad en cambiarte, media hora en colocarte las zapatillas y otros cuarenta minutos en sacar el auto, eres más lento que mi madre.
Nuestra hija sonríe a causa del chiste, la analogía le resulta graciosa, de seguro imagina a su padre perdiendo una competencia de maratón con la abuela.
Sonrío, bebo de golpe y me alisto con sorprendente rapidez haciendo que ambas se queden absortas, como pensando, si lo presionamos, se apura.
Con la casa segura salimos rumbo al zoológico, pienso que hay dos, le pregunto a mi esposa a cual podemos ir, ella insiste en uno, es más lejano pero bonito. Yo siempre, desde que la conozco, trato de desarrollar sus caprichos, ahora son dos y se me hace divertido y complicado negarme. Soy como dicen, un padre engreidor.
Cinturones listos.
Listos, dicen ambas con alegría.
Sintonizo música bonita como para disfrutar en familia, es uno de nuestros primeros viajes en auto nuevo, es una de esas nuevas aventuras que la vida te entrega, es un sábado de maravilla con un clima que se comprometió con nosotros para alegrarnos la tarde.
Cantamos, de hecho, desafinados como locos, divirtiéndonos del momento, haciendo ademanes graciosos y burlas sobre nuestras voces; aunque debo confesar algo, una acotación personal, mi esposa canta bonito, lo hace con esmero y pienso, en ese instante, de repente como padre enamorado de dos mujeres grandiosas, que poco a poco, esa sensación de desgracia oral, se va convirtiendo en un canto maravilloso y me detengo, es decir; silencio voluntariamente para que el coro siga y ambas lo hacen fabulosamente bien como si vuestra melodía fuese ideal, homogénea y extraordinaria y el brillo en mi mirada lo evidencia, son perfectas.
Llegamos al lugar avistado de gente como si todos se hubieran propuesto salir al mismo lugar, el mismo día y a la misma hora. Es solo un detalle que comparto como escritor y observador que suelo ser, a nadie le importa, el punto es pasarla bonito, disfrutar del tiempo juntos y divertirnos, me lo hace saber mi chica con alegría suficiente como para endulzarme como de costumbre. Ella se ha vuelto una chica risueña desde que tuvimos a la bebe, hace cinco años y cuatro meses, ahora su vida se basa en estar feliz a todo instante, incluso, me motiva y alegra en mis intentos frustrados de volverme un escritor reconocido y habla con optimismo que contagia por completo, la he amado desde hace tanto, desde un primero de antaño y siento que la adoro todavía más ahora como si el hecho de tener a nuestra bebe hubiera inflado infinitamente nuestro amor.
La pequeña deambula, tanto sujeta como independiente, por los confines del lugar observando y analizando a los animales que ha visto en los libros de escuela y me asombra por instantes que algunos nombres los comente con un fluido ingles, uno se enorgullece y sonríe tras un chiste interno -que no comparto, a veces solo me auto doy risa- y abrazo a mi chica para contarle lo que siento. Ella se encuentra del mismo modo; pero con mayor emoción, la ve andar denotando hermosura y yo la miro de reojo comparando ambas bellezas, me doy cuenta que soy feliz, que lo soy todo el tiempo; pero en ese momento, me doy cuenta de mi suerte. Ella me mira de vuelta y entrega un beso, no hacen falta palabras para saber que es feliz.
A veces la felicidad suele ser extraordinariamente simple.
Caemos un rato en el césped, sacamos la comida empaquetada de los bolsos entre risas y movimientos particulares a la hora de estar en el parque y sentimos como el hambre, luego de tanto andar entre leones y jirafas, ataca con fiereza. Comemos a gusto como una familia que se divierte entre otras, como un conjunto de personas que tiene en común un amor infinito y una gracia sublime, como si el tiempo de calidad fuese toda una tarde pero para la memoria la eternidad y reímos porque se me cae el queso o porque a mi chica se le mancha el pantalón o de repente porque la pequeña inquieta en un intento por andar se tropieza y cae. Todo es lindo como lo son los sueños o como lo fue en sueños.
Yo diría que el relato resulta sacado de la cotidianeidad de una familia como todas en la capital, el mundo y el universo; pero lo fantástico es la forma como surgen los sucesos, no repentinos, pues, un plan de salida en familia es asunto de acordar durante la semana, sino el hecho anterior a lo creado, voy a esto, antes haber soñado con un acontecimiento tan elemental como aquel, pues, soñado sobre la cama luego de hacer el amor con mi novia (la misma de ese relato) y luego vernos aventurados en las diversas situaciones bonitas que nos va entregando la vida llegando al punto de lograr lo que anhelamos en un momento y en tanto, sentir que nos dejamos llevar y disfrutamos de ese momento relatado de una manera dulce y tierna como divertida y grandiosa, pienso entonces, que es la felicidad en su origen.
En el regreso duerme la niña de los ojos claros junto a su animal preferido que quiso llevarse para acompañar la cama, mi esposa y yo charlamos un rato sobre lo acontecido, pensamos en lo antes mencionado, en esos sucesos que anhelamos en algún pasaje de nuestra vida amorosa y lo retornamos o realizamos a cabalidad como si el tiempo de lograrlo fuera establecido y/o perfecto, es decir; a su momento.
Ella me mira, sabe que todos los hechos disfrutados serán escritos durante la madrugada o tal vez al llegar a casa y mientras descansa un rato y sabe también que estará impuesta mi felicidad en cada frase y sabe muy bien que serán por mucho tiempo porque quien le sonríe ama esos momentos.



Fin

lunes, 21 de mayo de 2018

¿Ya vienes?

- Necesito que estés aquí, desnuda a mi lado, yo viéndote de reojo, televisión encendida y esperando que volvamos a ponernos ardientes. Luego pasar la noche acurrucado a ti. 
Haces falta, ¿ya vienes?

martes, 15 de mayo de 2018

262080 minutos

- Desde hace 262080 minutos para adelante mi corazón ha sido tuyo.
Hubo un ayer como en Roma o Atenas; pero eres mi presente como este momento escribiendo un relato en Lima.
Es verdad que los amores estuvieron circulando en mi vida; pero contigo iría hasta el fin de mis días y todos esos amores se quedaron el camino porque a ti te encontré en el mejor momento de mi vida para aventurarnos hasta el final.
Es un tramo importante en el que no puedo dejar de sacarte de la mente y el tiempo se volvió una eternidad porque los segundos se pararon a causa de los besos y abrazos.
A veces la vida te entrega a la mujer y uno sabe hacerla feliz, ese amor que siempre quisiste, esa persona ideal para ti, esa diosa que te entrega lo mejor y las situaciones se dan por un amor extraordinario, entonces, solo entonces, todo logra tener sentido.
El pasado no importa, porque lo aprendido te condujo a este momento, solo es el hoy quien interesa, el presente donde amas como nunca, la actualidad llena de amor y los sueños que vienen luego, ese futuro nuestro, ese fruto del amor en su totalidad, solo eso importa.
Y entonces, todo cobra el sentido que nunca tuvo, el amor en su totalidad y un sueño de hombre enamorado que al final, a tu lado, llego a materializar.
Entonces, mi diosa, vayamos juntos por este sendero final que solo tengo este camino, se fueron todos, solo queda este y es el camino que amo y quiero para el resto de mi vida.
El juntos por siempre dura 90 años, ¿es suficiente? Pues, es lo primero que hay, luego veremos si duramos la eternidad. Por hoy, son 90 años, luego van a ser 200 y enseguida infinitos. Lo que importa es que tengo esos años para amarte.



Fin

De noche contigo

- Ella al lado izquierdo la cama, yo observando sus movimientos y pensando en cómo la confianza ha llegado a ambientar nuestro mundo, ya no somos quienes tímidamente preguntan antes de hacer algo, ahora ella se desviste, coloca la pijama de gatitos graciosos y una estrella en el centro y sonríe antes de descubrir el edredón y adentrarse en él como una niña que se cobija del frío. Es hermosa, no cabe duda y lo pienso desde siempre, desde esa vez en el Parque de las aguas donde la conocí y sentí que podría enamorarme, desde ese beso en una banca cerca a un poste romántico que se apagó cuando los labios se juntaron y prendió cuando lo miramos. Ha cambiado el peinado; pero me sigue pareciendo bella, ¿el amor así, no crees? Ver siempre a la mujer que amas como la primera vez, con ese brillo en los ojos, con esa profundidad en la mirada, con esa mordedura de labios deseándola cerca.
Su figura se amolda en su cama, aprieta fuerte sus manos a la manta de flores que huele a ella y siento al lado cuando la extraño. Yo me acuesto luego, antes debo apagar el computador, sintonizar una película o de repente la música, dar unas vueltas y desvestirme para quedarme únicamente en bóxer sabiendo que no dormiremos pronto. Nosotros sabemos que la noche, cuando nos quedamos juntos en mi habitación, no se usa para dormir.
Me recuesto a su lado, la miro ver la televisión, su perfil, sus labios, su piel morena que se confunde con la oscuridad y esos ojos negros y achinados que a veces frunce de enojada y otras veces abre a cabalidad como un búho, generalmente cuando me observa hablar de lo que siento o cuando ríe de espontánea por lo feliz que es a mi lado. A veces solo la miro, la contemplo estar contenta, yo sonrío cuando lo hace, cuando la veo reír, cada vez que los chistes le causan gracia o sus comentarios graciosos caen a pelo. He aprendido a reírme de sus bromas y carcajear de sus chistes, me he dado cuenta que si es feliz, yo también lo soy.
Vemos una comedia americana, la típica escena de los novios que se tardan en darse cuenta que son tal para cual, ella no se da cuenta que la estoy mirando reír, me pregunto si solo lo hace aquí, quisiera que no fuera así, desearía que lo derramara todo el tiempo, ella lo merece, conozco en parte su historia y quiero verla siempre con la sonrisa bien puesta en el rostro porque también me hace sonreír.
Se acomoda de lado, es su postura favorita. A veces me pide acercarme y colocarme detrás para besarle el cuello y el hombro sin que lo pida, es mi naturaleza para con ella y otras veces me asomo como felino cuando me olvido de la película y no soporto tenerla cerca y no poder devorarla a besos. Soy así, adicto a mi morena de los cabellos como Rapunzel, fiel a su piel y en especial a sus hombros descubiertos por la noche.
Ya en esa posición, olvidando el argumento del film, recalco la idea de quedarme por siempre en dicha posición, totalmente a su lado, fielmente como estoy, detrás y besándole el cuello, si me pidieran hacerlo toda la vida, yo lo haría con gusto, si pudiera pedirle un deseo a un genio, le diría que la noche fuera eterna.
Es la última noche de un grandioso fin de semana, tuvimos un asado familiar y una tertulia divertida, la pasamos bacán y nos divertimos como solo nosotros sabemos hacerlo. Yo mirándola en todo momento aunque a veces no parezca, a pesar que en algunas ocasiones no se dé cuenta, ¿Por qué la observo siempre? Porque quiero verla cómoda, porque deseo que se encuentre riendo, porque me esfuerzo porque este tranquila y en confort, porque se sienta como en casa, como en familia, como entre gente que la adora por como es y la mira con admiración y ternura, como lo hace mi madre, por ejemplo, que todo el tiempo le sonríe y expresa su cariño.
De vuelta a la cama, ya tras esa jornada espectacular en donde los cuerpos se fusionan en base al amor que nos sentimos, tras besarle hasta el alma plasmando en cada beso todo ese amor que le siento, rendidos como dos cavernícolas enamorados sobre una sábana que lleva su nombre, llegamos a sujetar nuestras manos a pesar del cansancio, es verdad que estamos agitados y los corazones avanzan a velocidad pero una sonrisa nos une y una mirada lo dice todo.
Abrazados debajo de un edredón para vencer al invierno que se avecina, ella se queda quieta en mi pecho tatuado, yo le acaricio la melena oscura como su piel que me fascina desde un comienzo y huele a jardín del Olimpo. Ella cierra los ojos por instantes, yo la siento relajada, como en un trance entre realidad y sueño, pero igual de preciosa, de hermosa, de divina, como una diosa que solo podría encarnar a otra diosa, la metáfora es válida para ella que lo entiende. Entonces, siento que debo confesar lo que toda la vida, desde hace bastante tiempo, vengo diciendo. Ella calla, silencia como grillo en la noche, y mi corazón produce las palabras para que los labios la destinen a su alma: Su nombre, se oye al inicio junto a un cándido ocasionado por la madrugada y mi argumento relata, te amo, mi cielo. Lo que siento destaca de todo lo antes vivido, lo que llevo adentro interfiere con todas las dimensiones establecidas, no puedo hallar otras palabras para decirte lo que siento y tal vez, millones de poetas ya lo dijeron en decenas de libros; pero esto, totalmente esto, es mío para ti. Te amo, le digo con los ojos cerrados para que se sienta mejor. Te amo y quiero amarte el resto de mi vida, desconozco por completo el tiempo que vaya a durar mi vida en la tierra; pero durante ese tiempo te voy a amar, mi cielo.
De repente las palabras se hayan escuchado en otras épocas, en otras facetas, en otras circunstancias, tal vez en Macedonia, Roma o Madrid, alguien ya las dijo, quizá, ya la hablaron en Marte, es posible que Bécquer haya contado muchas veces su amor con las mismas o similares frases; pero yo, exactamente yo, te las digo porque las siento y en este momento, en este preciso instante, las estoy fabricando.
Hago una pausa para meditar: Ella piensa que todas las palabras ya fueron dichas, son repetidas como figuritas, son inválidas porque han sido conjugadas; pero no se da cuenta, no comprende, no acepta, que las palabras nacen al momento de ser dichas y mueren cuando llegan al corazón del destinatario. Lo que trato de decir es que mueren cuando te las digo.
Te amo, mi prometida, le digo con una voz dulce y suave como para que pueda penetrar en sus oídos y llegue hasta el corazón, lo haga latir en mi nombre otra vez y sienta la calidez de ese amor verdadero y honesto que llevo adentro.
Ella se estremece, yo tengo ganas de darle un abrazo, llorar de emoción, sentir que quiero permanecer con ella por siempre, hacerle entender y creer que ese siempre es realmente un siempre, no es el siempre de los cuentos o novelas, no es el siempre que dijeron una vez y no duró, no es el siempre de las películas que terminan en dos horas, es el siempre original de un alma enamorada.
La abrazo y sus huesitos se retuercen, soy fuerte, los músculos se crearon para protegerla como los Espartanos y yo cuidaré de ella y lo que se avecina en su vientre hasta luchar contra el mismísimo Jerjes.
Y pienso en la noche anterior, en el momento en que supe la noticia, reflexiono para mis adentros: No puedo ser más feliz. Y entiendo que a veces, Dios, acepta un error y te recompensa. Entonces, logramos hacer las paces.
El abrazo detiene el mundo, la noche, el tiempo, lo detiene todo. Ella queda pegada a mi cuerpo y yo deseando que la noches perdure años. Ella se queda a mi lado y yo anhelo tenerla toda la vida a mi lado.
He soñado con que vivimos juntos, con que vamos a dejar a los bebes en la escuela y nos casamos frente al mar y la visto soñando lo mismo y la he visto realizando nuestros sueños en los sueños y nos hemos visto haciéndolos realidad y nuevamente nos vimos juntos y otra vez pegados a una cama y de nuevo he vuelto a creer que quiero tenerla a mi lado y me di cuenta entonces, esa noche, que el amor, después de miles y miles de años, ha llegado a mí materializado en ella.
El abrazo lo dice todo, a veces todo lo que las palabras ya dijeron, a veces todo lo que pueda decir mi literatura o mis besos; pero jamás todo lo que puedo decirle mientras le hago el amor.
Y me doy cuenta que tengo ganas de besar el Sahara nocturno de su piel, recorrer la luna de sus hombros y llegar a lo profundo de su inmensa belleza. Y lo hago al fin.
Es verdad que la noche se hace larga y eso me fascina, yo le palabreo todo lo que siento y ella me escucha a pesar que no crea en las palabras; pero le hago entender que nacen y mueren con ella. Que son únicamente para su ser, para amarla, por amarla, porque lo siento y porque necesito hacérselo saber, son palabras que nacen al momento, irrepetibles porque convergen en su delante, porque tienen su nombre y son para ella, son palabras honestas y reales y respaldadas por las cientos de acciones que tengo para amarla. Por eso, son palabras honestas.
Amanecer y verla es mejor que ver el mar Mediterráneo desde Atenas. Duerme como la diosa que es y yo la miro como el mortal enamorado que soy y le planto un beso de buenos días para hacerla feliz.
Le sigue, una risa, un abrazo, dos golpes divertidos, una carcajada, el sol resplandeciendo, vidas en su vientre y el tiempo de sobra para ser felices.

Fin

sábado, 5 de mayo de 2018

No saber amar

- Ella no solo me rompió el corazón.
Recuerdo la vez que me vio a los ojos poco después de habernos besado hasta el alma sobre la cama de mi habitación tras hacer el amor como fieras salvajes para de inmediato decir: Harry, nosotros no podemos seguir juntos.
Ya no siento lo mismo por ti. Días antes me había dicho al oído después de deambular por las calles cogidos de mano, dejando que el viento rozara nuestra piel y la abrazara cuando el frío comenzara a azotar sintiendo la calidez de su ser y la estrechez de su cintura.
Verla dormir era todo un placer, desnuda entre las sábanas luego de aparecer por la madrugada con botella en mano y vocabulario extraño, creyendo y sabiendo que me encontraría y yo la cobijaría en mi alcoba para no dejarla sufrir bajo la lluvia. Y ella me daría un abrazo de esos que empapan la ropa y yo no tendría la voluntad para no permitirle quedar y tampoco el sentido de una vida sin su presencia a pesar que al despertar solo viese su silueta dibujada en el colchón.
Atado a su cuerpo andaba cuando dormíamos juntos después de hacer el amor, íbamos a cenar a los restaurantes que deseáramos y estábamos como locos riendo de chistes bobos viendo el mar o callados en el cine con un films de esos que hacen llorar y cuando lagrimeaba la abrazaba en mi regazo y nuestras manos convergían y podía sentir que me amaba o que al menos a mi lado se hallaba en paz; pero entonces llegaba el instante en que decía: ¿Qué tanto haces conmigo? Vete y déjame. Yo no quiero saber de ti, no quiero que me ames más. Y lo dictaba sin motivos y lo hablaba sin razones.
Y ella era así, de repente todo un ángel y el resto del tiempo no quería ser feliz conmigo.
Pero yo estaba tan enamorado que deseaba momentos de calidad
Y olvidaba los de angustia. Pensaba que su forma de amar podría ser un tanto errada; pero una forma al fin.
Solíamos ver la televisión en la sala, de un momento a otro era un ogro y al instante la mujer que amaba, nunca supe distinguir el asunto de sus actitudes a pesar que le hablé y aunque nunca supe decirle que en cualquier momento me iría por causa de su comportamiento, estaba seguro que ella sabía que nunca lo haría. ¿Cómo zafar si cuando me miraba con esos ojos yo me derrito? ¿Cómo poder escapar si cuando me abraza anhelaba quedarme allí por siempre? ¿Cómo no poder verla a pesar de que me diga te odio? Tal vez era un amor extraño el que sentía o quizá, solo hubo un amor y era el mío.
Cuatro meses duramos. Al siguiente ya no pude, se le escaparon las palabras ofensivas, de esas que duelen y hieren al corazón. Decidí alejarme y no voltear, quiso volver; nunca lo hice. Quiso amarme, ya no le creí. Quiso que lo intentáramos, ya no podía. Ya no había el amor que tanto despreció y lo último que me acuerdo son sus palabras tras el intento por retornar: Harry, te amo, a mi modo; pero te amo.
Tu modo, cariño, es no saber amar.

Fin

jueves, 3 de mayo de 2018

El estado de estar enamorado

- Y yo te veo, morena de la trenza de lado, y siento que mi vida cobra sentido cuando me pierdo en tus achinados ojos y veo como fluye este amor cuando endulzas mi día con tus postres y cuentas historias de cuanto nos amamos.
A veces no me considero lo suficientemente romántico como para describir el estado de enamoramiento; pero con el paso de mis años me di cuenta que solo un hombre es capaz de expresarlo.
Todo empieza con una mirada, ella todavía te encanta y se intimida cuando te ve, sonríe de una forma distinta, no sonríe de ese modo en ninguna otra parte, solo lo hace contigo.
Te abraza y entrega un beso que puede ser en señal de saludo o despedida; pero para ella no es solo ello, es un te he extrañado y espero verte pronto. Haces y realizas exactamente lo mismo con besos y abrazos veloces. Enseguida, la coges de la cintura para darle un beso, de esos que encienden pasiones; pero sabes que todavía es pronto para caer sobre la cama y rendirse a Afrodita. El día acaba de empezar, hay tiempo para hacer el amor, preparar un keke o pastel, almorzar juntos viendo televisión o en la sala con tu loca familia, hay tiempo para las risas y para las bromas, para los tontos celos y para burlarse, hay tiempo para miradas graciosas y tierna, besos veloces y cogidas de mano.
¿Por qué tendría que haber tiempo para todo? Porque son los amos y dueños del tiempo, de su tiempo, del que viven, del que tienen, del que gozan, del que se adueñan y permiten disfrutar a completa cabalidad como si los minutos pesaran y las horas se triplicaran; pero a la vez como si cada beso o palabra fuese eterna e infinita, ¿maravilloso, no crees? Poder detener los tiempos con la mirada y los besos.
Ella se ve preciosa a pesar de llevar un suéter simple y sencillo, es linda con su sencillez innata, su forma de ser como grillo en la noche, su presencia y a la vez ausencia, esa timidez que encandila, que hace que agrade a todo el mundo, ese mundo compuesto por la familia, ese mundo que solo importa, esa forma de utilizar las palabras, dóciles y simples, básicas y elementales, nada sacado de algunos diccionarios, tan solo situaciones escuchadas por ahí o por allá, entendibles todas; pero que cuando suena, quizá no vaya a encantar a los grandes redactores; pero a ti te hace vibrar, estremecer, emocionar, sentir como toda esa palabrería preciosa penetra en el oído y cae en el corazón, ya conquistado, por cierto y sientes que solo quieres escucharla. Porque son contadas las veces que puede abrir su boca y decirte lo que alma aclama. Lo que su ser siente, lo que su persona en su totalidad, tiene para ti, ese amor tan puro y honesto que podría mover montañas, que lanzaría una estrella por los confines de la galaxia, que llamaría a los océanos y haría que retrocedan, que se enfrentaría a guerreros y derrotaría distancias, rutinas y peleas, porque todo lo solucionaría. Ese amor tan simple y sencillo como su carácter, como su personalidad, como la forma de ser que tanto admiras y amas de ese ser.
Y ella llega a pensar que es una chica común corriente y ella llega a pensar que el mundo le queda grande y ella llega a pensar que no la puedes amar; pero cuando la ves debajo de tu casa o al frente del vagón del tren o a tu lado en el asiento del bus o de la mesa o de la cama o cuando duerme o cuando se arropa en ti, es como si vieras y tuvieras a la persona que más podrás amar en la historia de tu vida.
He allí todos sus encantos, la capacidad de ser amada por ser como es, con toda esa humildad que derrocha y ese cargamento de emociones fabulosas que tiene, tantas razones diarias para amarla y tantos motivos, hasta obvios, para quedarte a su lado por siempre.
El juntos por siempre se vuelve real a su lado, porque al momento de quedarte abrazado después de hacer el amor o luego de echarse debajo del edredón por causa del invierno y la ves, tan hermosa como de siempre, bonita y bella, como si no hubiera otra, como si nunca existieran otras chicas, solo si en la galaxia tan solo estuvieran los dos, y sientes que deseas ver ese rostro toda tu vida y no solo verla, también besarla y abrazarla, hacerle el amor tantas veces deseen y sentir toda esa pasión que llevan adentro, incluyendo los sueños y deseos que van haciendo real y el juntos por siempre, ese que se juraron alguna vez, se vuelva una realidad, algo que puedan tocar, palpitar y sentir y entonces todo se hace mejor que en libros o cuentos, mejor que mundos paralelos, mejor que en todo lo imaginario, en su realidad actual y sientes todo ello en el instante en que la ves, en que te encuentras a punto de darle un beso, cerrar esos ojos achinados que tiene y llevarla en un viaje con el beso, sentir que el mundo en su totalidad se hace real.
Y notas su cuerpo desnudo y lo sientes con tus manos, la delgadez, la silueta morena, los besos caen en hombros y pechos, en todo lo que llamas tuyo, en todo lo que ella recibe y siente como suyo, en todo lo que amas de su ser que admiras y encanta y aunque pase la noche y llegue el amanecer, sabes que se vuelve infinito a su lado y verla dormir con su boquita de pato es como un canto al humor y a la ternura, pues, ella, en su complejidad, es perfecta para ti.
Ella y sus momentos te fascinan, como esos instantes en los que se enoja por algo tan sencillo como la mañana o esos ataques por querer preparar algún postre delicioso o sus dotes en la cocina con la ensalada de frutas, un paseo en el tren a su ciudad que parece lejana; pero ya ves cercana e incluso, anhelas tener y ser parte de allí, como mudarte, tal vez e ir a ser parte de su mundo, ¿me entiendes? Desarrollas actitudes para con ella, para su mundo, para su relación y todo se vuelve como mágico, porque ambos gozan de la noche haciendo el amor y de los días compartiendo los quehaceres y se vuelve una rutina llena de emociones que los montones de semanas y meses que vienen son como un paseo interminable en lo que llaman su vida de novios enamorados.
Y debo decir que ella cree que es sencilla, a veces imaginas que simplifica sus encantos, que los guarda para darlos de poco; pero no sabe que es ideal, que es perfecta, que es esplendida, que es como irreal, como sacada de un sueño, como si un loco escritor peruano estuviera pensando en ella y la traduce a tu ser y la inventa para ti y la lleva a vivir en una avenida llamada Las Flores y la incauta en tu vida diaria para hacerte feliz.
Y ella sigue pensando que es sencilla, cuando no sabe que es perfecta y su encanto es que sea sencilla.
El estado de enamorado es demasiado complejo para intentar describir, quien lea podrá descifrar lo que he intentado decir; pero de cualquier modo, alguien enamorado lo podrá hacer a su modo.
Yo, lo he intentado.

Fin

miércoles, 2 de mayo de 2018

¿Me buscan?

- Ya se me hace casi normal que me saluden por la calle, es cotidiano que me envíen mensajes en todas las redes y puede resultar extraño; pero hasta vienen a mi casa.
Yo estaba en el intermedio del desayuno, sentado en el mueble de la sala y terminando el café de las mañanas pensando en un sinfín de temas.
La casa estaba vacía, era un lunes por la mañana, todos salen temprano y yo soy quien se queda hasta por la tarde porque tengo clases en la noche y me acostumbré a escribir temprano.
Alguien tocó la puerta, recordé no haber acordado con alguna persona para una entrega de libros, acababa de ver la historia de Jennifer Lawrence situada en New York y mi asistente se hallaba de vacaciones en Chincha. Además, los vecinos saben que mi vieja sale temprano y llega por la tarde y mis hermanos se fueron a sus laburos. Es probable que sepan que el guardián de la casa y escritor mañanero con cafecito en mano sea yo y pues, Dolly, que duerme hasta que mi vieja vuelve. Los putos vecinos lo saben todo.
No había forma para que alguien tocara mi puerta, ni siquiera los lindos Testigos de Jehová porque no era su turno para salir, tampoco algún mendigo porque no pasan por mi calle, mucho menos la más remota y bizarre alucinación de una ex novia de algún territorio lejano llegando temprano para decirme la fucking siguiente frase: Bry, tengo un hijo contigo. ¡Nadie tenía motivos para tocar el timbre en mi tiempo de escribir! Sagrado, por cierto; pero el timbre volvió a sonar.
Abrí la ventana del segundo piso y la vi. Era preciosa, de cabello ondulado, rubio y rizado, como esa chica de quien escribí alguna vez porque se volvió mi primera novia; pero no era ella, la diferenciaba el contexto actual, demasiado sofisticada para serlo. ¿Quién podría ser? Pensé y como si oyera a mi mente elevó la mirada.
¿A quien busca? Quise saber con seriedad y el verde claro de sus ojos hizo que, como pocas veces en mi vida, me sintiera nervioso. Tal vez, solo tal vez, esos ojos sean como los de mi JLaw. Y eso que me estoy arriesgando a confesarlo.
¿Aquí vive Bryan Barreto?
La seriedad de su pregunta desató emociones internas que no pudieron converger entre sí, tales como: ¿Me conoce? No me conoce, porque está preguntando por mí viéndome a la cara.
Descendí tras mostrarle un gesto.
Pensé en lo extraño de la situación, alguien preguntando por mí sin saber que soy yo, podría llegar a suceder.
Abrí la puerta y la vi en toda su dimensión, vestía jeans, suéter y botas, un atuendo simple y sobrio para un lunes de invierno, era como si saliera al supermercado o fuera donde su chico. Valía la pena vestirse así un día como ese.
¿Se encuentra Bryan Barreto? Su voz era como robotizada, como si estuviera programada para preguntar por ese tipo.
¿Por qué lo busca? Me dio por preguntar.
Quiero entregarle algo.
¿Qué es?
Debo dárselo personalmente, respondió con seriedad.
Y para ese entonces vi que una de sus manos escondía algo detrás de su muslo y siempre he sido un chico muy intuitivo y perspicaz, difícilmente caigo en enredos o trampas, sabía que algo tramaba esta muchacha preciosa que busca a un tal Bryan Barreto a las siete de la mañana.
Ella volvió a preguntar, ¿Está Barreto?
Sentí miedo al ver su fría mirada, era como si tanta belleza no fuese utilizada para un fin satisfactorio, sino para absolutamente nada, como si únicamente estuviera presente.
Si está; pero me gustaría saber el motivo de su tan temprana visita.
Como le digo, es personal.
En ese momento recordé a la bruja que me enseñó mi muerte hace muchísimos años, se la he contado a mi novia después de hacer el amor un domingo por la madrugada, solo ella conoce esa historia.
En ese momento pensé en la loca posibilidad de que alguien del pasado, que no recuerde por el cambio de aspecto actual, volviese en venganza por un acontecimiento que no ha logrado superar; pero esta tergiversando demasiado. Algunas cosas solo se arreglan con una explicación.
También pensé en una broma pesada de mi queridísima Anna; pero, ella conoce netamente mis fetiches, los pudiera haber utilizado para completar el truco demasiado fácil. Una chica de suéter y botas no me provoca nada.
Creí que se trataría de alguna lectora que no pudo terminar de creer el final del libro y vino por una explicación necesaria.
Muchos posibles factores pasaron por mi cabeza; pero el de mi muerte fue el más voraz.
Sabía que iba a ocurrir, que llevaba consigo un arma blanca que atravesaría mi piel si dijese quien soy, no entendería los motivos por estar agonizando, le pediría alguna explicación o las disculpas del caso a esa persona, lectora, ex novia, obsesionada, quien sea que sea, por algo que cree que le hice o dejé pendiente o no cumplí y moriría en el pórtico de mi casa sin antes terminar de escribir mi nuevo libro.
Es curiosa la forma como actuamos algunos escritores, en ningún momento pensé algo que no fuese una tragedia o una situación que cámbiese el rumbo de mi vida, pues, la muerte podría serlo, como también una ex novia loca con un hijo en brazos o de repente una cartera con jodidas noticias de mi editor que acaba de morir quemado con el manuscrito en su computadora, todo lo que pensé fueron tragedias que podrían haber hecho que mi porvenir cámbiese; pero, ¿para qué? ¡Sí, para escribir! Y porque adoro las grandes emociones.
Y sin embargo, cuando le dije: Yo soy Bryan Barreto, me dijo: Ayer por la noche estuve en un bar de Barranco, me senté en una silla y encontré tu DNI. Yo trabajo en el supermercado, por eso preferí venir temprano porque sé que sin DNI es complicado hacer trámites.
Sonreí y pensé en la forma como suelo imaginar situaciones en cuestión de minutos.
Agradecí el hecho de traer consigo mi documento de identidad y aunque debí invitarle un café, solo pude ofrecerle un beso en la mejilla y la pregunta, ¿Qué puesto ocupas en el supermercado?
Soy la gerente, dijo con frescura.
Interesante, pensé.
Y me di cuenta que por andar encerrado en la casa ando olvidando que abren nuevos supermercados como bolsa de papitas fritas.
Pensé en la noche en Barranco y el posible hecho de haber olvidado recoger el documento luego de pagar con Visa. Sonreí por lo ebrio que debí haber estado.
Bueno, Bryan Barreto, ya cumplí con mi deber, ahora me retiro.
Volví a agradecer y la vi partir con sobriedad, era seria, extraña y llevaba una rara vestimenta para ser la gerente de un local, todo resultaba curioso; pero resolví no hacer ni hacerme más preguntas y al tiempo que se iba y la miraba para ver por dónde iba, vi a los Testigos de Jehová a acercarse, a un mendigo asomarse y a un amigo parlanchín hacerme ademanes desde la esquina, pensé en mi tiempo para escribir y conté: A la una, a las dos y a las tres. Cerré la puerta con seguro, coloqué audífonos y no estuve para nadie.

Fin

martes, 1 de mayo de 2018

Ya no

- Siempre lo haces, ¿verdad?
¿A qué te refieres, cariño?
Creas momentos, afianzas la confianza en mí misma, me dejas uno o dos instantes para soñar y te vas. Lo haces todo el tiempo desde que empezaste con esto de los amores.
Es verdad.
Pero; ya han pasado muchos años y sigues aquí.
¿Recuerdas cuando te dije que me quedaría por siempre?
Pensé que era parte de tu emoción del momento.
Se hizo infinita.




Fin