Mi nuevo libro

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domingo, 26 de agosto de 2018

Cuenta el final

- ¿Me cuentas el final?
Vuelves, nos abrazamos tras un beso profundo, sujetamos nuestras manos y vemos como cae la tarde.
No me mientas.
Yo soy el escritor, puedo tener este final si lo deseo.
Obstinado y presumido. 
Sonríe.
¿Sabes? Nosotros no tenemos un final. Sencillamente no lo merecemos.
¿Lo has pensado? Añade.
Todas las noches.
De tanto pensar en un final, estamos olvidando este rato.
¿Vas a volver?
Eres el escritor, tienes el poder de hacerme volver.
No. En la realidad.
Abre los brazos en señal de confusión.
La entiendo y sonrío.
Es hermoso el atardecer desde nuestro lugar favorito.
A tu lado es perfecto, respondo.
Se acomoda en mi regazo.
Su voz enmudece, la respiración se agota, una lágrima resbala y se hace polvo estelar.
Yo corro desesperadamente a la máquina de escribir, describo la situación. Ella con el vestido celeste, aparece sonriendo, yo la detengo, nos quedamos abrazados y besamos profundamente hasta ver la tarde caer.
Y vuelvo al mismo lugar.
Y otra vez la pierdo.
Y vuelvo a contar el final.
Y otra vez... Ella se va.



Fin

El anillo curioso

- Hace años tenía una novia cuyo único propósito era el de casarse. Claro, es lindo y melodramático el soñar con la boda; pero esta muchacha me lo repetía a cada instante, incluso, la planeaba junto a sus amigas y yo pensaba en ese entonces, ‘¿casarme? Antes los humanos llegan a Alfa Centauri’. Le sonreía cuando hacía mención al matrimonio y yo me acercaba para cogerle la cintura y decir un par de frases sacadas de una ficción: Claro, están invitadas, eh. 
Para ese entonces llevábamos casi tres años, de los cuales, dos fueron increíbles, el último estuvo lleno de indiscreciones, yo trabajaba con su padre, el editor, en mi primer libro y me quitaba tiempo para salir a beber y estudiar una carrera de Marketing que acabé porque odio dejar las cosas a medias y ella ayudaba en algo con el tema de la caratula al ser gráfica; en tanto, lo que trato de decir es que estaba involucrado en una situación. Yo no soy rico, hago el amor como un adonis; pero nunca he sentido que es mi mejor atributo, no obstante; creo debo tener algo que la enganchó para cometer la locura de querer casarse conmigo.
La amaba, no lo niego, era preciosa, por supuesto, rubia de ojos claros y perfil tallado por un artista renacentista; pero yo no estaba ni estoy preparado para el casamiento, menos cuando sus celos hacían aparición y me jalaba las orejas cuando alguien comentaba mi foto de perfil y más allá de eso le buscaba el pleito y luego de insultos y humillaciones con cada chica que me veía, se sentía como satisfecha, tal vez, excitada, que se yo, la mujer era una fiera, como una leona, a veces eso me calentaba, amo a las mujeres con poder; pero me rompía las pelotas cuando era por las santas putas huevas.
Soy un hombre de límites y si que duran bastante, a veces me harto y vuelo, reniego, me vuelvo Hulk y destrozo todo o me convierto en Ice man y todo me llega altamente al pinocho.
Resulta que una vez, mi primo Carlos, que es un tipo extraordinario; pero esta jodidamente crazy, me dijo: Bryan, guárdame este anillo, por favor. Era una roca que podría iluminar de aquí hasta Marte, le había costado todo su salario de un año trabajando en un Banco contando vouchers y ajustando el tiempo del Dota en la cabina de Internet y evitando pagar algunas sesiones de masajes coreanos.
Andaba enamorado de una muchacha llamada Camila, guapa y decente, los había visto algunas veces juntos por la alameda cerca a la casa y entrando a un hotel cuatro estrellas. Eso se me hizo curiosamente simpático, pues, ¿Quién va a un hotel? Yo tengo sexo en mi casa, me aburren los hoteles. En fin, la cuestión era que andaban enamorados y se iban a casar; mi buen primo iba a pedirle la mano en un restaurante carísimo y elegante y yo sería el fucking padrino y debía de vestirme igual que una sarta de engendros, cosa que no haría, porque adoro joder y porque no soy igual, es algo de mi personalidad, el no entablar una composición con los demás.
Guardé el anillo con sumo cuidado en mi cajón secreto donde guardaba mis revistas porno antes de mi despertar sexual en el año 1960 y reservé mis consejos. No me meto en asuntos amorosos.
Anastasia, mi chica de ese entonces, se quedó a dormir en mi feudo tras una jornada sexual despampanante celebrando el nacimiento de mi primer libro, con tragos y drogas, locura y diversión absoluta nos volvimos unos dementes en su totalidad.
A la mañana siguiente, mientras yo dormía como un caracol, relajado y soñando con JLaw, en un estado de completa paz, pudiendo dormir durante años sin que nadie me joda, con resaca y cubierto hasta el cuello, totalmente desnudo y en calma perpetua, se oyó el grito más desgraciado y terrorífico de la historia, algo tan agudo que me sacó de la dimensión nocturna y elevó de golpe.
¡Bryan Barreto, mi amor! ¡No puedo creerlo! ¡Eres un genio! ¡Me compraste un anillo de compromiso!
¿Qué compré que? Pensé con confusión, la borrachera y las metanfetaminas desaparecieron de inmediato. Ella se lanzó como salmón a la cama y empezó a besarme todo el cuerpo, cogió unas sogas, un látigo y quiso usar la ropa de látex que compré hace poco, claro que lo disfruté, admito que me aproveché de la situación porque me dijo: ‘Ahora de comprometidos, tienes un bono especial’.
Y bueno, terminé casándome.

Fin

sábado, 25 de agosto de 2018

La clase de amor

- Tal vez algo adentro tenga razón: Merezco ese mismo amor que les entrego a los demás.
Nunca en similitud de expresiones, porque cada quien tiene su expresión idónea; pero me gustaría en igual intensidad, que lo hagan saber a cabalidad.
A veces es complejo mantener un romance; pero es más complicado tener a alguien enamorado. La idea es siempre ser como eres, demostrar lo que sientes, encantar a esa persona y luego ambos hacer lo propio con el amorío.
Así todo funciona, nunca en singular.
Yo quisiera que fuéramos una fuerza que puja para adelante, que cuando me digas que no puedes, yo te ayude y cuando no pueda me respaldes. Que tengamos la confianza para decirnos la verdad y el poder para perdonar. Que estemos juntos porque sabemos que somos mejor unidos que en partes iguales y separadas.
Me gusta cuando estoy seguro que me amas; pero nunca cuando lo haces alguna vez y tres veces demuestras lo contrario. Esa clase de amor no funciona. Es acorde decir siempre lo que sientes, sea para bien o para mal, pero hacerlo con sinceridad.
Seguir una línea es importante, no se trata de rutina, todo es diferente, cada vez no es igual, porque le damos emociones a lo cotidiano, porque cada momento resulta distinto.
Actuemos como somos y seamos lo mejor de nosotros porque si estamos en una relación es para ser felices y si queremos ser felices lo daremos todo por lograrlo. De eso se trata entonces.
Ama ahora y demuestra siempre. Si quieres tenerme a tu lado, hazme sentir especial, que yo voy a hacer lo mismo y juntos construimos un pedazo de relación hasta tener un castillo completo, porque los dos somos mejor en equipo y el amor nunca es singular, sino una unión infinita de expresiones honestas.


Fin

miércoles, 22 de agosto de 2018

Visita inesperada

- A veces soy impulsivo. Resolví ir a verla sin que lo supiera, detuve un bus y luego un tren, enseguida me adentré en un bosque siniestro para terminar cruzando un desierto y adentrarme en un lago donde encontré un pato que me dio un huevo, dentro de ese huevo hallé una llave y pude abrir una puerta que me condujo a un laberinto complejo que pude acertar y salir victorioso para al fin detenerme en la esquina de su casa. Sabía que estaba porque anda viendo la tele o leyendo los libros que le receto, segura descalza o echada en el mueble de la sala, de repente comiendo algunos chocolates o tal vez, boca arriba mirando los faros del techo y pensando en situaciones futuras o recobrando lo vivido en mi cama hace unos días. De cualquier forma o manera, me siento orgulloso y hasta honrado de estar totalmente seguro que soy fiel compañero de sus sueños y pensamientos; pero es una cuestión delicada, uno nunca debe decirlo de manera abrupta o soberbia, sino como una situación natural y simpática, como cuando piensas y sonríes porque te das cuenta que ella, la mujer que respetas y adoras, se encuentra pensando en ti al tiempo que tú haces lo mismo. A veces es tan simple y bonito tener una conexión así.
Pensé en llamar e indicarle que andaba afuera; pero no llevaba ramo de rosas o un pastel de cumpleaños con su rostro, ni siquiera los mariachis que acompañan a un cantante, estaba mi presencia sofisticada y con atuendo casual de todo momento y una sonrisa instaurada junto a una docena de besos y una centena de abrazos que deseaba proporcionarle con la excusa, vayamos a decirlo de ese modo, de extrañarla. En tanto, para hacer romántica la escena, subí a su piso preparando los frejoles mágicos para la ocasión y escalando hacia la colmena pude llegar con la sonrisa intacta. Hubiera sido complicado cargar a los músicos y las flores conmigo, ¿ahora se entiende el panorama?
Al llegar quise tocar la puerta; pero me encanta, a veces de manera un tanto desordenada, sorprender. Por ende resolví hallar la forma de hacerle entender que estoy afuera sin usar celulares ni monedas para su puerta. Pensé en un hecho, luego otro, enseguida otro; pero ninguno me daba razón.
Y curiosamente, como si leyera mis intenciones, salió de casa mostrando el rostro y el cuello, se me hizo gracioso; enseguida la di un silbido para que se volteara y yo me entregara por completo a la sorpresa de atentar por detrás.
Claro que todo se hizo medio confuso, porque nadie esperaba mi presencia, ni los pájaros en el alambre del teléfono, tampoco el gato postrado en la ventana, ni siquiera su madre en la cocina, tampoco esa vecina chismosa de al lado y ella sonreía como si me presencia fuese una de esas cosas que ocurren de repente y te entregan alegría.
¿Es asombroso, no crees? Como alguien puede hacerte sentir feliz con tan solo estar, yo no deseo ni quiero sacar revuelo de un acto natural como ir en busca de alguien un día cualquiera e inesperado y cambiar la perspectiva, sino que parafraseo su mirada brillosa diciendo: Me alegra que estés aquí. Y con los abrazos y besos que fui dándole se fue sintiendo maravillada y más que contenta y entonces todo se volvió como un acontecimiento increíble y nosotros contentos de tenernos. Claro que enseguida hicimos el amor y desarrollamos una actitud sumamente romántica ante todo ello; pero sí vale mostrar y resaltar que a veces lo inesperado resulta recordatorio de una situación bonita.
Ella misma cenicienta antes de su fiesta, con una facha casera y los cabellos en pleno acto de rebeldía; pero con el aura de siempre, cándida y versátil ante cualquier beso y abrazo, es como si la naturaleza de su pureza la hiciera hermosa a pesar de andar con los despojos de lo cotidiano y es mágico como los ojos enamorados logran visualizar el alma y lo fabuloso que es el ser humano en su completa originalidad. He allí una forma y manera de como irradiar amor sin palabras.
Cerramos la puerta luego de decirle a su madre que fuera a charlar con la vecina, dejamos al gato dormir y a los pájaros cantar por nosotros para escondernos en su habitación y desarrollar todo lo que anhelamos al momento de tenernos cerca.
Es así, tan mágico y simple que resulta asombroso y maravilloso.


Fin

lunes, 13 de agosto de 2018

La peor tarde de Super Nintendo

- Estoy tomando un delicioso jugo de fresa con leche que acabo de preparar para refrescar mi alma y empezar la semana con ánimos; pero un curioso revoltijo ocurre en mi barriga debido a la jarra entera que acabo de liquidar. Acabo de recordar que mi chica sugirió que tomara lecha sin lactosa; pero ir al supermercado y adquirir una es como ir a la farmacia por toallas higiénicas. Lejos de ello, este momentáneo pesar estomacal con próximas consecuencias cuando me encuentre a lo Carlos V me condujo a una historia de antaño de esas que compartes en la chacota entre primos cercanos y hoy resuelvo contar con bastante humor.
Era el año 1987, Carlos y yo fuimos a rentar videos juegos a la casa de una señora cuya particularidad de la misma era que en las afueras se hallaba una escalera sumamente peligrosa bañada únicamente con cemento, lo que hacía que jamás debas asistir en sandalias. Tocamos el timbre con la moneda y pedimos una cabina de Super Nintendo con el juego Contra III como primer cambio.
Todavía no teníamos Nintendo en nuestras casas, nos dedicábamos a alquilar y divertirnos con los diferentes juegos durante el resto de la tarde después de la escuela y las veces que no jugábamos pelota.
El objetivo era vencer la tortuga gigante que se dispuso a arruinar nuestro juego la vez anterior y resolvimos esta vez, luego de algunas tácticas planeadas la noche anterior, derrotar al monstruoso enemigo y seguir avanzando a cabalidad hasta que acabe nuestro tiempo.
Carlos perdió al instante en que empezó a jugar, fue mi turno de avanzar y demostrar mis habilidades ante su atenta mirada.
De repente, oí un crujido particular, de esos que todos conocemos, los que suelen ocurrir después de comer demasiado; pero esta vez era porque aparte de los frejoles que ingirió durante su almuerzo, el buen Carlos, con doce primaveras bien instauradas, había bebido media jarra de jugo de fresa que mi tía le preparó con cariño.
Recuerdo haberle restregado en la cara el hecho de no haberme invitado, resolvimos comprar marcianos (chupetes) a la salida de los videos juegos; pero mientras tanto, su estómago no solo me desconcentraba, sino que los gases que soltaba hacían que los demás jugadores se sientan perdidos; debido a ello le pedí que fuera al baño de la casa para que liberara a Willy y tuviera total plenitud. Al inicio no quiso acceder por timidez o por aguante, no insistí. Cuando las flatulencias siguieron, detuve el juego para decirle: Anda al baño, caga y vienes. Dijo que lo haría porque ya no podía resistir y según su rostro, en cualquier momento se le vendría el huaico. Se levantó de la silla y se acercó a la señora. Al volver me dijo: Oye, el baño está ocupado por el gordo que estaba al lado jugando Mario Bross 3. Voy a mi casa y regreso.
Le dije: ¿Estás seguro? Conste que esa diarrea general no te va a dar chance de llegar a tiempo.
Se lo advertí. Se lo repite: Espera un rato, sale el puerco y entras. Luego seguimos jugando.
En ese momento, la señora volvió para decirnos: Chicos, ¿van a continuar? Solo les queda 15 minutos y hay otros esperando.
Lo vi y me hizo un gesto de negación.
No, seño, aquí terminamos.
Te espero, me dijo.
Ya chévere, respondí y seguí intentando derrotar a la tortuga gigante.
Vencer a la tortuga, en ese entonces, era una empresa complicada, el monstruo es terrorífico y a veces formidable enemigo, por eso debía de estar concentrado y solo enfocar la mirada en la pantalla.
Cuando pude vencerla me sentí emocionado, quise compartir mi alegría con Carlos; pero ya no lo vi sentado a mi lado. No estaba y no tenía idea de dónde podía haber ido.
Fui al baño, estaba vacío, le pregunté a la señora y me dijo que se había ido corriendo con las manos en la barriga y la cara en forma de chicle.
Resolví salir en su búsqueda, el tipo me debía unos marcianos y yo quería que los comprara.
Recuerdo haber llegado al parque cerca a nuestras casas y verlo detenido en un poste de luz viva imagen de la película la bruja de Blair.
Pensé, ¿Qué pasó? ¿Por qué carajos tiene las piernas abiertas en forma de arco?
Y al momento de acercarme no me di cuenta del detalle de una cáscara de plátano y caí de espalda.
Al rato, ya no estaba. Fui a mi casa, hice mis cosas y enseguida supe de él de la peor forma.
Subí al techo de mi casa y lo vi lavando su ropa con lágrimas en los ojos.
Su vieja le había sacado la mierda y estaba lavando su calzón con excremento.
Fue uno de esos momentos en los que no deje de reír. Honestamente, la risa se me salió hasta por los poros al punto de llorar por tanto reír.

Fin

jueves, 9 de agosto de 2018

Mi mañana

El café me devuelve. Activa los sentidos todavía aferrados al sueño.
La pequeña duerme y se hace complicado despertarla; pero hacían exactamente lo mismo conmigo para que fuera a la fucking escuela.
Ya instalados en la mesa y tomando desayuno empezamos a contarnos nuestros sucesos nocturnos, ella dicta que apareció cabalgando unicornios y luchando contra robots que cargan rayos láser, mientras que yo, naturalmente, he evitado contar esos húmedos sueños, para compartir el que estuve volando mismo Goku y luego jugando pelota a lo Ronaldo el brasilero.
Anduve con mi café de arriba hacia abajo, algo de tiempo en el escritorio aprovechando las primeras luces del día y la inspiración que viene con ella para luego interrumpir el sueño de la damisela que me acompaña devorando su cereal con leche como si sus manos fuesen palancas. Me causa gracia la forma como lo toma, yo en su caso, hace miles de años atrás, era capaz de dormir en la mesa. Ahora los niños tienen otras energías.
Veo el reloj, la guapa señora de la movilidad vendrá en cualquier momento, pienso y resuelvo alistar su lonchera. Luego sigo comiendo los huevos revueltos al estilo que manejo.
Ella lee una revista mientras me sonríe, yo no soy de leer diarios o ver noticias, no quiero decir que me importa un diablo la misma cagada que veo todas las mañanas; pero debo hacerlo de vez en cuando, así tengo temas de conversación con los tipos que esperan que tenga todas las respuestas o simplemente me devuelvo al mundo tras mi puerta de salida y tras la oficina en casa. En fin, suena el claxon, veo por la ventana y la señora sonríe. Un rato, le digo con una sonrisa. Hace un gesto con la mano, la pequeña alista su mochila luego de cepillarse los dientes, esta preciosa como todas las mañanas, tardes y noches y aunque sé que cuando la traigan va a estar un desastre por completo y su madre tendrá que lidiar con lavar las prendas, todavía se verá divina.
La acompaño al bus, la puerta se abre automática, sube y saluda a sus tigrillos, así me gusta llamarlos y luego la señora dice algo sobre una
reunión de padres, le sigo la corriente, no estoy interesado en socializar con abuelitos.
Ella se va y a pesar de estar rodeada de sus amiguitos, se da un instante para aparecer por la ventana y mostrar su sonrisa con un gesto de manos. Una genio de las expresiones de amor y aprecio.
Regreso a casa, cojo la taza de cafecito pasado, prendo la tele con mi control remoto mágico y sintonizo una canción instrumental para relajarme un rato. Pienso, volver a la oficina o tirarme a dormir un rato. Ya estoy en la oficina, debo acabar el libro antes de fin de año, es mi meta y objetivo, lo siguiente que debe venir, según lo establecido, son buenas satisfacciones literarias, a menos que las editoriales me den una patada en el trasero; pero seguiré adelante a pesar de todo.
Soy una constante en lo que hago y no me detengo hasta obtener resultados. Una vez alguien dijo: Quien hace lo que ama está condenado al éxito.

Fin

miércoles, 8 de agosto de 2018

Ella, de una dimensión con flores en un letrero

- Cuando ella aparece todo se vuelve material literario. Recrea situaciones soñadas como si fuesen cotidianas y su inagotable sonrisa reluciente y casi nueva sabe brillar no solo en la cocina. Resuelve preparar lo suyo, lo que domina a cabalidad y lo que gozo con el paladar de un campeón y a la vez reflexiono como todo buen observador para un día poder emular su arte y ser yo quien sorprenda.
En el tramo que se desata lo nuestro yo olvido quien soy y de donde vengo, trato, en todas mis dimensiones, de dejarme llevar e intento, desde todas mis facetas, ser el mejor postor, para esa muchacha de cabello a lo Rapunzel que orfebra maravillas en una cocina de dos hornillas.
El tiempo nébula con calma, las cosas van tomando su rumbo de acuerdo a lo hecho y aunque los días parecen de ayer esto es como si nunca hubiera pasado, pues, nosotros hacemos que el tiempo parezca novedoso y las emociones diferentes. Sabemos que algunas veces no salimos de casa, porque lo tenemos casi todo adentro, excepto conocer el mundo exterior lleno de bandidos y desolación, por tanto, siempre pensamos en un recorrido; pero lo dejamos para luego, quizá, egoístas y celosos, de repente, conformes aquí, en sí, felices donde estamos porque unas razones y motivos lo llevan, esa que dictan en todas sus dimensiones y facetas, que deseamos quedarnos aquí.
Somos así, mi chica, le comento al oído al tiempo que da forma a su arte gastronómico, ella sonríe y dice, te amo, tal cual eres, irresponsable e idiota, escritor de medio pelo y extraño tipo de las poses particulares y con todo ello, me hace el mejor halago.
Ella sabe que la adoro de pies a cabeza, desde esos dedos flaquitos como palos de chifa a ese cuerpo capricho de todas mis sensaciones y tallado por las manos de un Dios altísimo que solo una vez quiso trabajar y la hizo perfecta con toda esa magnífica imperfección. Sé cómo cuidar su piel, lo hago a besos y con caricias que no derrochan fronteras y me la llevo a la cama después de todo y descubro su encanto con cada beso sobre sus entrañas y la dejo viajar mientras le hago el amor y la siento en toda su potestad al hacerla totalmente mía.
Eso es lo que somos, dos personas que atascadas en una habitación desarrollan todo lo que sienten y a veces aunque desde la ventana observan el mundo andar con pesadez y malas sensaciones, no incursionamos en esos hechos porque preferimos las cortinas cerradas y las sábanas calientes.
Curiosa es la manera de cómo digo lo anterior, porque la conocí aislada del planeta, lejos de cualquier frontera, en un lugar al que no he vuelto ni en sueños y ella todavía sigue andando por ahí, resoluta y preciosa y yo puedo ir a volver a verla o tenerla también en mi cama, es como si estuviera siempre en todos los lados adonde creo que voy, sea con la mente o el cuerpo. Es así el amor, tal cual, se resuelve con esa facilidad, con la que imaginas a tu ser amado en todos los momentos que tu mirada se detiene.
Ella ya está saboreando la comida, el platillo favorito de todos los domingos y yo la contemplo preciosa pensando en todo lo vivido, me muestra una sonrisa, la mejor de todas y siento que quiero amarla por siempre y estar a la altura de todos sus amores y arrebatos de cólera y todas esas manías extrañas y esos momentos que adora y anhela tener con esas dimensiones de placer que le otorgo y se volvió adicta. Así la amo, tal cual es y su forma de ser, a veces fuerte y dura, dócil y frágil, sensible y amorosa, emerge este amor que llevo adentro, en lo profundo del abismo de un corazón al que supo llegar siendo como es y al que no deja de alimentar con su amor.
Cuando devoramos como fieras de cavernas y caemos sobre el edredón blanquinegro y solemos tragar nuestros cuerpos con placer y devoción establecida como en otras vidas, tenemos la idea perfecta y clara de querer que tuviera una consecuencia hermosa lo que hacemos en la cama y esa es la convicción que nos lleva a seguir enamorándonos tanto y ese amor, que tanto llevamos adentro, lo queremos plasmar en carne y huesos.
Somos así, así es el amor, una especie de conjunto de infinitas sensaciones y emociones, sentimientos y nociones, que únicamente llevas dentro y sientes por una persona.
Nosotros la tenemos por nosotros. Eso nos hace lo que somos en una dimensión con flores en el letrero, con el 15 pintado y cerca a un supermecado. Allí, nos amamos.


Fin

viernes, 3 de agosto de 2018

Somos una tragedia, princesa

- Somos más trágicos que Orfeo y Eurídice, mi eterna princesa.
Y si la vida no quiso sujetarnos de la mano, fuimos a caer en un libro.
Vivir es un parpadeo, transcender está en las letras.
Ven y abrázame que el tiempo es efímero y llevamos años sin sentirnos.
El aroma de tu cabello me hace notar que no estoy soñando y la calidez de tu cuerpo como si ayer te hubiera tenido.
Te he dicho que la vida no tiene lógica y que los grandes amores rigen el universo; pero silenciosos como eternos.
No hace falta mencionar tu belleza, brillas con luz propia en el Olimpo y guías mis pasos como una estrella desde tu infinito hasta mi tierra.
Si viniste un instante perpetuo para mis sentidos, olvídate de las palabras y solo deja que te sienta.
Ya te he prometido un reencuentro fantástico aunque el antagonista de quien te dio tal rúbrica sobre tu cabellera ya firmara mi visa para su reino.
Lo que ambos desconocen, es que los grandes amores dominan hasta las constelaciones y son solo espectadores de la forma tan mágica como tú y yo, ya vencimos el adiós.
Te pierdo por esta noche, el manto asoma y tu mirada se hace cristalina.
No llores, princesa, que lo hagan los dioses al ver como este mortal te roba todas las noches para tenerte entre sus letras.



Fin

Mi teclado

- Después de tres libros, dos de cuentos y una novela, infinidad de textos, entre cuentos y relatos cortos, cartas de amor y estados de toda índole, junto a conversaciones raras de madrugada y otras sentimentales y graciosas, ha llegado el momento crucial y de hecho, nostálgico, de cambiar de teclado. Lo siento, viejo; pero ha llegado tu retiro. Ya las teclas se nublaron y se atascan, ya su sonido es tedioso y aunque todavía hay magia el hecho de lidiar con un trabajo de redactor implica rapidez. Conozco a mi teclado como la palma de mi mano, como mis labios conocen tu intimidad y es momento de darle un aplauso, descolgar del sistema, mandarlo a poner en un vidrio y dejarlo como guitarra de rockero famoso o balón de oro de crack mundial en un escaparate.
Adiós, teclado, es el momento de un cambio.
Pd.- Lo que nunca voy a cambiar es mi silla. Una eternidad a mi lado.

jueves, 2 de agosto de 2018

Hoy en los juegos mecánicos

- Fui con la bebe a una feria, todavía no puede subir a los juegos que más le gustan; pero la consentí con un dulce de algodón que dejó de lado cuando vio el gusanito y quiso subir de inmediato. Nos instalamos en el centro, fui explicándole las razones de porque el medio, me dio una sonrisa y un movimiento de cabeza de arriba hacia abajo. Enseguida comenzamos a avanzar, lento y luego rápido, lento y después esa curva peligrosa que todavía me zumba la barriga me sorprendió como hace décadas; pero ella y los demás pequeños disfrutaron a cabalidad. Yo había cometido el error de beber café y comer kekitos antes de salir, ella estaba tan ansiosa que prometió comer durante la cena. Ese maldito gusanito cada vez es más jodido y esos chibolos con los años se vuelven más valientes. Después caminamos un rato y nos detuvimos en los disparos contra las latas, yo le dije que nunca se gana en esos juegos, ella quiso jugar por algo llamado, simple diversión. Lo hicimos y perdimos, obviamente, le regalé mi dinero al bigote de brocha que explica el juego; pero sabía que de igual modo iba a comprarle un peluche a la salida. Nunca se va con las manos vacías, es una costumbre que empezó con una rutina a pesar que mi vieja siempre dice: No le compres tantas cosas, se va a terminar volviendo como tú. ¿Cómo soy yo? ¡Quieres tenerlo todo! 
Al rato le dije para que aborde en unas tasitas giratorias, me dijo con el rostro enojado pero derrochando ternura: Ay que feo, quiero eso. Señaló el tren de terror, yo no subo allí hace miles de años, de hecho, la última vez que lo hice me dio mucho miedo y estaba con el muy cabrón de mi hermano que no dejaba de darme pellizcos a lo Don Ramón a Kiko.
Ahora era un carrito que avanza por un laberinto oscuro, quise taparle los ojos mientras salían los monstruos; pero se mataba de la risa de los mismos diciendo: Son disfraces como en las películas que ves.
¿Qué veo? Y entonces me di cuenta que observa mientras creo que duerme. Tiene todas las mías, los mismos trucos para pasar de desapercibido. 
Acabamos el recorrido, ya no me daba tanto miedo como antes, también ya tengo como cien años, pensé y reí. Ella dijo que no daba miedo, se sintió frustrada, le dije para ir a cenar, yo tenía hambre, entonces dijo que otro par de juegos más y nos vamos.
Subió a algunos que su estatura le permitió entrar, a los otros lo haría cuando crezca un tanto y yo se lo permita o sea yo quien maneje el juego o suba conmigo y no con otro sujeto de mierd… Ya, entonces, subimos a los carros chocones, que de hecho, son mis favoritos y yo que soy Racer X quise chocar a todos y lo gracioso es que ella lo disfrutaba y cuando sonreía y me pedía que le diera un choque al auto de su compañero de clase, lo hice gustoso, pues su padre, quien lo acompañaba, era un tipo que en un campeonato de fútbol me dio una patada en las pelotas y no le sacaron roja porque según dijeron, es para confraternizar. Yo nunca hago amigos en el campo de juego, pensé furioso y fui con todo a impactar y cuando lo hice nos empezamos a matar de la risa y chocamos nuestras manos. Fue un momento soñado.
Luego se subió a uno simple para terminar, le dije que subiera a los caballitos para sacarle una foto para sus abuelos, el cuadro en el pasaje de la sala, mi portada en el celular, mi fondo de pantalla de la computadora y estampada en mi corazón. 
Cenamos pizza, yo quería pollo a la brasa; pero le di el gusto a ella y su enorme Olaf para la colección. 
Se quedó dormida en el auto, bajé el volumen de la música de Frozen y recorrí lo que quedaba de camino.
En casa la cargué hasta su cama, se fue a dormir sin querer cambiarse, yo me eché a su lado un rato y me quedé dormido. 
Desperté hace un momento y comencé a escribir.



Fin