- Las cosas que pasan cuando andas distraído. Yo no soy de usar audífonos, de hecho, nunca me han gustado. Cuando iba en bus o viajo en tren suelo leer grandes tomos para maravillar mi viaje o escribo en notas del celular las ideas que surcan mi mente. Pienso bastante mientras troto en la alameda donde realizo ejercicios y genero charlas interesantes al son de cualquier caminata rumbo a sitios cercanos y no tanto. En cada paso que doy mantengo un contraste entre vigilia por si llegan a asomarse amigos de lo ajeno y vista clara en adelante por si ocurre un tránsito inesperado de autos o ciclistas. Raras veces miro hacia arriba a menos que un extraño pájaro, (porque desconozco su género/raza) se asomara multicolor y hermoso cerca de mí posando exactamente sobre una reja del parque que es dividido por la acera que transito. He allí lo inesperado, el ave plantado cerca de mí y yo anonadado por su belleza queriendo contemplarla a profundidad, curioso de saber de qué se trataba porque por los lares donde habito no se hallan de esa especie, salvo mariposas y palomas; de pronto, causa de mi alboroto mental, porque me quitó las ideas atrapándome en curiosidad y me nubló el sendero por su aleteo estelar, no atenté ante lo siguiente que podría pasar si daba ese maldito siguiente paso debido a que resultaba una bajadita bien tiza y complicada la siguiente conexión de la acera. Forzosamente al no verla y avanzar luego de que el ave volara con serpiente en la boca y yo siguiera con la vista en su encanto, caí resbalando para atrás en una contundente caída que dolió mas tarde que en el presente; aunque la vergüenza no la tuve porque nadie me advirtió. La consecuencia es usar una almohada entre mi trasero y la silla para así escribir más ‘relajado’.
Fin.
