Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

miércoles, 30 de marzo de 2016

Lados C

- Desde hace algunos años mi vida ha dado un giro distinto. Ya no soy un sujeto irresponsable y descarrilado, alguien que le gusta la aventura y lo espontaneo, me he vuelto más estable, equilibrio se ha convertido en mi palabra predilecta y hasta deseo, de una vez, quedarme para siempre con una persona. 
Por bastante tiempo creí que sucedería con mi ex; pero ella nunca entendió mis ideales y quiso moldearme a su modo. Mala elección, no puedes cambiar a las personas, debes dejar que sean como son. Si se equivocan, aprenden, si ganan, mejoran. Y debes de estar con esa persona en esos momentos. 
Pues, llegué a conocerla de pies a cabeza y ahora solo siento lástima porque muestra una faceta que nunca creí conocer.
Me dedico a escribir desde hace mucho, generalmente suelo decir: Escribo desde niño; pero me enfoqué netamente en la literatura desde que entendí que realmente era bueno para esto. O mejor dicho, como ocurre en algunas ocasiones, porque es lo que amo realizar.
Tuve muchas novias, no voy a nombrarlas porque requiero de sus historias para seguir escribiendo; pero voy a asegurar que fui aprendiendo mientras iba viviendo. Aprendí a escuchar, a que las personas se muestran ante ti porque quieren que las conozcas, ocurre ello porque confían en ti. Entonces, escuchar se hizo grandioso, porque me gusta saber de las personas y aprecio que confíen en mí. 
Yo soy fiel por vocación y naturaleza, nunca me han sido infiel, puedo estar totalmente seguro, ¿La razón? Conozco a las personas con quienes me relaciono. De lo contrario, no empezaría un amorío. 
Soy difícil para empezar una relación, es más, realizo un cuestionario peculiar para saber más de las personas y si las respuestas son erradas, simplemente doy un paso al costado. Tengo principios e ideales, no puedo ir contra ello. No se trata de tabús, ni prejuicios, es mi modo de ser.
Volviendo al asunto del cambio, antes era muy distinto que ahora, me gustaba la juerga en exceso y las situaciones extrañas. He hecho un montón de cosas por amor y las voy a seguir haciendo; pero ahora con el equilibrio como bandera.
Me gusta mi vida actual, tengo estabilidad económica (que puede llegar a ser irrelevante) pero te da seguridad. También tengo equilibrio emocional, tengo una novia ideal que aprueba mis ideas y principios, gustos y aficiones, no intenta cambiarme, no cela, ni abruma, apoya y suma en mi vida, eso es lo realmente fascinante de esta mujer. Es como si por fin alguien entendiera la forma tan sencilla de mantenerme enamorado. El truco era simple, no joder a Bryan, ni siquiera tenías que entenderlo, solo respetar sus gustos y aficiones (que no te dañan) y el valor agregado, respetar su trabajo, la bendita y eterna escritura. Es algo que ninguna de mis novias comprendió, el tener que aceptarme tal cual soy. Y esta chica lo logra. 
He venido evolucionando con el paso del tiempo, ahora cuando me dicen: Bryan, vamos a una fiesta en el sur. Suelo responder, que flojera, ya no estoy para esos trotes. Realmente da flojera, no se trata de sentirse viejo, sino de haberlo hecho cientos de veces y una más, esta demás. Ya no requiero de esas situaciones. Por ejemplo, ya no voy a fiestas en otros lugares intentando conocer gente nueva, apreciar otros entornos, etc. Es porque prefiero estar tomando en casa, con mis hermanos y amigos cercanos, beber unos cuantos rones, hablar estupideces, temas serios y pasarla chévere. No tengo la necesidad de entablar charlas con otras personas, a no ser que tengan interés en mi libro, cambia la situación; pero con fines sociales, ya esta da flojera. Entonces, ¿imaginas los fines de romance? Ya ni siquiera giro a mirar a alguien, pues, tampoco intento llamar la atención, sentirme el guapo o el atractivo, a veces aunque no haya tenido novia, me da lo mismo. Sencillamente, en el caso que no tenga chica, no requiero de intentar afanar a alguien, es más, si me buscan, bien, y si no, da igual. No existe esa necesidad de adolescente libidinoso que se quiere comer el mundo femenino. Hay únicamente la necesidad de estar con una novia todo el santo tiempo y pasarla extraordinario. Me encanta sentir eso.
Rescato, respeto y aprecio a la gran mayoría de ex novias, incluso, las tengo en Facebook y a veces charlamos un poco, me agrada porque son parte del pasado y de alguna manera moldearon mi
personalidad.
Eso es algo que valoro, que existan personas con quienes uno se ha relacionado sentimentalmente y ahora se dediquen al aprecio mutuo. Es un buen resultado.
Por otro lado, hablando de mi trabajo, he publicado tres libros, me ha ido bien y estoy seguro que me irá mejor. Todo escritor sueña con ser leído, yo quiero que todo el mundo lea mis libros, que sepan quién soy, que siento al escribir, que trasmito, que deseo, que se emocionen al leerme y que, sobre todo, se sientan identificados. Ese es mi deseo como escritor.
Otro de mis sueños es tener hijos, me encantaría porque sería un gran padre, muchos lo dicen y yo también lo creo. Seguiría el ejemplo de mi viejo y si tengo una novia que tuvo grandes padres, entonces todo resultaría increíble.
Sorprendentemente, también anhelo casarme, es curioso decirlo porque nunca lo pensé y por largo tiempo lo negué. Quise mantenerme alejado de ese medio, ¿La razones? No son miedo ni desgano, es el simple hecho de lo social lo que no me gusta. Yo quiero un compromiso con mi pareja, a quien amo, por supuesto, que sea mutuo y ante los que queremos, no ante la sociedad en sí que ni siquiera nos conoce. Pero, viéndolo del lado divertido, haría una gran fiesta y todos tomarían mucho ron.
Mencionando al ron, mi tiempo junto a este colega se termina, va a llegar un momento en que me retire y deje de beber tanto, será natural porque lo vengo planeando hace mucho y va a ser para bien porque daña mi salud (a pesar que lo ame).
Tomo desde los 17 años (mi primera borrachera) y pues, desde entonces los fines de semana han sido de locura. Algunas veces con excesos y otros ingredientes y actualmente con cautela y en compañía familiar. Bueno, no con cautela, pero si con sujetos que quiero.
Si no incursiono mucho en algunos temas y solo los menciono es porque quiero escribir de cada uno de esos asuntos. 
Pues, para culminar los lados C de mi vida, acoto que me siento en una total madurez tanto emocional como profesional, tengo planes a futuro en ambos índoles y anhelo realizarlos todos.
Anteriormente me despertaba sin ideas, desencajado, a veces preocupado por lo que fuera a hacer más adelante, pensaba en los fines de semana y la constante juerga con mis demonios (de mi primer libro) y ahora me levanto alegre, lleno de sueños, con mis libros publicados y una novela que se viene, una novia esplendida que se queda a mi lado y sonrío porque ando en una de las mejores etapas de mi vida.
Esta realidad no es asombrosa, es algo que siempre quise; pero solo necesitaba hallar el modo de hacerlo real. Ya lo encontré.


Fin


martes, 29 de marzo de 2016

¿Ya te vas?

- Debes de leer "Curiosamente, adiós" para entender esta historia.
Conocí a Ángela en un taller de narrativa hace muchos años atrás, era uno de los primeros talleres a los que asistí. Hicimos contacto con la mirada cuando ingresé, llegaba tarde el primer día de clase y le sonreía a la docente para que me dejara pasar. Por torpeza se me cayeron un par de libros al intentar buscar asiento, precisamente en ese momento, como las típicas telenovelas, vi que ella visualizó uno de los libros, el título lo recuerdo como si fuera ayer, “París era una fiesta” de uno de los más grandes y admirables escritores. Al recogerlo, nos miramos fijamente y naturalmente, le mostré una sonrisa amable, algo que siempre hago, no es indicio de querer empezar un romance, solo es amabilidad. Ella también lo vio de la misma manera y obviamente, correspondió con una sonrisa.
Me senté atrás, a unas carpetas de distancia y confieso que me atrajo su cabello ondulado, completamente negro, quizá, más que la noche. Además, vestía de un modo muy chic, como si saliera del trabajo y fuera directo al taller.
La profesora siguió explicando acerca de los distintos estilos de narradores, los omnipresentes, omniscientes y demás. Ella atendía y escribía, lo notaba porque yo suelo atender y nunca escribir. Digamos que tengo memoria selectiva, lo que me interesa lo archivo y lo que no, lo obvio.
Al rato, antes de incursionar en otro tema, la docente, que era de nacionalidad colombiana, bien guapa ella, quiso saber el objetivo de cada uno de los participantes, entonces, resolvió preguntar individualmente, ¿Qué esperas del taller? Cada uno fue dando su punto de vista hasta llegar a ella, quien respondió con una voz sobria: Me gusta la literatura y aprender más sobre ello es lo que requiero. Al rato, me tocó a mí: Estoy trabajando en un libro de cuentos y estoy aquí para enriquecer la obra.
Todos voltearon a mirarme, incluyéndola. De todos los participantes ninguno había mencionado que escribía un libro.
Por ello, quiso saber más, ¿De qué trata tú libro? Di información básica con tan solo un par de palabras: Son cuentos y reflexiones basadas en situaciones reales y anécdotas propias.
Interesante, dijo la profesora y todos empezaron a murmurar.
Me sorprendió que fuera el único que andaba escribiendo un libro, por un momento creí que todos dirían lo mismo; pero entendí que algunas personas solo gustan de saber un poco más.
Al terminar la clase salimos del salón, la docente nos había dado la consigna de traer para la siguiente clase un cuento de dos páginas. Me pareció estupendo que dejaran ese tipo de tareas.
Recuerdo que me detuve en una de esas máquinas que expulsan galletas y golosinas esperando que el sujeto adelante recogiera su producto. En ese instante, escuché a Ángela decir, ¿Desde cuándo te gusta escribir? Giré el cuerpo y la vi. Era mucho más bonita que hace unas horas y el detalle de los ojos caramelo no lo había notado.
A decir verdad, escribo desde niño; pero últimamente lo estoy haciendo seguido.
¿Por qué? ¿Hubo un tiempo en que dejaste de escribir? Quiso saber al tiempo que presionaba los botones de la máquina.
Sí. Pues, andaba estudiando en la pre de Lima y como no ingresé me estoy dedicando plenamente a la escritura.
Me asombró que comenzara a reírse de un modo burlón. La miré extrañado, entre molesto y sorprendido.
Perdona, lo que pasa es que me sorprende que no hayas ingresado a la de Lima. Si es tan fácil.
Sabía que te reías de eso. Pero, no es tan sencillo como dicen, pues, dictan algebra, aritmética y hasta geometría, yo ando en las nubes con esos temas.
Ya te entiendo, eres de los sujetos que son buenos únicamente para las letras y no para los números.
Supongo que sí. Mi ex profesor de matemática decía lo mismo.
Nos echamos a reír luego de oír ese comentario.
Yo soy Ángela, dijo después de la risa. Yo me llamo Bryan, respondí y no supe si estrecharle la mano o darle un beso en la mejilla.
Siempre he sido muy respetuoso con las mujeres, mucho más cuando recién las conozco.
Le estreché la mano con delicadeza; pero ella me dio un beso en la mejilla. Olía delicioso, lo confieso y a mí que me encantan los buenos olores.
Y dime, ¿A qué te dedicas, Ángela? Parece que trabajas en oficina, le dije visualizando su sofisticada vestimenta.
Empezó a contarme que trabajaba para una empresa de servicios turísticos, venta de pasajes y demás, era una especie de recepcionista. Para ser honesto, no recuerdo el nombre de la empresa.
Comenzó a contar también, al tiempo que yo disfrutaba de mi galleta Charada, que le gusta la literatura, en especial la clásica, habló de García Márquez y Borges con naturalidad. Incluso, para gustarme, añadió: Ese libro que lees, “París es una fiesta” es buenísimo.
Al mencionarlo fui yo quien comenzó a hablar sobre el libro, las situaciones que vivió el señor Ernest Hemingway junto a sus grandes colegas y amigos.
Nos quedamos varios minutos estacionados cerca a la máquina de golosinas y galletas charlando de autores y libros.
Salimos caminando de las instalaciones del centro cultural y no quisimos despedirnos, por ello, de un modo espontaneo, seguimos caminando hasta llegar a un óvalo. Intercambiamos MSN y celulares antes de la despedida y acordamos en vernos la siguiente clase.
Obviamente no fue así, nos agregamos al MSN esa misma noche y comenzamos a charlar hasta el amanecer.
Los temas se basaban en libros, autores, literatura, cuentos y demás, todo lo que tenga que ver con letras, incluso, también le hablé con mayor profundidad acerca de mi proyecto literario.
De repente, al amanecer, mencionó que debía ir a trabajar, lo dijo de modo chistoso, recuerdo claramente que añadió: Hablamos tan chévere que ni siquiera me percaté del reloj. Uno se olvida de todo cuando la pasa genial.
Volvimos a vernos en la siguiente clase, el taller se dictaba tres veces a la semana y aquella segunda vez, saliendo del mismo, nos fuimos a una cafetería cercana. Era la primera o segunda vez que visitaba Starbucks, nunca me había llamado la atención; pero a ella le fascinaba algo que vendían allí, lo llamaba Frappuccino.
Saliendo del lugar caminamos sin destino, no sabíamos adónde íbamos, solo andábamos mientras conversábamos.
Hablaba de su trabajo, de lo bien que le iba y que iban a promoverla, estaba contenta por ello. Yo fumaba un cigarrillo y la escuchaba, le contaba que había terminado un nuevo cuento y que el libro iba tomando forma.
Nos sentamos en una banca de un parque, no me acuerdo el lugar, solo sé que de repente nos quedamos callados y fue de las pocas veces que sentí una fuerte atracción física. Su cabello ondulado, suelto y volando a causa del viento, me encantaba, aparte, vestía de un modo sofisticado que llamaba bastante mi atención y curiosamente, se había pintado los labios -quería creer que lo había hecho por mí porque la vez anterior no los vi así-. Dejándome llevar por el gusto que sentía, le dije con seriedad: Ángela, me gustas mucho. Disculpa si te lo digo así de golpe; pero me pareces muy atractiva físicamente y a la vez muy inteligente e interesante.
Sonrió viéndome a los ojos con esa mirada café y ante mi sorpresa, respondió: Si tú no me lo decías, yo te lo iba a decir. ¡Fue fantástico! El hecho de gustarnos y atraernos resultaba ideal, por ello, inmediatamente nos dimos un beso e iniciamos una relación amorosa.
Durante las siguientes clases algunas personas nos quedaban mirando como quienes se preguntan, ¿Y estos dos, en qué momento se relacionaron sentimentalmente? Pues, fue la profesora, quien en confianza, lo dijo en la última clase: Hacen una linda pareja, chicos. Su comentario pareció salido de una clase de colegio, provocó la risa de la mayoría y la vergüenza de nosotros, quienes, lejos de sentirnos tontos, solo estuvimos avergonzados.
Salimos con nuestros respectivos diplomas y nos aventuramos nuevamente al hecho de caminar sin rumbo, cogidos de la mano, hablando de todo un poco y con la sonrisa bien puesta.
Con el pasar de los meses fue sabiendo más de ella, conocí sus otras aficiones, las luchas, por ejemplo, los videos juegos y demás. Ella a su vez fue conociéndome a fondo, se enteró que me gusta escribir en un estado completo de resaca, que suelo beber ron los fines de semana con mis amigos y que disfruto muchísimo de jugar pelota, generalmente, los sábados por la tarde.
Por ese lado estábamos bien, a ella también le agradaba el fútbol; pero, detestaba profundamente la bebida en exceso. Sin embargo, respetaba mis gustos y aficiones porque sabía que no soy de esos tipos que se emborrachan y se acuestan con otras, que arman peleas o realizan estupideces vergonzosas. Aunque, en ese entonces, junto a mis amigos, a pesar de no hacer algo que la lastime, realizábamos otro tipo de cosas, por ejemplo, no solo bebíamos ron, también consumíamos alguna que otra droga y nos gustaba la diversión extrema, es decir; podríamos ir a una fiesta en la playa o en una casa, en un lugar lejano de la ciudad o en otro extremo, siempre íbamos donde sabíamos que la pasaríamos bien. Eran tiempos de locura, bien decía mi amigo.
Yo le contaba todo a Ángela los domingos por la tarde cuando iba a su casa a ver películas mientras comíamos algo. No obviaba detalles, le contaba las drogas y las locuras que hicimos, los viajes a fiestas lejanas, las madrugas y los estupideces de los borrachos. No tenía porque mentirle, tampoco tener que inventar historias o poner excusas, llegamos a un punto en que le contaba todo porque le tenía suma confianza. Siempre he creído que la confianza es la base de toda relación.
Ángela era tranquila, gustaba de estar en casa los fines de semana, leía o veía televisión, compraba algo de comer y se quedaba enganchada con un libro o una serie. Eso me gustaba de ella, que fuera una chica hogareña, con principios establecidos por sus generosos padres y dedicada plenamente al trabajo y su vida amorosa.
Nos veíamos varios días a la semana, iba a recogerla al trabajo e íbamos a caminar por algún lado. Otras veces a cenar su plato favorito, la pizza y tantas veces al cine a mirar películas de terror.
Lo que también nos gustaba era ver documentales, nos quedábamos pegados observando en el entonces novedoso Youtube diferentes documentales sobre animales prehistóricos y monstruos marinos. En esa época andaba muy pegado con esos temas, no dejaba de buscar información sobre monstruos, animales extraños, dinosaurios, etc. Algunas veces me distraía viendo dichos videos en lugar de escribir.
Llegamos a cumplir un año juntos, parecíamos estar destinados a permanecer el resto del tiempo unidos, vivíamos enamorados y lo expresábamos a nuestro modo.
El tiempo que nos veíamos la pasábamos chévere, cuando no se podía por asuntos laborales, ella con arduo trabajo y yo escribiendo nuevos textos, nos encontrábamos en el MSN y chateábamos bastantes horas.
Ángela no siempre era apegada a su familia, en algunos casos, cuando estábamos viendo televisión en su cuarto, solía escuchar disturbios en su casa. Ella salía a ver qué pasaba e incrementaba la riña, creía que sus padres generosos (porque siempre los vi de ese modo) no pudieran tener esa clase de conflictos; pero lo que ocurría era que tenía un hermano que podría ser catalogado como la oveja negra, alguien que hurtaba objetos de la casa para consumir licor y estupefacientes. Ese momento entendí la razón por la cual no le gustaba beber.
Ella volvía estresada, triste y nerviosa, yo intentaba calmarla con los abrazos. No sabía que decirle, tampoco iba a sugerirle que lo internen, después de todo, es su hermano y podría tomarlo mal.
No voy a incursionar a fondo en ese espacio, es la vida privada de su familia y como espectador vi algunas escenas que realmente me entristecieron. Jamás creí que alguien podría volverse tan adicto al licor y la cocaína. Nunca conocí ni le estreché la mano a su hermano, solo lo vi con el rostro desecho y demacrado las veces que pasaba por mi lado. Era completamente distinto a la dulce, noble y generosa Ángela. Además de trabajadora.
Enfocándome en lo que fue mi relación con ella, debo decir que nunca discutimos, jamás hubieron esas riñas llena de griterío y ofensas.
Nosotros éramos algo distintos; pero lo sobrellevábamos porque gozábamos de pasar el rato juntos, de divertirnos en los viajes que hicimos, compartiendo aficiones y demás. Una o dos veces la llevé a reuniones con mis amigos, no se acopló del todo porque no le gusta tomar, por ello, mayormente fui yo quien salió con sus amistades. Fuimos al cine, a restaurantes y hasta un viaje. Eran buenas personas, tranquilos y algo ingenuos; pero buenas personas.
Claro que siempre preferí estar con mis amigos y ella lo comprendía, por eso, los fines de semana yo andaba de fiesta en fiesta y ella viendo televisión o leyendo en su casa. Era algo que le gustaba, eso resultaba estupendo. Además, nunca me celó ni molestó lo que hacía, yo le contaba todo, confiaba en mí y sabía mis ideales.
Pasó el tiempo y llegamos a cumplir dos años de relación amorosa, estábamos en el auge de nuestra relación, yo no sabía que regalarle para el aniversario, muchos de mis amigos sugirieron el anillo; pero nunca me atreví a comprarle uno. No quise. Creí que comprar un anillo me daría una responsabilidad, quizá, ella lo quería; pero yo no y no lo hice. Le regalé un oso enorme que quedó para siempre en el espaldar de su cama.
Un mes después de haber cumplido dos años, ocurrió una riña impensada, dije que nunca peleábamos; pero esto fue distinto. Era un malestar, un contratiempo, un simple e irrisorio malentendido.
Estuvimos dos o tres días separados, no lo recuerdo, yo pensaba llamarla; pero preferí que ella lo hiciera. La llamé después, al notar que no lo haría.
Sabía que hablaríamos y llegaríamos a un notable acuerdo y todo quedaría como nuevo, como si nada hubiera sucedido, como si todo hubiera sido tan normal como siempre.
Pero, como dije en la historia “Curiosamente, adiós”, ella dio una noticia sorpresiva. Un repentino viaje a Canadá. Yo no pude creerlo, estuve meses pensando en ¿Por qué me hizo esto? Y con el tiempo, cuando regresó de esa estúpida aventura laboral y digo estúpida porque lo arriesgó y perdió todo lo que construimos por el mismo puesto que tuvo aquí; pero con un salario mayor, entendí la razón.
Ángela creyó que era una de esas oportunidades que solo existen una vez, se cegó y se marchó sin darme explicaciones. Únicamente se lo dijo a sus padres, ni siquiera a sus amigas.
Recuerdo claramente lo que le dije a pesar que no quiera repetirlo; pero voy a hacerlo: ¿Ya te vas? ¡Pues, lárgate, cobarde!
Y así fue como me marché del aeropuerto. No hubo lágrimas, hubo ira, hubo coraje, hubo decepción; pero no lágrimas. Nunca las mereció.
Ella volvió dos años después, no era la misma, obviamente, el cambio de hábitos, cultura, clima y demás la afectaron notablemente. Me contó que se deprimió y que se sintió mal por todo lo hecho, que quiso llamarme para explicar; pero nunca se atrevió.
Me buscó al volver, yo no quise saber de ella, no solo porque no haya amor, porque el amor cuando te decepcionan, muere, sino porque a veces es mejor mantenerse lejos de algunas personas, generalmente, de las que no se muestran verdaderamente como son.
Ángela fue una mujer increíble; pero nunca fue realmente honesta. De repente, yo nunca quise escuchar sus motivos, ¿Qué motivos podría tener para fugar sin avisar? Solo razones absurdas que fue mejor nunca oír.
Confieso que me vi herido cuando volvió, que mis palabras: No deseo verte nunca más, fueron duras; pero sinceras. La decepción hizo que actuara así. No obstante, lo superas, te queda una historia que contar y una experiencia de la cual aprender.
Vivimos gratos momentos, dos años de relación bastante bonitos que terminaron de un modo abrupto.
A veces es bueno recordar lo vivido y olvidar la forma como acabó.

Fin




lunes, 28 de marzo de 2016

Hoy me siento solo

- Últimamente me siento solo. Hoy estoy solo. Ya no hay nadie, solo esta soledad.
Al inicio no me da cuenta, paraba bastante tiempo con mi novia, disfrutábamos del tiempo juntos, desarrollábamos planes y realizábamos actividades rutinarias, que lejos de ser aburridas, resolvían ser siempre divertidas. Pues, naturalmente, las anhelo y extraño. Ella se encuentra lejos (por el momento) y yo intento distraerme con lo que amo, la bendita escritura. 
Es cierto que me quita bastante tiempo el asunto de andar creando historias, nutrir a los polifacéticos personajes y darles distintas vidas, es un trabajo maravilloso, a veces arduo, notablemente liberal; aunque muchas veces no tan valorado, pero el asunto es ser feliz con lo que uno hace y yo como siempre reitero, adoro mi trabajo y no lo cambiaría por nada. ¡Cambiaría a la persona que no valora lo que hago! Y lo hice, gracias a Dios.
Pues, manteniendo el tema de la soledad, la primera noche que no estuve con mi gorda, me sentí distinto. No era ese aire a libertad que muchos podrían decir a carta cabal y andar desparramando alegría y euforia. No ocurrió eso por la grandiosa sensación que siempre fui libre. Ella no me ata, me deja ser y yo la dejo ser, ambos somos tal cual y nos amamos por eso, ¿maravilloso, no? Yo agregaría, dichoso.
En ese tramo de tiempo, luego de haber creado algunos cuentos basados en experiencias pasadas con mis amigos, quise realizar una actividad, pensé en ver una película o preparar algo de comer; pero, ella no estaba y a pesar de poder llamarla y charlar, entablar una plática sobre nuestros actos rutinarios y ponerme mucho más feeling, sabía que no estaría aquí y no haríamos lo que solemos realizar.
Enseguida, se me ocurrió llamar a un amigo, un primo, mejor dicho, iba a proponerle ver una película con un par de chelitas. Le dije y respondió con cortesía: Primito, estoy en la chamba. ¿Te parece el fin de semana? Mi segunda opción fue otro amigo, alguien con quien paro desde tiempos ancestrales, estaba seguro que podría verlo y pasar el rato, de repente conversar sobre los sucesos personales y liberarme un poco.
Estoy en la casa de mi flaca. Luego te escribo.
No decliné, todavía me quedaban algunos nombres. El hecho de decir “algunos” me apena, porque no tengo en mi registro los teléfonos de mis otros camaradas. Éramos inseparables en tiempos pasados, para aquí y para allá, a todos lados juntos; pero el tiempo fue pasando, las juergas disminuyendo, las reuniones también, el plan H se fue y las conversaciones vía MSN caducaron. Muchos de ellos evolucionaron en el sentido amoroso y se casaron. Otros mantienen relaciones estables y digo estables porque conviven, se ven seguido, mantienen un registro de actividades, incluso, tienen hijos y hasta planes a futuro. Ya no piensan en juergas ni hueveo por la calle, ni siquiera en charlas graciosas vía teléfono o MSN, ellos han madurado para bien y yo estoy completamente alegre por ello.
Fui parte del clan de los sujetos con novia; pero siempre he terminado con mis chicas. Nunca sentí lo que siento ahora, suena cursi; pero es así, tengo ganas de plantarme. De quedarme con una chica para siempre, con mi gorda (por supuesto) y empezar a desarrollar una gama de actividades futuras que nos ayude a progresar como pareja y personas.
Ahora ella se encuentra en otro lugar envuelta en situaciones laborales y yo estoy aquí, solitario, frente a la computadora intentando sacar y sacar más historias, hasta de donde no salen, las saco para escribir, es que si no escribo, puedo enloquecer por el asunto de extrañar.
Después de llamar e intentar convencer a mis amigos de toda la vida que ahora se hallan felizmente comprometidos y me alegra muchísimo, quise llamar a mi amiga, pues, mi mejor amiga, alguien con quien, repentinamente, andamos distanciados. Me dijo que no puede salir a pasear, que anda ocupada por el asunto del trabajo y algunos cursos. Me resulta mentira; pero, ¿Qué puedo hacer? Algunas personas se vuelven infantiles a pesar de superar los veinte. Quizá piensa cosas que no son, que tuvimos un altercado por un tema X y la solución Y no aparece por ninguna parte. Yo soy honesto, jamás haría algo que dañe a los que quiero. Eso puede que no lo diga todo para ella, muy mala actitud; pero respeto, yo siempre respeto las composturas de los otros hasta que se den cuenta y me digan, estuve equivocado. Lo siento. De ahí todo bien para adelante porque no soy rencoso.
Últimamente me siento muy solo, los amigos que recolecté en mis casi treinta años de vida, se han ido a vivir sus vidas. Recuerdo con nostalgia todo lo que hicimos en nuestros tiempos, ahora me contenta verlos felices, ocupados con sus familias y laburos, mientras que yo, en una entrañable soledad, al frente de la computadora e intentando trabajar para no pensar, para no extrañar, para no necesitar de esa persona que se ha vuelto mi otra mitad, alguien -aunque nunca lo dije- indispensable para mí.
Yo siempre he ido independiente, recuerdo el tiempo que estuve solo, casi dos años, pues, en dicho entonces realicé un sinfín de quehaceres, pensé empezar a hacerlos, buscar aficiones, leer libros y demás; pero no puedo, porque en ese entonces estaban mis amigos, es decir; podría leer, ver películas y demás, luego salía con ellos y hacíamos divertidos los días. Ahora, como dije párrafos atrás, todos están ocupados con sus respectivas familias.
El tiempo pasa, Bryan, me dice el espejo. Y las personas se comprometen, plantan y crean universos, añade enseguida.
No soy de deprimirme, nunca me ha sucedido; pero suelo tener ratos de nostalgia, como estos por ejemplo, en los que medito al tiempo que escribo y me siento solitario en mi habitación con el trasfondo de la música que intenta acompañar.
Deseo que el tiempo avance y vuelva mi gorda, resolvamos hacer lo mismo de siempre, me vale madre porque siempre le doy emoción, entonces nunca se convierte en rutina, esa es la magia del amor.
Al final lo que este hombre quiere es tener una novia ideal, una familia, un par de hijos, el laburo que tanto amo y un dinero que caiga en un proyecto propio. Mi vida sería completa si luego me dedicara a viajar con mi gorda y promocionar mis libros en el mundo.
Mientras tanto, al tiempo que sueño ese anhelo mostrado, trato de luchar contra esta soledad, recordando los momentos con los buenos amigos (que ya no están y me alegra que no estén) y los
ratos preciosos con mi gorda (que no está; pero va a volver).
Escribir hace posible reflejar lo que hoy vengo sintiendo.


Fin



domingo, 27 de marzo de 2016

Las gorras

- Ser palomilla es distinto a ser un ladrón. De joven uno hace un montón de palomilladas con tal de divertirse. Por esa razón y con esta reseña, empiezo a relatar esta anécdota.
Era una tarde de compras navideñas, Diego y yo habíamos ido al Jockey Plaza para adquirir zapatillas, sabíamos que en una de las tantas tiendas por departamento habría buenas ofertas. Ingresamos a una en particular, a lo que solemos visitar y comenzamos a visualizar los distintos modelos, por si nos llamase la atención algunos.
Veíamos, tocábamos y nos probábamos distintos pares de zapatillas; pero ninguna nos gustaba porque solían ser de colores muy exagerados, generalmente nos gusta lo simple.
Antes de ir en busca de otras tiendas resolvimos seguir curioseando por los alrededores, llegamos al módulo de ropa deportiva, en donde nos quedamos enganchados con las bonitas camisetas de los equipos europeos que costaban una fortuna. Luego, nos acercamos a un pequeño espacio donde yacían gorras de la marca Nike. Eran unas gorras muy bonitas, con un diseño simple, color agradable y el logo pequeño. Nos gustaron de inmediato.
El precio oscilaba alrededor de los setenta soles (en ese entonces los precios estaban en dólares) y se nos hacía de poca importancia comprar gorras cuando habíamos ido por zapatillas. Además, de adquirirlas, no podríamos comprar los tenis que deseábamos, debido a que el presupuesto se acortaría.
De repente, a Diego se le ocurrió una peculiar idea. Oye, ¿Y si las pelamos? Sonreí cuando lo dijo, creí ingenuamente que hablaba con humor. Es fácil, podemos sacarle esto (el protector) y listo, nos la llevamos puesta, añadió enseguida y entonces entendí que estaba hablando en serio.
Las gorras me gustaban y su idea parecía simple, por ello, le dije: ¿Y donde piensas sacar el protector? Están vigilando.
Fácil, cojo un polo, voy al probador y allí lo saco. Luego salgo de la tienda con la gorra puesta.
Hagámoslo, le dije motivado, debido a que su plan parecería ser perfecto.
Diego cogió una de las gorras, se la colocó y observó en el espejo como quien se prueba, luego, cogió un suéter. Me pidió que vigilara por si alguien curioseaba e introdujo la gorra dentro del suéter. Al rato, hice exactamente lo mismo.
Vamos a diferentes probadores, me dijo con bastante seriedad. Ya, está bien, respondí de la misma manera y nos separamos.
Estaba nervioso, lo admito; pero trataba de disimular de la mejor manera. El tipo de seguridad, un sujeto alto y serio, cogió la prenda para revisarla, yo miraba a otro lado mientras lo hacía pensando en que si la encuentra, estoy jodido o debo de hallar una excusa ideal. Sin embargo, no pudo encontrar nada y logré entrar con el suéter que escondía la gorra.
Con fuerza bruta pude sacar el protector sin arruinar la gorra y salí con suma confianza del probador. Al tipo de seguridad, de un modo muy natural, le pregunté por una caja. Este señaló una y me fui sin voltear.
Más adelante me desvié y fui a buscar a Diego, quien recién salía de un probador. Al verlo, le hice una seña y se acercó.
¿Qué fue? Le pregunté. Me demoré; pero lo hice, dijo con una sonrisa. Nos echamos a reír como un par de locos.
¿Y ahora como salimos? Pues, cara de palo nomas, hay que ponernos la gorra, dijo con confianza. Hice caso a su idea y salimos con el tumbao que tienen los guapos al caminar.
Nadie se dio cuenta, nadie vio nada y nos quedamos con un par de gorras bien bonitas.
Lo gracioso de esta historia es que le contamos a nuestros amigos acerca de la hazaña que realizamos, entonces, un par de ellos fueron para hacer lo mismo, el resultado, quedaron detenidos.
No dejamos de reír cuando nos contaron lo ocurrido. Definitivamente, no es un acto que se deba repetir; pero si una palomillada que uno realiza cuando es joven y algo estúpido.
Irónicamente, esas gorras bonitas que hurtamos, nos las robaron tiempo después. ¡Qué bonita es la vida!

Fin

Hoy me vieron atractivo

- Nunca me he considerado un sujeto físicamente atractivo; sin embargo, hoy ocurrieron un par de hechos muy singulares. 
El primero fue en el gimnasio, llegaba a la hora de siempre, presuroso por comenzar el entrenamiento diario. Saludé a la recepcionista e ingresé con rapidez sin darme cuenta que adelante, una muchacha salía del gimnasio. Nos topamos enseguida, fui para la izquierda para zafar y ella fue para ese lugar, fui para la derecha y ella hizo lo mismo. Sonreí y le dije, lo siento, ando despistado. Entonces, seguí el camino; pero de pronto la oí decir, ¿Y a que se debe que ande tan despistado? Giré el cuello con un gesto de sorpresa y la vi sonreír de una manera muy coqueta. Creí que se trataría únicamente de un momento gracioso; pero al cabo de un tiempo, mientras andaba entrenando, el personal training se acercó para con su rutinario humor, decirme: Oye Goku, esa chica no deja de mirarte, dice que quiere conocerte.
Lo vi sorprendido, luego sonreí y le dije: No me jodas, estoy entrenando. Él sonrió y añadió, si gustas, después te la presento. 
Obvié su comentario y continué con los ejercicios. 
Hasta entonces todo parecía ser una situación particular, de repente, hasta graciosa. 
Horas después, cuando concluí con la rutina de siempre, me preparaba para salir del gimnasio, cuando de repente, esa misma chica, se acercó para preguntarme: No te he visto por aquí, ¿A qué hora sueles venir? Efectivamente, hace dos semanas que no asisto al gimnasio, ¿La razones? He andado muy ocupado con el asunto del libro. 
Mecánicamente, respondí con educación: Pues, por las tardes. 
Espero encontrarte seguido, dijo ante mi asombro, sonrió y se fue. Yo me quedé estático, no supe exactamente cómo reaccionar y solo se me ocurrió sonreír.
La siguiente ocasión ocurrió más tarde, cuando andaba de compras en un nuevo centro comercial, quise ir a inspeccionar y de repente, adquirir alguno que otro producto. Fui solo, mi novia no está presente y pues, quise distraerme un rato.
Elegí una prenda y resolví probármela, es un asunto jodido ese de llevar algo y luego tener que devolverlo porque no te queda.
Parece que pronto llegará el supuesto invierno, por ello, vi un blazer en oferta y no dudé en tenerlo.
Además, unos pantalones jeans rasgados que llamaron bastante mi atención.
Al salir y verme en el espejo, una chica que pasaba por allí, dijo con bastante humor: Me gusta ese look. La vi y sonreí para luego decir, gracias, lo voy a adquirir. Se acercó y añadió, más hombres deberían vestirse de ese modo. No andar como wachiturros.
El comentario resultó muy chistoso, al punto de soltar algunas carcajadas. Al rato, decidí volver a los probadores para cambiarme; pero al salir, la chica esta, que superaba los treinta (imagino) seguía donde estaba.
¿Qué hace un muchacho como tú yendo de compras solo? Esa pregunta se me hizo difícil de responder porque no soy de dar explicaciones a nadie, mucho menos a desconocidos; pero, la pregunta, a la vez, parecía salida de una película romántica, donde alguien intenta ligarse a un tipo.
Yo no soy de hablar con extraños, he visto muchos capítulos de ID y hasta me he vuelto una persona muy precavida.
Resolví responder, estaba de pasada y quise entrar a curiosear. Bueno, voy a pagar, ya me retiro.
La mujer como teniendo las palabras en la boca, añadió: ¿Luego no gustas ir a tomar algo? Eso me sorprendió todavía más, por ello, le dije: La verdad es que estoy apresurado. Perdona.
Me sentí incómodo respondiendo de esa manera, de repente, no fui educado; pero tengo novia y no voy a andar saliendo con cualquier persona, mucho menos desconocido.
Lejos de cualquier otro pensamiento, al fin y al cabo, ambas situaciones resultaron curiosas y chistosas. Creo que dejarme el cabello largo y tonificar el cuerpo en el gimnasio parece ser productivo. 
Pues, lo importante es que tengo algo más que escribir.

Fin

Para no extrañarte

- Para no extrañarte tengo un frasco con tu aroma, una poción que desprende el olor de tu cuello, ADN en las sábanas por si decido clonarte, un conjunto de grandiosos momentos en la mente y ese mismo grupo encima del escritorio en forma de fotografías. Llevo la motivación de nuestro acuerdo, libero recuerdos para no entristecer, imagino que ambos vemos la misma luna para suspirar y pienso que nuestros cuerpos se transforman en aire para juntarnos en el cielo. 
Debajo de la almohada una prenda, cuelga de mí tu collar predilecto y tanta tecnología nos soluciona la vida. Pero, te extraño y creo solemnemente que cuando vuelvas seremos infinitos y no habrá distancias ni apremios, solo tú y yo, mientras tanto, seamos fuertes, mi amor.


Fin

¿Mi peor pesadilla?

- Ando estresado por cuestiones personales, tengo resaca y estuve escribiendo. De repente, escucho a los vecinos gritar descontroladamente, a pesar de tener la puerta cerrada; pero las cortinas abiertas (por el calor, obviamente) oigo los gritos y lloriqueo de niños eufóricos al punto de dejar el teclado y acercarme a la ventana para con voz enfadada decir: ¡Dejen de gritar, maldita sea! Enseguida, recordé a mi némesis de la infancia, un horrible viejo que impedía que jugara pelota en el parque, me acordé de sus gritos y la forma tan malcriada como le contestaba, en ese instante me dije: Bryan, ¿Qué carajos está pasando? Entonces, resolví calmarme. Mi peor pesadilla no puede hacerse realidad.
Curiosamente, esta situación me ha hecho reír y relajarme un rato.


sábado, 26 de marzo de 2016

Frase 69

- A veces extrañas el momento más trillado y monótono. Más simple, digamos, el hecho de ver una película, distanciados por un cuerpo o el asunto de conversar de cualquier situación, quizá, ese instante en que la abrazas mientras duerme. El hecho de tocarle la barriga y hacer el gesto de asombro (gracioso, por supuesto) o el placer de enredarse con recetas culinarias o un chiste que siempre se cuentan. Te pones a pensar que son esos momentos los que uno anhela, irónicamente, los llaman monótonos. ¡Válgame Dios! Hacen falta cuando no están. ¡Qué vuelvan a ser rutinarios! Que los quiero siempre en mi vida. No extraño eventos extraordinarios, extraño la rutina de tenerte siempre.





Doble impacto

- Estábamos en la casa de Diego tomando ron desde muy temprano, conversábamos de todo un poco, entre fútbol, mujeres, chismes y demás, se iba pasando el tiempo. Además, los rones parecían interminables.
Alrededor de las tres de la madrugada, Bruno junto con York decidieron partir con la excusa de encontrarse borrachos. A pesar que insistí en que se quedaran, resolvieron partir. Los tildamos de arrugadores y los despedimos de mala manera.
Pasada una hora, luego de tanto seguir charlando, cada vez con mayor efusividad y palabreo extraño, Baraka decidió zafar con la excusa de encontrarse igual de ebrio que los dos anteriores. Le dijimos que se quedara, incluso, le insistimos y lo animamos; pero al cabo de treinta minutos inventó una razón estúpida para salir de la casa y nunca volvió. Cuando salió con el motivo de ir a comprar algo de comer (a las cuatro de la madrugada) sabíamos que no regresaría.
Diego, Clo y yo nos miramos como quienes se cuestionan y se preguntan a la vez, ¿Qué hacemos? Y enseguida, fue Diego quien añadió: Por mí se pueden quedar hasta las últimas. Al instante, Clo dijo: ¿Hay más ron? A lo que yo respondí: Siempre hay ron.
Entonces seguimos tomando; aunque esta vez los temas fueron cambiando. Incursionamos en la intimidad de los participantes, cada uno hablaba acerca de su respectiva relación amorosa, soltando, en algunos pasajes, algún que otro momento embarazoso.
Reíamos y compartíamos comentarios. Luego, asombrosamente, nos empezamos a sentir feeling recordando escenas pasadas, generalmente, etapas de la infancia.
Fue entonces que Diego, feeling de nacimiento, se puso a llorar al recordar un momento lejano que aparentemente lo marcó. En ese momento juntamos nuestros vasos en señal de salud y nos abrazamos como si no nos hubiésemos visto en décadas. Fue chistoso y la vez simpático.
Tragos van y tragos vienen, empezamos a sentirnos borrachos, diría yo, muy borrachos; pero queríamos seguir bebiendo ron, a pesar que este se ande terminando. Para entonces eran alrededor de las cinco y media de la madrugada, el sol saldría en cualquier momento y seguramente se arruinaría la reunión. Sin embargo, nuestro deseo era seguir tomando y de no poder hacerlo en casa de Diego lo haríamos en un parque. Por suerte, Diego dijo que podríamos seguir hasta las últimas y eso teníamos planeado.
No obstante, los planes se vieron frustrados cuando Clo dijo con sorpresiva sobriedad: Señores, tengo que ir a la casa de mi novia a dejarle un dinero porque no podrá ir a clases. Era sábado, ¿Quién asiste a clases un sábado? Claro, dos personas que en dicho entonces holgazaneaban no podrían saberlo.
Entendimos la situación y le sugerimos salir los tres rumbo a la casa de su chica, dejar el dinero, comprar otra botella de ron y seguirla en la casa de Diego. La idea era perfecta, tan perfecta que Clo no dudó en aceptarla. Es más, nos emocionamos.
Salimos de casa haciendo más alboroto que de costumbre, estábamos borrachos y no dejábamos de reír. Intentamos mantenernos serios al momento de abordar el taxi rumbo a San Borja; aunque se hizo imposible no soltar algunos chistes mientras arribamos hacia allá.
Al llegar, Clo descendió mientras que Diego y yo nos mantuvimos sentados en la banca del parque al frente de la casa de su chica.
Lo vimos subir la enorme cantidad de escalones de la escalera, se veía agotado, sudoroso y con un terrible aliento que ni siquiera las dos barras de goma de mascar pudieron refrescar.
Yo estaba preocupado y agotado, Diego cansado, se veía achinado y con un aliento de dragón. Mientras observábamos a Clo subir resolvimos adquirir un par de botellas de agua y empezar a cuestionar el hecho de seguir bebiendo.
Clo seguía subiendo los escalones, cada vez lo notaba más exhausto y a la vez preocupado, en un algún pasaje vi que se hizo la cruz y en otro noté que imploraba una especie de clemencia. Nosotros nos manteníamos al frente, visualizando todo y a la expectativa, absortos de lo que podría llegar a suceder.
De repente, entre el sueño que provoca la borrachera, vi como Clo tocó la puerta del departamento, no me sorprendió en ese momento el tiempo que tardó en llegar. Lo vi preocupado y asustado (claro que no llegué a ver el sudor que caía de su frente y sienes). Tocaba y tocaba sin que nadie saliera; pero, de repente, abrieron la puerta. Una mujer vestida de blanco lo recibió, se veía ofuscada, molesta y muy alarmada, movía las manos de un lado hacia otro de un modo desesperado. Le dije a Diego que mirase la situación al tiempo que me sacudía el rostro para observar mejor.
Lo siguiente que vimos nos cambió para siempre. Una bofetada de izquierda, rotunda y potente remeció el rostro de Clo y una bofetada de derecha, importante y resonante lo hizo tambalearse. Fue un doble impacto perfecto, al punto que logró hacerlo caer levemente; pero pudo cogerse del muro para no impactar con el piso.
Diego y yo quedamos anonadados por la furia de su mujer, por la ira de una dama descontrolada. Resolvimos irnos inmediatamente; pero antes de ello vimos como lo cogieron de las orejas mismo balón de gas y lo llevaron hacia adentro. Cerraron la puerta con brutalidad y esperamos un par de minutos por si llegase a salir.
Pasado el tiempo acordamos en retirarnos y volver a nuestras respectivas casas; pero de repente abrieron nuevamente la puerta y no fue Clo quien salió, sino su chica, quien nos vio y al vernos nos mostró el dedo del medio con un rostro furioso.
Enseguida y estúpidamente nos hicimos los despistados; pero añadió con fiereza: ¡No quiero volver a verlos, borrachos de mierda!
Dimos media vuelta y nos fuimos corriendo.
No vi a Clo en dos largos meses.


Fin

viernes, 25 de marzo de 2016

Frase 68

- El amor nunca se acaba, solo se agotan las ganas de seguir entregando. Pienso que uno siempre debe estar enamorando a la novia, dándole emociones (con detalles, sorpresas, palabreo bonito o paseos, etc) para fortalecer y mantener la flama encendida. Creo que puede existir rutina; pero le agregas emociones al día. Nunca hay distancia si un par de minutos al día se dedican a decirse lo que sienten. Mucho menos terceros ni eventos extraordinarios, ni celestiales que dañen el amor, si ambos realmente se aman y lo expresan a carta cabal, entonces, el amor existirá por siempre. Por eso toda la vida lo voy a repetir, de dos depende que el amor florezca.



jueves, 24 de marzo de 2016

Frase 67

- Cuando amas a alguien entras a su mundo, cuando te aman, te permite ingresar a su núcleo. Sin creerlo, te conviertes en la esencia de ese núcleo. De hecho, es una fantástica responsabilidad. 
Conoces a fondo sus aficiones y pasatiempos, pasado y planes, deseos y sueños, curiosamente, formas parte de todo ello. ¿Grandioso, verdad? Y te conviertes en parte de su vida y ella en la tuya y ambos convergen como lo hacen sus corazones y almas. Se vuelven uno, se hacen uno, son uno. Y te das cuenta que ambos están tan dentro de ambos que ni distancias, ni personas, ni eventos extraordinarios, ni siquiera celestiales, podrán alejarlos. Entonces, el amor se halla en total plenitud. Entonces, amas de verdad, tanto como yo te amo.


miércoles, 16 de marzo de 2016

Frase 66

- El amor, realmente, es para siempre. No lo digo porque sea un romántico empedernido o porque ande muy enamorado, es que tengo las convicciones que puedo hacerlo eterno. Además, anhelas lo mismo.



viernes, 11 de marzo de 2016

Curiosamente, adiós

- Nunca entendí la razón por la cual terminamos. Éramos tal para cual, amábamos pasar el tiempo juntos y dedicarnos a nuestros debidos quehaceres. Ella en el asunto de su carrera y yo intentando encontrarme, luchando contra seres despiadados como Álgebra, Aritmética y Geometría en lugar de asociarme, de una vez, con la Literatura. Llevaba muchas dudas dentro de mí; además, no creía en el potencial que alguna vez dijeron, llevaba dentro. Mientras tanto, ella comprendía mis idas y venidas, mis faltas a las clases y los retrasos inminentes. Trabajaba para sí y teníamos el placer de darnos gustos, íbamos a comer a distintos restaurantes y solíamos ir al cine una vez por semana. Veíamos cualquier película, no teníamos una en mente antes de asistir; pero lo indispensable era tener el respectivo balde de cancha. Tan apropiado para cualquier situación, tal cual, ver películas echados sobre la cama o simplemente porque nos gusta y se hace imposible no disfrutar de su sabor.
Aparte de ello, teníamos aprecio por la vida salvaje y la fauna, los animales de cualquier clase llamaban nuestra atención, también los libros, generalmente aquellos llamados clásicos. Yo soñaba con ser parte de ese selecto grupo y ella, en lugar de reír, apoyaba mi fantasiosa idea. Creía; pero nunca lo dijo, que debía dedicarme únicamente a escribir. Yo lo sabía, tenía en mente ese hecho; pero temía, no quería fallar en el intento. No me daba cuenta que fallar es parte de un objetivo.
Llevamos más de dos años juntos, con contra tiempos y gratos momentos; aunque para ser honesto, dudo mucho que haya habido un embrollo que nos alejara por semanas. Todo lo solucionábamos charlando, hablando con la mirada en los ojos y las palabras correctas; sin embargo, es curiosa la manera como terminamos, como todo se desplomó como un castillo de naipes, como el sueño de estar juntos por siempre cayó rendido ante el inminente adiós.
Hubo una riña, de esas que no parecían ser gran cosa; pero sorprendentemente, tardamos en arreglarla. Uno de los dos, no recuerdo cual, tenía la razón; pero ambos creíamos que teníamos parte de ella. ¡Sí, mera estupidez! Vago orgullo y poca iniciativa por solucionar. Algo asombroso porque charlar y arreglar los asuntos era parte de nosotros.
Recuerdo esa pelea en especial, no tanto por el hecho, sino por lo que sucedió después.
No hablamos durante dos días, al tercero recibí una llamada, casualmente, cuando estaba a punto de llamarla.
Me voy a Canadá, me salió un trabajo que no puedo rechazar.
Quedé estupefacto; aunque al comienzo creí que se tratase de una broma.
Amor, no hagas esa clase de bromas. Justo te iba a llamar para aclarar ese asunto, parecemos tontos peleando como las otras parejas. ¿Te veo más tarde?
Parece que no lo entiendes. Me voy a Canadá en un par de horas, estoy en el aeropuerto con mis padres, solo te llamaba para avisarte.
En ese momento supo que estaba hablando en serio y el asombro incrementó notablemente.
¿Qué me estas queriendo decir?
Que me voy, no puedo desaprovechar esta oportunidad.
Hablaba con suma frialdad, no parecía ser la chica dulce que días antes me abrazaba y repetía que me amaba.
Un momento. ¿En qué momento decidiste que te ibas? No comprendo, creí que todo iba bien en tu trabajo actual.
Hace mucho vengo evaluando esta oportunidad y ayer me confirmaron sobre el puesto, no lo puedo rechazar, estoy segura que entenderás.
Lo que entendí fue que le importaba un bledo la relación; pero no se lo dije en esa llamada, lo que le dije fue lo siguiente: Voy al aeropuerto, no te vayas aún.
Me subí al auto y llegué tan rápido como pude. Efectivamente, ella se encontraba con las maletas y sus padres a un lado conversando entre sí. Todo era extraño, hace días éramos la pareja ideal y ahora presenciaba una supuesta partida.
¿Qué haces acá? Preguntó al verme. Vine para impedirlo, ¿No te das cuenta de lo que haces? Entiendo que hayamos tenido una riña, no tenemos ninguna en meses, no puedes coger tus maletas y partir de repente, sin explicaciones ni previo aviso. Eso no se hace, le dije un tanto ofuscado y otro tanto nervioso.
Ella no dijo nada, tampoco dio indicios de ser la chica que conocí, era una persona completamente distinta, eso me asombraba todavía más.
Tenemos dos años y tanto de relación, nos llevamos increíble, no tienes porque hacer esto, me resulta absurdo y asombroso. Hoy me levanté con ganas de llamarte y solucionar el malentendido, te extrañé toda la noche y quise pasarla bien por la tarde, salir a pasear o hacer algo; pero me encuentro con esta situación que me deja perplejo. No puedo creer lo que estas a punto de hacer.
Quise arrancarme los cabellos del desespero que sentí, la ansiedad y la confusión que yacía en mí.
Oye, ¿No te das cuenta? En esta vida a veces uno busca su propio beneficio.
Fue esa frase la que me hizo entender que los dos años anteriores había estado con una persona completamente distinta a la que veía y escuchaba en ese instante.
Comprendo.
¿Y sabes? Te vas a arrepentir de tu decisión, porque alguien como yo no vas a encontrar.
Solo le dije la primera palabra, el resto se quedó atrapado en la garganta. Di la vuelta y me fui.
A veces como la vida llega a ser tan injusta y aparecen momentos en los que el castillo de naipes se desploma. Como pueden existir personas que te muestran una faceta y te ocultan otra.
Pasaron dos años, ella volvió. Lo supe porque me llamó para invitarme a su cumpleaños, añadió que le gustaría charlar y demás; pero no asistí.
Días después volvió a llamar, me dijo para salir a caminar, de repente empezar a socializar y quizá, aventurarnos a retomar lo que fuimos; pero fui claro, le dije que no tenía deseos de empezar algo con alguien que no fue honesta.
Intentó comunicarse conmigo una tercera vez; pero le dije que había empezado una relación. Entonces no volvió a llamar.
Vive en la capital, no se ha vuelto a ir, a veces no comprendo porque lo hizo, otras veces pienso que fue una estupidez.
Pero, ¿Qué puedo hacer? La gente se equivoca y a veces las consecuencias son el cambio de lo que dejas.
Ella al volver quiso retomar; pero yo era otra persona en una nueva relación.

Fin


miércoles, 9 de marzo de 2016

Shio

- Su nombre es Gisella; pero siempre la llamé Shio. Nos encontramos en el Cine Planet de Primavera mucho antes que se convirtiera en un centro comercial después de haber charlado durante un par de semanas por el entrañable MSN.
Ese mismo jueves era el concierto de Alejandro Sanz, la cita era a las nueve de la noche según mi entrada Vip y yo estaba parado en una esquina esperándola a alrededor de las cinco y media.
Tenía todo bajo control, lo había planeado durante toda la semana.
Pensé en verla a la hora indicada, ir a caminar durante un rato, platicar de todo un poco y luego quedar en vernos en otra oportunidad. Llegaría a mi casa y le diría a mi viejo que me llevase al concierto después de haberme dado una ducha.
Los planes empezaron a cambiar cuando llegó veinte minutos tarde; pero poco importaba en ese momento, lo que interesaba es que estaba ahí y le proponía para ir a caminar un rato.
Me gustó de inmediato. Era bonita y pequeña, muy agradable y súper amena. Le gustaba escuchar todas las anécdotas que iba contando mientras andábamos y luego comenzaba a relatarme algunas cosas que había realizado durante el inicio de vacaciones.
Cabe resaltar que yo acababa de terminar el colegio meses antes y me encontraba vacacionando.
El tiempo fue transcurriendo muy rápidamente, se hizo de noche y ambos continuábamos caminando por la Avenida Aviación intercambiando ideas acerca de muchos temas en común.
Eso me gustaba de Shio, que se podría hablar de todo y siempre tenía una opinión. Me gustaba que diera su punto de vista y por supuesto, que le gustara el fútbol.
Llegamos hasta la última cuadra de la Avenida Aviación casi sin darnos cuenta y nos detuvimos antes de cruzar una avenida de doble sentido para, simplemente, dar la vuelta y regresar hasta donde nos encontrábamos; aunque no llegamos de nuevo al cine Planet porque nos desviamos un poco convergiendo con un enorme y bonito parque que nunca antes había visto. Casualmente, ella tampoco. Entonces, resolvimos quedarnos ahí para descansar y seguir charlando.
Me quedé callado mientras se explayaba contando sobre sus gustos y aficiones, pasatiempos y demás. Me resultó agradable que tuviera buenos hábitos y por supuesto que le gustara ver y practicar fútbol.
El tiempo apremiaba; aunque me haya olvidado del mismo. Vi que el reloj de mi nuevo celular -uno no tan grande- marcaba casi las ocho de la noche y me sentí con la obligación de abandonar la cita; pero tuve que contarle el motivo.
Le pareció estupendo el hecho de saber que iba a ir al concierto de Alejandro Sanz y me dijo que le contara todo cuando nos volviéramos a ver. De hecho, quedamos en encontrarnos el lunes o martes, siempre por la tarde.
Caminamos juntos hasta la avenida y nos despedimos con un abrazo y un intercambio de sonrisas.
Era posible que nos hubiésemos gustado en ese momento y a pesar que no hubo besos sentí que más adelante lo habría.
Llegué a mi casa a las nueve en punto, me bajé del taxi, recogí mi entrada y arribé junto a mi padre al concierto. Me dejó en la puerta de ingreso y se fue.
Alejandro Sanz tardó veinte minutos en salir, eso me tranquilizó. Por un instante creí que me perdería de las primeras canciones; pero no fue así y me divertí mucho.
Efectivamente volví a encontrarme con Shio el martes por la tarde.
Quedamos en vernos en dicho parque que conocimos la vez anterior. No sabía exactamente como llegar; pero pude lograrlo con sorprendente facilidad. Siempre se me hicieron complicadas las direcciones; aunque me dejé guiar por la intuición.
Ella llegó minutos después. Nos dimos un abrazo y nos sentamos en la primera banca que vimos.
Platicamos un rato. Shio quiso saber todo lo que hice durante el concierto de Alejandro Sanz y fui contándole a detalle todo lo acontecido. De hecho, se me ocurrió comentarle que por azares del destino pude tocarle la mano. Se emocionó muchísimo con dicho comentario y yo reía por dentro sabiendo que se tratase de una pícara mentira.
Entre tanta palabrería y bromas, anécdotas y experiencias, compartiendo distintos puntos de vista sobre algunas situaciones fue asentando ese hecho pasado de una atracción mutua; pero ninguno de los dos quería dar el primer paso.
Creo que la conversación solía ser tan interesante que no podía impedirla con un beso. Resultaba extraño; pero ese inevitable acercamiento físico tuvo que suceder.
Nos juntamos por el repentino viento y la abracé colocando mi mano por encima de su hombro y cayendo cerca de su pecho. Se sintió cómoda, no lo dijo; pero lo sentí. Yo me sentía genial, no lo dije; pero se lo hice saber tocando su rostro y dándole un leve giro para quedar al frente mío y entonces poder, simplemente, besarla.
Luego le dije que me gustaba mucho, ella me dijo exactamente lo mismo y volvimos a besarnos.
Enseguida, nos cogimos de la mano y en lugar de conversar sobre temas como los anteriores lo hicimos sobre lo que quisiéramos iniciar. Fue lindo charlar sobre ese tema.
Propuse una relación seria y honesta, le pareció una idea estupenda y aceptó acotando que detestaba las mentiras. Yo le dije: ¿Quién, no? Reímos y volvimos a besarnos.
Resolvimos caminar un rato, estábamos cogidos de la mano mientras recorríamos el parque por la acera y charlábamos de lo bonito que era lo que habíamos comenzado. Esos primeros minutos de relación fueron grandiosos y sublimes.
A partir de ese entonces lo que hicimos fue encontrarnos constantemente en dicho lugar. Sabía exactamente como llegar desde cualquier lugar de partida. Yo siempre solía ser quien llegase tarde, sobre todo por el asunto de vivir lejos; aunque nunca se molestó y comprendió. ¿Qué eran diez minutos tarde ante horas de dichosos momentos?
Nos abrazábamos y nos besábamos por largo tiempo, charlábamos de todo un poco y reímos de todo. Debo decir que aparte de enamorados éramos buenos amigos.
Tiempo después quedamos en vernos en otro sitio, no me gustaba mucho la idea de cambiar de lugar; pero a ella le parecía genial.
No era un parque, tampoco un centro comercial y mucho menos una esquina, nos veíamos en un ancho pasaje desolado donde podíamos sentarnos sobre una especie de banca. Me encantó el lugar por lo que se encontraba mayormente desolado y podíamos besarnos con mayor intensidad. Me encantan los besos intensos.
En aquel lugar hacíamos lo mismo de siempre, platicar sobre varios temas, besos apasionados, abrazos calurosos y reír de todo lo que se nos ocurriera. Ambos éramos muy ocurrentes y algo elocuentes.
Hubo un tiempo en donde dejamos de vernos. Exámenes parciales para ella, imprevistos partidos de fútbol para mí, a veces por eventos sociales con los amigos y reuniones familiares de ella, muchos contratiempos; pero siempre nos encontrábamos en el MSN, en donde ella solía tener un Nick dedicado para mí.
Shio siempre fue muy paciente, yo solía tener muchas actividades futbolísticas y a veces prefería jugar pelota que salir con ella.
En esos tiempos se jugaban grandes partidos de fútbol y lo realizábamos varias veces a la semana con mucha algarabía y pasión desbordante que solía terminar exhausto.
Llegamos a solucionar ese asunto y todo fue mejorando a excepción de mi tardanza en las citas. Ante ello quiso que lo mejor fuera visitarla en su casa; entonces no tendría que esperarme quince a veinte minutos. Me pareció genial; pero yo nunca antes había visitado la casa de alguna enamorada. Le dije que cuando llegara le mandaría un mensaje para que saliera a recibirme.
Cuando acordábamos en vernos iba a visitarla a su casa. Descendía del bus y le enviaba un mensaje. Salía a recibirme a los cinco minutos y nos abrazábamos en medio de la acera.
Ella vivía cerca al cine Aviación, digamos, a unas cinco o seis cuadras.
No entrábamos a su casa porque me daba vergüenza, lo que hacíamos era ir a un parque cercano y sentarnos a platicar como tanto nos gustaba.
Todo el tiempo junto a ella era ameno, siempre nos divertíamos, reíamos y la pasábamos estupendo. Era paciente, ocurrente y muy graciosa, tal cual, tantas veces solía ser yo, a excepción de la paciencia.
Me escribía cartas, entregaba lindos detalles y tantas otras cosas que todavía conservo y recuerdo.
Estuvimos alrededor de seis o siete meses juntos en un marco esplendido, en donde disfrutamos de muchas noches de diversión y ocurrencias.
Exactamente no sé porque nos separamos; pero si de algo estoy seguro es que éramos más amigos que novios. Tal vez fue por eso que todavía mantenemos comunicación. Y de hecho, existe un importante aprecio.

Fin

domingo, 6 de marzo de 2016

Hablando del destino

- No puedes luchar contra el destino. Si se encontraron en ese instante y ahora se van a separar, ¿No crees que estuvo destinado? 
¿Qué realmente estuvo destinado? ¿Qué nos hayamos conocido o que vamos a alejarnos? 
A veces ambas situaciones.
¡No me jodas! Si alguien nos juntó y ahora nos separa está jugando a ser injusto. 
¿Te refieres a un ente que dibuja o escribe nuestras vidas?
Eso es lo que tú me haces entender cuando te refieres al destino.
Posiblemente. Aunque, yo siempre he creído que uno está destinado, por eso afirmo a carta cabal esto que te digo.
¡Qué aburrido! Ese hecho de pensar que todo lo que haga está escrito. Yo pienso y vivo de momentos, disfruto del presente y veo de reojo el futuro. De hecho, la quiero a mi lado el resto del tiempo; pero ocurre lo inminente.
Eres un iluso y a la vez muy romántico, ¿No te das cuenta? Ya está escrito, la separación y el adiós. Deja el melodrama y acepta la realidad, es así.
¡No! Yo pienso que el asunto de salir de un tema largo y tedioso, involucrarme amorosamente con esta dama y luego, ¿perderla? ¡Me abstengo a esa idea!
Puedes; pero no lograrás nada.
¿Por qué?
Simple, ella no lo quiere así. ¿No crees que sea el destino quien actúa ahora?
¡Maldito destino! ¡Maldita situación! ¡Maldito adiós! Y ¡Malditos tus argumentos!
¡Ya basta! Usa la razón, ahora podrás escribir y tener otra historia que contar, de repente crear una novela, que se yo, utiliza como siempre has hecho, todo lo que te sucede para escribir.
¡No! No quiero escribir esta historia. Quiero seguir viviéndola, aferrarme al hecho de tenerla a mi lado.
Es tarde, se marcha mañana y no te das cuenta que es ella quien lo decide y es el destino quien así lo quiere.
Debo evitarlo.
¿Cómo? ¿Corriendo tras ella o haciéndole entender que está en error? No eres así, yo te conozco, das vuelo y te gusta que entren en razón, no ofreces porque prefieres que nazca. Eso es admirable.
Si no nace, no vale.
Sé porque lo dices y sé también que no te vas a mover, no vas a evitarlo porque sabes y anhelas que le nazca la decisión de quedarse contigo. Eso te hace un gran tipo, no presionas ni obligas.
De repente es como dices, una cuestión del bendito destino, posiblemente vaya a escribir sobre esto y sufra como ahora al hacerlo; pero voy a terminar por disfrutarlo porque adoro sentir de todo. Sin embargo, me jode que embarguen tantas situaciones, quisiera dejar de lado tantas emociones y de una vez quedarme con alguien.
No es tu destino. Vas a terminar solitario observando la calle desde tu departamento, con una vaso de ron en la mano y cigarrillo en la otra, repleto de libros; pero con amores, únicamente, en el recuerdo.


Fin

Amor honesto y real

- A veces me asombra negativamente como personas que logran establecer un amor real y honesto intentan lanzarlo al azar. Pienso a carta cabal que hallar un amor sincero es un logro que no todos pueden realizar. 
Conozco a un amigo cercano que perdió a alguien, recuerdo con claridad cuando lo acompañé a buscar a la chica y ofrecer disculpas; pero ella le hizo entender que era demasiado tarde. ¿Qué sucedió después? Vivió arrepentido por años. Nunca encontró a alguien a la medida y algunas veces creo que todavía la extraña.
Él una vez me dijo: Creo que todas las mujeres con quienes estoy son proyecciones que intentan asemejarse a ella.
¿Para volverse loco? Realmente no. Pienso que te enamoras muchas veces; pero una vez es para siempre. Claro, no sabes cuando será última vez; pero puedes decidirlo.
Si encuentras un amor honesto y real, no lo dejes ir, tampoco lo arruines, intenta darlo todo y aunque algunas veces existan diversas situaciones, no te precipites, el amor es realmente más importante que cualquier otro evento. Te lo puedo asegurar.


Fin

Eterna princesa 5

- ¿Y si te escapas un instante? Coge mi mano, hazme recordar a que sabe tu tacto. Mírame por última vez y háblame con la mirada en los ojos. Me basta con un hola, daría lo que fuera por un te amo; pero escuchar la melodía de tu voz es lo que anhelo. Te puedes marchar enseguida, se que nadie escapa de los cielos; pero solo pido segundos para darme cuenta que alguna vez estuviste aquí.


Fin

Frase 65

- Yo prefiero la honestidad a pesar de todo. Si me vas a destrozar el corazón, dímelo. Antes de clavarme el puñal por la espalda, mírame y argumenta tus razones. No hables a mis espaldas, yo te quiero escuchar. Los honestos merecen mi respeto.