Mi nuevo libro

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domingo, 28 de enero de 2018

Hay una princesa en mi planeta

- Sus cabellos como cuerdas de oro, brillan con mayor potencia que el sol, su mirada engendra dulzura y provoca ternura. Puedo saber que tiene mis ojos y me adentro en lo profundo de su alma para averiguar sus caprichos que a gusto deslumbro a cada momento.
A veces pienso que cayó del cielo directo a mis brazos una noche inspirada volviéndose la reina de las musas.
Pintores y artesanos de un renacimiento de antaño no podrían crear un rostro tan bello.
Los dioses no imaginarían que un mortal tendría tanta inmortalidad al momento de verla dormir.
De sus abrazos florece amor y de sus besos la miel, de sus labios el palabreo dichoso que ningún poeta podría imitar y sus cánticos como salidos de un arpa prodigiosa.
Ya hace un tiempo que le da vida a mis días, que se ha vuelto esa pequeña musa renegona que deambula por los pasadizos en calcetines, que busca el momento en que su padre labura frente al computador para pedir un helado de sabor extraño, que me mira con esa sonrisa cenicienta y me olvida colocar el punto y aparte, se ha vuelto mi mundo parte de su galaxia y mis estrellas de cartón que brotan del techo sus favoritas.
Yo soy el héroe de su vida y ella quien salva mis bloqueos literarios.
Ella mi diosa mitología favorita y yo su pantalones cuadrados.
Yo quien detiene su amarga mañana con el desayuno, ella quien duerme en mi regazo cuando veo mis series.
Yo su cuentista predilecto, ella la protagonista de los relatos.
Ella la princesa que pinta de arco iris mi rutina, yo quien la peina por las tardes antes de clases de pintura.
Por la noche oigo su respiración cuando termino de contar el cuento, acaricio y beso su mejilla y me quedo en el umbral viéndola descansar.
Pienso que no existe nada más perfecto que ella.

Fin

viernes, 26 de enero de 2018

La cubana

- ¿Y por qué esa mujer tan hermosa detiene su mirada en mí? Se acerca, pienso y trato de mantener la cordura. ¡Qué silueta! ¡Qué labios! Contemplo mientras se encuentra a un metro; en ese instante, ante mi asombro, dice: Hola, me llamo Catalina. ¿Y tú eres?
Era un viernes de febrero, asistí a un casino miraflorino con la idea de malgastar un poco de dinero extra, ya le había comprado sus libros a la pequeña, pagado las tarjetas de crédito y adquirido alguna que otra cosita en un sex shop de la calle Shell. Mis amigos están casados, no es metáfora, es literal. Llevan anillo de matrimonio en el dedo y sus esposas son como generales estrictos que controlan sus salidas. Con el paso del tiempo me he quedado sin compañeros de batalla, vivo de recuerdos de nuestros tiempos de gloria en discotecas y fiestas sumamente divertidas. En la actualidad, no me junto con personas menores, pues, ahora gozan del tiempo jugando videojuegos y desconocen lo que es hacer el amor en un baño a las tres de la mañana y con tragos encima. Si no te llaman en tres días, tienes suerte. No saben lo que es quedarse a ver el manto con botella de ron en mano y pensando en cometer la irresponsabilidad de llamar a la ex novia para suplicarle perdón o derramar amor con palabras de ebrio. Era una época donde lo único que faltaba era memoria. Desaparecía todo junto amanecer. Ahora debes de cuidar una imagen y las redes suelen arruinarlo todo en segundos.
Yo ya tengo treinta y cuatro años, la edad que no te permite desorden de ningún tipo; pero adoro tenerlos, me encanta llenarme de dilemas y pensar en un sinfín de posibilidades, no andar metido en el trabajo y el dinero, esos temas me aburren, yo prefiero lo enigmático y lo místico.
Si fui al casino es porque estaba nublado, no tengo novia, tampoco amistades cercanas y si las hay están moviendo la cama con sus parejas. Podría hacerlo; pero estoy harto de los amores vagos.
Ya los viernes se han vuelto aburridos, por eso resolví asistir a dicho luminoso lugar donde las chicas se ven sensuales y son amables, vi que cantaría un imitador de uno de mis cantantes favoritos e ingresé sabiendo que gastaría el sencillo que me dieron como vuelto por unas esposas.
Recordé haber ido antes con una amiga, hace tanto tiempo que hasta mi físico era distinto; sin embargo, las máquinas no mutan y me acordé de una en particular, aquella con la imagen de indio como cabecera.
De inmediato se acercó una guapa muchacha, le pedí un café, después le añadiría ron para darle sabor y no tengo la sensación de haber ganado mucho dinero, por eso se me complica el explicar como una mujer tan hermosa podría acercarse.
Aquello sucedió después. Ya cuando iba a cambiar las fichas en dinero, luego de deleitarme con el cantante y echado visión a las pantis de las chicas. ¿He dicho que adoro las faldas con pantis? Puede que sea uno de mis tantos fetiches, uno ya no puede vivir ocultando sus gustos, me aburriría por completo si tendría que contarle mis extrañezas a alguien antes de acostarnos, es mejor que lo sepan y me sorprendan. Ya no tengo quince años y contarle a mi primera novia que me gustaría que hiciera algo por mí, ahora prefiero que lo sepan y punto. Me quita el trabajo de hablar.
Esta podría ser una historia sexual, el protagonista habla de sus fetiches y comienza una odisea por cumplirlos con una supuesta señorita que va a conocer; pero, el romanticismo aparece en escena en este preciso instante.
Ya a punto de irme, se acercó la chica de los tacones negros y el vestido del mismo color, era hermosa como las mujeres que aparecen en revistas de modelos, como si en Instagram se viese idéntica a en persona, como si se hubiera retocado el rostro en una App antes de acercarse. Tenía un acento cubano que me fascinó enseguida, cabello ruloso y negro, ligeramente recogido y sus labios tentadores estaban pintados de color rojo pasión. En un momento creí que se trataría de una dama de compañía, me ha pasado antes, se acercan, fomentan una insinuación y luego te cuentan la tarifa antes del acto; pero no era el caso, ella no solo tenía clase, también algo de misterio.
Hicimos contacto visual y sonreímos como si nos conociéramos de tiempo y nos encontrásemos en un lugar público sin ser reconocidos.
Le dije, ¿Cómo estás? Ella respondió: Todo bien, ¿Ya te vas?
Al parecer, sí; pero ¿Te puedo invitar un trago?
Claro; pero salgo dentro de un par de horas. Si me esperas, voy contigo.
Yo no tenía planes para más tarde, mi agenda se limitaba a ver películas porno caseras y ser el onanista que fui en la pubertad.
Te espero entonces.
Para ser honesto mi objetivo era quedarme algunos minutos y luego irme caminando a casa. No salía con chicas hace mucho; aunque mis dotes de galán algunas veces se escapaban sin mi permiso.
Hey chico, no creí que esperarías, la oí decir, ya vestida con un amplio abrigo que cubría su atuendo.
La vi y pregunté, ¿ya nos vamos?
Claro, te dije un par de horas; pero ya resolví renunciar. De hecho, mi contrato acaba en tres meses; pero me harta este trabajo.
Me imagino, ¿muchas amanecidas, verdad?
Demasiadas. Yo ya no estoy para esos trotes, me dijo con humor e hizo que riera.
A veces me pasa lo mismo. Soy escritor, solía escribir de noche hasta amanecer; pero ahora prefiero hacerlo durante las mañanas y dormir como un bebe toda la noche.
Así que escritor. ¿Qué género difundes?
Romance, le dije con una sonrisa.
¿Sabes? Nunca conocí a un hombre romántico. Tal vez porque me he relacionado con puro cretino; disculpa, no quise hablar de mi vida privada tan pronto, es que es la triste verdad.
Sus ojos eran negros como la piel de un gato de mala suerte, los labios ya no tan rojos, quizá, les bajó el labial en el baño y el vestido oculto que deseaba volver a ver. Me costaba creer que una mujer, a primera vista, segura de sí misma, se había envuelto con tipos desagradables. A veces es así, uno no puede elegir cuando el corazón manda.
Ya que hablamos del amor y sus desdichas, debo confesar que mi última relación fue larga y hermosa; pero seguro dirás, ¿y por qué este tipo anda solo un viernes por la noche? Terminamos por una situación muy delicada que no afectó nuestro nivel interpersonal, sino nuestra alma.
¿Sabes? Te entiendo. Eso ocurre, a veces no se alejan por infieles o estúpidos, sino por algo que ya no los ve juntos.
Sonreí y propuse ir a un bar mientras le contaba una ironía: Hemos estado en un casino donde el trago es gratis y ahora iremos a un bar donde pagas el doble por una cerveza.
Es complicado que le dé la razón dos veces a alguien; pero la tienes y ¿sabes? El plus es que podremos charlar a cabalidad y ¿Quién sabe, no? Conocernos más. Digo, más allá de esa mirada que nos conectó.
¿A qué te refieres con eso? Quise saber intrigado.
A que a veces las miradas dicen lo que el corazón todavía no acepta. Y en este caso, querido chico romántico, siento que estamos destinados. Llámame rara; pero eres escritor y sabrás o entenderás que existen fuerzas que juntan a las personas, desconocemos ese factor; aunque a veces nos esforcemos inconscientemente por alejarnos de las personas que deberían ser nuestras parejas y si pareja es algo tenso, voy a decir, compañero y esta vez, llámame loca si gustas, no me quiero alejar. Lo que trato de decir, para no hacer confuso el asunto, es que te vi y sentí algo que nunca sentí por alguien.
Te entiendo, Catalina; pero déjame decirte que últimamente no he sido ni tan romántico ni tan soñador, por eso prefiero mantener las cosas en el limbo, es decir; diferenciar lo real con lo imaginario.
Te comprendo claramente y te voy a mostrar que lo que digo es cierto, porque ya encaja en mi corazón esto que siento.
Sus palabras me hicieron meditar, ¿realmente existen personas que están destinadas? ¿A veces nos alejamos de esas personas y por eso nos equivocamos una y otra vez? Yo había estado con muchas mujeres, amado a todas; pero siempre terminado. Entonces, esa idea podría ser real, aunque trataba de ir calmado.
Llegamos al bar, no entramos al ver puro adolescente laberintoso, por ello, Catalina dijo la frase que marcó el rumbo de la noche: Vamos a mi casa; pero antes vayamos por un buen ron cubano.
Me froté las manos mentalmente, sabía que la noche terminaría con una extraordinaria faena sexual con una mujer de cuerpo despampanante e impresionante actitud, que, de hecho, ya me gustaba.
Haciendo gala de mi conocimiento ronero pedí un Havanna Club, hielo y cigarrillos por montones. Enseguida ella pidió un taxi Uber y llegó en cuestión de minutos, lo abordamos y nos dirigimos a su casa en Monterrico.
Llegamos rápido porque el tiempo vuela mientras charlas de temas agradables. Ella pagó con tarjeta y se me hizo extraño que lo hiciera de ese modo. Generalmente pago con Visa en centros comerciales o tiendas por departamento, soy algo desconfiado.
La zona era bonita, debo confesar que vi como cinco serenazgos en una esquina y otros cuatro en la siguiente. Me sentí resguardado y algo nervioso por lo que podría encontrar en su departamento. A veces imagino que me secuestran y torturan -bueno fuera sexualmente- hasta pedir un rescate -que en casa dudo paguen y prefieran dejarme- pero siempre termino en lugares ajenos en busca de historias.
Tranquilo, cariño, vivo prácticamente sola, me dijo con una sonrisa y cogió mi mano para adentrarnos juntos. Saludó al portero, que abrió la puerta con amabilidad y escogimos el elevador.
Dentro, pensé, ¿vive sola? ¿Cómo paga un departamento en una zona como esta una chica que trabaja en un casino? ¡Y que acaba de renunciar!
Las preguntas se disolvieron cuando me besó apoyándonos en las paredes del elevador. Fue excitante, uno de mis sueños eróticos es coger en un ascensor; pero solo llegamos a segunda base. El departamento quedaba en el cuarto piso. El beso fue el inicio de lo que sería, como dije párrafos atrás, una gloriosa faena sexual; pero todo mutaría repentinamente.
Recuerdo haberme sentado en una silla de madera, no era cualquier silla que encuentras en mueblerías; estaba tallada a mano y sus detalles resultaban fascinantes, entonces levanté la mirada y vi un Picasso en frente, pensé, ¿Qué demonios sucede aquí? Y realmente, lejos de sentir temor, porque posiblemente la chica estuviera metida en algún asunto ilícito, me excité muchísimo y acerqué a observar el cuadro. Era original. Medio palo verde en una subasta, sin duda alguna.
¿Te gusta el arte? Fue un regalo, dijo entregándome un vaso con whisky.
Amo el licor, no me interesa si caigo desplomado en el acto siguiente, igual iba a beberlo. Además, pensé, ¿Qué puede robarme? Soy escritor, mi sueldo asciende para pagar las tarjetas, el cable, comprar libros, cancelar la escuela y darme mis gustitos en un casino. No vivo como reyes, pero vivo cómodo. Alguien que tiene un piano con piezas de marfil no secuestra a un humilde escritor.
Vamos a sentarnos en el mueble para seguir charlando, me dijo y nos acercamos a la pieza más cómoda donde haya estado.
Cruzó las piernas, ya no estaba con el abrigo, tan solo el vestido y estaba seguro que lo tenía puesto porque sabía que me gustaba. De hecho, amo a las mujeres que se visten de negro.
Algo tiene el licor que me hace adicto a beber, le dije si podría invitarme otra copa y trajo la botella entera. Era un whisky con nombre extraño, dijo que lo importaron de Edimburgo hace unos años y que desde entonces reposa en su bar.
Bebí y la oí decir: Dejémonos de palabrerías.
Nos besamos como si nos quisiéramos devorar, como si desde el inicio de este cuento el deseo estuviera presente, yo sujetaba sus muslos mientras la besaba, ella tocaba mi miembro y era como si nada podría arruinar el momento. De seguro, ella caería sobre el mueble, la desvestiría en segundos y luego la cogería el resto de la noche; pero una voz se escuchó desde el pasadizo que conduce, seguramente, a las habitaciones. Ambos nos alarmamos.
Una pequeña con peluche colgando de su mano izquierda y con la otra limpiándose los ojos se asomaba.
Por un momento llegué a pensar que se trataría de un ladrón o un marido narcotraficante y bien armado; pero una preciosa niña con peluche de Olaf hizo que me estremeciera en segundos.
Catalina fue a abrazarla y pedirle que fuera a la cama; pero la pequeña quería quedarse debido a que le temía a algo debajo de su cama.
Me pidió que esperara un rato mientras se la llevaba a su alcoba, le sonríe y mostré la mano abierta en señal de saludo, ella me sonrió y dijo: Hola, buenas noches, amigo. Fue tierno, lo confieso; pero yo deseaba acto carnal con su madre, no hacer el papel de dueño de una guardería.
Sin embargo, cuando Catalina volvió, ella la siguió aludiendo temor, decía que una criatura la esperaba debajo de la cama.
Ya había vivido la misma situación hace un tiempo atrás, mi pequeña le temía a alguien debajo de su cama hasta que fui a derrotarlo. Entonces, resolví pedirle a Catalina que me acompañara a la habitación de la pequeña para lidiar con el monstruo.
Ella me miró asombrada, como quien piensa, ¿Estás seguro? Y yo le dije, sí, para que duerma feliz. Entonces nos levantamos y fuimos al cuarto.
Claudia, como se llama la niña, dijo que debajo de la cama yacía alguien que despertaba cuando las luces se apagaban. Catalina esperó a un lado, apagué las luces y le dije a Claudia que subiera a su cama.
Efectivamente, debajo había una criatura horripilante, a quien destruí con un movimiento de manos, pues, era ropa y juguetes posicionados de tal modo que creaban monstruos.
Claudia no volvió a verlo, me dio un abrazo en señal de agradecimiento y se fue a descansar tranquila.
La cubana y yo retornamos al mueble conversando sobre niños, quiso saber si tenía uno, le dije que sí, me sonrió de una manera distinta, ya no en el sentido lujurioso, pues, su sonrisa emanaba admiración.
Pasamos la noche conversando, algo complicado en mis tiempos actuales, debido a que hace tanto que no llevaba una charla tan amena y agradable con alguien. Para entonces lo único que desarrollaba era el contacto sexual y después la inminente despedida, no era un hombre de relaciones, sino de ocasiones.
Catalina era una mujer inteligente, hablamos de muchos temas y de sus pasatiempos, me fui abriendo y contándoles algunas aficiones. Charlar con ella era como hacerlo con alguien a quien conoces décadas, tenía facilidad de palabra y desarrollaba ademanes mientras relataba alguna experiencia. Además, sonreía de una manera muy simpática luciendo una dentadura inigualable y encantadora.
Y así, pasamos toda la noche; incluso, quiso que me quedara a desayunar cuando el manto hizo su aparición. Resolví ir a casa, sin haber tenido sexo ni bebido hasta embriagarme; pero con una extraña sensación en el corazón, algo que las mujeres con quienes me había acostado no pudieron provocar.
Lu me esperaba en la mesa comiendo yogurt con cereales, mi madre se encontraba a su lado, ambas me sonrieron e invitaron a comer junto a ellas.
Le fui contando a mi vieja lo ocurrido durante la madrugada, un asunto de escritores que vagan por las calles en busca de historias, le dije entre risas. Yo estaba sorprendentemente sobrio y resoluto, Lu comía con satisfacción y mi vieja la veía con ternura. Ella había abierto la puerta de casa junto a la peque, entrado y hecho lo que quisieran al no encontrarme temprano. En ese momento oí el celular, me llegaron mensajes de Mariana, mi ex novia y de mi vieja, en ambos decían, ¿vas a estar en casa? Voy a dejar a Lu con tu madre. Voy para allá, si no estás, entro nomas.
Tras el desayuno fui a descansar, mi vieja dejaría a la pequeña en su taller de pintura y yo la recogería en unas dos horas.
Lu y yo estábamos en un parque miraflorino, ella caminaba por todos lados y yo con la mirada fija en el gran tesoro de mi vida.
De repente, un Mercedes se detuvo cerca a nosotros y de allí bajaron dos personas, Catalina y Claudia, me reconocieron enseguida y asomaron para saludar con bastante emoción.
¡Hey! No creí que también vinieras por aquí, dijo Catalina con la misma sonrisa de la noche anterior.
Vivo a cinco minutos caminando, dije con una sonrisa amable.
¿Ella es tu pequeña?
Sí. Lu, ella es la señorita Catalina.
Un gusto, dijo Lu y fue a darle un beso.
Claudia, ya conoces al joven, ella es su hija, Luana. ¿Por qué no van a jugar un rato?
Las niñas se juntaron como si hubieran nacido juntas y se adentraron en los juegos.
No aceptaste un desayuno, pero, ¿ustedes me aceptan un almuerzo?
Por supuesto, Catalina.
Nos miramos y sonreímos como dos personas que tuvieran algo en común, algo más allá de una atracción física.
Fuimos a una banca y continuamos la conversación de la madrugada, yo no podía dejar de mirarla a los ojos, me gustaba, de hecho; pero no quería involucrarme en un romance duradero, tampoco deseaba hacerle el amor y fugar, quería algo con Catalina; aunque no estaba seguro de qué. Ella sí lo sabía, por eso me dijo: ¿Crees que estemos destinados? No he dejado de pensar en ti durante el día, estoy aquí, ya sabes bien porque. Vivo a cuarenta minutos de este parque y por donde vivo hay miles. Te pido para almorzar con un motivo oculto que ya imaginas, entonces, ¿Crees que podamos ser algo más que dos tontos que se besaron y no se hicieron ni cosquillas?
Amo cuando una mujer tiene actitud, me excitan las chicas con iniciativa. Definitivamente, que me dijera todo ello, hizo que me convenciera que deseaba, no solo tenerla en una cama, sino también dentro de mi corazón. Pero, aunque a veces no parezca, soy de ir muy lento. Ella no sabía eso de mí. Nunca lo digo, pero siempre voy lento aunque mis acciones o gestos demuestren lo contrario.
Algo estaba roto en mí, una parte de mi corazón se desprendió cuando terminé con Mariana, no sales de una relación de seis años solo lleno de recuerdos y nuevas percepciones, también hay heridas que a pesar de los cambios de habitación no llegan a sanar. No es que sangren o nunca cicatricen, es que dejan huella.
No iba a contarle mi intimidad a Catalina, ni siquiera lo hago con mi mejor amiga y por el bien de Luana, su madre y ella intentábamos no revolcarnos en la cama cada vez que nos veíamos. Éramos como una pareja de ex novios que aparentan odiarse pero se aman con locura. Que equivocados podían estar al haber terminado; pero ya habíamos superado los dos años alejados y enfriado algunas emociones, no las sexuales, esas tardan siglos en apagarse.
La razón de la ruptura nunca la comprendí, una vez terminamos y no quisimos retornar, nos sentimos mejor siendo ella y yo. A veces es así.
El chofer de Catalina nos llevó a un restaurante por Chacarilla, era temático, ambientado en la selva, a las niñas le gustaron las figuras de animales y demás, entonces fueron a observarlas mientras que ella y yo nos quedamos bebiendo un trago post comida.
Me gustaba la forma como hablábamos de todo un poco, éramos personas que se acababan de conocer hace una noche y ya tenían tanto en común, desde libros hasta series favoritas.
¿Sabes? Hay algo que debo decirte; pero es de suma importancia, me dijo de repente, luego de tres piscos.
Si, dime, ¿de qué se trata?
Yo no vivo en Lima, ese apartamento es rentado, mi verdadera casa se encuentra en California y me gustaría que fueras conmigo.
Sus ojos brillaron cuando me vio, cuando lo dijo viéndome fijamente, sin parpadear, sin hacer algún gesto que evidencie falsedad, totalmente quieta y con la mirada penetrante. Le añadió una sonrisa y acotó: Podrías publicar allá, hay muchas más oportunidades que aquí, podrías ser un escritor de superventas. Cogió mis manos y sentenció, cuando me vio titubear, obviamente vendrías con la pequeña Lu.
Me imagino que tienes tus papeles en regla. ¡Vamos cariño! Es una oportunidad única. Si no lo ves del modo en que estamos destinados, quiero que lo veas del modo en que podemos ser amigos y tú un reconocido escritor. De hecho, tengo un colega que es agente literario, puede recomendarte con las grandes firmas.
No lo pienses tanto, la pequeña y tú podrán tener una vida soñada y vivir como reyes. Además, vendrían de vuelta cuando gustes, tómalo como unas ricas vacaciones de un par de años.
Catalina había llegado demasiado lejos en tan poco tiempo, derribado algunas rejas que ocultan mi corazón, se encontraba en la última puerta mucho más pronto de lo imaginado; pero, ¿Quién te pinta el mundo así de repente? Una chica que conoces en un casino, cuyo dinero nunca le hace falta, hermosa y con una pequeña preciosa, muy agradable e inteligente, demasiado sexy y ahora con una oportunidad sacada de un libro de sueños.
Esa noche no pude conciliar el sueño. Hablé con Luana antes de irnos a la cama, le dije lo que podríamos hacer con Catalina y Claudia, quienes le habían agradado o según dijo, caído fenomenal. Ella estuvo dispuesta, la sola idea de viajar en avión y pasear por otras calles hicieron que sus ojos se iluminasen; pero el punto era conversarlo con Mariana y ese asunto sería un tanto complejo. Sin embargo, por la mañana, ya tenía mi decisión, me iría con Catalina y Claudia e intentaría lograr todos los objetivos.
Algunos días después hablé con Catalina, nos encontramos en su apartamento, se encontraba vacío y en su sala yacían maletas a por montones. Me dijo: Ya mañana nos vamos, ¿ya tienes todo listo? Le di una sonrisa en respuesta, se llenó de emoción y me hizo una íntima confesión: ¿Sabes? Estoy enamorada de ti, quiero que vivas conmigo, nos casemos alguna vez y estemos juntos porque te amo y adoro a tu hija como a la mía y sé que quieres a Claudia y te prometo que todo será como lo he soñado.
Horas antes del vuelo la llamé para preguntar como estaba, ya habíamos acordado todo, vernos en tal lugar y adentrarnos juntos.
Recuerdo que Lu estaba en su habitación sentada y jugando con sus muñecas, su maleta a un lado y sonriente como siempre. A Mariana la había convencido con una mentira piadosa, iría a pasear con mi hija y volveríamos al cabo de unas semanas, ¿Qué de malo podría ocurrir? En el peor de los sucesos, si no es como parece, regreso al tiempo pactado. Pero Catalina no estaba siendo honesta, alguien respondió la llamada de su celular, era un hombre con voz raspada: Dígame, ¿con quién tengo el gusto?
Disculpe, quisiera hablar con Catalina.
¿Catalina?
Sí, Catalina Saavedra.
¿Se refiere a la paciente Rosa Salas?
¿Disculpe?
Soy su médico. Rosa Salas se hace pasar por Catalina Saavedra porque sufre de esquizofrenia y de no tomar sus medicamentos tiende a alucinar. Espero que no le haya hecho daño.
Quedé consternado.
No comprendo, ¿Por qué su doctor tendría su celular?
Perdona, ¿es usted su familiar?
No.
Entonces, no puedo darle explicaciones.
Pero, ¿Qué rayos? Dije en cólera, me detuve calmado y añadí, está bien.
Su WhatsApp, Facebook y demás redes sociales donde la tuve agregada fueron eliminadas como arte de magia.
Todo resultó sumamente extraño como si nunca hubiera existido.
Nunca supe si estaba mal de la cabeza o fuese todo una artimaña del demonio o tan solo una burla absurda. Cuando ocurren este tipo de cosas prefiero no llegar lejos, es que, lo que es no es honesto, nunca surge y si no me dan motivos para alejarse es mejor que no vuelvan.
Le dije a Lu para ir a ver a su madre y contarle la historia, Mariana me restregó todo en la cara matándose de la risa y fuimos al zoológico después del almuerzo. A ella le gustan los animales.
A veces me pongo a pensar, ya en un asunto general, ¿Por qué la gente esta tan loca? Si es tan chévere decir la maldita verdad.

Fin

jueves, 25 de enero de 2018

Hace ocho años (me imagino)

- Hace unos años atrás, me despertaba para ver una serie cómica bebiendo café cargado para matar el sueño provocado por la amanecida intentando rellanar los espacios en blanco de un libro que no llegaba a tener fin.
Entraba al Messenger rato después, ella estaba conectada en estado No Disponible con un Subnick que decía ‘Trabajando – solo tú puedes escribirme’ haciendo que me sienta importante; pero resolvía escribirle después de revisar mis correos, responder testimoniales de Hi5 y charlar con alguna que otra persona en línea. Nunca me ha gustado molestar, soy parte de ese grupo de novios que adora respetar los llamados espacios.
Cuando le escribía, decía: ¿Por qué tardaste tanto, si estabas en línea?
Era como si a pesar de estar laburando, andar ocupada y lidiando con sus temas profesionales, esperaba que su novio, el intento de escritor, le enviara un mensaje.
Tras un intercambio de vivencias sobre lo que fueron nuestras respectivas mañanas, acordábamos en vernos por la tarde – noche, en un Ovalo a unos veinte minutos de casa, cerca a donde trabajaba, para pasear un rato, ir a tomar helados (cosa que nunca hacíamos porque nos sentábamos en un parque detrás de Plaza Vea y charlábamos durante horas) y así poder disfrutar de un, según decía, tiempo de calidad.
Aprendí esa frase por ella. A que hay minutos que simbolizan eternidad, a que no necesitas establecer una rutina diaria para disfrutar de un buen tiempo.
Claro que a mí me gustaba mover la cama y estar encerrado en una habitación de hotel durante todo el santo día, libre de mi escritorio, de las llamadas de mis amigos llamados demonios y de alguna que otra situación que andaba lidiando y me atormentaba, no eran tiempos buenos para mi mente; pero excelentes para el corazón.
Aquellas veces las reservábamos para el fin de semana, mientras tanto, los lunes iba a recogerla con mi suéter con un enorme tres en el medio, bermuda y zapatillas chatas, a mis veinte y tantos y maquinando todo lo que puedo escribir después del encuentro.
Ella me veía llegar, se encontraba en tacones, traje de oficina y una cartera de acuerdo al atuendo, era una vestimenta excitante, recuerdo que deseaba volver a su oficina y besarle hasta el alma, a veces lo hacíamos, otras veces estaba exhausta y decía que esperemos hasta el fin de semana. Yo entendía, aunque mi amiguito, a veces no; pero no manda sobre mí.
En la actualidad ese parque ya no existe y he llegado a creer que esa persona jamás existió; pero luego la veo en línea en las redes sociales y digo, ¿realmente es ella? ¿Cómo es que el tiempo cambia, verdad? Es así, Barreto, pienso. La vida y la gente mutan, pero hay historias que quedan por siempre. Por eso las escribes.
No hay mucho que acotar, mi inminente deseo por escribir y ganas de desarrollar el kamasutra el resto del tiempo hicieron que poco tuviéramos en común. Es curioso, la pasaba bien en esos parques aledaños y en un tiempo tranquilo para el corazón, sin tempestades ni mutaciones extrañas, solo era una rutina sana, a la que nunca pude adherirme porque era un hombre de historias, yo buscaba acontecimientos emocionantes, no estaba preparado como hoy, para la tranquilidad. En ese entonces adoraba tener un sinfín de historias.

Fin

viernes, 12 de enero de 2018

Amor verdadero

- El amor verdadero no solo es aquel que se demuestra con flores y abrazos, ni cuando las miradas se juntan y el abrazo lo sella. Es más allá del contacto físico, es aquel que se encuentra tenaz cuando el camino se encuentra sinuoso, es quien logra converger a la pareja para que afiancen su sentir, es quien impide la ruptura y procura la charla, es lo que maneja los hilos de ambos corazones para que no dejen de estar juntos, es la noción y el creer que podrán estar juntos por siempre y trabajar en ese bello sendero, que logra muchas veces ser complejo; pero que ese amor verdadero pulcra para bien.
El amor verdadero no aparece repentinamente, nace y crece por obra y gracia de los enamorados que se juntan para construir lo mejor de ambos que incluye defectos y virtudes y sacan a relucir con poderío y firmeza, con confianza y solvencia, ese amor intenso y pasional que llevan dentro entre sí. El amor verdadero lo puede absolutamente todo y es lo que llevamos aquí dentro, en el corazón que late por ti y el tuyo que lo hace por mí.





Fin

jueves, 11 de enero de 2018

Dicen

- Dicen que no hablo de mis dramas, pues pienso que las tragedias de un hombre no deben ser compartidas, más sí, sus glorias.
Yo no soy aquel que ha venido a salvarte, preciosa; pero soy quien ha llegado a hacerte entender el camino. 
Te lo voy a enseñar; pero dependerá de ti si querrás caminar siempre a mi lado. Descuida, preciosa, si en algún momento me alejo es posible que sean dos factores, ya no sienta que sea mi camino o haz decidido andar sola y te felicito, pues ya debes conocer el sendero.
De estar juntos lo viviremos con frenesí, pasión y honestidad, de estar unidos saltaremos obstáculos y venceremos rivales.
Yo estoy aquí para ser de ti; pero no creas entrar en lo profundo de mi alma, pues no voy a mostrar más de lo que debas saber.
Es posible que haya sido herido en combate o tal vez, algunas heridas todavía sigan sangrando; pero mi armadura nunca lo cubre todo y mi sonrisa, jamás careta, demuestra lo que yo quiero para mi vida. Entonces, te contagias de esta risa y me sujetas de la mano, te enamoras del hombre que soy ahora y te olvidas de quien fui; porque de mi pasado solo te voy a enseñar mis victorias y lo aprendido en señal de experiencia.
Vamos preciosa, ven y vayamos juntos por este camino llamado vida.




Fin

sábado, 6 de enero de 2018

Señales en mi vida

- Yo nunca he creído en deidades ni divinidades, tampoco en milagros y mucho menos en el destino. Una vez Borges dijo que un buen escritor debe ser un buen teólogo y por eso he estudiado mucho sobre religiones y demás.
Apartando todo ello, últimamente estoy creyendo en todo, pues, creo en las señales que estoy visualizando en distintos sectores de mi habitación, mi trabajo y mi realidad diaria, señales que me indican que algo grandioso está por venir -no puedo hablar de esto, tampoco mencionarlo; pero puedo trabajarlo metafóricamente- bajo ese concepto diré que esas señales me trasladan a un suceso imaginario tan bello que ni siquiera un artista renacentista podría plasmar en su arte, ando terriblemente feliz por aquello y me siento volando como Aladino. Además, todos requerimos de un amigo, alguien que no puedes ves y sigue allí, como quien sujeta y argumenta que todo irá bien, esa frase que tanto adoro ‘todo irá bien’. Entre ese juego de señales y amigos poderosos voy saliendo de un incestuoso incendio y junto a ti, preciosa, salimos de esta para no volver. Y ese grupo de gente, aquellos que dictan así: Ella, el amigo ausente y presente, las señales, el camino, quien viene y yo, andamos desarrollando una realidad descomunal, algo que jamás pensé vivir y que gozo a cabalidad y que a veces no logro escribir porque, ¿Por qué? Porque no soy capaz de escribir lo que quiero disfrutar en su totalidad. Entonces, ¿Qué hago ahora? Intento captar el momento de esas señales que estoy viendo como ovnis en el espacio que se agrupan entre si, como estrellas del universo que forman constelaciones y esas señales me muestran o nos muestran esa frase bendita que tanto amo, ‘todo irá bien’. Y ella me sonríe cuando se lo digo y cuando ella sonríe, señores y señoras, cuando ella sonríe, el mundo también lo hace y una luz en su interior también.
Y mi amigo ausente y presente, teje una red para cubrirnos del infierno que ya pasamos y que andamos lejos de ello, porque conocimos a alguien que pudo ayudarnos y ahora la luz en su alma cobra el sentido de un nombre que me hice cuando desconocía todo ello y en una completa paradoja, jamás entendí la razón de ese nombre hasta hoy.
Aquí nombro al destino, el destino ha hecho que alguna vez me tatuara ese nombre en la piel como una señal íntima, algo netamente propio y que por fin cobra el completo sentido, en esta realidad que hoy vivo con euforia a tu lado, preciosa.
Dime, preciosa, ¿siempre lo supiste verdad? Todo el tiempo, tal vez en tu interior, en tu consiente, en tu alma y en tu sentido más profundo, que alguna vez hallarías el modo de tenerme en tus manos y esa luz en tu interior interferiría de forma esplendida en mi vida.
Destino, jamás creí en ti, eras como un camino lleno de espinas y nublado, nunca creí que pudiera haber un camino como tal para mí, como si todos los caminos recorridos fuesen simplemente correctos, pues, acertados y bienaventurados; pero todos, absolutamente todos, me condujeron al destino, a ese último sendero, el fin del camino, donde convergen todos los caminos y senderos de mi vida, donde la luz verdadera se halla y no la que se fue apagando y dejando todo atrás puedo entender sus últimas palabras, ya alejadas de mi memoria pero que hoy recuerdo, ‘yo no puedo ser tu final’ y nunca lo entendí hasta hoy, que te encuentro preciosa y noto en ti esa frase alegórica de un difunto maestro ancestral que me enseñó a dominar el poder del alma; eres tú, mi final.
Y pensar que decir final es una palabra extraña e irónicamente abierta, ¿Por qué? Porque esto recién empieza, debido a que la luz despierta e ilumina como trillones de soles y mi vida da el vuelco fantástico, sideral y extraordinario como el que tanto he soñado.
He aquí, tú y yo, ella y yo, ella y tú, tú, yo y ella, lo mejor que podemos ser, es decir; nosotros y toda esa banda de compañeros y socios que hacen posible un verdadero milagro.
Entonces, esos alguna vez que alguna vez soñamos en otras vidas, hoy son realidad.

Fin

viernes, 5 de enero de 2018

Sorteo el 07 (como ya saben)

- ANUNCIO SOBRE EL SORTEO:
Debido a la cantidad de gente que se ha inscrito, a que los adoro con todo el corazón, han creado grupos de WhatsApp y hacen memes y todos me encantan y me divierten como quieren y aprecian, voy a sortear DOS LIBROS y mi amigo y tatuador Alexander Kadu entregará un tattoo de 5 x 5 a quienes vivan en Lima.
Todo esto se va a llevar a cabo el DOMINGO 07 DE ENERO 
A PARTIR DE LAS 3pm (HORA PERUANA).
Eso sí, deben estar en línea a la hora del sorteo.
Voy a sortear de la siguiente manera:
-Primer ganador Tattoo (solo para Lima)
- Segundo ganador (ya todos) se lleva el libro.
- Tercer ganador (ya todos) se lleva el siguiente libro.
El paquete es el siguiente: Libro firmado y dedicado, algunas fotografías del autor (no raras), unas notitas escribas a mano con palabras sobre ti, mis tarjetas personales y un recuerdo de Lima, Perú.
¡Los espero a todos y muchas gracias!

miércoles, 3 de enero de 2018

Caminos

- Caminos con tinieblas que esconden senderos de luz o senderos que siempre fueron luz y parecen tinieblas.
Siempre pensé que cuando un ser amado estaría atravesando por una situación complicada uno intuiría -o sentiría algo en el corazón- que lo llevase a evitar la tragedia.
Yo plantaba jazmines en nuestro jardín para que pudiera verlos al volver.
Cada hombre es dueño de sus tragedias, las mismas que no van a caer nunca en la literatura que escribo. Si nunca hablo de mis miedos no es porque no los tenga, tampoco porque intente reprimirlos, es solo que prefiero pensar que no están.
Nunca nadie llegó tan lejos como para contarle el lado oscuro de mi alma, como para abrir mi corazón por completo y mostrarle algunas heridas que siguen insanas.
No intento llenar de misterios; pero tengo barreras naturales cuando alguien intenta conocerme, cuando me involucro tanto en relaciones como amistades nunca los hago pasar a la última puerta y la gran mayoría de veces ni siquiera se percatan que existe.
Mi sonrisa no es una careta, no te equivoques; es el reflejo de mi vida actual, de lo que he logrado con esfuerzo y dedicación, del trabajo y la pasión que le doy; pero a veces, los domingos por la noche, cuando la madrugada se halla en su esplendor algunos demonios deciden salir y cobran vida ante mí.
¿Cómo te pienso decir que todo irá bien si ya conozco lo que se avecina? Este es el mismo camino que viví, ya lo he recorrido en la realidad y en mis pesadillas, ya he despertado de madrugada con sudor en la frente y agitación. Ya he andado por estas mismas espinas, conozco los escalones, se que lo que ocurrirá a la siguiente esquina y también lo que dirán. Ya no se qué rostro poner, ya no tengo ganas de volver a sentir lo que sentí, ya no tengo fuerzas para sonreír e intentar que ese maremoto no me aniquile una vez más.
Ando débil aunque mi coraza diga lo contrario; aunque mis palabras te alimenten de poder esta alma se encuentra herida con nocivos momentos que olvido y recuerdo, que esta circunstancia actual me devuelve. Ya no quiero repetir esos hechos; pero este camino que ando es el mismo.
Reconozco las espinas, su trecho deshecho y sus matorrales destruidos, ya sé por dónde voy, ya lo he vivido y no solo una vez.
Ojala pudiera borrar esos recuerdos de mi cabeza pero vuelven en pesadillas, acontecimientos que intento suprimir y los guardo en el tártaro de mi alma; pero esos domingos de resaca aparecen. Por eso evito alcoholizarme, para no recaer en el abismo con los demonios, cuando el licor revive lo tormentoso pero en el momento te olvida de todo.
Soy un mortal, mis sentimientos intentan ser los mejores; pero hay momentos que viví que ya no recuerdo ni quiero retornar. Y de vuelta me veo en el mismo camino, andando de nuevo por aquí, ya te reconozco sendero del infierno, ya te he caminado en mis pesadillas más veces que en la realidad y ya no tengo fuerzas para llegar al final.
Si decido quedarme en el medio que nadie me juzgue,
si quiero acostarme y que las venenosas vertebras de las sigilosas plantas me asesinan, pienso que estaría bien.
Si no hay fin, sería mejor. Si el fin nunca es el fin, voy a entender; pero, de cualquier modo o situación, quiero morir aquí.
Y me detengo en medio del tormento, moribundo y sin equipaje, sin poderes y sin noción del futuro.
Entonces, una luz.
¿Luz en el infierno?
¿Luz en mis pesadillas?
Alguien me carga.
Y el camino parece desenterrar un sendero brillante.
El brillo ilumina mi andar y el final es el final.
Realmente nunca estuve solo, solo me olvidaron por un momento.
Lo he logrado, todo salió como una vez me susurró antes de caer rendido, ‘todo irá bien’, lo dijo recordándome las palabras que le dije. Es una cadena de emociones intensas, de repente todos los repiten, ‘todo irá bien’ y en sí, es la formula correcta, todo estuvo bien. Yo se lo dije al inicio: Cariño, todo irá bien, porque alguien me lo hizo saber cuando lo pensé perder todo.
Ya no hay pesadillas.
Ya no hay sueños rotos.
Tal vez, un pasado; pero un mejor presente.
Ya soy feliz y mi sonrisa lo muestra.
Y no es una careta, es una sonrisa de amor verdadero.

Fin

Tadeo

- Me considero agnóstico; aunque respeto todas las creencias de la gente, incluso, conozco personas cuya religión es la teoría del antiguo astronauta. 
Lejos de todo ello, caminaba de regreso a casa tras haber descendido del bus, eran alrededor de las once de la mañana, yo estaba borracho y lucia lentes oscuros para disimular, no quería que ningún conocido me viera; pero m encontré con mi ex y su flaco, de hecho, no es flaco, es gordísimo, pero uso dicho adjetivo como sinónimo de novio. Los saludé porque soy educado y también porque estaba ebrio y también porque quería darle un buen apretón al hermano de Papa Noel y lucir mi nuevo look ante ella que me conoció con el cabello corto y delgado. Lejos de todo ese asunto, regresaba a mi casa, ya por la acera de la calle donde vivo, cuando de repente una señora de avanza edad se me acercó como salida de un portal inter dimensional. En mi cabeza yacían temas muy delicados de los que nunca hablo, pensaba en ellos a flor de piel, maquinando esos tiempos que alguna vez decidí suprimir, son como heridas que nunca sana a pesar del tiempo y la madurez, los momentos y la edad, a pesar de todo. Ya intentando cambiar de pensamiento para no sentirme jodido vi a esta señora, quien de inmediato me dijo: Toma, es San Judas Tadeo, zaguán de las causas perdidas. Lo necesitas.
Lo recibí porque soy educado y puede que esto suene descabellado; pero la señora ya no estaba al acto siguiente. De repente mi borrachera extrema hizo que todo lo alucinara; no obstante, lejos de todo lo que pueda pensar o decir o escribir o meditar, me sentí en paz a los minutos siguientes y esa imagen que me dio desapareció de mi mano como si se hubiera adherido a mi piel.
Es curioso, confieso que me han ocurrido acciones extraordinarias o fantasiosas; pero nunca algo similar.
Solo quería compartirlo como un texto. Ya saben, al final todo se vuelve literatura.



Fin