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miércoles, 3 de enero de 2018

Caminos

- Caminos con tinieblas que esconden senderos de luz o senderos que siempre fueron luz y parecen tinieblas.
Siempre pensé que cuando un ser amado estaría atravesando por una situación complicada uno intuiría -o sentiría algo en el corazón- que lo llevase a evitar la tragedia.
Yo plantaba jazmines en nuestro jardín para que pudiera verlos al volver.
Cada hombre es dueño de sus tragedias, las mismas que no van a caer nunca en la literatura que escribo. Si nunca hablo de mis miedos no es porque no los tenga, tampoco porque intente reprimirlos, es solo que prefiero pensar que no están.
Nunca nadie llegó tan lejos como para contarle el lado oscuro de mi alma, como para abrir mi corazón por completo y mostrarle algunas heridas que siguen insanas.
No intento llenar de misterios; pero tengo barreras naturales cuando alguien intenta conocerme, cuando me involucro tanto en relaciones como amistades nunca los hago pasar a la última puerta y la gran mayoría de veces ni siquiera se percatan que existe.
Mi sonrisa no es una careta, no te equivoques; es el reflejo de mi vida actual, de lo que he logrado con esfuerzo y dedicación, del trabajo y la pasión que le doy; pero a veces, los domingos por la noche, cuando la madrugada se halla en su esplendor algunos demonios deciden salir y cobran vida ante mí.
¿Cómo te pienso decir que todo irá bien si ya conozco lo que se avecina? Este es el mismo camino que viví, ya lo he recorrido en la realidad y en mis pesadillas, ya he despertado de madrugada con sudor en la frente y agitación. Ya he andado por estas mismas espinas, conozco los escalones, se que lo que ocurrirá a la siguiente esquina y también lo que dirán. Ya no se qué rostro poner, ya no tengo ganas de volver a sentir lo que sentí, ya no tengo fuerzas para sonreír e intentar que ese maremoto no me aniquile una vez más.
Ando débil aunque mi coraza diga lo contrario; aunque mis palabras te alimenten de poder esta alma se encuentra herida con nocivos momentos que olvido y recuerdo, que esta circunstancia actual me devuelve. Ya no quiero repetir esos hechos; pero este camino que ando es el mismo.
Reconozco las espinas, su trecho deshecho y sus matorrales destruidos, ya sé por dónde voy, ya lo he vivido y no solo una vez.
Ojala pudiera borrar esos recuerdos de mi cabeza pero vuelven en pesadillas, acontecimientos que intento suprimir y los guardo en el tártaro de mi alma; pero esos domingos de resaca aparecen. Por eso evito alcoholizarme, para no recaer en el abismo con los demonios, cuando el licor revive lo tormentoso pero en el momento te olvida de todo.
Soy un mortal, mis sentimientos intentan ser los mejores; pero hay momentos que viví que ya no recuerdo ni quiero retornar. Y de vuelta me veo en el mismo camino, andando de nuevo por aquí, ya te reconozco sendero del infierno, ya te he caminado en mis pesadillas más veces que en la realidad y ya no tengo fuerzas para llegar al final.
Si decido quedarme en el medio que nadie me juzgue,
si quiero acostarme y que las venenosas vertebras de las sigilosas plantas me asesinan, pienso que estaría bien.
Si no hay fin, sería mejor. Si el fin nunca es el fin, voy a entender; pero, de cualquier modo o situación, quiero morir aquí.
Y me detengo en medio del tormento, moribundo y sin equipaje, sin poderes y sin noción del futuro.
Entonces, una luz.
¿Luz en el infierno?
¿Luz en mis pesadillas?
Alguien me carga.
Y el camino parece desenterrar un sendero brillante.
El brillo ilumina mi andar y el final es el final.
Realmente nunca estuve solo, solo me olvidaron por un momento.
Lo he logrado, todo salió como una vez me susurró antes de caer rendido, ‘todo irá bien’, lo dijo recordándome las palabras que le dije. Es una cadena de emociones intensas, de repente todos los repiten, ‘todo irá bien’ y en sí, es la formula correcta, todo estuvo bien. Yo se lo dije al inicio: Cariño, todo irá bien, porque alguien me lo hizo saber cuando lo pensé perder todo.
Ya no hay pesadillas.
Ya no hay sueños rotos.
Tal vez, un pasado; pero un mejor presente.
Ya soy feliz y mi sonrisa lo muestra.
Y no es una careta, es una sonrisa de amor verdadero.

Fin

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