Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 30 de enero de 2016

El amor

- Si el amor se basa en momentos de euforia, abrazos que detienen el tiempo, besos interminables, miradas que ausentan palabras, sonrisas y acontecimientos grandiosos. Si se trata de estar de la mano a pesar de todo lo que pueda ocurrir, si nos abrazamos y nos repetimos te amo a cada instante. Si estaremos cuando requerimos o cuando no estemos, si caminamos juntos el mismo sendero y miramos la misma dirección. Si el amor es respetarnos y confiar, si nosotros, por alguna obvia razón o de repente, fantástica, hemos llegado a este punto de partida y seguimos juntos el tiempo que queramos, si permitimos que ello suceda. Si el amor es eso, dos personas que se conocen desde los ojos hasta el alma e igual se aman con frenesí, honestidad y pasión, entonces quiero gozarlo toda mi existencia, de preferencia a tu lado.




viernes, 29 de enero de 2016

Frase 54

- Cuando creen que estar un mes con alguien es poco tiempo, yo pienso que realmente no es corto el tiempo. De hecho, se puede hacer bastante y sentir otro montón en un mes. Ahora, imagínate un año, luego cinco, digamos diez. Es toda una vida, una persona te llega a conocer de los pies a la cabeza, desde el alma hasta el físico. 
Ahora realízate esta pregunta, ¿Y qué sucede cuando termina? Hay un vacío, naturalmente; pero, claro, siempre se vuelve a empezar. De repente es eso lo genial, que existen otras oportunidades para seguir amando y compartiendo.

jueves, 28 de enero de 2016

Día de playa

- Sandra me escribió por el MSN preguntando si iríamos a la playa al día siguiente (sábado) y le respondí que sí; pero que acompañados de mis hermanos y amigos. Aceptó de inmediato y propuso una hora. A las once y media te espero, respondí antes de despedirme, era de madrugada y debíamos de levantarnos temprano. ¡Sí, temprano! (Generalmente la hora de despertarse superaba el medio día).
Intercambiamos emoticonos de besos en señal de despedida y acordamos por última vez que estaría en la puerta de mi casa a la hora pactada. Además, añadió que debería de estar listo o se enojaría.
Solía molestarse con facilidad, por eso era mejor mantener el ambiente estable.
Resolví sintonizar el despertador en el celular (era una de sus principales funciones) y luego prepararme para dormir plácidamente.
Temprano, alrededor de las diez, me alisté. Bermuda playera, polo, lentes y sombrero. El bloqueador y bronceador lo llevaría ella.
Al no tener otra función incursioné en el MSN para chatear un rato mientras la esperaba. Por otro lado, mis hermanos se iban comunicando con el resto de amigos que irían.
Alrededor de las once y media Sandra apareció detrás mí, no sé que quien le había abierto la puerta; pero, pues, ella tenía confianza con todos en casa, seguramente cualquiera pudo haber sido. Me hizo la jugada que le enseñé, esa que trata acerca de hincar el hombro izquierdo y aparecer por el otro lado. Caí redondito.
Se veía espectacular, su figura, en dicho entonces, era muy sensual. Además, esa falda larga y el top le hacían ver hermosa; pero no se lo dije, no porque no haya querido, sino porque no estábamos y dicha salida sería como amigos. De repente por eso aceptó el ir también con amigos.
Di la vuelta y la saludé con entusiasmo; aunque anteriormente había practicado un saludo frío y cordial. Yo llevaba el cabello largo, ella se veía idéntica.
Antes de cualquier intercambio de palabras, aparte del saludo, apareció mi vieja, quien siempre la quiso como nuera y se abrazaron con mucha euforia.
Charlaron un par de cosas al tiempo que cerraba el MSN y pretendía apagar la computadora; pero Sandra dijo que no lo hiciera añadiendo al instante que sintonizara algo de música. Enseguida, siguió charlando con mi madre.
Al rato se aparecieron los demás, querían saludarla, tiempo que no la veían, digamos, algunos meses.
Sintonicé un latin de Dany Ubeda, muy conocido en ese entonces y el resto empezaron a tararear alistándose para el día playero.
En ese momento bajó Bruno, quien dijo que también iría mi viejo, la idea nos pareció fabulosa por el asunto que tendríamos quien nos lleve y lógicamente, regrese, porque es tedioso tener que ir en bus.
Mi vieja dijo que antes de partir debíamos de desayunar, por ello, rápidamente descendimos a la sala.
Diego junto a un amigo tocaron la puerta mientras devorábamos los panes con tamal, entraron y se acoplaron al agasajo. Para ese entonces mi viejo se andaba vistiendo, se encontraba entusiasmado con ir a la playa, de hecho, hace mucho que no la hacía por falta de tiempo.
Lo esperamos en los muebles de la sala conversando acerca de anécdotas pasadas.
Aquí me detengo para aclarar una curiosidad: Conversábamos sobre anécdotas pasadas. Escribo este texto como una vivencia antigua y pienso, ¿Qué habrán sido esas anécdotas pasadas? Vaya, como pasa el tiempo.
Cuando mi viejo bajó con la llave del auto y vestido de un modo muy simpático nos animamos todavía más.
Diego llevaba un cooler repleto de cervezas, a Sandra le emocionaba esa idea; aunque, según decía, no tomaba desde hace semanas.
Abrimos algunas latas dentro del auto mientras arribamos hacia una de esas playas del sur, en lo personal, no tengo preferencia por alguna; pero el resto se debatía por cual elegir.
Recuerdo que Sandra se encontraba a mi lado, por alguna razón o por causa y motivo de los otros, ella se hallaba en la ventana y yo a su derecha. Naturalmente conversábamos sobre alguna que otra cosa, situación pasada o vivencia presente del ambiente, no más.
Tomamos dos cervezas por cabeza hasta llegar a la playa El Silencio, la mayoría ganó la elección.
Lo primero que hicieron al llegar fue correr descalzos buscando la orilla. Se hizo gracioso verlos caer, quemarse y levantarse o el hecho de huir a velocidad hasta el agua por el simple hecho de no haber llevado sandalias.
Sandra resolvió echarse sobre la toalla, pidió que le colocara bronceador, lo hice gustoso y luego le dije que hiciera lo mismo conmigo; pero con el bloqueador. En ese momento se apareció mi viejo, quien llegaba tranquilo y sereno luego de comprar una botella de agua.
Nos obvió al vernos de esa manera y se acomodó a un lado para gozar del buen clima.
Ella se echó de nuevo sobre la toalla para dorar su piel mientras que fui a darme un chapuzón.
Al volver la vi echada con los lentes puestos y el sol haciendo que su piel brille, mi padre, al verme volver, resolvió meterse al mar.
No estaba seguro si andaba durmiendo o mirándome; pero no quise averiguarlo, por ello, simplemente me senté a un lado y cogí otra lata de cerveza.
Nadie salía del mar, lo disfrutaban, los veía saltar, reír, nadar y hacer cierta chacota. Quise acompañarlos de nuevo; pero me detuvo su mano atrapándome la muñeca.
Me puse nervioso, lo admito. Meses que no sentía el tacto de su mano, debo decir que me gustó; pero cuando preguntó, ¿Me pasas una cerveza? Se fue el pensamiento optimista que tuve.
Rápidamente se la di, nuevamente preguntó, ¿La abres? Y pues, tuve que hacerlo.
Todavía no me acostumbraba a no ser atento con ella, tal vez porque todavía la quería.
El tiempo fue pasando y fui entendiendo que ella nunca se metería al agua porque únicamente se mantendría en estado de relajación sobre la arena y bajo el sol. Yo no iba a mantenerme de ese modo, por ello, volví al mar y justo cuando lo hice todos retomaron. Poco importaba, siempre tuve personalidad, por eso, estuve solo contra las olas. A pesar de no andar acompañado me divertí, necesitaba mojarme, tanto sol me estaba horneando.
Lo hice por largo tiempo. Las olas y la brisa me encantaron, además, algunas muchachas me estuvieron mirando; pero, de seguro, si volviera con Sandra, ellas ya no serían mis amigas.
Ella siempre fue muy celosa; aunque, de repente faltó hablarlo mejor y actuar en un sentido maduro. ¿Qué podríamos hacer que no fuera inmaduro? Sandrita tenía dieciocho años y yo me acercaba a los veinte. A esa edad no piensas tanto en cómo actuar, solo vives y aprendes.
Rato después volví adonde se encontraban todos acoplándome a la charla. Sandra se hallaba dormida, de lo contrario, hubiera acotado algunas sugerencias. Pues, al cabo de unos minutos, vi que movió la cabeza como quien se limpia la arena y de repente, muy fiel a su carácter, dijo con autoridad: ¿Por qué me tiras arena? Sonreí y respondí con humor, yo no te he tirado nada, loca. Todos empezaron a reír, a excepción de mi padre que leía el periódico.
Sandra se levantó para encararme, pues, no le gusta que se burlen de ella y yo, cobijado en el humor, retrocedí y añadí, ya, tranquila, no te achores que nadie te ha tirado nada. Volvió a su lugar y se sentó.
Siempre fue resentida, la conocía de pies a cabeza, sabía que tenía el rostro de niña resentida que espera que se acerquen y acaricien, actuar de un modo despectivo a pesar de querer y anhelar los besos y abrazos; pero, no lo hice y atiné a seguir hablando con los otros.
Imaginé que en su mente existía la idea que ya no nos encontrábamos juntos como pareja y que por ello yo actuaba de un modo distante; pero a la vez, estaba seguro que deseaba que fuéramos a abrazarnos y besarnos. Estaba seguro que todavía me quería.
El hecho de ir a la playa salió de repente, habíamos hablado y acordado semanas antes en ir; pero no logramos concretar y luego, acordamos esa vez y el repetirlo hizo que sentenciáramos la salida. Claro, ambos sabíamos que saldríamos como amigos o como bien lo dijimos, como patas.
Más tarde, cuando se terminaron las cervezas y disfrutamos del mar, almorzamos y volvimos a meternos al agua, resolvimos regresar, eran alrededor de las seis de la tarde y todos nos hallábamos exhaustos.
Subimos al auto de la misma forma; pero ya nadie conversaba, a lo mucho, se oían bostezos.
Sandra estaba muy cansada, cerraba los ojos y los abría; de pronto, no pudo contener ese ejercicio y al cerrar los ojos se apoyó en mi hombro. No quise moverme para que se quedara ahí. Me gustaba tenerla cerca.
También cerré los ojos porque el sueño ganaba; pero cuando los abría la miraba de reojo, dormida y oliendo a agua de mar. Llevaba la piel tostada y la pulsera que le di en su muñeca izquierda. Detalle que me sorprendió para bien, incluso, ocasionando mi sonrisa.
Instantes después y quizá, por instinto, coloqué mi mano sobre la suya temiendo que despertara y se asustara o zafara; pero no lo hizo, siguió dormida.
Hubo un momento de silencio en el que todos se hallaron dormidos, incluso, mi viejo resolvió bajar el volumen de la música. Sandra y yo nos mantuvimos del mismo modo, cualquiera creería que aún seguimos juntos; pero no era así desde hace un par de meses.
Abrió los ojos de pronto, en ese instante, hice lo mismo; pero no nos miramos fijamente porque nos enfocamos en nuestras manos juntas. De hecho, soltamos una breve risa y enseguida, como arte de magia, nos besamos.
Retomamos la relación en ese momento, claro que no lo sabíamos hasta conversarlo horas después y pues, como vuelcos de la vida, otra vez fuimos el uno para el otro.


Fin



Frase 53

- La experiencia me muestra que ninguna de las relaciones amorosas que tuve, fantásticas, obviamente, ha durado hasta hoy; sin embargo, siempre, por naturaleza propia, disfruto creer que llegará el momento en que dure la eternidad. Curiosamente, será un constante conjunto de grandiosos momentos que viviré a plenitud en el instante en que nacen.




martes, 26 de enero de 2016

Frase 52

- Crear costumbres no es caer en monotonía. Me gusta planificar una actividad, de repente, tener una serie televisiva que compartir, a la vez, disfruto de lo espontaneo y me adapto a lo imprevisto. Suelo celebrar aniversarios como también aventurarme a una situación que ocurre de pronto. 
Siempre he dicho que la idea es darle emoción a todo lo que haga, entonces, jamás te aburrirás y por ende, tendrás buenos recuerdos.




Me gusta como va todo

- Cuando preguntan, ¿Puedes reducir las páginas de la novela? Contesto con humor, es como si me cortara una pierna o un brazo. La obra como está es el final de un largo proceso de corrección. Además, ¿Qué son 400 páginas? Y eso que fueron más; pero tuve que eliminar algunos capítulos.
Me emociona como va yendo todo.


Poder de mujer

- Una mujer puede idear el plan perfecto para que un hombre caiga rendido ante ella sin ni siquiera imaginarlo. Admiro cuando hacen eso, es como un plan malévolo, minuciosamente estratégico, sabiendo cómo vestir, que peinado llevar, de repente el sonreír en tal momento, quizá cuando uno saluda instintivamente y ser iluminado por el brillo natural que esa sonrisa plasma. Que para cualquiera puede ser el brillo de unos refinados dientes; pero para uno es el santuario de la alegría. El look casual para la ocasión puede ser para lo que el evento amerita; pero uno no deja de mirarla, no deja de ceder ante ese encanto innato; pero por más que evita ojear lo hace constantemente, lo gracioso es que ella lo sabe, no lo nota, parece como si estuviera distraída; pero sabe que la miras, lo sabe desde que llegó, incluso sabía desde antes de venir. Pero si esta de espalda, ¿Cómo rayos sabe que la miro? Teóricos dirían sexto sentido, yo diría encanto de mujer.
Ella sabe que babeas; sabe que las féminas que te rodean no son rivales ante su belleza ancestral, hermosura natural; pero sobre todo actitud ideal. No te cela ni te mira de reojo y vienes obviando a la mujer que te incita a bailar porque la miras y te detienes minutos imaginando que son segundos.
Es curioso como una mujer puede ser el universo ante uno, es irónico como puedes abstenerte al privilegio de tenerla; pero es sádico y cobarde a la vez el hecho de no amarla como ella debe ser amada.
Y pienso que una mujer puede entrar en el ambiente a hacerte babear en su nombre, ante tu naturaleza, sin ni siquiera imaginar que lo va a provocar. Simplemente por eso, por ser como es.
Por eso, yo no me amínalo, yo no soy un idiota, me acerco a dicha fémina y resuelvo estúpidamente preguntar, ¿Bailas?
Me mira y siento que me barre, puede ser más bella de lo que fue cuando salíamos; pero hay algo que no me ha dicho. Y es que todavía siente lo mismo que yo.
Empezamos, entonces.

Fin

Frase 51

- Extrañar es uno de los sentimientos más jodidos que existen; pero cuando lo liberas es curioso como el amor también aumenta.

¡Genios todos!

- Me alegra saber que en muchos lugares lejos de aquí existen lectores que aprecian mi trabajo. Un saludo para todos los mexicanos, guatemaltecos, colombianos, paraguayos, argentinos, uruguayos, brasileros, entre otros. 
Es grato leer sus mensajes (inbox) y comentarios acerca de lo que escribo. Son grandes y espero visitarlos pronto.






lunes, 25 de enero de 2016

Frase 50

- A muchos no nos gusta la monotonía. A mí me agrada crear costumbres, es decir; ver una serie juntos o de repente celebrar aniversarios o tal vez realizar alguna actividad planificada que se repita cierto tiempo. Compenetra y no resulta cotidiano. Además resulta inverosímil hacer cosas distintas siempre.

viernes, 22 de enero de 2016

Frase 49

- En lo personal utilizo el pasado para recolectar historias y aprender de las experiencias, nunca para quedarme. Siempre estoy avanzando y mientras lo hago pongo en marcha lo aprendido, escribo sobre situaciones lejanas; pero mantengo mi presente estable y planeo posibilidades futuras. Es eso.


El tomatodo

- Alrededor de las diez de la mañana me alisté para salir al gimnasio, es una hora precisa porque quienes asisten temprano suelen partir a dicha hora y el ambiente se encuentra desolado. 
Tomatodo de Goku, toalla, guantes, candado, llave, polo extra, carné y celular, tengo todo listo para la rutina de hoy, pensé mientras descendía las escaleras para salir de casa. Previo a ello entré a la cocina para llenar el tomatodo con agua o refresco sin azúcar. Lo hice con un helado y delicioso refresco de maracuyá. Andaba apresurado, me gusta ir al gimnasio a dicha hora porque a alrededor de la 1pm se empieza a llenar de tipos con cuerpo gelatinoso que piensan que comenzar el gimnasio en verano es mucho mejor, pues, yo lo hago todo el año.
A medio camino empecé a sentir que se mojaba la parte del muslo de mi bermuda y noté que había hecho un camino a base de gotas. Pensé, hace demasiado calor que estoy sudando a por montones; pero vi la maleta húmeda e inmediatamente me detuve para buscar la causa de dicho hecho. Abrí la maleta y vi el tomatodo vacío.
Solté una fuerte grosería al tiempo que comprobaba que todo lo de adentro se encontraba mojado y peor aún, oliendo a maracuyá.
Resolví meditar por un instante, ¿Debía de seguir el camino o volver a casa? Decidí regresar para cambiar los implementos. Estaba enojado; pero mientras caminaba empezaba a verle el lado gracioso a lo sucedido, por eso, de repente, recordé una anécdota similar, hace muchos años, digamos, más de una década.
Junto a un primo y un amigo entrenábamos en las instalaciones de un club deportivo, íbamos todos los martes y jueves a las 4pm.
Aquella vez salimos tarde y tuvimos que correr para abordar el bus y llegar a tiempo, de lo contrario, no nos contarían y tendríamos que esperar en la banca.
Corrimos tan rápido como pudimos y llegamos a tiempo para abordar un bus.
De repente, dentro del mismo, mientras avanzábamos en busca de asientos, comencé a sentir la sensación de humedad recorrer mis piernas y al ser invierno sentí un frío estremecedor. Me di cuenta de la situación al sentarme y notar que todos mis implementos deportivos se encontraban mojados de gaseosa. Dije cientos de maldiciones y se lo hice saber a mis compañeros, quienes no dejaron de soltar carcajadas.
Lo siguiente que ocurrió fue que durante el entrenamiento todos se percataron que mi atuendo pelotero olía a Inca Kola lo cual resultó siendo muy gracioso porque tuve que contar la experiencia y todos terminaron riendo.
Al llegar a casa tuve que cambiar los implementos del gimnasio y manteniendo la sonrisa volví para entrenar.
Me gusta ver este tipo de situaciones con buen humor, hace mucho que no me molesto ni pierdo estribos, prefiero ver todo de un modo deportivo y no perder la oportunidad de reír por mis propios actos cómicos.

Fin



jueves, 21 de enero de 2016

Frase 48

- De repente fue una ilusión efímera. Un precioso resplandor disfrazado de amor. Quizá, un cuento que escondió el final desde el inicio. Es posible que no seamos los protagonistas de la novela y pienso también que se apagan mis ganas de continuar escribiéndola.

martes, 19 de enero de 2016

Frase 47

- Nunca quise ser parte de algo; pero terminé siendo el núcleo de bellos universos. Es una ironía que adoro.



miércoles, 13 de enero de 2016

Tantas veces el amor 6

- He decidido dejarme llevar, le digo. Es demasiado tarde, responde. La veo extrañado, imaginando, quizá, que va a dar por terminada la odisea romántica. Entonces, pregunta, ¿No te has visto al espejo? Sonrío y la oigo decir con un aire soberbio que resulta excitante: Estás completamente enamorado de mí. Reflexiono y me acuerdo de una situación, abrí los ojos de madrugada e imaginé que se hallaba a mi lado, al no encontrarla, la extrañé y al verla por la tarde le di un abrazo efusivo (no creí dárselo con tanta euforia).
Acto seguido -y por más que quise evitarlo- le dije, te he extrañado sabiendo que de repente podría burlarse de mí respondiendo; pero han pasado un par de días, añadió para bien, yo también te he extrañado, por eso estoy aquí.
Volvimos a abrazarnos e inmediatamente después fusionar nuestros labios.
Lo que ocurre se puede definir como una sublime manifestación de amor.


Tantas veces el amor.


Fin



Terror en la madrugada

- Abrí los ojos de madrugada y aún somnoliento divisé la sombra de un misterioso ser volador que deambulaba por mi habitación. Desconociendo su naturaleza entré en una especie de pánico que rápidamente se volvió terror. Sudé al tiempo que veía la sombra andar por el techo, aleteando tal cual murciélago gigante. Aterrado y a la vez impactado, quise despertar a mi novia cuando vi al ser detenerse al filo de la ventana, quizá, ella supiera su origen. Giré a la izquierda para moverla súbitamente y lograr despertarla; pero no se encontraba a mi lado, enseguida, vi la puerta y la noté cerrada, inmediatamente después volví a observar la ventana y no encontré a la criatura.
Me levanté de la cama acercándome a la toalla para secar el rostro y cuello humedecido. Volví a mi posición dejando caer la cabeza sobre la almohada y mirando el techo, había dejado el televisor encendido y resolví realizar zapping para distraerme, para no pensar en lo ocurrido.
Repentinamente todo se oscureció, entendí que el apagado automático había hecho efecto, cerré los ojos para reanudar el letargo; pero oí el aleteo de un ave y enseguida el lento andar que se escucha por causa del profundo silencio que ocurre en la madrugada.
Incliné el cuello sintiendo como sudor frío caía por las sienes, mas no podía visualizar bien, por ello, cogí el móvil y encendí la linterna. Al instante en que enfoqué vi a la criatura volante de ojos negros y cuerpo enorme detenida al filo de la cama y observándome detenidamente, cuando repentinamente resolvió aletear y avanzar a velocidad contra mí.
Abrí los ojos, era de madrugada, sudaba a cántaros y el corazón se hallaba acelerado. Me encontraba con el torso desnudo y apoyándome en la cama, había despertado de golpe de una terrible pesadilla; pero todo se tranquilizó cuando su dulce voz se oyó. Amor, ¿Estás bien? Seguro tuviste una pesadilla, descansa.
¿Y si todavía me encuentro en ella? Le pregunté y sus ojos no eran los marrones de siempre, se encontraban oscuros como los de esa ave maldita; pero, curiosamente, al despertar, volvieron a ser los de siempre.


-Lo curioso es que esa noche no le pedí a mi novia que durmiera conmigo-






martes, 12 de enero de 2016

De mis favoritos

- Uno de mis momentos favoritos se basa en estar echados sobre la cama luego de hacer el amor, mirando el cielo estrellado de mi habitación y argumentar acerca de lo que siento
Ella solo escucha.



lunes, 11 de enero de 2016

Frase 46

- Digo las cosas claras y concisas, hablo de lo que siento y pienso sin rodeos, tal cual lo escribo, ser honesto no debe herir susceptibilidades. Me gusta la gente auténtica y nunca llevo una careta porque siempre me muestro tal y como soy. Si agrado bien, caso contrario, no hay problema.







sábado, 9 de enero de 2016

Te puedes enamorar muchas veces; pero una es para siempre

De hecho, uno se puede relacionar sentimentalmente con muchas personas, compartir gratos momentos, enamorarse mutuamente y de repente, tan natural como empezar, terminar el amorío. Y aunque a veces no se tenga la etiqueta de amigo, no se pierde el hola.
Todas esas relaciones pasadas te generan experiencias -malas o buenas, pero experiencias al fin- y te ayudaran a manejar la nueva relación, con alguien fantástica(o) seguramente. Se van a conocer y enamorar y sin imaginarlo, va a ser para siempre. Uno no lo planea, a veces ni siquiera se trata del destino, porque la pareja va forjando el camino, avanzando lentamente y cogidos de la mano, solucionando diferencias, reduciendo riñas, charlando antes de gritar, respetando espacios, sin celos descabellados y compartiendo más momentos -más íntimos, como el hecho que te quedes a dormir en su casa o preparen el almuerzo juntos, que se yo- e ir andando por un sendero precioso, incrementando ese amor que sienten mutuamente, siendo responsables entre ellos mismos, con respeto y fidelidad, confianza y seguridad, y entonces, despiertas un día y a la vez a tu lado, -hermosa, de hecho- y te dices a ti mismo: Llevo tantos años con esta mujer y la sigo amando de igual manera.
"Una noche, una musa y un teclado"


viernes, 8 de enero de 2016

Nadie se va, nadie muere

- Las personas no mueren, solo se ausentan. ¿Qué te hace creer que no está? Si todavía la observas al cerrar los ojos. Si su aroma aún se encuentra impregnado en la atmósfera de tu habitación. Si a veces te traslada a una vivencia pasada el sonido de su voz. ¿Qué te hace creer que no está? Si a pesar de tantos años de ausencia todavía la sientes.
Además, se volvió inmortal. Porque vive por siempre en los textos que uno escribe relatando con euforia y emoción lo que alguna vez fueron.
Entonces, nadie se va, nadie muere… mientras los recuerdes...


Fin



jueves, 7 de enero de 2016

Recuerdos y soledad

—Amor, ¿Dónde estás? Me levanto de la cama y la busco por toda la habitación; pero no la encuentro. Ella no está; aunque su aroma aún permanece aquí.
A veces siento que se encuentra escondida debajo del edredón;
pero es una silueta que se forma de manera asombrosa
cuando la cama esta desordenada. Desconociendo dicho hecho, me echo a su costado imaginando que es ella; pero al abrazarla me doy cuenta que desaparece como un espejismo.
Veo que detrás de la cortina se forma una silueta muy parecida a la de su espalda, sonrió imaginando que se encuentra escondida detrás de la cortina observando los preciosos jardines y muy lentamente me acerco para sorprenderla.
— ¡Te atrapé! Digo emocionado y la abrazo por detrás. Siento que se sorprende y la escucho reír; pero cuando intento abrazarla por encima de la cortina, desaparece. Se evapora su presencia, ella ya no se encuentra ahí y me quedo estático.
Abro los brazos y la cortina vuelve a moverse a causa del viento, la atravieso y contemplo un paisaje urbano compuesto por edificios y casas.
Al volver a atravesar la cortina escucho su risa y la sigo para encontrar su sonrisa.
Recorro un pasadizo que lleva a la cocina, la cual se encuentra reluciente. Ella reí mientras que intenta preparar el almuerzo con su poca o casi nada experiencia en la cocina.
Sonríe y ríe mientras que sigue las instrucciones de un libro de recetas. Se ve tan hermosa con el delantal que sin dudarlo me acerco para sujetarla de la cintura; pero tropiezo con una sucia cocina. Platos rotos, vasos con telaraña y un empolvado libro de recetas es lo que veo. De un soplo elimino la suciedad y delicadamente, para no romper las hojas, empiezo a leer aquel olvidado libro.
Nuestros platos favoritos son las únicas recetas que leo antes de escuchar el fútbol en la televisión.
Dejo aquel libro a un lado y rápidamente voy a la sala, lugar donde en un enorme televisor juegan nuestros equipos favoritos.
—Precioso, ven, siéntate a mi lado que el partido ha comenzado hace cinco minutos, la escucho decir y tímidamente me siento a su lado en el mueble guinda que elegimos juntos.
— ¿Palomitas de maíz? Pregunta con dulzura y me entrega un tazón repleto de palomitas de maíz. — ¿Te gustan? Pregunta enseguida.
—Las preparé yo misma, añade, sonríe y vuelve a mirar el fútbol.
De repente, en un abrir y cerrar de ojos, me encuentro sentado en el mueble guinda que a causa del abandono se encuentra desecho. El televisor apagado y aquel tazón tirado en el piso, lleno de hongos y suciedad.
—El fútbol siempre fue nuestro deporte favorito. Me levanto de aquel mueble y me acerco al espejo que se encuentra en la sala.
Con la palma de la mano limpio una parte y veo mi reflejo. Sorprendentemente, al verme, no tengo barba ni orejas.
— ¡Amor, te ves guapo! La escucho decir y la veo detrás de mí.
Cubre mis ojos con sus manos y pregunta, ¿Quién soy? Escucho su risa, también suelto una risa y respondo a continuación, eres el amor de mi vida. De inmediato, me entrega nuevamente la vista, doy la vuelta y la veo con un blanco y hermoso vestido.
— ¡Estas divina! Le digo observándola por completo. Sonríe y me entrega un beso que no siento.
No siento sus labios, su miel no se queda impregnada en mi boca. Desde mi ubicación contemplo la sala llamada desierto, el techo con hongos en las esquinas, las paredes despintadas susurrando risas y carcajadas de momentos felices y escucho el silencio de la soledad.
Agacho la mirada y veo sus huellas dibujadas en el suelo. Las sigo hasta llegar a la puerta principal e inesperadamente escucho:
— ¡Me voy, me voy para siempre! Es ella, quien está enojada e irritada. Cierra la puerta fuertemente al verme estático y de inmediato corro para evitar que huya.
— ¡No te vayas, aún podemos solucionar los problemas! Grito; aunque creo que no me escucha.
Siempre recuerdo todo esto cada vez que entro a este departamento.
Al terminar el recorrido, salgo a la calle y me encuentro con una pareja de esposos. Ambos se detuvieron a leer el cartel que coloqué.
—Disculpe joven, ¿Es usted el dueño del departamento en venta? Pregunta el señor. —Sí, ¿En qué puedo ayudarlo? —Me encantaría echar un vistazo, dice el señor. —Claro, vengan, les mostraré, digo con una sonrisa y entro junto a la pareja a aquel departamento en donde habitan recuerdos y soledad.

Fin



Anécdota en Marina Park

2005
Te cuento una anécdota, le dije mientras pasábamos por el local de entretenimiento “Marina Park”.
Te escucho, respondió con una sonrisa. Y entonces, empecé a relatar la experiencia.
Hace un par de años vine junto a un amigo, no te voy a decir el nombre; pero resulta que nos subimos al Vikingo mientras esperábamos a un par de amigas.
Este sujeto no quiso aguantar el hambre y a pesar que le sugerí que no comiera, se empujó una hamburguesa con todas las cremas.
En ese momento, ella empezó a alucinar lo siguiente que ocurrió llevándose las manos a la boca en señal de asombro.
Solté una breve risa y continué luego de acomodarme la enorme melena que llevaba: Pues, al momento de dar la vuelta completa, él no pudo contener la comida que se venía -hice un gesto que describió el hecho- ella me vio asqueada; pero quiso que siguiera.
Yo estaba a su lado cuando comenzó a vomitar como un desquiciado y toda esa ola de alimento fue a caer en la mitra de las otras personas haciendo que riera con locura.
Incluso, el empleado que manipula el juego, tuvo que detenerlo para que pudieran rescatar al gordo que estaba vomitando y el resto de personas tener que limpiarse. Fue gracioso y asqueroso a la vez, terminé riendo a carcajadas.
Luego de hacer algunos gestos de asco empezó a reír de la misma manera. De repente, detuvo la pregunta y dio un nombre intentando acertar con el protagonista y yo hice moví la cabeza hacia abajo haciendo que aumentara la risa.
Enseguida, después de tanta risa y valga la ironía, fuimos a comer a uno de esos restaurantes dentro del local. Además, no dudamos en comprar unas cervezas (generalmente las vendían de 1 litro).
Ella pidió detalles acerca de la anécdota y yo gustoso le fui dando algunos.
Más tarde, retomamos el camino a su casa, en dicho tiempo no era tan peligroso andar por allí.
Al llegar nos despedimos con un beso y un abrazo quedando en encontrarnos en el MSN para continuar charlando.
2007
Salíamos del cine, ella comía la canchita que quedaba mientras que yo hacía lo propio con la gaseosa. La película nos había decepcionado y no dejábamos de criticarla al tiempo que andábamos, aparentemente, sin rumbo alguno.
De repente, para no amargarnos, resolvimos dirigirnos a Marina Park y tomar unas cervezas bien heladas con la consigna que solo serían un par.
Para cuando llegamos se hizo de noche; pero todavía seguía el bochorno y ese sudor incómodo que caía de la sien. Por ello, le dije para entrar al establecimiento e ir al baño. Hizo un ademán en señal de seguir y entramos. Recordaba claramente donde se hallaba el baño, así que se me hizo sencillo llegar y remojarme el rostro una y otra vez. Ella quiso quedarse afuera, de repente, visualizando las tiendas.
Salí renovado, secándome el rostro con papel higiénico y al verla curioseando por los alrededores le pasé la voz pronunciando el apelativo que le había puesto meses atrás (resultaría gracioso repetirlo; pero no voy a escribirlo).
Sonriendo se acercó y cogió mi mano al tiempo que dijo, vamos por esas cervezas que hace calor. Eso te iba a decir, le dije al instante y salimos del local para dirigirnos a los exteriores, en donde se hallaban esas, voy a decir tiendas por no mencionar cantinas.
Al frente estaba el terrible Vikingo, ya se encontraba con las luces encendidas y la gente haciendo cola, de hecho, me sorprendió que fueran tan pocos; sin embargo, me quedé viendo a los participantes mientras esperábamos las cervezas. Al llegar, como todo buen caballero, le serví y me serví, bebimos tan rápido como pudimos, más que todo para calmar la sed y luego volvimos a servirnos; aunque esta vez, tardamos en beber. Para entonces, estaba concentrado en el juego y exactamente cuándo giró, vi a mi pareja y le dije: Te cuento una anécdota.
Hace años junto a mi primo, ¿Lo conoces, no? El gordito que te presenté ayer.
Claro, lo recuerdo, dijo y seguí: Estábamos ansiosos esperando a dos chicas con quienes íbamos a salir. Ellas tardaban en llegar y nosotros nos aburríamos porque habíamos llegado anticipadamente.
Para combatir el aburrimiento propuso subir al Vikingo; pero como estaba lleno, a diferencia de ahora, lanzó la no tan brillante idea de comer hamburguesas. Admito que al inicio quise; pero luego desistí.
Él devoró una enorme hamburguesa con todo y cremas para luego abordar el juego.
¿En serio? Ese gordo de tu primo está totalmente loco, dijo y empecé a reír por la forma como lo dijo (tan eufórica).
Calmada la risa, seguí contando: El maquinista, un sujeto con el trabajo más aburrido del mundo, ni siquiera se percató que había tragado porque todavía tenía residuos de hamburguesa en las manos.
¡Qué asco! Dijo ella arrugando el rostro. Al salir todo empezó a empeorar, el gordo se sintió mal a la primera vuelta y yo no quise hacerle caso, entonces, comenzó a vomitar desenfrenadamente y todos los participantes fueron bañados con vomito.
¡Qué asco, por Dios! ¿En serio sucedió eso?
Alucina que sí, fue una locura.
Obvio pues, si hubiera visto eso, hubiera vomitado.
Comencé a reír cuando dijo eso.
Rápidamente pararon el juego y se bajaron todos, yo no dejaba de reír y el gordo se fue al baño para lavarse o de repente, continuar vomitando.
¿Y las chicas? ¿Qué dijeron las chicas cuando llegaron?
Ah no, eso no te puedo contar.
Ya pues, dime, quiero saberlo.
Pues, tuve que enviar un mensaje y decir que nos íbamos porque mucho habíamos esperado.
¿Y qué te respondieron?
Que lo sentían y que en otra ocasión nos veríamos.
Siempre que vengo aquí y observo el Vikingo recuerdo esa graciosa y desagradable anécdota.
Más tarde, caminamos medio ebrios hasta su casa, bebí algunos vasos con agua y llamé a un taxi luego de despedirme.
2009
Dada la casualidad, mi entonces novia vivía cerca a Plaza San Miguel y por ello, andaba en dicho lugar más veces que en mi casa.
Llegué a enamorarme de cada rincón de Plaza San Miguel, inclusive, volví después de tiempo, únicamente, para recordar y seguir trabajando en cuentos referentes a dicha mujer.
En su momento, cada vez que salíamos del centro comercial y caminábamos hasta su casa, lógicamente, atravesábamos el memorable Marina Park que cada vez se hallaba menos concurrido, al punto que, ya ni siquiera solían encender el Vikingo.
Me daba cierta pena pasar y no ver a los típicos ambulantes, a los bares abiertos y al Vikingo, obviamente, reluciente y con las personas haciendo cola. Parecía que su final se acercaba, casualmente, mientras que Plaza San Miguel iba aumentando su amplitud.
Pues, mientras existió y aunque nunca llegamos a entrar al cine de Marina Park, tampoco beber unas cervezas en alguno de esos bares (que ya quedaban dos) y mucho menos asistir al baño porque cuando quise hacerlo noté las puertas estancadas, debía de contar la entrañable anécdota.
Ella sabía que me gustaba relatar experiencias al tiempo que andábamos, solía andar callada escuchando mis descabellados, graciosos e intensos relatos.
De hecho, seguramente habré repetido alguno; pero nunca me lo hizo saber. De repente porque amaba mis historias.
Al momento de cruzar Marina Park y sentir ese feeling en el corazón al verlo desolado y triste, prácticamente en ruinas (cosa que sucedería después) me dio ganas de lanzar la anécdota.
Empecé diciendo, este lugar es entrañable. Hace bastante tiempo vine con un primo, seguro lo conoces, es Ezequiel. Claro, el flaco.
En ese entonces no era flaco, era un tremendo gordo, le dije con bastante humor y ella asombrosa preguntó, ¿En serio era gordo?
Sí; pero luego tuvo un largo tratamiento que lo ayudó a bajar de peso.
¿Qué clase de tratamiento? ¿Pastillas?
Pues, no lo sé, amor. Nos estamos desviando de la historia, le dije y rápidamente seguí con el relato.
Ya, ya, luego me cuentas acerca del tratamiento para comentarle a mi prima.
Resulta que el entonces gordo se subió al Vikingo luego de haber comido una enorme y repleta de cremas hamburguesa de carne con chorizo.
¡Dios mío! ¿Tanto así? Dijo llevándose las manos al cabello y mostrando su linda sonrisa.
Le devolví la sonrisa y continué con el relato.
Fue por ello que comenzó a vomitar al momento de subirnos, exactamente cuando el Vikingo daba la vuelta de 360º (repetí esa frase) y añadí, el maquinista se dio cuenta de lo que salía del hocico del participante, el mismo néctar que caía en el rostro y cuerpo de los otros, que tuvo que detener el juego.
¿Y a ti también te cayó? No me digas que no, porque yo sé que sí.
Empecé a reírme en ese momento, justo después de recrear la escena del vomito.
Nunca pensé decir esto; pero, sí, lo admito. ¡A mí también me cayó parte de esa inmundicia!
Ella comenzó a reír con desenfreno, más que cuando le conté la parte del vomito.
Me imagino tu cara al momento de bajar, decía al tiempo que seguía riendo.
De hecho, me contagió la risa y no paramos de carcajear mientras avanzábamos.
Cuando vuelva a ver a Ezequiel voy a recordarle la experiencia que me acabas de contar, de seguro que tiene otro punto de vista.
Seguro que sí, mi amor, le dije y doblamos en la esquina llegando a su casa.
Naturalmente la dejé en el pórtico, nos dimos un abrazo de despedida y luego del beso, añadió, voy a imaginar tu rostro al tener el vomito en el polo y no dejaré de reír.
2012
Caminaba solitario por las instalaciones de Plaza San Miguel debido a que me encanta deambular por esos lares cada vez que se puede.
Me gusta porque tengo grandes recuerdos por allí, además, resulta inspirador su ambiente.
Efectivamente, volví a Marina Park y me deprimió en un instante el hecho de verlo desierto, desaparecido por completo, las instalaciones cerradas y el Vikingo desecho.
Ya no era el mismo centro de atracciones al que solía asistir; pero, entre nostalgia y recuerdos, reviví la anécdota para mis adentros. Esta vez con la legítima historia.
El entonces gordo Ezequiel no era quien quería comer, yo le dije para degustar algo mientras esperábamos la película, las chicas nos habían plantado y teníamos dos entradas demás, las habíamos vendido y con ello comprado hamburguesas. Nos animamos a subir al Vikingo minutos después de comer, fue karma que me cayera parte del vomito porque le insistí en subir. El resto ya lo saben.
Es curiosa la forma como una simple anécdota pueda ser contada en distintas etapas. Siempre que paso por ese lugar vuelvo a recordar dicho momento y por ende, lo vuelvo a contar. Si alguna vez caminamos por aquí oirás esta anécdota.

Fin

martes, 5 de enero de 2016

Frase 45

- A veces soy pragmático: Si me gusta, se lo digo. Si la quiero, se lo digo. Si la amo, lo digo y demuestro. Si quiero estar a su lado, agarro el celular y le pregunto, ¿Estás libre?, ¿Gustas salir a pasear, ver películas, etc? No ando pensando que estoy siendo vulnerable o de repente cuestionando lo que siento. Me gusta sentirlo, de hecho, me motiva y entusiasma. Si el amor llega, maravilloso, no todos tienen esa dicha, entonces, a gozarlo.
Ese asunto de andar divagando en lo que uno siente, querer luchar contra una corriente (que no tiene ningún caudal negativo) es una pérdida de emoción, ah, y tiempo. Creo que los momentos pasan tan rápido como para andar pensando: “Me estoy jodiendo si me enamoro” ¡Hay que vivirla! Y si te hace bien, grandioso.
Si al inicio dije “A veces” es porque me gusta hacer lo contrario únicamente para escribir, no tiene que ver con mis acciones.
Todo es tan simple y fantástico como decir, si estar a su lado te hace bien, a su lado debes estar.







Frase 44

- Era absurdo que nuestro encuentro haya sido únicamente obra del destino, por eso y para que imagine, le dije que todo estuvo planeado. De pasaba pensaba en mí.








lunes, 4 de enero de 2016

Frase 43

- Las personas deberían disfrutar del amor en todo su esplendor en lugar de andar cuestionando al mismo. Los escritores nos encargamos de cuestionar, profundizar y trasladarlo todo al papel. Luego, lo gozamos.




El sueño de ser leído

- Estuve leyendo la biografía de Coehlo, me sorprendió la cantidad de libros que vende y en las lenguas que se traducen (griego, árabe). Tuve un conato de envidia sana y me eché a reír escandalosamente cuando en una parte vi: Ha vendido 70 millones de ejemplares de una obra (que no he leído). Pensé, vendí 1000 libros y fui feliz y a este señor lo leen de todo el mundo. 
Nadie en casa ha leído mis libros, mi pareja no termina el manuscrito que le pasé y este sujeto vende hasta en chino. Nuevamente me dio por reír y no me detuve, fue un ataque de risa.
El par de libros que leí no me gustaron; sin embargo, a millones, sí, por eso no lo critico severamente, es más, ya quisiera que me lean tantos como a él porque la mayoría de escritores queremos ser leídos.
Al final, luego de la risa desenfrenada porque me gusta ver las situaciones con humor (tampoco voy a coger fósforo y quemarme con mis obras jaja) resolví motivarme, que es lo mejor que puedo realizar y lo hago siempre.
Además, alucinar que alguna vez 100 millones tendrán mi libro y me fui a dormir con esa imagen.


-El sueño de ser leído por la mayor cantidad de personas es mi constante motivación- 


Fin 



domingo, 3 de enero de 2016

Mis libros

- Publiqué mi primer libro “Mis demonios y yo” en el 2010 (fue una auto publicación). Dos años después, maduro y sereno, hice “Una noche, una musa y un teclado” con una editorial independiente logrando estar en librerías, ferias, algunas charlas y con la satisfacción de enviarlo al extranjero (actualmente quedan muy pocos ejemplares). Actualmente, trabajo en la logística de “La última tarde” obra que escribí luego de haber estudiado en diversos cursos y talleres. En lo personal, es el mejor libro que he escrito hasta ahora, más que todo por lo honesta que es la historia.
Si todavía no lo publico es porque quiero realizar todo con calma y que al momento de salir al mercado pueda ser el pasaje al estrellato.



Asesino de ratas

- Me considero una persona tranquila, no le hago ningún daño a nadie, trato de llevarme bien con las personas de mi entorno y manifiesto constante cariño a mis amigos y familiares; sin embargo, a unas cuadras de casa habita un tumulto de sujetos haraganes y malhechores, a quienes suelo saludar, únicamente, para que no choquen, con esto quiero decir, para que no me roben y recuerden mi rostro a pesar que se encuentren con toxinas en el cuerpo.
Admito que los detesto y por eso el saludo nunca contiene una sonrisa y siempre se trata de un mero ademán de mano elevada o a veces de cejas. En bastantes ocasiones he bromeado junto a mi chica que me gustaría rentar una de esas ametralladoras y acabar con la existencia de esa jauría. Siempre acoto que le haría un bien a la sociedad y ella, entre risas, aclara que no me falta razón. Ella lo dice, naturalmente, como algo que siente; pero no se da cuenta que cada vez que pasamos por el mismo lugar y los vemos drogándose o haciendo chacota, me inspira a realizar dicha empresa. No soy capaz de llamarla locura, diría que sería un acto social extraordinario, mucho mejor que ir a un pueblo joven para donar alimento y juguetes.
No le he confesado a nadie que estuve analizando dicha empresa, lo pensé en las madrugadas de resaca, en donde los muñecos no me dejan dormir y me profundizo en un abismo repleto de reflexiones y análisis de todo índole; aunque, como casi todas las mañanas, despierto con una sonrisa en el rostro y sin ánimos de acabar con la lacra de la sociedad. Sin embargo, ocurrió la gota que derramó el
vaso.
Pasaba con mi chica por el mismo lugar debido a que tengo que dejarla en su casa como todo buen novio y no existe otro camino que fuera aquel. La mala fortuna siempre apremia y debo contemplar sus desdichados rostros, los cuerpos, a veces, inertes por tanta cocaína y la sonrisa desfigurada por tanta pasta. Debería acabar con todos, preciosa, le comento de un modo sobrio, no tan humorístico como antes, ella calla y yo sigo, no solo porque los odie, sino porque les haría un bien. Ella se detiene en la tienda, no ha hecho caso a mis palabras, son a las que le tengo acostumbrada cada vez que pasamos por su desagradable presencia; pero, de repente, un faltoso, desesperado por consumir lo que su compinche realiza cerca, corre a velocidad -ante mi asombro porque pensé que no le serviría el físico- e impacta con mi pareja, quien cae al suelo y se golpea. Ni siquiera se percata de ese hecho, no ofrece disculpas ni la mano, yo levanto a mi chica enojado; pero más preocupado y miro al tipo de reojo. No es una mirada que espera un perdón, tampoco voy a ir y propinar un golpe, podría hacerlo y podrían venir todos a golpearme, perdería al ser cantidad. Lo que pienso es la canalización completa de mi odio y en ese instante, de tener dicha arma, los acabaría sin dudarlo. No obstante, me detengo a pensar, un par de segundos y recuerdo a mi chica y familia, quienes pagarían las consecuencias de mi brutal y salvaje; aunque categórico y de seguro socialmente bueno, acto de asesinato; pero diría mejor, acto de catarsis para la sociedad.
De cualquier manera para todas las madres de dichas ratas, ellos son unos angelitos. El plan no debe ser impulsivo, lo pienso mientras abrazo a mi chica y observo al grupo armar su porro.
No será fácil conseguir una AK 47; pero sí un arma con silenciador. Ya lo estoy pensando con claridad, mi chica se aferra a mis brazos, dolida y con lágrimas, me da rabia; pero a la vez, sabiendo que podría pasar por alto el hecho, prefiero y continúo aferrándome a la idea de acabar con todos, con dicha sarta de malandrines y drogadictos cuyo único propósito en la vida es la vacía existencia y alguien podría levantar la mano y decir, pero es su vida, a nadie le importa y no es que el argumento no fuese válido, es solo que necesito asesinarlos para acabar con la lacra de la zona donde vivo y tener una catarsis.
A la mañana siguiente me adentro en los pasajes de un terrible lugar de la capital, no he venido jamás; pero tengo dinero, puedo hacer mucho con dinero. Me abro camino junto a un tigre (no voy a mencionar su nombre) y llegamos a un cuarto que apesta a mierda. Allí se encuentran dos sujetos, un negro y un tipo sobrio; aunque, quien me ha traído dice que está duro.
Pregunta por lo que quiero, el tigre le da el dato, resuelve meterse a una especie de habitación que divide una vieja cortina y el negro me entrega un paco de cocaína. Métete unos tiros, dice con seriedad.
Resuelvo hacer caso a su petición y enseguida aparecen los dos tipos con una bolsa negra.
Arma y silenciador, dice y le entrego el dinero.
Ni tú ni yo nos conocemos, dice son solemne seriedad y nos retiramos.
El tigre desaparece poco antes de darle los rayos del sol y yo aclaro que debo apresurarme, por ello, detengo un taxi y arribo a un lugar céntrico.
Por la noche recibo la visita de mi novia, quien olvidando los sucesos de ayer, se siente resplandeciente, entonces, hacemos el amor luego de ver una película. Preparamos algo de cenar tiempo después y nos echamos sobre la cama para descansar.
Es fin de semana, le propongo que se quede a dormir, acepta gustosa y al quedar dormida, alrededor de las tres de la madrugada, bebo un sorbo de la botella de whisky que abrimos; pero no consumimos en su totalidad y me alisto.
La calle está desierta, pienso al abrir la puerta. Camino con tranquilidad por otro sendero y en medio del mismo enrosco el silenciador en el arma.
Aparezco por la esquina sabiendo que el restaurante de comida rápida y la tienda se encuentran cerradas y observo a los tipos, que por suerte, se hallan en su totalidad, desparramados en la esquina donde está el teléfono público, tirado y sentados, drogados e intoxicados, tal cual muertos vivientes y me voy acercando sigilosamente viendo todo a mi alrededor.
Intento verlos a los ojos antes de presionar el gatillo; pero los mismos se hallan desorbitados, los aniquilo, uno por uno, presionando dos a tres veces; aunque me hubiera gustado darles únicamente en la cabeza, siento que disfruto disparando en distintas partes del cuerpo y por más que tardo y doy vueltas entres los cadáveres, curiosamente, parezco uno de ellos, por el atuendo de capucha y pantalones oscuros, quizá, si alguien me ve, se confunda.
Ellos siguen como estaban; pero ahora no solo están regados en la acera, sino están llenos de agujeros.
Sonrío al saber que he terminado; pero oculto esa sonrisa con la palma de la mano y me marcho con calma.
Arrojo el arma a un basural sabiendo que al amanecer el camión llegará y destruirá la evidencia en la moledora. Enseguida, regreso a casa, me quito la ropa y la coloco en un par de bolsas negras.
Después de una larga ducha de agua helada resuelvo volver a la cama acomodándome al lado de mi chica, quien, ante mi asombro, pregunta somnolienta, ¿Ya acabaste con ellos?
A la mañana siguiente, el camión de basura pasa por mi casa y arrojo la bolsa de ropa junto a otros desperdicios, caen directo en el fondo y se trituran ante mi mirada brillosa.
Mi novia prepara el desayuno cuando entro a casa, sonríe como si todo lo que hubiera sucedido fuese tan solo una noche mágica.
Empieza el espectáculo rato después, el chisme corre más rápido que el viento. Hubo un asesinato, una feroz matanza, empiezan a contar los vecinos y aunque las madres de los muertos dictan que son angelitos, yo empiezo a reír mientras me lavo los dientes.
No hubo testigos, nadie vio nada, la zona está mejor y la gente camina con calma. No quiero que nadie me agradezca; aunque, mi novia, quien lo sabe todo, nunca he vuelto a mencionar el tema, eso me gusta de ella, su discreción para con mis secretos.

Fin




sábado, 2 de enero de 2016

El amor no es sacrificio, es convicción

- Que irresponsables son algunos al afirmar lo siguiente: Si estamos destinados a estar juntos, el destino o la vida nos unirá.
Le entregan la responsabilidad a la vida, quien debe andar ocupada resolviendo otros asuntos.
Si ella o él viven o se encuentran a cientos de kilómetros, ¡Ve a verla! Tengan la convicción de subir al bus o al avión e ir en su búsqueda para converger en un abrazo o un beso.
A veces vive a pocas cuadras y ni siquiera tienen las agallas para tocar el timbre de su casa. Estúpidamente se autodenominan orgullosos.
Si no tienes dinero para el pasaje, ¡Trabaja! Y no digas que no tienes tiempo porque es solo una excusa, ¡Uno se crea su propio tiempo!
Luego se deprimen cuando ven a una pareja abrazarse sobre la banca de un parque, envidian a quienes se dan un beso bajo la lluvia, desean lo que la novia(o) de su amigo(a) tiene y puede gozar de su presencia siempre. Envidian a quienes van al cine o al café o restaurante con su novia(o) al lado. Detestan las trece más uno de febrero y hasta exigen un milagro que hiciera aparecer mágicamente a esa persona, hasta oran para que suceda, como si Dios tuviese tiempo para esas cosas.
El amor se trata de convicción, de convertir todo lo que afirmas sentir en acciones, de evitar decir tantas veces te extraño y abordar ese avión o subir a ese bus e imaginar un futuro encuentro con una sonrisa de oreja a oreja mientras avanza el transporte.
Diferencias acerca de ideales, familiares, sociales, todo se resuelve con convicción, con las ganas que ese amor -que tantas veces afirmas sentir- inculca en ustedes para realizar lo que sus corazones gritan y sus cuerpos exclaman. Si todo fuese, verdaderamente, por amor, entonces no tendría que escribir esto.
Esto no solo se trata del amor a distancia, también de esas relaciones en donde la familia de la otra mitad afecta la relación -y uno se pregunta, ¿Por qué? Si amar es libre- de igual manera sobre diferencias sociales, que me parece mera estupidez.
¡El amor no es sacrificio, es convicción!
Y si esa otra mitad no realiza lo mismo, si se rinde a medio camino, si se marchitan sus ganas y se siente derrotada(o) y decide abandonar el camino para más adelante -luego de que te alejes- estúpidamente, -¡Sí, estúpidamente! Venga a decir que “nunca la amaste”, siendo lo más insensato que alguien puede llegar a decir.
¡Siéntete bien contigo mismo si eso sucede! No te reproches absolutamente nada, ¡Has dado todo de ti y siéntete orgulloso de eso! Ponte frente al espejo y a pesar que joda, que exista ira y frustración, sonríele a ese ser que miras, ese mismo ser que supo darlo todo y que logró derrotar a la distancia, a las diferencias les encontró soluciones, a las trivialidades las volvió eso, trivialidades y supo a capa y espada hacer que su amor salga victorioso.
No juzgues a quien no supo tener tu misma convicción y no entregues todo por tener el privilegio de sentirte bien contigo mismo, lo das todo por amor y el amor te recompensa con amor.
Pero si aquello no sucede y la convicción de ambos logra ser invencible, el resto se llama felicidad. No te voy a decir que será perfecto, pero sí ideal.
¡El amor existe y depende de dos que por siempre exista!
Recuerda, “El amor no es sacrificio, es convicción”.

Fin

Ironías

- Ironías de la vida. Mujeres buscando al hombre ideal y cada fin de semana se acuestan con uno distinto. Nadie te va a tomar en serio si sigues así. El hombre ideal no busca mujeres con ese comportamiento.
Hombres que esperan conocer a una dama, una mujer ideal y afanan a centenares de chicas con los mismos piropos (Copia y pega). ¿Creen que las mujeres son tontas? Nadie te va a tomar en serio con esa actitud.
Personas que hablan acerca del amor como si este fuese un mal, una enfermedad maligna solo porque una persona les rompió el corazón. Te rompen el corazón; pero aprendes, no dejes de creer en el amor, aprende de la experiencia, que por más jodida que fuera, siempre tiene algo que enseñarte.
El amor está hecho para hacernos felices, ese es su objetivo.
Infieles que buscan en cada una de las mujeres con quienes se acuestan lo que la mujer que lo amó y la perdió por infiel le entregaba a diario.
Muchos creen que se conquista una vez, que ser caballero y detallista, amoroso y romántico solo se utiliza hasta llegar al inicio de la relación amorosa y se olvidan de aquello al cuarto o quinto mes de relación. ¡Se enamora siempre! Se mantiene ilusionada y siempre enamorada a la novia, ¿Y si no? Se desenamoran y se van. Simple. (O te pueden dar una oportunidad que debes aprovechar).
Cuando una mujer te diga que no cree en los hombres, sonríe porque esa es tu oportunidad para demostrarle lo diferente que eres. Y cuando un hombre te diga que todas las mujeres son de igual calaña, muéstrate como eres y empezaste a enamorarlo.
Muchos ejercitan el físico; pero no ejercitan el alma. No se enamoran de tus enormes senos y ese trasero de anfitriona de cerveza, se enamora de tu ternura, de tu dulzura, de tu encanto, de tu personalidad.
Llevas en la cartera el maquillaje; pero no te olvides de la dignidad.
Antes de decir te amo, mírate al espejo y di, me amo.
No eres bipolar, tampoco eres rara ni diferente. Solo eres adolescente, tienes gustos peculiares (la forma de vestir, alguna particularidad en el cabello, etc.) o tal vez, tu manera de ver el mundo, a las personas o el hecho de sentir como sientes.
Eres única. Eres único. No diferente, ni raro, único. He allí uno de tus encantos, tal vez, el primordial.
Recuerda que las personas de buenos y sinceros sentimientos siempre encuentran a alguien de sinceros y buenos sentimientos, ¿Sabes por qué? Porque se buscan y se encuentran. Y existen muchas teorías acerca de aquello, a una de ellas, la llaman destino.
Ahora, vaya y bese a su novia, abrace a su novio y sea feliz.

Fin

El globo de helio

- No era una fecha especial, tampoco habíamos discutido el día anterior, mucho menos tenía rato sin engreírla, por eso resultó ser más bonito el hecho de sorprenderla con algún detalle. 
La Vaka (Sí, con K) me esperaba como de costumbre en la esquina del centro comercial Polvos Rosados debido a que la oficina donde trabajaba se hallaba detrás del local. Siempre a la misma hora, alrededor de las seis y media o siete se encontraba recostada sobre la pared, con su maletín, el atuendo ideal y la sonrisa brillante.
En dicha ocasión tardé en llegar. Estaba en una florería y no comprando, específicamente, flores, sino un globo de helio con el dibujo de Cowco (la vaca de las tarjetas virtuales de Gusanito) que reflejaba a mi novia. La ubicación del local era la cuadra veinte y tanto de la avenida Caminos del inca y tuve que salir con rapidez para no hacerla esperar; aunque, seguramente, así haya esperado un tiempo importante, el verme con el detalle le hubiera devuelto la sonrisa. Sin embargo, no la hice esperar. Llegué cinco minutos tarde, le envié un mensaje con la leyenda: Estoy a una cuadra. Di la vuelta para converger con su espalda y lograr asombrarla, lo hice de la siguiente manera: Colocando el globo a la altura de mi rostro e hincando su hombro. Ella volteó sorprendida y se asombró aún más al ver su reflejo en el globo. Enseguida, nos echamos a reír, tanto que algunos peatones y compradores nos vieron extrañados; pero el detalle era bonito, por ello también sonrieron o de repente, suspiraron.
Me dio un abrazo y cogió su regalo. Agradeció con un beso y un te amo, mi gordo.
A continuación, nos sujetamos de la mano y empezamos a caminar rumbo al mismo parque de siempre, el que se encontraba a la espalda de Plaza Vea, doblando a la derecha y luego a la izquierda, con un par de bancas y un poste de luz que lo ilumina todo.
Es curioso, hace poco volví a pasar por ese lugar y no lo encontré. De repente, lo demolieron; aunque me gusta pensar que desapareció junto a ella. Pero, en esta historia, no me enfoco en eso, porque recuerdo el lindo detalle del globo de helio con su fotografía impresa y se me escapa un suspiro. 


Fin