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miércoles, 29 de abril de 2020

La mujer de mi primo


- ¿Qué debe hacer un hombre cuando ve a un soldado caído?, ¿Qué palabras son justas para un corazón desecho? Difícil aún, si se trata de un familiar, de un primo tan cercano como un hermano, su nombre, Roberto y apellido el mismo, la edad no la diremos aun pero el oficio que tiene es de los más antiguos, construyó el altar donde se casó su hermana con un roble precioso y sofisticado, no tiene la cara de actor de telenovelas pero maneja una facha impresionante de jueves a domingo dejando de lado las herramientas, que en muchos casos, generalmente para sesiones de fotos, lo hicieron ver como el Dios Hefesto de una era moderna; sin embargo, la desdicha le jugó una mala pasada y una tarde de miércoles, vino a mi casa con la cara larga y los ojos húmedos porque su amada Gloria lo había dejado por un abogado que conoció en el laburo, de esos que manejan Mercedes y visten trajes de dos mil cocos, pero que mantienen dos mujeres y cinco cachorros a escondidas de sus ingenuas amantes, tal fue el caso de la ex del primo, quien cayó rendida ante la labia del letrado y su Rolex de dos años de salario de Roberto, cuyo buen corazón y carisma no lograron vencer la resistencia del dinero al cual suelo confundir con la mierda.
La historia data del 2001, tiempos en los que el narrador no era más que un estudiante de Publicidad en una universidad limeña acuñando dinero con trabajos extra que todavía estaban lejos de sentarlo en el ordenador para escribir sus pininos literarios.
Aquella tarde tocaron el timbre un par de veces y salí por la ventaba del tercer piso para verificar la presencia pensando que se trataba de Maritza, mi novia entonces, quien llegaba de San Miguel para saciar todas mis necesidades libidinosas que antes tendrían que ser románticas y amorosas para luego desatarlas en la cama con un fondo musical de Coldplay, su banda predilecta.
Sin embargo, me sorprendió negativamente la visita de mi primo Roberto porque no tengo afición por los hombres. Le hice un gesto de manos y abrí la puerta después de maldecir nueve veces porque, bien dije párrafos arriba, me encontraba en una situación de extrema lujuria debido a que por los parciales de la universidad, Mari y yo, no nos habíamos visto en una semana.
Roberto entró y lo primero que dijo en un abrazo extraño porque no era mi cumpleaños, fue: ‘Terminé con Gloria porque la encontré besuqueándose con el inepto de Javier’.
Yo no tenía idea de quien era ese tal Javier, por eso inevitablemente pregunté: ¿Qué pasó, primazo? Cuéntame todo.
Entramos a la sala, saqué un par de latas de cerveza Brahma y nos sentamos en el mueble donde Maritza y yo, al momento de vernos, seguramente desataríamos todo deseo libidinoso olvidando preámbulos y sin aguantar hasta la habitación.
—Me engaña con el hijo de puta de su jefe. Javier, un abogado barrigón pero con dinero. Mantiene dos esposas con tres hijos cada una y la huevona no se da cuenta. Dijo que a mi lado no tiene futuro, solo porque el gordo la acaba de ascender—.
¿No te ha pasado que te sientes muy caliente y de repente escuchas o lees una noticia trágica que desinhibe toda la lujuria?
A mí me pasó. Sentí como poco a poco ‘Obelisco, el atormentador’ se escondía tras escuchar su relato.
—Bueno, ¿al menos le metiste una piña a ese hijo de la gran flauta? — fue lo primero que se me ocurrió.
Roberto sonrió.
El tipo es musculoso, carga madera todos los días y maneja herramientas peligrosas, tiene un brazo gigantesco pero muy buen carácter, difícilmente se le puede llegar a ver enfadado. Como esa vez, que obviamente, le dio un izquierdazo al cachondo barrigón y una mirada de desprecio a su ex.
Se sintió bien cuando lo contó; aunque después añadió: ¿Y si me denuncia?
—Bueno, le contamos a todo el edificio que el gordo tiene como diez amantes y catorce hijos y que todo lo que tiene es pura pantalla porque estará más endeudado que Don Ramón— le dije con una sonrisa haciéndolo sentir todavía mejor.
Roberto quiso seguir bebiendo para ahogar sus penas. En ese tiempo la frase: ‘El alcohol lo cura todo’ era muy usada, por eso mis compañeros cada vez que peleaban o rompían con sus parejas se metían tremendas borracheras acabando tirados en el suelo o vomitando en baños de discotecas. No era mi caso, nunca me han dejado el corazón roto, he tenido rupturas pero jamás me he embriagado por esas razones. Lo hice porque disfruto nadar en ron.
— ¿Y si sacas el whisky de tu viejo? — propuso luego de seis latas.
Yo miraba mi celular Nokia tamaño A4. Ningún mensaje de Mari, ni siquiera uno de esos misios.
—Vamos, nos metemos unos tragos en tu habitación escuchando música y hablando de fútbol— propuso.
El tipo quería acabar totalmente ebrio. Era entendible, pero no compartía su idea, yo quería coger. Deseaba la venida de mi chica luciendo su guardapolvo de doctora y anteojos de lectura que me resultan sexy y por eso se los pone para salir conmigo. El cabello suelto o en una coleta de lado, zapatos chatos y sonrisa inigualable. Teníamos seis meses de relación pero nos llevábamos tan bien como si estuviéramos conviviendo porque prácticamente paraba en mi sala o habitación moviendo la cama como dos locos saltarines.
Eran las cinco y Maritza no daba señales. Abrimos la botella de escocés y bebimos en la sala porque tanto mis hermanos como mis padres estaban ausentes debido al trabajo y los estudios.
Dejé de ver mi celular para concentrarme en la charla futbolera, las anécdotas de antaño y demás; aunque al primer sonido lo sacaba del bolsillo con abominable rapidez.
Siempre maldije los mensajes de la compañía con falsas promociones.
Cuando se hizo de noche apareció Maritza, no lucia como antes mencioné, sino que se hallaba cabizbaja al punto que me dio un abrazo y empezó a llorar como niña. Esto acabó con mis ilusiones por coger hasta el amanecer.
— ¿Qué sucede, mi gatita? —. Así le decía porque una vez se vistió de Gatubela y nos divertimos en un hotel miraflorino después de una loca fiesta por noche de brujas.
—Reprobé una materia— respondió con tristeza. Maritza era becada, cuando era niña su padre se fue a comprar pan y nunca volvió. Su madre ayudaba a pagar la universidad y le impedía trabajar para que pudiera rendir. Desaprobar un curso desacredita el pacto para obtener el descuento de la beca.
Yo trabajaba los jueves por la noche en un club nocturno, era una especie de cantinero y bailarín de tubo para señoras de cincuenta para arriba. Las propinas eran mucho mejor que la paga.
Estaba juntando para mi primer auto, un viaje, publicar un libro o simplemente guardar todo en el colchón.
Ahora tenía a dos heridos en mi casa. Roberto con el corazón roto y Mari con la beca a punto de irse al diablo. La botella de whisky tuvo que ser reemplazada por un ron al cabo de una hora.
En ese tramo de ir bebiendo y charlando se ocurrió la brillante idea de sacar provecho del asunto.
Podíamos denunciar al gordo pinga loca para que nos suelte un dinero con el cual pagaríamos el examen de regazado de Maritza y le daríamos una sorpresa a Roberto.
La idea pasó por mi mente pero no me animé a contárselas. Resultaba ser un trabajo arduo y bien maquinado para que pudiera salir bien. Quedó como una maldad sin direccionar. ¿También se van al infierno las personas que piensan como joder a las otras?
Lo siguiente que ocurrió fue que tuve que ayudar a Maritza con el pago de su examen y ella correspondió con una serenata sexual que duró toda la semana santa y algo más.
Y para que mi amigo Roberto se sintiera mucho mejor, un día antes de mi inminente renuncia al trabajo porque andaba harto de ser el blanco de señoritas cincuentonas de buen calibre económico aunque sin cuello ni cintura, le dije a una amiga artísticamente llamada Kasandra que tuviera una salida con mi primo, a quien le habían roto el corazón y debía de ser consolado con un nuevo amor, porque dice la sabiduría popular que un clavo saca otro clavo. Yo no creo en ese rollo, pero por ayudar a Roberto, supuse que era buena mi intención.
La semana santa me fui con Mari a Canta para acampar y hacerlo en el bosque cerca de un riachuelo sin que Jason nos sorprenda y logré juntar a Kasandra y Roberto en una cita a ciegas.
Cuando volví a mi casa Roberto jugaba Super Nintendo con uno de mis hermanos, me vio y nos saludamos en un abrazo.
Se veía contento y entusiasta, la razón me la contó de esta manera: Gracias por presentarme a Kasandra, eres el mejor primo del mundo. Hemos pasado el fin de semana juntos; pero nos estamos conociendo, ya sabes, conversamos acerca de nuestros gustos y aficiones, planes a futuro y demás. Todavía no nos hemos acostado porque no me gusta ir rápido. Aunque pienso llevarla al taller para mostrarle mí trabajo y enseñarle el arte de la carpintería.
Me quedé anonadado.
—Primito, Kasandra se llama Eugenia Vildoso, es una belleza colombiana de 33 añitos, trabaja como prostituta en un pub, le pagué la mitad de lo que pidió porque es mi amiga, te puede hacer desde la 69 hasta el helicóptero…

¡Y tú, reverendo imbécil quieres ir lento!


Fin


lunes, 27 de abril de 2020

Anécdotas de cuarentena (parte 5)


- Lo primero que hago al despertar es realizar una seguidilla de ejercicios para que el conato de postres que preparo junto a la princesa no desfigure mi aspecto físico únicamente importante para estar bien de salud; aunque imagino que con esto de la cuarentena tendré un kilito más.
Al momento de coger mi zapatilla no me di cuenta, -de repente son pocos quienes observan el interior, tal vez los que viven en bosques- que un inquilino arácnido pasó la noche en su cavidad.
No soy de quienes saltan horrorizados al ver a una araña o insecto, de hecho, les tengo un enorme respeto por hacer su parte del ecosistema y asesinar a esos rufianes voladores que no me dejan dormir con tranquilidad hasta que son capturados en las poderosas y artísticas telas para luego ser devorados de a poco.
Me gustan las arañas, de niño solía tener juguetes de araña con los cuales me divertía y los hacia vencer dinosaurios de igual tamaño lúdico. Una de mis favoritas, aunque nunca la encontré en casa ni en campos, es la araña violinista, dicen que es terrible; pero no letal.
A la princesa no le gustan, le aterran; aunque a veces nos informamos al respecto para saber más de la biología arácnida, tema por más interesante.
Lo único que voy a acotar es que existen desde el periodo Devónico hace 350 millones de años.
Volviendo a la araña dentro del zapato. Tenía enormes patas, abdomen esférico y era de color marrón. Se veía inofensiva, quizá había hallado el calzado y disfrutado de una grata siesta o de repente, según dijo la princesa, quien no se quería acercar, estuvo cenando a la mosca fastidiosa de la vez anterior y supuso que el premio era rentar mi zapatilla favorita por una noche. De cualquier manera u otra, sea fantasiosa o inherente a su proceder, no iba a matarla porque soy incapaz de quitarle la vida a cualquier ser. Entonces resolví coger una hoja de la impresora y recogerla para dirigirla al parque en frente porque dicen que las arañas se amoldan a cualquier ambiente a excepción de la Antártida o un volcán.
La princesa no estuvo de acuerdo, quería asesinarla de un golpazo con la zapatilla para que no volviera a verla nunca en su vida aunque esto fuera una utopía porque bien dije que existen mucho antes que nosotros y lo seguirán haciendo; además, le enseñé en un acto rápido y casual que uno debe respetar la vida de los otros seres así sean físicamente desagradables o les tengamos miedo. Por eso, juntos fuimos al parque y dejamos libre a Larry (así terminó por llamarle en un acto cariñoso tras entender el mensaje).
Nos quedamos viéndola un rato. Quería que observara sus movimientos post libertad o mudanza obligatoria hasta que se perdió entre las plantas. Eso me recordó a la película sobre un tipo que es científico, quien construye una máquina para encoger objetos y termina por achicar a sus hijos haciéndolos vivir una aventura simpática, intensa y graciosa dentro de su jardín. Apunté la película en la mente para verla más tarde.
Cuando perdimos de vista a Larry quiso saber más acerca de los arácnidos, entonces le dije: Si te pican, te conviertes en una chica araña. Ella me miró como suele mirarme su madre cada vez que hago un chiste bobo. Sonreí y le conté una anécdota que nació de un sueño que tuve.
Cuando era pequeño vivía en una granja, allí mi padre cuidaba sus vacas y comíamos lo que salía de ellas, ya sabes, el queso y la leche, que tu abuela prepara de forma muy exquisita.
Una mañana mi padre se percató que una de sus vacas desapareció. Él sabía que no pudo escapar y tampoco pudieron robarla debido a que el cerco de alambres estaba intacto. Entonces supuso que había contado mal.
Sin embargo, al día siguiente se dio cuenta que dos de sus vacas habían desaparecido de la misma extraña manera. Esto alarmó a tu abuelo que decidió pasar la noche en vela cuidando a sus queridas vacas.
Yo tenía insomnio y estaba en la ventana viéndolo descansar sobre una silla cuando de pronto una sombra se manifestó en la luna. Era una araña gigante que comenzaba su descenso utilizando su larga telaraña para llegar al campo. Grité asustado y desperté a tu abuelo, quien se quedó tan anonadado como yo. Cuando volvió a casa planeamos en familia la estrategia adecuada para evitar que se siga comiendo a las vacas.
¿Sabes qué hicimos? Le pregunté al final del relato.
‘La aplastaron con un zapato gigante’ respondió.
Y nos echamos a reír como locos.

Nota: No maten arañas. Son geniales.

domingo, 26 de abril de 2020

Anécdotas de cuarentena (Parte 19)

- Las palomas se aglomeran como ejército bárbaro en el pórtico de mi casa sabiendo que en cualquier momento un escritor despeinado, medio loco, con bóxer de Marvel o Dragon Ball, llevando consigo un recipiente de agua y una bolsa con migajas de pan se asomará primero por la ventana para la reverencia de las aves y luego descenderá saliendo de casa como lo antes mencionado para alimentar a los pájaros.
Lo hago siempre, todos los días de la cuarentena y un poco antes, a veces junto a la pequeña, quien me ayuda a repartir las migajas en un sitio exclusivo para las palomas. Ella rosea el alimento y se queda viendo como disfrutan del almuerzo como una diosa misericordiosa que abre los manos para la reverencia triunfal. Enseguida la sujeto de la cintura y traigo para la casa.
Adentro juega con la perrita, corretean por todas las fronteras de la sala y el segundo piso ante mi mirada de reojo que visualiza los movimientos por si  llegara a ocurrir un pequeño accidente y tenga que usar la teletransportación para detener el hecho.
A la carrera se incluye el gato, quien junto a la perrita intentan vencer a la campeona olímpica quien a pesar de no correr veloz usa su inteligencia para encontrar atajos y poder llegar a tiempo a la recta final.
Es curiosa la forma como los alinea, toca un silbato y corren todos rumbo al portón desde el inicio de la sala llegando siempre ella en primer lugar porque Garfield se tropieza con el mueble y Dolly se agota en un santiamén.
Me causa gracia verlos derrotados. Nunca logran ganar, siempre se les interpone un cojín o una pelotita de goma que los distrae.
En el césped de la casa juguetean las dos mascotas con una pelota enorme que no pueden reventar y Circe se alucina una futbolista que gambetea a perro y gato rumbo a la portería. Yo estoy en el arco mirando el celular grabando el partido cuando me cae la pelota en la barriga o la intimidad por andar concentrado en filmarla. Es gracioso.
Por eso debo dejar del celular y dedicarme a competir; aunque nunca me dejan ganar.
Mi equipo lo componen Garfield y Dolly contra la princesa, quien maneja muy bien el balón y se asoma a la portería, yo no puedo salir, solo puedo atajar y entonces me tira un pelotazo (que lógicamente no duele) y se adentra en el arco o logro atrapar dando inicio al contragolpe que nunca es certero.
Tal vez sea esa la razón por la cual estoy pensando en la hermanita, así podríamos construir un equipo competitivo.
Aunque antes debemos salir airosos de esta etapa complicada.

Anécdotas de cuarentena (Parte 20)


- A mi princesa le gusta la historia y astronomía, se considera agnóstica y tiene como don a la profunda curiosidad.
No quiso ser bautizada y tampoco le interesan las creencias religiosas. Ella prefiere pintar, estudiar y tener libertad para escoger. Por eso nunca impongo algo, siempre le pregunto, ¿Qué quieres ver? Ella responde: Documentales de dinosaurios o acerca de los planetas. ¿Deseas postre? A veces no porque la comida la tiene repleta y otras veces elige helado. Adora el helado tanto como yo. La vez que le pregunté si quería ser bautizada como sus amiguitos, dijo que no deseaba ser parte de ningún credo. Su abuela no estuvo de acuerdo; pero su opinión no resultó trascendente debido a que la princesa tiene la potestad para decidir. Además, ella prefiere sumergirse en libros, documentales y el arte de pintar. También juega fútbol en la PS4 y otros juegos que no entiendo a pesar que me permite participar y derrota con facilidad.
Claro que si jugáramos Atari la vencería con rapidez; pero estamos en otra época.
Ella no sabe lo que es un Atari. Lo llamó ‘consola de dinosaurios’ cuando le enseñé una imagen contándole que junto a su tío nos divertíamos jugando hasta la noche.
En casa no hablamos groserías y cada semana elegimos una palabra distinta que usamos en nuestras oraciones diarias.
Hoy, por ejemplo, me dijo: La voz de Camilo Sesto es extraordinaria, a diferencia de la voz ‘pavorosa’ de ese otro Camilo.
Me pareció una oración acertada y graciosa.
Ella puede que haya sacado los ojos de su madre; pero tiene mi sentido del humor.

viernes, 24 de abril de 2020

Carta #56


Te extraño. Perdón, debí comenzar diciendo: Hola preciosa, ¿Cómo estás? Pero es que al momento de estar en frente fue lo primero que se me vino a la mente como una ráfaga salida del corazón. Y no puedo evitar agregar que requiero de tu presencia lo antes posible para saciar la necesidad de tenerte entre mis brazos con la intención honesta de no querer dejarte ir.
Lamento la intensidad, pero estoy hablando con la verdad. Haces tanta falta que juntaría todas mis ganas y construiría una carretera que una todos los continentes o un puente entre mi mundo y el planeta rojo.
Sé que sonríes porque mis analogías astronómicas con lo que siento las suelto con fluidez como cuando te miro y pienso que tus ojos son dos lunas o tus cabellos anillos de Saturno. Pienso que eres tan hermosa y lejana como Encélado y yo un astronauta que intenta estérilmente rozar tu preciosura.
¿Y si nos reencontramos ahorrando camino en uno de esos extraños agujeros negros? Podríamos aparecer en una singularidad, en algún sitio del universo; pero teniéndonos cerca y gozando de cada uno de los encantos nuevos y antiguos que tengamos, pues requiero de ti con tanta locura que sería capaz de aventurarme al espacio con solo encontrarte. A veces únicamente se trata de eso, de una búsqueda incansable por tenerte de vuelta y otras veces simplemente una pérdida de tiempo.
Irónico, ¿verdad? Es como si no estuvieras en cuerpo pero a la vez como si permanecieras aquí de una forma astral, a veces trato de entender lo que quiero decir para luego escribirlo; pero ahora solo quiero ser franco y aclarar que te pienso y extraño porque los recuerdos son millones y las ganas de verte el doble ante una verdad que dicta que no vives.
¿Por qué tendría que dividirnos la vida y la muerte? Si en un plano intangible también podemos tenernos. Cerrando los ojos y gozando, viéndonos en un futuro alterno y riendo, satisfaciendo nuestras necesidades mientras miramos espejos que nos envían a otras dimensiones. ¿Y si te encuentro en otro mundo? Y si la muerte, la misma muerte, se trata solo de una mudanza y nos tenemos en frente pero en dimensiones opuestas, yo en el mundo de los vivos y tú en el mundo de los que dejaron el cuerpo.
Es por eso que vuelvo a mi analogía astronómica para decir que voy a cruzar uno de esos agujeros de gusano y te voy a encontrar en otra sintonía.
Porque en alguna parte deberías seguir existiendo y yo tengo que hallar la forma de encontrarte para dejar de extrañarte.



Fin 

Tenerte aquí


- ¿Por qué tendríamos que separarnos? Si tenernos nos vuelve fantásticos. 
Destellos de lo que sentimos se trasladan al camino que decidimos recorrer y florecen pastos preciosos para nuestro andar. También en el interior se alza en virtudes que desconocemos y ahora triunfan a plenitud en ese sendero que caminamos de la mano. Entonces, cariño, ¿te das cuenta que juntos somos mejores que tú allá y yo aquí? 
No fue solo mi decisión mirando el techo en reflexión, sino un latido distinto provocado por ti, el cual conlleva al placer de gozar de tus sentidos y aunque quiero dejar de memorizar nuestras idas y venidas, era a lo único que accedía hasta hoy que te pido con el alma en la mano que te quedes conmigo para seguir trabajando en el camino. No es mi palabrería de autor lo que quiero que te convenza, sino la idea de creer que ambos somos estrellas luminosas que van más allá de la luz.
Te quiero en mi vida el resto del tiempo que dure el amor y si resulta infinito, estaré contento. Yo te ofrezco poesía en letras y besos en tu alma y de ti solo quiero que mantengas tu esencia.

Quiero contarte todos los motivos por los cuales te quiero aquí, instaurada en mi regazo para darte de comer esas fresas deliciosas que traje para ti; también verte acostada cuando deje las margaritas para tu mirada y olfato y el desayuno enseguida sobre tus piernas; quiero que sepas que la razón para tenernos es el hecho de que no podemos saciarnos de nosotros, de los besos y abrazos, de las sonrisas y risas, de los momentos de diversión y hacer el amor en cualquier tablón, mi escritorio o tu taller de fotografía, dejando a un lado el ordenador o en la mesa para la cena. 
Quiero que sepas que tenerte en este sitio se volverá hogar con tus pasos de porcelana y el ambiente tendría tu alegría en las paredes.

Me he vuelto tan loco que estaría me casaría por iglesia y que me condenen abajo pero he decidido creer en tu amor, porque me disuelves las nubes y dudas y atesoras lo mejor de mi existencia roseándolo por toda la casa para que mi talento se vea expuesto y surca el aire, tal cual lo hago contigo y esos caracteres extraordinarios que encuentro día a día con los que me enamoro y cautivo llegando a la idea de que tenerte aquí podría ser productivo para mi inspiración, interesante para tus imágenes en fotos, resoluto para nuestra paz interior y extraordinario para el mundo. Creo que merecemos la oportunidad de confinarnos en este lugar, hay una alberca y una plaza afuera, tengo todo lo necesario para que nos quedemos estos cuarenta días y si quieres mucho más, pues ya si nos olvidamos del exterior y nos quedamos desnudos sobre la cama podríamos usar la excusa que seguimos en emergencia para mantener a flote nuestras pasiones emergentes.

¿Qué intento decir? Pues, que te quedes. Pero quise ser algo sublime.

martes, 21 de abril de 2020

El consultorio


—Buenas tardes, perdone la demora, el tráfico limeño es terrible—.
—Hola, joven escritor, no se preocupe por la tardanza, todavía estamos a tiempo— respondió con una sonrisa mientras estiraba la mano por sobre el escritorio.
— ¿No me va a descontar la hora, verdad? — Dije y me senté.
—Por esta vez, no; pero procure salir antes de casa u organice bien sus horarios— dijo con voz amical.
Asentí por el sutil escarmiento.
—Y, dígame, ¿Cómo le ha ido este último fin de semana? — hizo la primera pregunta colocando ambas manos sobre el escritorio y entrelazando los dedos.
—Para ser honesto, no puedo resistir más. Lo intenté pero no puedo asociar con alergias mis fetiches. Siento que quiero tener a alguien enfrente para poder amordazarla y después… Ya sabe, penetrarla.
Se fue para atrás llevándose una mano al mentón y de golpe se acercó.
— ¿Qué le parece si intentamos los ejercicios de relajación? Así podría olvidar las tentaciones y calmar su lujuria.
—Espero, porque de lo contrario, voy a tener que compadecer en el segundo círculo del infierno.
Se levantó de la silla giratoria tapizada en cuero y dio un giro hasta llegar a mí, a quien con suma confianza recogió con la mano para poner a su altura por los tacones que llevaba.
—A ver, estire las manos igual que yo— dijo sonriendo e intenté copiarla.
—Espere, también voy a ponerme cómoda— dijo y se quitó el saco para también hacerse una cola en el cabello, lo cual, de manera timorata me hizo desearla en algo.
—Ahora sí, venga conmigo— dijo y yo fielmente hice caso.
—Eleve los brazos como yo— propuso y nuevamente quise imitarla.
—No, así no. A ver, te ayudo— dijo colocándose en frente y elevando mis brazos.
—Que brazos tan musculosos tiene— dijo como una amiga curiosa.
—Usted hace ejercicio, me sorprende que desconozca estos movimientos— dijo como si por un instante no leyera mi mente.
Era obvio, me estaba haciendo el ingenuo, la quería cerca y de esa manera podía olerla. El aroma de su blusa blanca abierta casi a la medida de los senos estaba tan próxima que podía, en cualquier momento, desprender un botón con la mirada y gozar de esos senos tan sabrosos según mi mente.
—Muy bien, eso está mejor— dijo después.
—Ahora, inhale y exhale. Hagámoselo juntos—.
Lo fuimos haciendo esta que no pude resistir la tentación, pasé de tenerla en sueños a encontrarme a centímetros de distancia saboreando el aroma a Carolina Herrera proveniente de su blusa y su cuerpo que no pude contenerme, entonces, inevitablemente y en un acto irresponsable pero auténtico le planté un beso en los labios.

—Señor escritor, eso no viene en el ejercicio— dijo de forma intencional.
—Ahora seré yo quien te diga cuales son los siguientes ejercicios— le dije con voz distinta y empoderada tomando por completo el control de la situación.
La sujeté de la cintura y fui besando nuevamente sus labios con su incompleto consentimiento, pues, por instantes quería zafar diciendo que era poco profesional, pero los besos siguieron y cayeron en su cuello que sabía a vainilla. Fue allí cuando resolvió dejarse llevar porque oí un gemido en señal de deseo, pensé en la doctora como una especie de profesional dedicada al estudio de la mente olvidando por completo el amorío con personas y el hecho que un desadaptado paciente se atreviera a darle un beso impulsó un anhelo íntimo por ser cautiva de una pasión repentina y desbordante, la cual estaba ambientaba en el consultorio.
Los besos cayeron abajo del cuello y su cuerpo impactó contra el escritorio, tenía la mitad curvada para que los besos pudieran ser mejores y abrí su blusa con una excelente facilidad para liberar a sus senos con igual rapidez, los cuales fui besando y sintiendo, acariciando y mordisqueando en deseos que me dominaban y ya no podía dejar, que nos conquistaron y no teníamos como escapar.
Enseguida le di la vuelta y bajé la falda con una implacable sencillez, abrí sus piernas usando las mías y le di unas nalgadas antes de romper su ropa interior oscura porque la lujuria estaba en su límite y ella fue gimiendo mientras iba besando su espalda, poniéndola de frente para besar los hombros y nuca y después estirarla contra el escritorio en una posición noventa grados estando yo detrás para únicamente abrir la maldita bragueta y ante su ‘cierra la puerta, por favor’ la penetré con dureza y fiereza, con intervalos de pasividad para las nalgadas y las preguntas, ¿te gusta? ¿Lo disfrutas? ¿Eso deseabas, no? Y la escuchaba afirmar al tiempo que gemía, a veces siendo los gemidos más fuertes que las palabras.
La penetración fue reiterada, a veces poniendo una pierna sobre la silla para comodidad y elevando su cadera para mayor ángulo y proyección.
Al rato, me quité la correa y la até de manos llevándola detrás como si estuviera esposada y mientras detenía la penetración volviéndola suave y lenta, le decía: Te voy a leer tus derechos, doctora. En primer lugar, tiene derecho a ser penetrada de forma muy dura. Lo hacía rápido en ese instante. En segundo lugar, a un séquito de nalgadas. Le fui dando algunas repartiéndolas en sus nalgas. Y por último, se le acredita un oral, el cual será al final.
Seguí penetrándola tan fuerte como pude, sosteniendo sus manos sujetas y a veces metiendo mi dedo a su boca, también jalaba sus cabellos en cola y luego los soltaba para tirarlos por su espalda.
Tiempo después, le di la vuelta, se veía extasiada. Delicadamente la puse encima del escritorio moviendo algunas fotografías y papeles para abrir sus piernas y darle un oral exquisito en su tesorito. Lo gocé por un tiempo importante y volví a pararla para penetrarla de esa manera dirigiendo sus piernas en tacones a los hombros desarrollando movimientos bruscos y rápidos, suaves y lentos, luego veloces con intervalos de lentitud, todo gozando y oyéndola gritar en placer.
Sentí que me venía, que debía de acabar de una vez, entonces con voz de agitado, le dije: Y ahora viene su último derecho.
Caí sobre la silla y la vi como atada se esforzaba por arrodillarse y colocarse a la altura de mi miembro para chuparlo hasta que sienta como termino.
Puse mis manos sobre la nuca para sentirme realizado y ella se quedó un rato de rodillas saboreando.
—Estuvo delicioso, mi amor— le dije.
— ¿Lo hicimos bien, verdad? — añadió.
—Por supuesto, preciosa. Vamos a la ducha— le dije y la levanté con la mano para desatarla.

Alicia Silver Stone no es doctora, sino fotógrafa, es mi novia y convivimos en un apartamento amplio con cuartos para nuestras sesiones sexuales que van desde un sitio para fetiches y sado hasta un consultorio que amoldamos para que sea doctora, abogada o a veces simplemente una chica que viene a buscar trabajo encontrándose con un jefe exigente y malvado.

Así nos divertimos.


Fin

Lima - Chile (escala)


- Nos quedamos regados en uno de los salones del aeropuerto de Santiago, el cual resultó mucho más bonito de lo que podría imaginar si es que en algún momento lo imaginé y aunque llegamos agotados por el trayecto no pudimos conciliar el sueño, a pesar que debíamos de permanecer sentados o echados en la hilera de asientos que por suerte estaban realmente cómodos, durante toda la madrugada.
Al inicio conversamos acerca de lo que haríamos al llegar, pisoteamos las ideas que pensábamos realizar al instante en que tocáramos tierra gaucha por el compromiso con el sueño que no rentábamos pero seguramente volvería de golpe para azotarnos y tendernos en la cama.
Previo a la cabeceada en el aeropuerto, dentro de uno de los tantos salones creo que exclusivos para dormir, salimos en busca de una comida y unos cigarrillos con nuestras mochilas pesadas por el conato de prendas cuando en reflexión creo que debieron ser menos y nos encontramos con una maraña de sujetos cuyo acento inentendible supuso la búsqueda de turistas para un paseo largo con dirección al hospedaje. Nosotros no queríamos ese recorrido, pues solo buscábamos una salida para fumar un par de filtros que nos relajen un poco por el trajín de la espera en el aeropuerto de Lima y la siguiente larga noche que se nos avecina como si nunca hubiéramos estado pegados frente a un ordenador chateando, viendo petardas o jugando en línea durante el reinado de la luna; es por eso que yo estaba tranquilo, no relajado, pero muy calmado sabiendo que podría rendir una noche en vigilia o intentar dormir acomodado en posición fetal y usando mi mochila como almohada luego de revolotear las zapatillas para que no golpeen la cabeza.
Tras los cigarrillos de rigor volvimos a entrar al aeropuerto, el tema de salir fue tedioso pero sirvió de experiencia, nos revisaron hasta el ano y nos escapamos un rato para esos filtros de relajo, que luego de consumir, hicieron que nos adentremos otra vez en busca de una cena en forma de pizza o hamburguesa, menos comida de allá porque no nos atrajo la atención y en un comentario gracioso, Gonzalo dijo: No vine a Chile para comer jamonada con pan, eso lo preparo en mi casa. Claro y directo, hasta chistoso, por eso tuvimos que reingresar, pasar de nuevo por migraciones, tener el sello bonito que tanto presumimos y le sacamos foto ante sonrisas y risas, recorrer los pasadizos de compras altamente caros y encontrarnos con un notable, prodigioso, afortunado, riquísimo y barato Mc Donalds 24 horas, el cual, nos condujo a la primera victoria de la noche: Satisfacer la necesidad de la barriga.
Gonzalo seleccionó los combos, no teníamos moneda chilena, pero suficientes tarjetas de crédito. Pedimos tres combos con todos los complementos agrandados para satisfacer el hambre que provenía desde el avión, en donde únicamente comimos gaseosa y papitas porque el vuelo no quiso darnos ni agua. Es mentira, si nos dieron agua.
Pero a nosotros no nos gusta tanto el agua, preferimos la gaseosa y si es Coca Cola mucho mejor, por eso lo primero que hicimos fue tragar en el servicio automático luego de una caminata con salida incluida. A la comilona se le sumó una videollamada, mensajes a todos lados, fotografías y demás, todo lo que nos haga sentir viajeros. Después volvimos al salón donde nos quedamos hasta el amanecer. Allí cargamos los celulares en un sitio explicito para eso y amoldamos las mochilas para usarlas como almohada tras estirar los cuerpos con las sillas juntas para no perdernos de vista o mantenernos alerta a intrusos; pero nadie venía, salvo una mancha de sujetos que estaban en las mismas condiciones y una familia con niños cuyos gritos se oían hasta dentro del sueño.
Bruno y Gonzalo hilvanaron el sueño, yo no estoy seguro si pude, aunque creo que estuve en el letargo por un plazo corto, no recuerdo el sueño, quizá vi a niños jugando a un lado con gritos malditos y una señora intentando calmar en idioma extranjero. 
El punto es que fue una noche larga, pero no tan tediosa como lo supuse al comienzo, sino una especie de puente que debíamos cumplir para lograr estar en la Buenos Aires soñada y por eso nos mantuvimos cuerdos y contentos a pesar del cansancio físico.
A las siete nos despertamos todos, aunque yo ya lo estaba, pero como dije, andaba en el limbo del sueño y la realidad; sin embargo, al verlos despiertos o ya lo estaban antes, hablamos y se nos fue el cansancio, vimos la hora en celulares, chateamos un rato, nos levantamos y enlistamos en un baño para lavarnos la cara y algo del cuerpo para enseguida afrontar la cola que nos llevara al avión.
Ahora que lo pienso no recuerdo con exactitud mis emociones de entonces porque fueron reemplazadas por los futuros hechos cuyos sentimientos fueron gratificantes, en un plan global: Los sacrificios se olvidan con facilidad mientras que la gloria dura la eternidad.
De repente exagero, es solo una escala, no hagas tanto drama, pero fue genial compartirla con tipos del mismo género en son de locura.
Subimos al avión repartidos en asiento a diferencia de la ida y nos dirigimos a Buenos Aires en un viaje relativamente corto. Fue un cerrar los ojos.

viernes, 10 de abril de 2020

¿Qué día es hoy?

- He perdido el tiempo sentido del tiempo, de madrugada estuve viendo una increíble película llamada ‘Ella’ con el actual ganador del Oscar, la vi antes pero siempre es bueno volver a mirarla. Desperté hace dos horas por el remesón de una princesa quien parece estar en constante carrera de glotones. Preparamos cereal con yogurt rebalsando más una taza de café bien cargado para mí.
Fue allí cuando le pregunté: Cariño, ¿Qué día estamos?
Dudó, abrió la laptop que usa para su arte y curiosidad, para enseguida responder: Viernes 10.
¿De abril, verdad?
Ya pues, pa, no te hagas.
Sonreímos.
¿Qué fácil perdemos la noción del tiempo cuando no estamos obligados a cumplir una rutina? Pensé al tiempo que le daba el primer sorbo a la bebida de los dioses.
Sin embargo, me encanta vivir sin relojes ni horarios, simplemente satisfacer las necesidades del cuerpo humano y entretener a los sentidos.
Cumplir con la princesa que más que un requerimiento es una devoción, aunque ella, a su edad, ya dispone de facilidad para preparar hasta postres. Claro que todo con la vigilancia de su querido padre.
En ese pensar, me hizo una pregunta, ¿Cuándo comenzó al tiempo?
Mi niña es una genio, hace unas interrogantes increíbles y repentinas, a veces me deja sin argumentos.
El tiempo empezó después del Big Bang. Allí inició el tiempo; aunque los cientos de miles de millones de años que nos separan de ese hecho no los hemos sentido sabemos que existieron por los registros actuales.
Claro, leí que todavía seguimos teniendo la onda expansiva de esa explosión y por eso se siguen creando estrellas o planetas. Lo vi en Nat Geo, agregó con una sonrisa e ingirió una impresionante cucharada de cereal.
El tiempo nunca se detendrá, añadí.
Seremos nosotros quienes tendremos un alto, me dijo.
Así es, corazón. No obstante, tenemos muchísimo por disfrutar, así que come rápido que ya empieza la serie.
Mejor como mientras veo, propuso.
No estamos en casa de tu madre, así que puedes comer en el mueble.
Sonrió y nos dirigimos a la sala a ver ‘Alienígenas ancestrales’.

martes, 7 de abril de 2020

Para ti


- Pensar en ti es una constante como esos ecos en la profundidad del universo que jamás tienen recepción.
Es que tú eres como esos universos infinitos en maravilla aunque resulte extraña la siguiente paradoja que acredita una visión elemental de ti, porque de conocerte totalmente podría afirmar que la eternidad del universo, queda corta ante lo que ofreces.
Decir que me fascina el modo de ser de tu genialidad personal intrínseca y física suena fácil porque solo tendría que decir lo linda y hermosa que eres en todas las facetas de la rutina, donde nos divertimos en glosarios de palabras interminables repletas de amor y pasiones y también afirmar que eres bella, porque decir que eres bonita queda pequeño y todavía no me quiero enfrentar al hecho de que eres a la medida de mí.
Porque, ¿y si yo no lo fuera? Que riesgos estos del amor y sus vicios.
Me encanta intentar descifrarlos para hallar un vértice que me conduzca siempre a tu lado, allá donde te encuentras o en mi mente cuando cierro las persianas, donde quiera que te halles, yo voy a estar metido en tu interior y me iré volviendo o me volví, ese a la medida de tus sueños e ilusiones, de tu andar y del ciclo de tu vida, entonces nos haremos inmortales como los vértices de los universos que se expanden por toda la eternidad.
¡La eternidad solo contigo! Porque de lo contrario no me gustaría la vida, de ti quiero lo mejor de la existencia y cumplir los requerimientos para sofocarnos en amor y placer, en llamas fabulosas de pasiones, en calderas de cánticos al romanticismo y al amor que nos tenemos, ese mismo que iremos cosechando y deambulando como esos vértices del universo que tienen tiempo para navegar por la bastedad.
Entonces, ¿Qué hacemos si nos queremos como los vértices de la oscura pasión universal que se desencadenaron y viajaron sin fin?
Simple, cogernos de la mano y aventurarnos hacia donde nos lleven los cuerpos, los destinos, los viajes, los amores, las almas, los dioses, la vida y el espacio, hasta donde Titán y Encélado se fundan… Siendo a la medida de nosotros.

Hasta entonces, allá en la magnitud de lo estelar.

Tarde

- No sé qué día es hoy, mis relojes de muñeca están en sus cajas, mis paredes no tienen manecillas y en mi celular ha desactivado esa función.
Esta cuarentena está a años luz de agobiarme, tengo lo necesario para sobrevivir a la caída de un meteorito y estoy escribiendo a pasos agigantados libros que ni mi abuela va a comprar.
Es lo que hay y es lo que me llena.
Estoy al frente de una pantalla trabajando con las letras, sacándole provecho a la desolación y la soledad, quienes lejos de ser amargas, son ricas para la escritura, sabrosas como unas granadillas que tengo al lado para una dosis rápida de comida, una bebida negra cerca de mi mano izquierda y una cajetilla de unos rojos bien potentes para el final del capítulo.

Parece caer la tarde como en uno de mis libros, puedo manejar el horario de forma mental, es tiempo de un mate de esos porteños que tanto me gustan y comer un bizcochuelo que espera en el horno; pero todo debe esperar porque la escritura se mantiene en pie, porque estoy escribiendo y requiero de privacidad, ni siquiera enciendo la tele olvidando al presidente y su discurso repetitivo, no observo las nuevas aplicaciones de la gente posera, tampoco abro pornografía porque me basta con mis imágenes mentales de los jolgorios de los fines de semana previo al Apocalipsis literario de Stephen King que vivimos.
Estoy avanzando una novela, una suave y sublime, pero con alto contenido emocional, pensando que si en estos momentos llegara un Diablo vestido de rojo y con rostro horroroso, aunque lo prefiero guapo y de traje, seductor y carismático, me encantaría de una vez, que proponga el trato de comprar mi alma por la fama y el dinero que dentro, muy al fondo, me gustaría atesorar. Entonces dejaría a un lado esos ratitos locuaces donde me introduzco en otras vidas y busco una historia como periodista empedernido.

Quizá, podría, cambiar en algo el giro de esta rutina.

miércoles, 1 de abril de 2020

Diario de cuarentena: Películas mías VS Películas suyas


- Quise ver El hoyo porque mis amigos en el asilo quienes ya aprendieron a manejar el WhatsApp contaron que la película estaba buena; además en las redes la muchedumbre cinéfila propone sus ideas contagiosas.
Tras leer uno de los tantos libros que llevaba pendiente, resolví aprovechar que la princesa se encontraba armando un gigante rompecabezas de 1000 piezas sobre la alfombra de la sala (una que cuando era más pequeña pensó que volaba. Ahora no se cree ningún cuento).
Tirado sobre la cama empecé a buscar la película cuando de pronto oí un grito que decía: ¡Eureka!
Provenía de la sala y fue incrementándose al tiempo que unos pasitos con calcetines de fresas subían la escalera a mucha velocidad junto a otro conato de patas que siempre te siguen.
Vi hacia la puerta sabiendo que un dúo dinámico aparecería y lanzaba sobre la cama alucinándose Super dog y Super girl.
Ambos cayeron sobre mi pecho. Ella decía: ¡Eureka! ¡Eureka! Porque hemos acordado desde tiempos memorables que cada vez que logramos una hazaña celebraremos como el buen Arquímedes.
Tener un padre a quien le fascina la cultura griega tiene sus ventajas.
—Circe, Dolly, ¿lo terminaron? — dije abriendo los brazos en señal de asombro.
—Dolly no hizo nada, prácticamente estuvo dormida mientras que yo trabajaba, Míos son los créditos— dijo la princesa con seriedad de abogada y sonriendo mientras miraba alto orgullosa de su osadía.
—Felicitaciones, Circe. Te mereces una montaña de helado cuando termine esta situación— le dije y di un beso en la mejilla con sonido incluido.
—Gracias, papi— dijo recostándose en mi regazo. Abrió los ojos tan grandes y claros como brisa en verano y yo viéndola en frente con una sonrisa enamorada para escucharla decir: Estoy agotada, ¿vemos una película?
El Hoyo estaba en frente a punto de iniciar.
— ¿Vas a ver El hoyo? — Preguntó viendo la tele.
—Sí, pero es para mayores de 18. ¿Qué te parece si vemos otra?
—Pero, pa, es tu turno de elegir películas, recuerda que las mañanas son para mí y las noches para ti— dijo con una increíble ternura.
—Haremos una excepción por tu logro. Veamos una para los dos con chocolates y galletas que voy a traer de la cocina. ¿Te parece? —

Sabía que solo necesitaba de un bocado para quedarse dormida y poder
nuevamente iniciar mi película.
—Me ha provocado una de esas galletas con relleno de fresa. Me encanta la fresa.
—Lo sé, es tu fruta favorita.
—Hasta mis medias son fresas— dijo mostrando sus piecitos.
—Bueno, princesa, pero antes debes sacarte eso para meterlos a la lavadora.
— ¿Qué? ¿Acaso huelen mal? — dijo con humor llevándolos a mi cara.
—No, amor, solo están sucios—.
—A ver, huele, huele— decía con humor.
Yo me alejaba mientras reía y ella también soltaba una risa.
Fui a la cocina por provisiones y la princesa estuvo escogiendo películas. Maneja el audio del control remoto, yo prefiero el modo habitual.
Cuando volví con galletas y no chocolates porque se habían terminado, un vaso de leche y uno de gaseosa para mí, vi que había elegido ‘Milagro en la celda 7’ diciendo que la niña tenía unos cabellos similares a ella. Por ese simple hecho se le ocurrió escoger esa película.
Generalmente no soy de quienes leen la sinopsis, prefiero aventurarme al misterio.
Lloramos. Lloramos en silencio y abrazados. Ella haciendo preguntas para entender bien la trama y yo respondiendo. Comiendo y llorando. Hasta que tuve que ir al baño para darme una ducha para saciar toda melancolía cuando Circe ya dormía comprendiendo que a veces las películas causan mucha empatía y producen tristeza de la buena.
Cerré la puerta de su habitación y sabiendo que recién eran las once de la noche y mañana habría mucho por hacer, inicié ‘El hoyo’.
A mí me gusta ver ‘La casa de papel’ pero ella prefiere realizar otras actividades como leer o armar rompecabezas siempre en referencia a animales, le fascinan, por ejemplo, los cabellos o tiburones.
Hemos estado viendo una serie de películas de amor que fueron exageradamente románticas, a lo que ella llama cursis y también nos envolvimos en películas animadas que son sus favoritas, entre ellas, obviamente Frozen que pone a todo volumen y canta una y cien veces, muchas veces hasta se adelanta a los diálogos de una manera muy simpática.
Cuando vi por primera vez ‘Mi villano favorito’ no pensé que sería tan divertida, recuerdo que la miramos en el cine y ahora la volvimos a ver en Netflix conociendo los diálogos y las escenas. Somos como dos amigos que comparten una movie y hablan sobre ella con naturalidad y humor.
Siempre intento meterme en su mundo.
Ayer por la noche, esta vez con canchita y una riquísima Coca Cola, miramos ‘Intensamente’ por quinta vez, en una ocasión en el cine, otras tres en DVD y ahora en Netflix. Es una de las películas que más me gustan. Recuerdo que fuimos al centro comercial para hacer las compras del mes en referencia a sus artículos personales, ropa y juguetes, salimos con una tonelada de bolsas y las metimos en el auto. Vi la hora y eran recién las cinco y tanto de la tarde, entonces le propuse ir a comer algo, pero ella quiso ir al cine y como jamás le digo que no, fuimos al cine del centro comercial y nos involucramos en esa película sin investigar en Google de qué trataba llevándonos una fantástica sorpresa.
Es lo que hacemos, nunca miramos la sinopsis, queremos sorprendernos.
De las mías, las veces que se acuesta a mi lado después de leer, jugar con la consola de PS4 o armar rompecabezas enormes, me encuentra viendo documentales, no soy mucho de ver películas, salvo que sea una como por ejemplo, ‘El Hoyo’ que me recomendaron o en ocasiones sobre ciencia ficción, tal como ‘El origen’, ‘Gravedad’, etc; entonces también se engancha, mira y pregunta, cuestiona, indaga en su portátil sobre los nuevos planetas (porque siempre veo sobre astronomía) y comienza a averiguar de una forma muy intensa haciendo que muchas veces me sorprenda con sus comentarios, una vez me dijo: Pa, ¿sabías que Titán es la luna más grande y posiblemente habitada de Saturno?
Me encanta esa noción por investigar que desde pequeña le inculqué; por ello, a pesar de no asistir a la escuela por la cuarentena, no pierde el interés por saber, por querer meterse en documentales o películas acerca de historia, astronomía y demás, todo ello genera saber en su mente.
Hoy veremos ‘Interestelar’. La vi he visto tres veces y ahora quiero compartirla con ella porque siento que debe mirar esa película y entender el mundo sumamente extraño e increíble que se asoma. Si no la vimos antes es porque nos entretuvimos en otras cuestiones fílmicas.
Por eso, en un rato voy a hacer las compras, escribiré un poco y nos meteremos de lleno en la aventura espacial.