Mi nuevo libro

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viernes, 29 de diciembre de 2017

Uno como hoy

- Hoy fui a dejar libros a dos puntos, el primero fue en Miraflores, el parque Kennedy para ser exacto y el segundo en Lince, en el centro comercial Risso que me trae algunos recuerdos.
Había quedado con Amanda en recoger el cheque antes de la hora de su almuerzo, llegué a su oficina en Javier Prado justo cuando se disponía a colocar el saco para salir rumbo a un restaurante.
Quien para las citas es impuntual, para el dinero es puntual, me dijo con cierta ironía. Tras una sonrisa, respondí: Estaba cerca, me vine caminando.
Retornó al escritorio, abrió un cajón y me entregó un cheque.
En otros tiempos esto tendría como destinatario mi biblioteca y mi armario; pero ahora hay otros asuntos más importantes, le dije e hice una mueca de aceptación.
Así es la vida, querido Bry. ¿Almorzamos juntos?
He quedado con Anna en comer en su casa. No la veo mucho tiempo y quiere pasar tiempo conmigo.
Le envías mis saludos entonces.
Por supuesto.
Antes de irme, no sé porque razón, -bueno si la sé- hizo sonar sus tacones.
Sabía que voltearías, dijo con una sonrisa.
Es el sonido de los dioses, le dije, abrí la puerta y me fui.
Eso estuvo cerca, pensé entre risas. Guardé el cheque en un libro dentro de mi bolso y caminé hacia el paradero. Mientras lo hacía hablaba con Anna por WhatsApp, quería saber si ya estaban listos los camarones. Ella suele tardar años en cocinar; pero nunca se lo hago saber, me enseñaron a ser condescendiente en una clase de Ética.
No obstante, le tengo una tremenda confianza, así que, cuando tarda, digo: ¿Cuánto crees que tarde un motorizado en traer KFC? Ella me ve con el ceño fruncido y sigue en lo suyo sin antes mencionar: Si
ayudaras, sería genial.
Soy el invitado, Anita, debes de atenderme.
Uy si, el invitado. Ven y ayúdame.
Hice caso a su petición porque el estómago pedía a gritos alimento. Recuerdo haber salido de casa con una taza de café y el cabello mojado.
Almorzamos charlando de todo un poco, ella es como yo, habla de todo sin límites ni tabús; recuerdo que una vez hablamos de sexo, especialmente, sadomasoquismo mientras comíamos palomitas de maíz, en cualquier otra ocasión hubiera sido una charla muy incómoda; pero a Anna la conozco años y todo fluye con normalidad. Conoce esos detalles que difícilmente libero y algunos que todavía no sabe; pero que mis parejas lo llegan a entender. A veces no lo cuento todo, a veces algunas cosas a algunas otras personas.
Ella adora la política, me embarra con el tema todo el santo tiempo, pide y exige que hable de aquello durante mis charlas o mis momentos en Facebook, tiene cierta razón; pero hay detalles que es mejor mantener en reserva hasta ser una voz pública.
Salí de casa con dirección al banco, ella quiso acompañarme a pesar que le dije que debería descansar ya que ha viajado mucho últimamente; pero me dijo algo sumamente gracioso: No tengo novio y estoy sola en casa, te acompaño a hueviar.
Pensé, esta flaca vive sola y no tiene novio. El tipo que tenga va a tener una suerte del carajo.
Enseguida recordé lo exigente que se pone con los chicos, solo le conocí uno, no me caía mal -espera, ¿Por qué tendría que caerme mal o bien?- el asunto es que era chévere, le gustaba el ron y jugar pelota a pesar de estar algo subido de peso; pero era gentil y se veía quererla. Ella lo dejó, según me conto, ‘el tipo todavía jugaba con sus muñecos de Star Wars’. Yo pensé: Yo tengo el jodido cuarto con pósteres de Dragon Ball, claro que no juego con mis figuras de acción y pienso regalarlas mismo Andy. Sin embargo, soy un maldito obsesionado con Goku y su banda. En mí lo entiende porque somos amigos; pero en un novio no lo acepta porque le gustan maduros.
Yo le dije: Uno puede madurar, trabajar y estudiar, tener novia y todo eso; pero no dejar sus gustos.
Cuando lo entendió quiso volver con el gordito; pero el tipo se fue a Estados Unidos a causa de la depresión. Creí que a Anna le afectaría, que tendría que estar a su lado; pero le importa un diablo. Sin embargo, creo que a veces lo extraña, sobre todo cuando se vestía de Luke y hacia estupideces graciosas. Realmente era un tipo simpático.
Lejos de su vida amorosa, va a matarme si lee eso. Entramos al banco, uno muy alejado de mi casa, ella vive en La Molina, yo estoy al otro extremo y el banco cerca a la suya. Digo esto por lo siguiente que va a ocurrir.
Entramos, le abrí la puerta para que pasara y me dio un cumplido: Eres un caballero, por eso les gustas. Sonreí y nos sentamos a ver las bromas de la tele mientras esperamos.
De repente ya era mi turno y antes que avanzara me dijo: Oye, ¿ella no es Soraya? Señaló levemente a la chica detrás del despacho.
No traigo lentes, le dije. Intenta ver bien, sí es, dijo de nuevo. Y sin darle tanta importancia a ese detalle me acerqué para depositar el cheque.
Hola, buenos días; aunque buenas tardes, vengo a depositar este cheque en blanco que he rellenado con tal cifra. Sonreí en ese momento.
Siempre hago bromas, a veces la gente piensa que estoy coqueteando. No se equivoquen.
¿Bryan Barreto? ¡Qué milagro verte! Y qué curioso encontrarte aquí.
Últimamente ocurre que cuando voy a algún lado las personas suelen saludarme amablemente, creí que se trataría de una lectora, entonces el asunto estaría correcto; pero era alguien del pasado.
Pensé un segundo y eso me delató.
No te acuerdas de mí, ¿verdad?
Soraya, claro que me acuerdo de ti. Que gusto verte.
Estaba dudando en la mente mientras hablé.
Mi mente maquina con rapidez, por eso me acordé enseguida que el cambio que llevaba era en el cabello. Ahora lo tenía con cerquillo, mismo Cleopatra. ¿Y saben quién es fanático de la cultura egipcia?
Me gustó su uniforme de banco y debo confesar que mis ojos actúan con exuberante velocidad, le vi los zapatos Oxford con una impresionante rapidez.
Me agradan esos zapatos, a las chicas le quedan realmente -no voy a decir la palabra- por eso diré, bonitos. Aquello más las medias largas y la falda que con su brazo izquierdo intentando sostener para que el cliente no vea más hacen el look ideal para una noche temática llamada ‘Amor, vengo del trabajo y estoy estresada’.
Parece que los libros están dando la hora. A este paso también me vuelvo escritora.
Es una ironía que me guste hacer bromas y que no me guste que las hagan conmigo.
Sonreí con mi típica sonrisa sin mostrar la dentadura y le dije, ¿hace cuanto que estas en esta sucursal? Lástima que sea lejos de mi casa.
Respondió mientras digitaba en la pantalla: Eso mismo pensé; pero veo que te mueves por todo Lima, tal vez vuelvas a caer en esta oficina.
Debería haber una motivación mayor que tus lindos zapatos.
No pierdes el encanto.
Hay cosas que siempre están.
Sonrió y añadió: Bien, señor Barreto, su cheque ya está en su cuenta.
¿Algo más?
Sí, devuélveme mi DNI y no veas mi foto, es de cuando era joven.
Qué guapo eh. Cabello corto y polo verde. Ahora la mayor parte del tiempo andas de traje o de negro. Casual y sobrio.
Esa foto es poco antes de conocerte, todo un rebelde, mismo surfista y sumamente loco.
Hay cosas que no se pierden.
¿Algún teléfono donde pueda llamarlo por si ocurre algo?
Por supuesto, señorita, le dije y le di una de mis tarjetas.
Llama a partir de las once de la noche, que a dicha hora estoy libre de todo demonio.
Te llamo en estos días y tal vez puedas recogerme.
Me agrada la idea.
Uy, pero veo que estas acompañado.
Es Anna, ¿te acuerdas de ella?
No. ¿Es tu novia?
No. Es mi amiga.
¿Y por qué te manda besos volados?
¿Qué?
Volteé y vi a Anita enviarme besos volados.
Has cambiado. Ya no eres el mismo chico lindo.
No he cambiado, es mi amiga.
Ahora se le llama amiga.
Bueno, si me crees bien y si no, todo bien.
Siempre tan practico.
Es uno de mis dones.
Ya acordamos entonces, saludos a tu amiga.
Ya nos vemos.
Sabía que el plan estaba totalmente arruinado. Después se lo hice saber a Anna y me dijo lo siguiente: Oye, ¿no que nunca vuelves con una saliente?
Sí, pero estaba bonita.
No, se que no es eso.
Entonces, ¿Qué crees que haya sido?
No te hagas el huevón.
Tienes razón. Gracias por salvarme.
Salimos y fuimos a tomar helados a una fuente de soda cercana.
Oye Anna, hoy es año nuevo, ¿Qué planes?
Viajo mañana a las 9am. ¿Qué vas a hacer?
Fácil con mis amigos.
Recuerdo que nos quedamos sentados en una banca de un parque. Tras tomar helados compramos unas cervezas y nos detuvimos a tomar durante varias horas hablando de todo un poco como acostumbramos. También recuerdo que la chica del banco me llamó a las siete y pico de la noche; pero no quise responder.
Anita tenía razón. No puedo dejarme llevar por mis debilidades.
Luego le conté que debía de ver a alguien, una ex novia con quien tuve algo intenso; pero no funcionó del todo. Terminamos porque vivía demasiado lejos y yo no podía andar yendo y viniendo, también debía de poner de su parte. Esa noche me dio un consejo: Bry, no siempre puedes hacer todo, también deben hacerlo por ti. Ambos son un equipo, construyan juntos.
No volví con esa chica. Tampoco salí con la del banco.
Ella me habló sobre una prima que quería que conozca, de hecho, luego fui a conocerla y no pasó mis estándares.
Resolvimos ir a su casa, preparamos algo de cenar y compramos una botella de vino, mis amigos ya se habían alistado en una casa en la playa, yo seguía en Lima junto a la mejor amiga que alguien puede tener y por un momento pensé que debía de pasarla con ella y no correr como idiota hacia un lugar donde hay tipos que veo todos los malditos días.
Dormimos separados tras una tremenda borrachera y algo más para relajarnos.
Siempre recuerdo esa noche, realmente somos buenos amigos porque nunca nos atrevimos a llegar lejos, simplemente tomamos hasta morir y no llegamos a nada, aparte de las risas y las bromas, es la verdadera noción de la amistad.
Al día siguiente fuimos al aeropuerto, yo manejaba su auto y me pidió que lo dejara en casa de su prima. Allí la conocí.
Nos dimos un abrazo en señal de despedida. En quince días vuelvo, me dijo y no vino hasta dentro de cuatro meses. La chamba se puso buena, añadió. Eres la mejor en lo que haces, le dije y bueno, hoy se me dio por recordarlo.
Buenos tiempos.

Fin

martes, 26 de diciembre de 2017

Gran año 2017

- Ha sido uno de los mejores años. 
Todo comenzó con una necesaria ruptura sentimental, fue una decisión cruda; pero firme. A veces hay que alejarse de quienes no suman. Luego, fiel a mi costumbre de soltero, anduve dedicado plenamente a la escritura de un nuevo libro 
-que todavía no termino pero debo culminar en aproximadamente ocho meses-. De repente me vi envuelto en una relación con alguien que me atrajo bastante; pero duramos poco tiempo por falta de todo, menos deseos corporales. Una completa ironía.
Nuevamente volví a sumergirme en la escritura, es curioso compartir este detalle: Cuando estoy en una relación escribo mucho sobre amor, pero cuando estoy soltero trabajo otros géneros.
Sorpresivamente, apareció otra chica, ya lo vengo diciendo por bastante tiempo, es complicado ser Bryan Barreto en modo soltero, los fantasmas salen por todos lados.
Pero a esta ex novia de hace muchísimos años, tuve que decirle que no, porque su inestabilidad emocional sigue vigente. Es sorprendente como algunas personas de mi edad todavía sigan dudando de lo que sienten. Yo no estoy para lidiar con esos asuntos, a mí me gustan las cosas claras.
Confieso, ya adentrando en mi vida amorosa, que ha sido un año no muy turbulento en ese aspecto, antes hubiera tenido un sinfín de historias que escribir; pero estos doce meses fueron exitosos en el género laboral, pues se vino lo mejor en referencia a mi novela.
Me di cuenta que no requiero de amores vagos ni de personas que solo se acoplan por un momento, ya tuve muchas historias y entonces le di de lleno a la escritura de mi novela -que todavía no termino y debo acabar en ocho meses-.
En ese transcurso de tiempo, comencé a dar las charlas y conferencias, me llamaron de distintos lugares para asistir a ferias y dar platicas sobre el libro y me di cuenta que era lo que necesitaba para mi vida, es decir; enamorarme por completo de mi trabajo y dedicarme de lleno al hecho de ser el escritor que quiero ser y lo estoy logrando, poco a poco he estado avanzando en muchos sentidos literarios y progresando como escritor. Ahora tengo una serie impresionante de personas que me siguen y aunque parezca muy curioso, a veces hasta me reconocen en la calle y resulta muy bonito.
Básicamente, a puertas de fin de año, ya andaba feliz con mi desempaño laboral en referencia a mi libro, sentía que el año se cerraba de la mejor manera, pues, enviando el libro a otros países, adquiriendo nuevos conocimientos en la universidad, avanzando el nuevo libro, que mi novela se encuentre en muchos lugares, que tenga charlas y conferencias donde todos me escuchan y se vuelven locas por mis palabras, cuando de repente ocurrió lo maravillosamente inesperado, el sello final, el broche de oro del año.
En fin, ha sido un año increíble y lamento no hondar en detalles.
Ahora, debo seguir con la novela -tengo ocho meses para terminarla- porque luego voy a estar locamente ocupado.
Ya sale el sorteo el 06 de enero y espero que sigan participando.



Fin

martes, 19 de diciembre de 2017

La fiesta infantil

Cuando eres escritor te invitan a varias reuniones donde los tragos sobran y la gente habla de pintura y cuadros, autores y libros, música y anécdotas fantasiosas; pero cuando también eres padre de una pequeña rubia de ojos esmeralda de ocho años que se alucina Elsa, te invitan a una fiesta infantil.
En mis eventos la mesa está copada de ron, uno se acerca y se sirve a cabalidad -yo prefiero el vaso lleno, dirás: para no volver. Pues, vuelvo a los diez minutos- y en este lugar la mesa contiene dulces de toda índole, no me gustan los dulces; pero Elsa, digo, Lu, los adora y se introduce una impresionante cantidad en sus bolsillos, me recuerda a alguien que hace lo mismo con los cigarrillos.
Yo sonrío desde mi posición escuchando las experiencias en el laburo de la profesora María Cristina -en mis tiempos las maestras tenían ochenta años, esta profe no supera los treinta-. Cuenta con algarabía las travesuras de sus tigrillos, las cuales no me importan del todo; pero cuando menciona a Lu y su fascinación para pintar, -lo sé, lo de artista lo tiene de mí- me emociono a rabiar. Es cuando le sonrío a la maestra, que bebe jugo de arándano y presumo del talento de mi hija diciendo: Eso de ser creativa, lo tiene de mí. Ella lo subraya diciendo: Tener un padre escritor es súper estimulante. Los niños heredan el talento de los padres y lo muestran en las artes. Se explaya con mayor fluidez pero ya estoy concentrado en la pequeña, que ahora está riendo con las bromas del payaso cretino, que hace no menos de unos quince minutos, me invitó para que salga como asistente de su truco. Recuerdo haberle dicho que no; pero era posible que fuera a insistir. Me molesta que insistan, por eso hago como si conversara con María Cristina, así me pierdo de su atención. Apropósito, esa falda formal que se maneja, junto a esos tacones, me hacen sentir un cosquilleo interior. Aparte, es una chica inteligente, dice que también es psicóloga y no deja de hablarme de un paciente en particular, yo veo al payaso de reojo y a Lu feliz, con una sonrisa brillante y el cabello bien sujeto para evitar inconvenientes a la hora de jugar.
Y ahora, voy a invitar a uno de los padres para un viejo truco, dice el tipo de los pantalones anchos.
¿Cómo lo evito? ¿Me chapo a la maestra mismo Cantinflas? Maquino, pero ya es demasiado tarde. Mi propia hija me delata, me coge de la mano y sonriente añade: Pa’ vamos a jugar.
Me acabo de dar cuenta que soy el único padre en el lugar, ¿Qué se supone que hacen los tipos un domingo por la tarde? Y me percato que las madres están simpáticas, sobre todo aquella de la esquina, la de blusa blanca manga larga y falda con tacones, se viene del trabajo, de algún banco, pienso con rapidez. Mi mente vuela mientras el payaso con el rostro más feliz del planeta me lanza un apodo. Mi ex novia dice que soy IT, en el partido de fútbol me dicen Bale, algunas me llaman ‘el tipo del round six’ y entre otros apelativos chistosos; pero nunca me han dicho: He-Man.
Fui el único que se rió.
Oye, es una fiesta de niños nacidos en el 2007 u 2008, no lances chistes para gente que perdió su virginidad en la segunda guerra mundial, le dije. Tras una risa, resolvió lanzar otro apodo, uno que no entendí pero el resto empezó a reír.
La maestra me miraba de una manera muy particular, se llevaba el vaso con juro de arándano -no sé porque diablos bebía eso- y lo saboreaba de un modo sensual. Llevaba anteojos, camisa elegante, falda y tacones que combinan con sus pantis. El cabello levemente recogido que si, se propone soltar, en ese mismo momento voy y la beso a quemarropa.
Pero Lu me devuelve a la realidad. No puedo ser un irresponsable, trato de cuidarme en todo momento. No galantería ni seducción mientras ella ande conmigo, es una de mis leyes. Sin embargo, en los centros comerciales las madres nos sonríen y a veces suelen decir: Son dos gotas de agua.
El payaso con los zapatos chistosos hizo su malvado truco, el maldito cogió dos cintas que puso dentro de mi pantalón jeans para que dos madres las jalasen, el hacerlo, salió un bóxer amarillo con figuras estúpidas. Fue gracioso. Todos los niños pensaron que me habían robado los calzoncillos.
En ese momento, una enojada Lu, arremetió: Esa no es la ropa interior de mi pa’. Él usa bóxers.
Sacó los celos de su madre. Las tías rieron por su comportamiento y dijeron: La pequeña rubia no quiere compartir a su apuesto Papá.
Por su parte, la profesora mantenía la compostura, yo la vi como quien no hace ningún ademán, tengo un poder oculto: Te observo mientras no te das cuenta.
Comprendí que su falda llegaba a la altura de su rodilla, se me hizo realmente sensual imaginar mi mano recorrer esa parte de su piel.
Lu empezó a bailar con su amiguito, un tipo vestido con un traje de duende, se me hizo gracioso porque mi abuela solía vestir a mis primos de ese modo. Sí, ellos todavía no tienen novia y tienen mi edad.
Dejé que bailara luego de darle un beso, tiene mejor swing que su padre.
Iba a acercarme a la maestra; pero sería muy evidente. Resolví coger un dulce, quería probar, tal vez una pastilla con sabor a menta, también deseaba fumar un cigarrillo, pero no iba a salir a la calle. Entonces, me quedé al lado de la mesa, el payaso bebía una cerveza a mi lado, me causó gracia que un payaso fuera ebrio. ¿Tienes una? Quise decirle; pero dejé que tomara en paz. La maestra me miraba, ya andaba con los brazos cruzados charlando con otra madre pero viéndome de reojo y sonriendo en ese momento, una vez nuestras miradas se juntaron y sonreímos como dos idiotas que tienen todas las intenciones malditas que pueden llegar a existir; pero mantienen la completa compostura.
De niño no he fantaseado con tener un romance con mi profesora, en mi época tenían como doscientos años, eran vejestorios, ahora son jóvenes (treinta por ahí) guapas y elegantes, como me gustan las mujeres.
De repente me sorprendió una chica diciendo: ¿Y Mariana?
Tuvo que ir al psiquiatra, respondí con humor.
¿Algo de mí? Me encanta el buen humor, todo el tiempo ando maquinando chistes y lanzando respuestas divertidas.
¿Qué hablas? Dijo la chica.
Es una broma. ¿Cómo te llamas?
Soy Felicia, ¿ya no te acuerdas? Fuiste con Mariana a mi matrimonio. Todos recordamos tu baile sensual encima de la mesa.
¿Solo eso recuerdan de mí?
Todas sí; no sé si los hombres también.
Tras una sonrisa le dije: ¿Y cómo te va con…?
Eduardo.
Exacto, Eduardo.
Pues, ¿te digo algo? Nunca te cases. Te arruina la vida.
Yo quiero casarme, es mi sueño, le dije llevándome la mano al corazón.
Es que tú eres un escritor romántico que piensa que el amor lo puede todo.
Ya sabes algo más de mí.
Es lindo; pero cuando te engañan todo muere.
¿Eduardo hizo eso?
Ese pendejo.
Y yo que pensaba que los Eduardo eran monces.
Empezó a reír.
¿Y tú como vas?
Pues, bien, traje a la peque para que se divierta. Ya sabes, la escuela y los cursos son agobiantes.
Sí, al fin puedo relajarme. Levantarme tarde, ir al gimnasio y olvidarme un tanto de las responsabilidades.
Me pasa lo mismo; pero, ¿Qué puedo decir? Ser padre es la mejor labor del mundo.
Qué lindo, dijo con una sonrisa seductora.
Abrí las manos y sonreí.
Aquí no se puede tomar; pero, ¿tomamos un whisky en algún día?
Te dejo mi tarjeta, dijo.
Felicia Leticia Maldonado – Abogada.
Cuando quiera demandar a los que pirateen mi libro, te llamaré.
Prefiero que lo hagas este fin de semana.
En ese instante, Lu volvió a mi lado, Felicia la saludó con una sonrisa y le dijo: Tienes un padre muy guapo. Lu respondió: Y es solo mío.
Cogió mi mano y dijo: Vamos a bailar, pa’. Todos lo están haciendo.
Bueno, Felicia, acordamos entonces, le dije con una sonrisa.
Allí está la dirección de mi estudio, por si deseas una consulta sobre infringir derechos de autor.
¿Ya saben lo que dicen de las abogadas? No, no voy a decirlo.
Ya en la pista de baile, que apropósito, era enorme y muy bien decorada, Lu y yo bailamos la canción de Frozen.
Sentí que tanto tiempo escuchando la canción y viendo la película se me hacia tan natural los movimientos como la letra, fue gracioso y como dijo la maestra, después del baile, fue tierno.
Yo puedo ser muy tierno y amoroso; pero soy un salvaje en la cama, pensé cuando lo dijo.
La pequeña Elsa fue por dulces y recordé las palabras de Mariana: Bry, por favor, no dejes que coma muchos dulces. Aquí viene una disyuntiva, ¿Es posible decirle a un niño que no coma dulces? Y cuando intenté hacerlo, es decir; decirle a Luana que no consumiera tanto dulce, me dijo: Pero, son deliciosos. Y su mirada, válgame Dios, hizo que me arrepintiera de pedírselo. No puedo con ella, es mi debilidad.
Y cuando quiso darme uno para probar no tuve la misma noción del niño de la película La fábrica de chocolate, lo boté el instante. Definitivamente, no me gustan los dulces.
Lu fue de nuevo a jugar con sus amiguitos, María Cristina se acercó para decirme: ¿Una cerveza? Giré emocionado y la vi con dos botellitas con una pinta de estar bien heladas. Me robaste la idea de la cabeza, le dije.
Comenzamos a charlar de otros temas, vi que se había desabrochado un botón y me percaté de la tira de su brasier cuando se acomodó los lentes.
Y dime, ¿Cuál es tu pequeño o pequeña?
En realidad, no tengo hijos. Yo vine porque Ana (la madre del dueño del santo) es mi mejor amiga.
Ana, ven te presento al padre de Luana, es escritor.
No sé de donde salió, pero Ana vino. Ya era mayor, le puse unos cuarenta pero con buena figura. Me pareció gracioso que llevara un delantal, entonces hice una broma: Yo también suelo estar así en casa.
Entonces, ¿cocinas? Mira tú, Cris, que hombre, eh. Escritor, apuesto y cocina.
No cocino ni un huevo frito, pero, ¿Por qué tendría que decirlo?
Ana codeó a Cris y luego dijo que iría a repartir la comida.
Al fondo, un viejo sin cabellos nos miraba. Es su marido, comentó la profesora.
Lo supuse, dije entre risas.
Pensé en cuantos botones le restan para que sus senos puedan ser visualizados y a la vez pensé en algo totalmente diferente y extraño para la mente púber de muchos.
Cris hizo una pregunta, de repente la tenia pensativa durante gran parte de la fiesta y yo ya estaba preparado para responderla: ¿Sigues con la madre de Lu?
Esa pregunta fue un pase de Ronaldinho para Ronaldo, que corre para ganarle en velocidad al defensor.
Le dije: No. Hace mucho que nos separamos.
Hice un gesto de pena y otra de frescura para que se diera cuenta que me afectó en su momento y ahora me importa un bledo.
La profesora y psicóloga añadió: Pero, ¿Qué piensa Luana?
Los niños de ahora lo asimilan todo con calma. Ella lo sabe y lo comprende. Sus padres son buenos amigos y la adoran por igual.
Hablar de Lu y Mariana hizo que mis revoluciones bajaran.
Estaba algo caliente; pero sentí como si me cayera un balde de agua helada. A Ronaldo le quitaron el balón (por cierto, algo raro).
Y, ¿no te gustaría participar en un recital? Digo, como juez del concurso. Podrías aconsejar a los niños con tu sabiduría.
Claro, encantado. Dime cuándo y dónde.
Pues, es una idea que tengo en mente pero debo planearla bien. Esta semana voy a hacerlo.
Podríamos planearla juntos. Dicen que el vino hace florecer a las ideas.
Hizo un movimiento decisivo, se soltó el cabello.
El mover su melena ondulada de un lado hacia otro haciendo que me drogue con el aroma y reconozca de inmediato el champú hizo que sintiera lujuria.
Dame tu número y lo acordamos, me dijo enseguida.
Le dije que solo lo recordaba si yo lo anotaba. Entonces me acerqué y apunté mi número en su celular.
De repente, Lu empezó a gritar de manera muy eufórica, la vi con la rapidez de Flash y comenzó a correr dejando el juego de lado dirigiéndose hacia la puerta de salida, pensé que la verdadera Elsa habría llegado; pero era Mariana, con su rostro de siempre (de pocos amigos) con un vestido espectacular y tacones altos (las ex novias se ponen siempre muy guapas) y al lado de ella un tipo, un fulano desconocido, alguien salido de revista cómica, delgado, de camisa a cuadros y peinado a lo niño bueno. Abrí los brazos y fruncí en ceño, ¿Quién carajos es ese tipo? Pensé y para colmo de males, Lu parecía conocerlo, volé en ese momento. Ella lo saludó con un beso en la mejilla, es educada y dadivosa, pensé justificando el momento y todo se volvió tenso cuando el sujeto cogió el abrigo de Mariana actuando como galansito de telenovela mexicana y ella, Mariana, le sonrió.
¿Y ese flaco con bigote de chifero? ¿Quién es? Dije en voz alta. La profesora respondió: Es un tipo cualquiera, seguro sale con tu ex. ¿Estás celoso?
¿Disculpa? ¿Qué dijiste?
Creo que todavía te mueve el piso, dijo y se fue.
Yo seguí al tipo intentando reconocerlo, tal vez lo tengo en Facebook; pero parecía salido de Condorito.
Mariana se acercó y yo quise decirle algo tras saludarla, pero enseguida añadió: ¿Todo bien?
Si, ¿Por qué?
Te veo con cara de poto.
Estoy bien, solo que he probado un dulce acido.
Oye, ¿y ese mengano?
¿Quién?
Ese pues, con quien viniste.
Es mi primo Wilfredo, acaba de llegar a Lima y se queda en mi casa por unos días. Ya sabes como es mi mamá con la familia.
Wilfredo, pensé y comencé a recordar.
¡Claro! Ya sé quién es.
Recordé haberlo emborrachado hace miles de años. El tipo me recordaba, me dio un abrazo muy caluroso cuando lo vi.
Bry, vi que hablabas con la maestra de Lu de una manera muy coqueta. ¿Qué le dijiste que la espantaste?
Bry, por favor, los fetiches no se cuentan en la primera cita y mucho menos en una fiesta infantil.
No, o sea, solo fue por un dulce.
Yo la veo enojada.
¿Qué hiciste?
Nada, de repente ya vuelve.
Miércoles, ¿Qué me pasó? Pensé y comencé a reír.
No espanto a las mujeres con facilidad, dije y volví a reírme.
Otra vez sintonizaron la canción de Frozen y Lu quiso salir a bailar con Mariana, yo cogí su bolso y las vi tan felices bailando y cantando que una sonrisa creció en mi rostro.

Fin

lunes, 18 de diciembre de 2017

Hace tanto que parece poco

- Cuando tenía 18 años mi novia me dijo lo que a esa edad temes escuchar después de una faena fabulosa que recuerdas en las noches que se ausenta: ‘Amor, no me viene’.
Entonces te acuerdas de ese maldito preservativo que estaba en tu cartera; pero que la calentura te impidió ir por el a unos dos metros de distancia, exactamente en la silla de tu escritorio. Era como si no pensaras en otra cosa que no fuera el exquisito coito. Eran otros tiempos, que mi novia quisiera hacerlo era como si ocurriera algo asombroso o hasta divino. Ah, ya recuerdo, era nuestro aniversario. Había que anticipar, planear y disfrutar el momento. Ella era muy inocente y debía de ser muy delicado y tener mucha paciencia.
Sabes que no puedes decir lo que piensas en ese momento, por eso es importante el silencio, maquinas las palabras correctas; hay que tener en cuenta que la mujer esta sensible en ese instante y siendo el novio debes de tener mucho tino al dar tu punto de vista. O también, puedes estar tan enamorado que dices lo primero que te salga del corazón: Está bien, mi cielo, nos haremos cargo si llegas a estar embarazada.
Entonces era muy romántico, tal vez, en exceso -con el pasar de los años y las distintas situaciones se ha ido debilitando ese potencial- pero todavía sigue allí, a veces escapándose por momentos, ya con personas que lo merecen o mejor dicho, lo incitan. Es como si me hubiera cansado de darlo todo y quisiera que hagan cosas por mí.
Ella me dio un abrazo y empezó a llorar de emoción o de repente de satisfacción, quizá por haber encontrado el amor en un hombre o simplemente porque se sentía segura de contar con mi apoyo.
Durante el abrazo comencé a pensar en las puteadas de mi viejo que se había enojado días atrás al verme mi primer tatuaje en la pierna
-ahora hasta pregunta su significado-. También apareció en mi cabeza el hecho de no tener un trabajo fijo y andar de bar en bar recibiendo lo que entregan las señoras tras cada baile. Mis hermanos todavía estudiaban en la universidad y el menor seguía en el colegio. Yo ni siquiera me había decidido por volverme escritor profesional y tenía un libro en el tintero que no podía avanzar (iba dos páginas).
Además, por más que amase con todo mi ser a esa muchacha, sabía que el cuerpo pedía otras vivencias, es decir; no iba a quedarme en casa un fin de semana por la noche -ahora adoro estar echado en mi cama, viendo películas y comiendo canchita un sábado a las once de la noche-.
Pero allí estaba, valiente y enamorado, escuchando su palabreo bonito, jamás se ha vuelto a repetir. Nunca más me dijeron tanto argumento de amor, nunca entendí a que hacía referencia cuando decía, eres el amor de mi vida. ¿Será posible que exista algo así? A veces ya no lo creo; pero en ese preciso momento, en mi antigua habitación y con las cortinas cerradas, desnudos y con Alejandro Sanz de fondo, ella me cantaba todo lo que su corazón dictaba. Era como si no le tuviera miedo a amar, como si no le tuviera temor a expresar lo que hay en su corazón, como si únicamente estuviera desnuda no solo en cuerpo sino también en alma. Me callé durante el tiempo que habló, sus ojos brillaban, su aura también, era el momento perfecto.
¿Y si vivimos juntos? Propuse olvidándome de todo problema que yacía en mi cabeza, ya nada existía, solo éramos nosotros y el mundo, cualquier cosa podría ocurrir detrás de la puerta, hasta el mismísimo Apocalipsis, en ese punto de nuestras vidas éramos nosotros y solo ello importaba.
Ahora hay tanto egoísmo, tanto ego, tanta cuestión personal, la gente vive para sí y las parejas se zafan por temas simples. Allí estábamos, manteniendo una charla seria y bonita, combinando nuestro amor con palabras y ella hablando como nunca nadie lo hizo.
Recuerdo que cogí su abdomen todavía plano y le propuse vivir juntos. Se emocionó y volvió a repetirme esa frase que no puedo balbucear pero escribiéndola dice así: Eres el amor de mi vida. Y yo pensé que realmente lo era y ella también y fuésemos una especie de elegidos por el amor para encarnar una vivencia sin igual y perfecta durante el tiempo que duremos, o sea, la eternidad.
Pero allí está tu Dios, el villano de los amores verdaderos, antagonista por completo y despreciable en todo el sentido.
Nunca lo superamos.
Ella voló a Madrid donde intentó olvidar y yo me sumergí en las letras donde trato de recordar.
Es una historia muy triste, amigo, le dije sin que se diera cuenta que se que sus ojos se inundan en lágrimas.
¿Un trago? Propuse.
Por favor, dijo con la voz entrecortada.
Me puse a pensar, mi novia tiene siete meses, estoy emocionado con todo este asunto, algo similar podría matarme. Este tipo es un guerrero y lo admiro.
Estoy orgulloso y contento de tenerte como amigo, le dije y le di un abrazo luego del salud.
Empezamos a beber hasta terminar la botella y me acuerdo de una frase en particular: Mi sonrisa no es el reflejo de mi alma; pero lo mejor que puedo ofrecerle a la vida.

Fin.

¿Vienes?

- ¡Te extraño! 
Tengo una botella de ron o vodka, si prefieres.
Mi baile sensual sigue siendo tentador.
De hecho, han aumentado los tatuajes.
Llevo el moño; pero por ti me suelto la melena.
Mi mirada contiene la misma intensidad.
He cambiado los edredones.
Te juro, no tengo aventuras. De eso de portarme mal, voy de salida.
El gimnasio me ha vuelto un tipo rudo; pero en la cama sabes que te abrazo y beso y lleno de palabreo bonito.
Ven, estemos juntos esta noche, no quiero seguir sin ti.
Te extraño a rabiar. Necesito que charlemos, que nos contemos nuestro día y luego cenemos, los besos nos lleven a la cama y juguemos como solo nosotros sabemos hacerlo.
Te espero, no toques el timbre. Tienes llave.
Entras y te espero. Voy a ir preparando la cena.
¿El traje gris? Esta bien.
Voy a darle el detalle de las velas.
Aquí estaré con nuestra rola de fondo.



Fin

viernes, 15 de diciembre de 2017

Lo que hablamos

- Llevo años pensando en ¿Y si hubiéramos ajustado las piezas, afinado o echado aceite a lo necesario? ¿Crees que realmente habría funcionado? No te quiero molestar con estas cuestiones; pero cuando bebo las recuerdo y te comento porque tenemos la suficiente confianza para tocar esta clase de temas.
Yo también estoy tomada, ¿Qué le echaste al vodka? Ríe y responde: Funcionó. ¿Por qué te aferras a los para siempre? A veces los para siempre duran seis años, tres meses y quince días. Al día número veinte piensas, ¿Por qué demonios no volvemos? Te das con palo con el fulano, se insultan y odian. Luego vuelven a charlar y arreglan por temas muy esenciales y de repente ya se dan cuenta que son mejores progenitores que novios. Punto final.
Listo, todo muy bonito y sensato, te llevas el premio a la madura del año. Ahora, ¿Qué realmente siente tu corazón?
Rayos, te pones romántico, pensé que ese tipo ya había muerto para mí. Está bien, diré lo siguiente: De haber tomado las cosas con la madurez que tenemos en la actualidad en estos momentos sería la señora de Barreto, agente y secretaria del escritor y esposo.
¿No tienes una máquina del tiempo escondida entre toda esa ropa que compras y no usas?
Comprar y no usar, me recuerda a alguien. Y no; pero le voy a preguntar al Doc las instrucciones para construir una.
Reímos en ese momento.
Oye, nos llevamos bien, ¿verdad?
Sí, eso es chévere, le digo.
Entonces, ¿te das cuenta? ¡Funcionó!
No te martirices intentando resolver tu vida amorosa. Te conozco más que tu madre, amas las historias, conmigo no hubieras podido tener toda esa cantidad de…. (No voy a mencionar lo que dijo) que viviste y puedes escribir a cabalidad; pero siempre estaré en la mirada de quien más amas en el universo y esa es tu condena y a la vez lindo castigo.
Sonrío. Amo tu buen humor y tu optimismo.
Deberías recuperarlo, eras así cuando te conocí y jodidamente romántico. Ahora con el 50% enamoras, imagina si fueras como antes. Tendrías tantas historias que escribir. Adoras esa vida, meterte en situaciones bizarres, vivir con intensidad y frenesí, estar en los lugares más particulares de lo social y sobre todo ese abanico de emociones junto a la montaña rusa que es tu vida amorosa. Te dije una vez, tus romances son una pintura surrealista.
Yo no estoy para eso, cariño. Estuve seis años con un loco del carajo, romántico empedernido y muy amoroso. Nos amamos lo suficiente aunque por momentos viví con el fantasma de Daniela, esa chica es increíble, te hizo el Mafuba; pero entendí que era parte de ti, tal cual lo es Lu, no puedes sacarla de tu vida, tampoco de tu mente, entonces, debí aceptarte con sus recuerdos. Y encontré a la mejor persona del universo. El Bryan que nadie conoce.
Ahora te la das de duro, de indiferente y hasta de práctico, no me jodas, yo me cago de la risa cuando te comportas así y digo: Este tipo no sabe fingir. Le sale por los poros el enamoramiento.
Eres la única persona, hablando de universos y galaxias, de toda la constelación e imaginemos que entramos a un hoyo negro absoluto, que me deja sin palabras. Estoy mudo, de hecho, no sé como contrarrestar todo eso que dices.
Y si, lo admito. Amo las historias, creí que a los treinta se terminaba; pero necesito escribir y para ello debo vivir haciendo todo lo que dices. Y si, lo disfruto muchísimo.
Te digo algo, tu vida amorosa ya está escrita, no es una pista de infinito alcance, es una rueda y estas a punto de voltear en una curva peligrosa y serás tipo corredor de auto que gira a una velocidad increíble a punto de estrellarse pero volverás al inicio, es decir; aquí.
Y yo como cojuda voy a preguntarte, ¿ya viviste lo suficiente? Listo, ven aquí.
¿Sabes por qué digo esto? De repente porque estoy tomando mucho; pero, tú no has dejado de amarme.
¡Admítelo!
¿Te he dicho que sueles dejarme sin palabras?
Y yo te puedo leer sin que digas algo. Ahora, vuelve a preguntar, ¿duran los para siempre?
Pues, ¿Duran los para siempre?
A veces se estancan y vuelven, por eso, son para siempre.

Fin

martes, 12 de diciembre de 2017

Día con Lu

- Despierto con resaca, la bomba de ayer estuvo buena, es Lu quien acaricia mi rostro diciendo: Pa’ llévame a la escuela. En ese instante recuerdo que cuando yo tenía su edad odiaba el colegio, prefería quedarme en mi habitación escribiendo relatos extraños en un cuaderno con hojas cuadriculadas; pero ella adora estar en el salón, de hecho, le tiene mucho cariño a su maestra, quien por cierto es joven y guapa, en mis tiempos eran viejas y arrugadas.
Lu quiere ser comunicadora, siempre alucina estar frente a la tele diciendo las noticias. Es una genio en su totalidad.
Yo ya estoy despierto y le preparo el desayuno, tomamos el yogurt con cereal que tanto nos gusta, no saben lo delicioso que lo suelo preparar cuando me inspiro.
Lu esta hermosa, definitivamente salió a su madre, el esmeralda en su mirada y la sonrisa cándida; su personalidad es mía, caprichosa y rebelde, siempre queriendo hacer lo que quiere, disgustándose cuando algo no sale bien o siendo feliz cuando todo le favorece, como ahora, que por suerte le tocó el muñeco que le faltaba para su colección.
De no obtenerlo hubiéramos abierto una docena de cereales para que lo hallara. Su ma’ no lo hubiera permitido, yo sí.
Veo a Lu y pienso que el trabajo fue estupendo. Una noche de locura con tragos y aniversario número seis fue lo que necesitamos para encargar a lo mejor de nosotros. Yo perdí la cuenta de todo, incluso, de algo de lo que no suelo perder el ritmo. Días posteriores vino la noticia, nos sentimos raros; pero luego fuimos felices. Ella vino, no sabe cómo; pero si de donde y es tan feliz con el dúo de padres que tiene.
Ya tiene su mochila lista, terminamos de comer, la respectiva cepillada y alistamos todo para la escuela. Bueno, yo saco el auto y ella se encuentra a mi lado con ademanes de conducir. Su melena brilla con el sol al igual que la mía, ambos usamos gafas oscuras y realmente nos parecemos. Sacamos un selfie y andamos al colegio a paso de caballo porque no soy de los que se alucinan Rápidos y Furiosos.
Llegamos, me detengo, Lu está ansiosa por bajar al ver a sus compañeritos, me causa ternura, le pido que se espere un momento mientras estaciono. Bajamos juntos, saludo a su joven maestra y me sonríe de una manera particular. Lu ingresa al aula tras darme un beso y su profesora me cuenta sobre un recital, le digo que puedo ser el juez, ella sonríe y añade, que amable. Ya es costumbre que me pidan ser testigo de eventos, acepto con gusto, no tengo problemas.
Vuelvo a casa, son las nueve, estoy de vacaciones y todavía no quiero escribir, por eso resuelvo despojarme de las prendas e irme a dormir de nuevo.
Voy a recoger a Lu a la escuela, ella sale sonriente y con el humor por los cielos, me entrega un abrazo y pide un helado. ¿Quién no ama los helados? Vamos a la heladería más cercana, se encuentra frente a un gigantesco parque y al lado del mismo esta un centro de entretenimiento. Ya ha hecho su lista de regalos para Navidad y ya reservo la tarjeta de crédito con suma impresionante que me acaban de dar -es divertido como de repente te ofrecen tarjetas- y es lindo ir al banco y ver tanta chica bonita bien vestida. Lu exige un helado de sabor extraño; yo soy conservador, me gusta el mango y la lúcuma. Ella le añade hasta chispas multicolor y caramelos. Me causa gracia porque cuando lo deja le pregunto, ¿Por qué pediste tanto si no vas a comer? Ella responde: Lo dejé para que pruebes. A mí no me gusta tanto detalle en los helados; pero debo darle una probada.
Estoy totalmente seguro que al salir va a querer ir a los juegos mecánicos, así les digo aunque ya no tengan tanto fierro visible y sean más digitales. Entramos entonces, trato de darle todo lo que pide, sus calificaciones son excelentes, ¿Qué puedo hacer? Hay que recompensarla.
Se sube a todos los juegos habidos y por haber y yo me entretengo jugando ‘tiro al arco’ porque me recuerda a mis tiempos en Larcomar junto a Daniela donde jugábamos a patear la pelota. Soy el único que lo practica, los niños de ahora se divierten matando muertos vivientes con cascos y armas sin cables. Lu es una asesina en serie, mata a todos sin remordimientos, me encanta verla feliz.
Saliendo nos encontramos con un payaso cretino, ella no les teme, yo tampoco; pero este nos ofrece una bola luminosa media rara y sin uso objetivo que a Lu le encanta porque ama la iluminación, tiene muchas luces en su habitación. Yo ya no tengo dinero, de hecho, solo manejo tarjetas y el efectivo me lo acabo de tirar en los juegos, gasolina y helado. Ah y una corbata para unas cositas personales. Pero Lu quiere esa bola de luz y ese payaso cretino no se la quita de la mano. Yo lo estoy viendo pensando: Payaso, no le ofrezcas esa basura. Lu me mira sonriente y me mata, realmente lo hace, conoce mi debilidad.
Está bien, pienso, le sonrío y le digo al pintarrajeado sujeto: Dame un momento, voy al maldito cajero. Lu sonríe, se sale con la suya y lo disfruta, sabe que su madre jamás le aguantaría un berrinche, sabe que ella dice no y es no, en cambio yo, soy débil a sus encantos.
¿Saben cuánto cuesta esa bola luminosa? ¡Viente soles! Payaso rata, pienso entre risas. Lu es feliz y yo se que va a usarla una hora y luego aburrirse por completo y dejarla en su cajón. Yo hacía lo mismo cuando era niño y siempre he pensado, ‘si mis viejos me dieron todo, yo también quiero hacer lo mismo’. En cambio Mariana es distinta a pesar de ser de familia acomodada, ella no te aguanta pulgas, quiere que te lo ganes, que valores lo que te dan y hay fechas para los regalos. Admiro su tenacidad para cumplir normas; pero yo soy totalmente diferente, ya lo he dicho, Lu llega a casa como si fuese Navidad todos los días. Mariana dice que soy muy engreidor, yo le digo que es inevitable, ella dice que iremos juntos a hacer las compras navideñas y propone hacer intercambio de regalos porque Navidad es un motivo para dar.
De vuelta en el auto escuchamos una de Frozen, alguna vez debería filmarnos cantar; pero me aterra quedarme sin seguidores.
Lu lee un libro que le di, es sobre los griegos con caricaturas, me encanta que sepa tanto sobre mitología. Yo suelo contarle aventuras de Aquiles, Odiseo y los dioses del Olimpo. Ella se cree Artemisa y yo suelo ser Perseo.
Es una tarde bonita, el sol es radiante y nos espera la llegada a la casa y el almuerzo delicioso.

Fin

En el Real Plaza

- Hoy mientras leía ‘Aura’ de Carlos Fuentes al tiempo que cargaba mi celular en un centro comercial, una muchacha me dijo: Ese libro es maravilloso. La vi y le sonreí para luego continuar con la lectura pensando que solo se trataba de un comentario; pero ella insistió: Con facilidad no se encuentran chicos lindos leyendo libros. Ya el comentario tenía otro cantar, entonces, le puse atención. Pues, leer es uno de mis pasatiempos, respondí y volví a sonreír. Yo también leo y mis amigos me tratan de rara. Dijo otra serie de cosas en referencia a su situación actual, yo la escuchaba atento sosteniendo el libro con ambas manos; entonces, añadió, ¿Cómo es qué te llamas? Le dije mi nombre, me dio el suyo y me estrechó la mano, ese acto fue dulce. Comenzamos a charlar con mayor fluidez, ya dando percepciones de otros libros y demás. Pasaron treinta minutos y me hizo otra pregunta, ¿Cuántos años tienes? Sonreí en ese instante y le dije, adivina. Me dijo, veintitrés. Reí. Veinticinco. Volví a reír. Tengo treinta y uno. Asu, no parece, dijo con sorpresa y realmente se me hizo muy chistoso. Mi celular ya había cargado lo necesario y debía de estar en un asunto en algunos minutos, por dicha razón tuve que despedirme; pero antes me dijo para salir otro día. Es extraño, generalmente es el hombre quien invita a las chicas -si estoy siendo desubicado, me disculpo- le dije que anotara mi celular al tiempo que aclaraba: No sé porque quieres salir conmigo, si te llevo como una década. Dijo: Eres apuesto y me encantó como hablamos. Los chicos que conozco piensan en estupideces, son inmaduros; pero tú eres un hombre de verdad. Esa frase se me quedó grabada. Sobre todo por la forma como lo dijo, tan segura de sí. Me despedí al rato y al cabo de minutos me escribió: Hola, ya estás aquí. Me gustó charlar contigo, eres muy interesante; pero no me dijiste a que te dedicas. Ya hablaremos más. Ah, tienes lindos ojos. Besos. 
Todavía no le respondo; pero es una simpática anécdota.
Las cosas que ocurren cuando uno lee y carga el celular en el Real Plaza.



Fin

lunes, 11 de diciembre de 2017

Su novia es rica

- Subo al bus un lunes por la mañana, cansado por el trajín corporal y etílico del fin de semana. Todavía no llegan las vacaciones y es la semana de finales, me estresa por completo el hecho de pensar que no vaya a venir lo que he estudiado; pero ese asunto es minimizado por la presencia de un tipo, conocido, mas no amigo, que aborda el bus (habiendo tantos) en la siguiente parada con ánimos sobrenaturales. Me reconoce enseguida y se sienta, para colmo de males, a mi lado.
Mis audífonos están arruinados, me di cuenta al momento de salir de casa y sufrí un colapso instantáneo; pero resolví pensar en la nada mientras avanzaba a la escuela, aunque eso de pensar en nada es para sabios.
Con resaca, fatiga muscular e irritación contemplo la presencia de este fulano de apellido extraño y nombre que no quiero recordar que lo primero que hace al saludarme con varios gestos raros (mismo saludo de rapero) es decir: Oye, tengo novia, ¿lo sabes, no?
A mí qué demonios me interesa, pienso, si deseas hablarme de algo, cuenta una experiencia graciosa, añado con mi mal humor de los lunes por la mañana.
Es rica, comenta, tiene más dinero que Donald Trump, acota y comienza a reírse haciendo su lucir su deforme dentadura.
Les juro, nunca he hablado con este tipo más de dos palabras, una vez charlamos un rato en una fiesta a la que fui por culpa de un amigo y como andaba borracho charlamos de un sinfín de estupideces, ese fue mi error.
Sonreí y le dije: Qué bueno, eh. Y en ese rato pensé, ¿entonces, qué demonios haces en el bus?
Como si hubiera leído mi pensamiento, respondió: La otra vez nos fuimos al sur con su Porsche, avanzamos a una velocidad impresionante -de hecho, hizo ademán de tener el volante y moverse para los lados- Parecía drogado.
Yo pensaba en las supuestas preguntas del final y este fulano me contaba: Fui a su casa, un palacio, mi estimado. Jardines, autos, lujos por todos lados, cuadros de famosos y demás.
Me llevé la mano a la frente y pensé, ¿Por qué no se calla? Pero como suelo ser muy condescendiente, le sonreí.
¿Sabes? Creo que me voy a casar con ella, ya sabes, tendremos hijos blanquitos y bonitos, espero que saquen sus ojos y hereden su fortuna. Tiene millones y millones de dólares, huevas. Imagina, ni en cientos de años podríamos ganar esa fortuna.
La vi con el ceño fruncido como quien piensa ‘este tipo necesita un psicólogo con doctorados y maestrías’ pero le dije: ¿Y por qué no le pides un carrito? ¿Ya sabes? Para que no andes atorado en el bus. Sonreí con el sarcasmo que me caracteriza.
Si pues, eso me falta, voy a pedirle uno por mi cumpleaños.
Seguro te va a dar una bolsa llena de carbón, pensé y empecé a reírme por primera vez en la mañana.
¿Ella en qué trabaja? Quise saber.
Pues, no hace nada, todo el tiempo para en su casa o en su piscina.
O sea, el dinero es de su padre.
Sí.
¿Y él sabe que está contigo? Perdón, ¿tú que haces?
¿Yo? Pues nada, ahora voy a la casa de un amigo a jugar play desde temprano.
Su padre es un juez muy conservador, no sé porque no le agrado.
Comprendo, ¿Cómo no podrías agradarle, no? dije aguantando la risa.
Y o sea, ¿piensas que te va a regalar un carrito? Añadí.
El tipo no entendió mi tono irónico.
Claro pues, ‘si se la muevo bien’, dijo con total vulgaridad.
Sentí repudio. Lo vi con ojos de desagrado y pensando, este sujeto necesita un baño de agua helada, le dije: Si y yo voy a ser presidente de los Estados Unidos.
No comprendió mi chiste. Yo ya estaba de mejor humor.
Esta clase de sujetos me causan bastante gracia. Al instante, añadió: Oye, no tengas envidia, tengo una gran novia, tiene dinero, belleza y se muere por este pechito.
Por suerte, a la siguiente esquina debía de bajar, entonces, le dije: Bueno, ha sido un terrible gusto, debo partir.
Dale y a la otra que me veas voy a estar con un Ferrari y tú en caballo.
¿Caballo?
Claro, como en el viejo oeste.
Ah, era un chiste, le dije y sonreí.
Definitivamente había fumado una cosa rara.
Pasaron dos días, volví a verlo, estaba triste y desolado, yo subí al bus y lo encontré en el asiento de al fondo, de inmediato y con la confianza que nunca le dije; pero se otorga, me dijo: Terminamos, estoy hecho pedazos. Voy a matarme.
¡Mejor ve a trabajar y deja de fantasear! Le dije y esta vez sí tenía audífonos.

Fin

domingo, 10 de diciembre de 2017

Amor honesto

- Todos queremos un amor verdadero.
Alguien que nos apoye y escuche, tal vez no entienda; pero acepte. 
Que nos abrace y bese, haga el amor y vea a los ojos con ternura para decir con optimismo: Oye, tranquilo, todo va a estar bien.
Alguien que pueda leerme con su mirada, que sepa mis miedos y fracasos y se encuentre a mi lado en mis victorias y tiempos de gloria. 
Que se aferre al hecho de amarme, que lo demuestre en todo instante, que no dude ni un segundo en mí, que explore mi cuerpo y mi alma, que haga latir mi corazón con frenesí, que despierte y la observe, que antes de dormir le entregue un beso. Que se encuentre a mi lado en todo momento a pesar que en algunos instantes no esté físicamente.
Creo que todos merecemos a alguien que nos ame por como somos, por nuestros errores, nuestras equivocaciones, nuestros dilemas, nuestras penurias, nuestros malos ratos. Que vea a mi izquierda y esté sonriente, firme para un beso, presta hacer el amor, para un abrazo desnudos sobre la cama, para contarnos historias de nosotros, vivencias divertidas o grotescas, para reír todo el tiempo, para conocernos y saber el uno del otro, para amarnos con locura, honestidad y pasión. Que nos regale su tiempo, sorprenda con detalles, invente aventuras y nos haga vivir la vida con intensa pasión.
Todos necesitamos un amor que nos ame como merecemos, que nos haga olvidar el resto del tiempo y nos envuelva en su amor honesto.



Fin

Pero que charla

- Mariana es una mujer inteligente, hablar con ella es un asunto complicado, ¿la verdadera y única razón? Me conoce.
Mañana es su cumpleaños, todavía estoy dudando si asistir; aunque me ha pintado un almuerzo espectacular. Tengo un par de temas personales que debo desarrollar por devoción y placer, dichos son los motivos para no ir. Muy aparte de ello, hoy fui a visitarla, quise ser el primero y para serlo debo saludar desde antes que ocurra.
Charlamos de lo trillado que nos pasa en la vida, ya sabes, temas como la universidad y el trabajo, la familia y la vida diaria, ¿aburrido, no? Pero el tema se puso interesante cuando dijo una de sus filosóficas preguntas: ¿Sientes que ya resolviste esa parte esencial de tu vida?
Sabía completamente a lo que hacía referencia. Pensé, a estas alturas de mi vida, no estoy seguro de ello; pero muy afianzado en otros aspectos, de repente o mejor dicho, por momentos, más importantes. Entonces, le dije: Sí.
Dudaste, comentó con rapidez. Es obvio, debo pensar antes de decir algo, recriminé. ¡No! Fue duda, no pensamiento.
Sonreí y le dije: Esta bien, tienes razón.
Orgullosa de su descubrimiento añadió: Te voy a decir algo de lo que estoy completamente segura.
Dime, le dije abriendo los ojos como si fuese una pitonisa y yo espero su premonición.
‘Tú ya resolviste esa parte de tu vida’ y ¡Y ya deja de mentirme y mentirte! Que sabes bien que es más importante que cualquier otro aspecto. Esa fachada de solo pensar en temas tangibles no te sale.
Asentí con la cabeza para que siguiera.
Lo tienes resuelto. ¿Te das cuenta? Ya lo tuviste, ya lo lograste, hiciste lo que tanto deseabas en ese sentido de tu vida y ya no necesitas de algo, digamos, utópico, porque estas disfrutando de lo que realmente quieres. Y sabes cómo termina todo sin que termine.
Era como si alma se hubiera salido y me estuviera hablando.
¡Asombroso! Le dije con la misma sorpresa de mi palabra.
Tengo razón; pero vas a negarlo. Vas a hacerte creer que no la tengo, que estoy errada y vas a seguir en esa cuestión tuya a la que no llamo búsqueda ni fantasía, sino niebla.
¿Por qué hablas de un modo tan genial, Mariana? Eres una filósofa empedernida que habla de cosas maravillosas y raras.
Gracias, gracias, dijo sonriendo como una boba; pero enseguida sentenció: ¿No me vas a hacer la misma pregunta?
Bueno, ¿y qué es de ti?
Esperando que alguna vez te des contra la pared y te devuelva. O tal vez, des una vuelta en círculos. De repente, un fuerte impacto que te traiga a la realidad. Quizá, despertar y listo. Salir de la Matrix, liberarte de esa idea y ver por fin lo que no aceptas. Espero eso.
Sonreí.
Eres un jodido obstinado. Pero, un día te darás cuenta que lo que realmente quieres ya lo tienes.
Mariana, eres la mujer que más me conoce en el mundo, si tienes razón, voy a salir de la Matrix o darme una vuelta en U en la carretera, ¿es así, no?
Di más ejemplos y todos fueron improvisados, eh. ¿Cómo la ves? También tengo mis rimas.
Comencé a reír y le di un abrazo diciendo: Feliz cumpleaños.
Todavía falta, tonto, dijo entre risas.
Adoro ser el primero.
¿Vendrás mañana?
Tengo un tema personal.
No me quiero enterar; pero haz el intento.
Vamos a ver qué pasa.
Esa ya me la conozco.
Habrá trago.
Eso suena mejor, dije frotando mis manos.
Reímos de nuevo.
Fin

jueves, 7 de diciembre de 2017

Soy adicto

- Soy adicto a hacer el amor. A dibujar con mis besos toda la estructura de tu ser, a que ningún espacio se quede sin el néctar de mis labios. Puedo empezar por tu cuello y seguir hasta el infinito. Oír el sonido de tus gemidos y saberme dueño de tus entrañas como de tu cuerpo desnudo sobre mi cama. Podemos cubrirnos con el edredón si todavía te avergüenza, podemos dejar todo en la oscuridad, por si temes verme a los ojos; pero te voy a devorar como una fiera con luz nocturna, pues, no necesito ojos si tengo caricias, no requiero de mirada, si tengo olfato, si los olores me fascinan y sobre todo el que se escurre en tu interior. Sí, allí, en mi lugar predilecto de tu ser. Y voy a besarte allí al tiempo que con tus manos mueves tu cabello en señal de placer mientras que voy otorgando besos alrededor, mordisquear tus muslos como vampiro y moldear tus pechos como escultor.
Voy a hacerte mía en cuerpo y alma, adueñarme de tus sentidos y tu respiración, de los latidos de tu corazón y tu hilo rojo pasión.
Nuestros cuerpos serán uno, nuestras almas también y es obvio que nuestros corazones iguales, seremos uno en el tiempo que duremos, tal vez, el infinito en algunas horas, la eternidad durante una noche, sin importar que ocurra en el espacio o detrás de la puerta, con las cortinas cerradas y sin luz; pero aun así viendo nuestras sonrisas, sintiendo nuestro ser y por supuesto, confundiéndonos en latidos y en gemidos hasta el fin de los tiempos en una noche exclusiva para amarnos.


Fin

viernes, 1 de diciembre de 2017

Futuro

- Este es el plan: Vuelvo al 2009, la recupero y la traigo a esta época. Le invento cualquier excusa o le digo la verdad. Podría decirle: Oye, en unos meses voy a joderla toda y voy a malograr todo esto que tenemos. Me va a decir: Estas loco, eso no va a suceder, yo confío en ti. Yo le diré: Sí y extraño eso; pero voy a hacer un idiota y me vas a odiar. Vayamos a mi presente, allí soy diferente. Va a decirme: ¿Diferente? ¿Cómo? ¿Te van a crecer las orejas? Voy a sonreír y decir: No; pero me veré mejor físicamente aunque no sea el punto. Escucha, confía en mí, vamos a otra época. Allí podremos ser felices. Dirá: No, quiero quedarme aquí, si vas a arruinarlo y estamos destinados a desaparecer, pues, que suceda. No me estas entendiendo, preciosa, por eso vengo del futuro, no es que desee evitarlo, solo quiero tenerte allá. Lógicamente va a decir: Entonces, evita lo que sucederá. Yo diré: No puedes cambiarlo. Solo puedo volver contigo. Muy testaruda; pero hábil va a decir: No. Estoy bien aquí. Diablos, cariño. Vámonos, voy a insistir. Como te digo, si la vas a malograr por completo, quiero saberlo, de repente no eras para mí. Ok, ok, nos calmamos. Mejor te dejo aquí y regreso adonde no estás. Ella me detendrá y preguntará: ¿Por qué tantos te amo si al final me pierdes? Porque fui un reverendo imbécil y por eso vuelto… Aunque sea un sueño.
Es curioso, ¿saben? A veces vuelvo con ella y todo es tan diferente. No solo los rostros, los ánimos y el trabajo; también la personalidad y la actitud. ¿Por qué no podemos evitar no ser nosotros? Tal vez, sea así porque así lo quiere el escritor de esta historia.
Fin

Katrina, mi amante

- Cuando la calentura ataca, el libido se nota en el aura y una epopeya sexual es lo que necesito, suelo coger el teléfono celular, marcar el número con nombre Carlitos y hacer que resuene con ansiedad al tiempo que sujeto el escroto como quien calienta motores.
Del otro lado se escucha una voz muy sensual como la de esas chicas de última página de diario chicha que solía llamar antes de conocer a Katrina, la mujer que contesta con un ¿y ese milagro? ¿Ya te acordaste de mí o llamas cuando quieres, cretino? Sabes bien que un par de piropos poco estructurados y algo cursis son buenos para calmar su malestar. Ella sonríe y añade, ¿Qué se te ofrece, demonio? Me gusta que me llame de ese modo, pues soy un demonio en la cama como un Íncubos pervertido. Le comento mi deseo sexual del momento, esas ganas imperiosas de tenerla de rodillas al frente mío prefiero guardarlas para el instante hecho realidad; pero le digo que quiero tener sexo con el eufemismo que usan los románticos para ello. Siempre he dicho que debo enamorarla antes de cogérmela.
Katrina lo sabe, por eso se mata de la risa y comenta: Estoy libre de cuatro a ocho, entro al trabajo a las nueve y salgo a las nueve de la mañana por si quieres invitarme a desayunar.
Sí, claro, mi amor, le digo sabiendo que nunca en mi sano juicio recorrería el mundo exterior a su lado.
Lo acordado me pone como diría un adolescente ‘recaliente’ y chapo un taxi con dirección a Chorrillos, en la Curva, a dos cuadras donde caga el diablo. A veces uno debe arriesgarse con tal de follar, pienso mientras le pago al taxista apretón.
Conozco el lugar de pies a cabeza; pero igual me da miedo, es un callejón complicado, hay tipos con tajos desde la ceja hasta el tobillo y ladronzuelos rondando como pirañas por todas las esquinas, por eso dejo el celular y la billetera, a Katrina le gusta como se la muevo y cuanta palabra bonita le diga después, le encanta la charla breve al inicio y el abrazo cálido y rápido al final. Por eso la prefiero ante las putas que te hacen venir al toque y cobran un huevo.
Llego al lugar, su casa tiene como número el 666, es una maldita coincidencia que me hace reír. Toco el timbre y me adentro tras la reja, las ratas están al asecho en las esquinas, ya me conocen; pero igual uno siempre debe tener cuidado.
Toco el timbre tres veces seguidas esperando que salga. Ella suele salir con el atuendo que tanto me excita, esa lencería color negro que me hace vibrar, la puerta semi abierta para que entre metiendo la panza y al entrar todo es oscuridad, salvo una pequeña luz de la lámpara. Nunca le pregunté, ¿con quienes vives? Era una cuestión de respeto, yo entraba y salía en una o dos horas, no hacía preguntas personales, solo hablaba de lo trivial de mi vida de abogado, de los preciosos que llevo a la cana o los maficiosos a quienes libero por billete y a veces me invento historias absurdas mientras espero que se levante lázaro para el sexto round.
Eso sí, ella es bien ardiente, primero, me lo chupa hasta ponerlo duro, luego se lo mete en la vagina desde arriba, el mejor placer en una posición cómoda y ligera, después hago mi parte, un séquito de poses que he aprendido viendo porno durante años y cuando me pongo exquisito le pido que saque el armamento de rarezas, es decir; látigos, trajes de latex, garrotes y un cinturón para amarrarla.
Una vez la tuve sujeta durante horas, yo la cogía por el orto mientras no podía zafar de la atadura, que rico por Dios.
Ella decía: Humbertito, por favor, no me des más duro.
Yo decía: No me jodas, mierda. Yo te cacho con rudeza.
Toda la vida ando sediento de sexo, adoro el anal y sobre todo los tacones, me gusta que lleve puestos y algunas veces he introducido su interior en la boca para taponarla y no dejarla gemir.
Ya hemos vivido tantas aventuras sexuales, solo que ahora la cuestión está débil, uno ya no puede verla seguido, ya sabes, me he casado y tengo esposa, un tanto hogareña, no acepta mis rituales perversos ni mis locuras y hoy tuvo la mierda de Andrés y me jode la noche, por eso me vine a cachar aquí.
Me pongo de jodido mal humor si no culeo una noche.
Katrina me deja pasar; pero me asombra negativamente la presencia de un tipejo, un hueverto con traje elegante y ramo de flores, ¿Qué demonios pasa aquí? Pienso mientras le abro los brazos. Ella no viste como lo hace seguido, entonces, añade: Betito, te presento a mi esposo, Diosdado Gino Ramírez Aguilar, abogado como tú.
Acabamos de casarnos y nos vamos a mudar.
Sigo asombrado al punto que mi pija erecta decae como lo hace un borracho. Me entrega un beso diciendo, estoy con la hora, ya vienen los nuevos dueños. Diosdado no se qué diablos, me entrega su mano y se marchan dejándome completamente solo en aquella sala donde tantas veces fornicamos de lo lindo.
Y como hay tanto recuerdo y tanta arrechura me meto un pajazo en el mueble justo cuando otras personas entran a la casa.

Fin

Le dicen Mari

- Una vez Mariana me dijo, ¿Por qué crees que no funcionan tus relaciones? Yo había terminado un romance de un año y tantos meses con una preciosa damisela y se lo comenté cuando nos encontramos en un centro comercial y preguntó, ¿Cómo vas con ella? Y a mí que no me sale la mentira con Mariana (porque la reconocería en un instante) tuve que contarle los hechos sin detalles.
Esa tarde tomamos un café y tras una charla trivial me hizo esa pregunta.
Yo no supe que responder, cuando eso ocurre suelo frotar el mentón y sonreír al segundo.
Es porque crees que todas pueden dar lo que tú das.
Curiosamente sentía que no había dado del todo en aquella última relación, sobre todo en la parte final, cuando únicamente dejé que las cosas se enfriaran y olvidé reinventar el romance porque estaba harto de hacerlo solo.
Tu problema es que eres demasiado romántico, de hecho, yo amaba eso; pero algunas personas son inseguras y temen enamorarse de verdad por el dolor que la culminación del romance pueda causar, ese terror les impide actuar a libertad.
Tú no tienes miedos. Amas y te entregas en tu totalidad, te inspiras y vences cualquier obstáculo; pero, ¿Por qué no tendría que funcionar algo tan genial? Porque las relaciones son de dos.
He allí el dilema, querido, yo fui la única capaz de darlo todo. Tarde, lo admito; pero lo di y por eso sigo aquí, tal vez, enamorándote indirectamente, de repente con la careta de amiga o ya convertida en una; pero aquí.
Lejos de ello que suena terriblemente trágico, a veces debes dar menos, no seas el héroe de sus vidas, tampoco el chico de sus sueños, ni el que las hará felices por siempre, porque no se lo van a creer si lo eres.
Recuerdo que la vi directo a los ojos y pensé en ¿Por qué no funcionamos nosotros? Y me acuerdo que lo dijo en la siguiente oración: Éramos jóvenes y locos, algo estúpidos; pero hubo amor y todo cambia menos eso.
No me dejó decir algo más, ella añadió: Yo voy a seguir viendo cómo te envuelves en amores y desamores fabricando historias hasta que alguna vez te des cuenta o yo me harte. Empezó a reír tras esa frase final y le dije: Nos llevamos bien así, sin etiquetas, sin intentar sacarnos los ojos o la lengua. Sin tanto compromiso legal, ¿me entiendes? Ella respondió. Eres inteligente, sabes que las cosas y la gente cambian. No lo olvides, cariño.
Me dio un beso y se fue.
Nunca en mis entonces casi treinta años alguien me había hablado con tanta madurez.
A veces la gente cambia, le dije antes que se vaya. Es natural madurar, mutar, ser mejores; pero en ese transcurso de tiempo, el amor también acaba.
¿El amor acaba, Bryan? ¿Tú, el romántico del siglo diciendo eso? Hazme el favor, cariño. Sonrió irónicamente y se fue no sin antes decir: El amor no acaba, se reinventa.

Fin.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Corazones incorrectos

- Primero dicen que te quieren, que eres el hombre de su vida, que han soñado con que encuentran a alguien como tú y que la realidad es ahora su más preciado tesoro.
Dicen que te quieren; pero que a veces esa palabra queda corta, es como si sus sentimientos que revolotean fuesen más allá de ello y entonces, una noche te dicen te amo y lo vuelven a decir tantas veces que llega un punto en que, porque suena lindo o porque crees en grandes amores, se adentra en ti. Lo tomas como verdad, lo tomas como su única verdad.
Segundo, intentan crear una conexión contigo y tu mundo, te muestras tal y como eres, con esos defectos y esas manías que pocos conocen, saben de tus disgustos y tus raras aficiones, en ese tramo de tiempo, te demuestra con palabreo bonito, frases que ni el propio Bécquer podría escribir, porque los corazones enamorados hacen poesía con naturalidad.
Los te amo abundan como las características que no tienes, como esas virtudes que te encuentra y como esos defectos que también le gustan. Ella te ama y lo dictan sus palabras.
Entra en ti, sabe más de lo que debería saber, conoce a tus demonios y algo de tus fantasmas, recorre tu cuerpo de pies y a cabeza, de entrañas a alma y aunque siempre dijiste que habrían muchas puertas antes de llegar al corazón, le das el camino original, ese camino que no entregas, esa barrera como el muro de Berlín que tienes entre la gente y tu corazón, ya esta visualizada, ella sabe lo que debe realizar para superarla y adentrarse en ti.
Tercero, cuando sabe todo de ti o tal vez, gran parte, todo lo que quieres mostrar y todo lo que le enseñas porque su amor parece puro y honesto y sus agallas grandes y tenaces, entonces, piensas y sueñas con un futuro cercano juntos, lo imaginas, lo planteas, ya le dices que la quieres, que la adoras; pero te reservas esa frase, esa frase todavía no sale.
Y llega un momento repentino, todo lo antes mencionado desaparece como el rastro luminoso que deja un sol que muere. Sin razones ni motivos concretos, como si todo hubiera sido tan frágil como el viento de primavera.
Sus palabras se las devoran las acciones contradictorias, sus palabras son como castillos de arena ante el océano de sus nuevos actos, sus palabras la falsedad de un corazón incorrecto; entonces, te das cuenta que por alguna razón intrínseca nunca lo dijiste, nunca dejaste que llegara tan lejos, jamás permitiste que el corazón lo suelte, esa frase, esa frase que podría matarte o hacerte ver como un feliz inmortal, nunca la dijiste.
Y ella se detuvo a medio camino. A poco de llegar a la totalidad de tu interior. A poco de ser alguien sumamente diferente. A escalones del verdadero yo.
Ella y sus palabreo bonito se marcharon ya.
Ella y sus sueños se derrumbaron ya.
Ella y su corazón incorrecto, ya no están aquí.
Y tú con la postura de los años, con el semblante de las guerras vencidas, con los galardones de los malos ratos, con la experiencia y las agallas de lo jodido que ha sido la vida, manejas la situación porque no existe momento o circunstancia que no puedas solucionar, se trata de un poder dentro de ti que te ayuda a avanzar.
Jamás hubo el te amo porque sus palabras, sin darme cuenta, no tenían peso suficiente para vivir en la atmósfera de mi vida.
¡Se fueron volando como se fue!
Eres duro y sensato, romántico y sensible; pero hay que seguir adelante. Lo que no es cierto, no duele.
Si nunca me entrego en mi totalidad es porque… A veces hay corazones incorrectos y para ellos mil caminos diferentes.

Fin

domingo, 26 de noviembre de 2017

Charla 12/011

- Hace un tiempo me encontré con Mariana en una cafetería, es difícil deshacerse de las costumbres, tanto tiempo yendo a un lugar con la misma persona que cuando ya no está, sigues visitando porque preparan el mejor cappuccino del mundo.
Ella estaba con su portátil preparando alguno de esos tantos informes que realiza, yo iba para recoger y partir; pero nuestras miradas se juntaron y los saludos iniciaron.
Recuerdo que lo primero que me dijo fue: ¿Qué tienes?
Difícilmente alguien logra descifrar mi rostro.
Estoy bien, respondí con una sonrisa.
Esa respuesta dásela a tu novia; pero a mí no me engañas. ¿Qué tienes?
Volví a sonreír como quien se rinde y acepta la derrota.
Los fantasmas, le dije, ya sin sonrisa.
¿Quieres sentarte? Charlemos un rato, cariño.
Me cogió del antebrazo y llevó hacia su mesa. Nos acomodamos y nos miramos como leyendo nuestros ojos.
¿Mala semana? Quiso saber.
Sí, tal cual.
¿Ella lo sabe?
¿Quién?
Ella pues, tu novia, ¿Cómo se llama? ¿Isabel? ¿Carla? ¿Sofía?
Camila.
Ah, Camila. Bueno, ¿lo sabe?
No.
Típico en ti, carajo. Nunca hablas de lo que te pasa y lo peor de todo es que ni siquiera es por ella. Seguro es linda, amorosa, cariñosa, bondadosa y atraca a todas tus locuras en la cama; pero esto no se trata de la relación, sino de ti, de tus demonios.
Mariana, cuando hablas de ese modo es como si me mirara en un espejo.
No me desvíes el tema. Pero si, tienes razón. Te conozco, Bry, tantos años juntos que me hice una experta en ti.
¿Cómo es que lo supiste? Quise saber.
Tu bonita sonrisa, tu porte seguro, tu atuendo casual y tu destello de optimismo son perfectos para que Camila sepa que tiene al hombre ideal, seguro y cariñoso, nunca le será infiel y jamás haría algo que la dañe; pero tiene sus momentos, por eso se aleja, se va a tomar un café en solitario, desconecta las redes y se dedica a pensar en lo que lo atormenta. No, no es un tiempo de reflexión para escribir, es un tiempo de depresión. La tristeza del escritor, esa de la nunca habla. De la que nunca te va a contar, de la jamás te va a decir.
Mierda, Mariana, ¿en qué momento dejé que me conocieras tanto? ¿Por qué sabes tanto de mí? Debería asesinarte si decides escribir mis memorias.
Lu tendrá esa misión.
Empecé a reír.
Bueno, seis años juntos no fueron en vano, se mucho de ti. Ahora, ¿me cuentas que ocurre?
Sabes que no voy a hacerlo.
Sabes que no haremos el amor y te oiré hablar después.
Sabes que no voy a contarte.
Sabes que te estoy leyendo en estos momentos.
Lo sé.
Entonces, dime, ¿Qué ocurre?
Los fantasmas.
Cariño, lo siento por Camila; pero esto no va a llegar lejos y lo sabes.
Desvié la mirada como nunca suelo hacerlo y me lanzó su aguijón.
¡Diablos, Bryan! Nunca vas a poder amar a alguien si sigues pensando en esa mujer. ¿Hasta cuándo? Yo viví en carne propia todo ello, lo he soportado hasta entenderlo, lo he sentido hasta asimilarlo, lo he respetado hasta hacerlo mío, ¿y sabes en que fallé? En que quería ser como ella, en que quería que me ames como la amaste.
Te equivocas, Mariana. Fue diferente, todas las relaciones lo son; pero tú, lejos de todo ello, fuiste muy especial, al punto que todavía mantenemos contacto sin querer sacarnos los ojos. Bueno, a veces sí; aunque mayormente somos buenos amigos, ¿no?
Tienes razón; pero lo lamento por Camila. Dime, ¿Cuánto le queda de vida?
No seas graciosa.
Me miró fijamente sin mostrar ningún otro gesto.
Hoy iba a decirle para terminar.
¿Tiempo?
Casi cinco meses. Es linda; pero siento que no funciona.
¿Ella siente lo mismo?
Ella cree que soy el hombre de sus sueños.
Se sutil, por favor. ¿Le dirás la verdad?
¿Quieres que le diga que estoy enamorado de un fantasma que veo todas las malditas noches y que no me permite amar a nadie más porque es como si el tiempo se detuviera y no hubiera otra persona más que nosotros en el mundo? Y tengo la absurda esperanza de encontrarla alguna, maldita, vez.
Tienes razón, te haría todo un drama.
Seré sincero, le diré que no siento que funciona y listo.
Muy aparte del desastre romántico, ¿Qué otra cosa ocurre? Porque estoy segura que esa decisión ya la tenías bien tomada.
Hay algunas situaciones pasadas que me atormentan, sabes bien a lo que me refiero.
Lo sé, cariño; pero ¿sabes? Debes de confiar en la gente, debes contarle a alguien lo que ocurre, debes escribir, debes despejarte de equipaje, saca todo de ti, no muestres solo tu faceta de triunfador, optimista, sonriente y showman del facebook. Muestra tus otros lados, la gente debe saber que lo vives, en especial, aquellos que están cerca de ti y necesitan de ti.
Te escucho hablar con tanta naturalidad, tanta espontaneidad que me digo, ¿Por qué no funcionamos? Si eres tal cual como quiero que sea una mujer.
Sonrió y me dijo: Funcionamos, cariño. A veces los para siempre duran seis años.
Qué lindo suena eso, ¿Dónde lo leíste?
Tú me lo dijiste.
¿Yo?
Claro, hace un tiempo, en una carta que me enviaste.
Ya recuerdo, ¿todavía la tienes?
Tengo todas.
Alguna vez debes mostrarme algunas.
La próxima vez que nos visites, te las enseño.
Vi la hora en ese momento y le dije, debo partir, Mariana. Luego nos escribimos.
Dale, ve y deslumbra tu nuevo semblante.
¿Sabes? Deberíamos tener estas charlas más seguido.
Siempre estoy aquí en mi break.
Y yo voy a venir a estas horas.
Tras un abrazo de despedida, me dijo: Si no puedes contarle a nadie lo que llevas dentro, sabes que siempre puedes contar conmigo.
Por eso eres la mejor, le dije.
Por eso no me dejaste, porque esperas ser capaz de darme lo que merezco, respondió.
Le sonreí.

Fin

viernes, 24 de noviembre de 2017

Dejar de amarte

- No quiero dejar de amarte.
Deja de actuar de ese modo.
Vuelve a ser como eras.
Solo entiende y comprende como soy.
Si me amas, me aceptas.
¿Por qué intentas separarme con tu actitud?
Solo es asimilar errores y mejorar.
No quiero perderte; pero me alejas de ti.
Con tu actitud y tu desgano, con tu fatiga y tus ausencias.
No quiero dejar de amarte.
Deja de aislarte.
Vuelve a ser como en los primeros meses.
¿Adónde se fue tanta magia?
¿Acaso luz desapareció en este presente?
Si fuiste quien amé, debes volver para seguir amándote.
¿Por qué cambias? Es solo ser como eres.
Yo soy como soy; pero tú me alejas volviéndote otra persona.
No quiero dejar de amarte; pero hay algo en mí que acaba de explotar.
Me empieza a decir que debo alejarme.
Comienza a hacerme entender que no cambiarás.
Que no volverás a ser quien me enamoré.
Me hace entender tu orgullo y tus mutaciones.
Se llama autoestima, estalló con más fuerza que el amor que te tengo y me alejo de ti, no por ti, sino por mí.
No quise dejarte de amar; pero hiciste todo para que así fuera.
¿Y ahora vienes a buscarme? ¿Diciendo que volverás a ser quien amé?
Nunca es demasiado tarde para amar; pero sí para demostrarlo.
Si no amaste en el momento que se debió, ahora ya es mejor entender mi posición.



Fin

Escriben mal mi nombre

- Todavía en estos tiempos donde la gente en redes sociales es muy exigente con la ortografía a algunas personas se les ocurre escribir mal mi nombre. 
Me pasó en una cafetería conocida, la chica que me dio el cappuccino escribió mi nombre del modo más atroz haciendo que me sienta ofendido y sonriente, porque realmente no podía creerlo. Debido a ello y con la serenidad que me caracteriza, le dije: Cariño, mi nombre se escribe de tal modo y no de este. Le sonreí y añadí, por favor, no cometas otra vez esa barbaridad, casi lloro (hice mi divertido drama).
Ella sonrió, lamentó el hecho y reescribió el nombre (un desastre el empaque, ya no pude sacarle foto para mi historia en Instagram) pero me hizo feliz.
Por eso cuando firmo libros suelo preguntar, ¿Cómo se escribe tu nombre? Es que no quiero ofender a nadie escribiéndolo terrible, ya basta con mi horrible caligrafía.




Fin

lunes, 20 de noviembre de 2017

Frase 107

- Terminas una relación, el griterío, los insultos y el bendito dolor pasa; pero queda lo bonito. 
A veces uno piensa que no funcionó; pero realmente sí lo lograron. Vencieron todo lo que impidió que no fueran ustedes para ser el centro de sus vidas y así pasarla de muchas formas distintas durante el tiempo que vistieron la misma camiseta. 
No podría decir que algo no fue por siempre cuando lo fue en el instante en que se amaron.
El tiempo es relativo, la vida demasiado larga; a veces los amores no duran toda la vida; pero su tiempo de calidad dura mas allá de la vida. ¿La razón? Trasciende.
Cuando acabes un romance, no pienses en toda la desgracia que te quiere vender la mente, recuerda todo lo lindo que vivieron juntos. Entonces sabrás que valió la pena, no por el tiempo, sino por los buenos ratos.





domingo, 19 de noviembre de 2017

La extraño los domingos

- La extraño los domingos, siento que deseo recostarme en sus pechos desnudos y sentir que puedo morir en paz. Cerrar los ojos como nunca lo hago por lo desconfiado que soy y sentir la calidez de sus caricias, su voz contar relatos rutinarios cayendo de a poco para entregarme silencio y manos sobre mis mejillas.
La extraño los domingos, anhelo quedarme a su lado el resto de la noche y que me acompañe en la resaca, me retenga en un abrazo y sienta que todos esos monstruos que habitan en mi desaparezcan ahuyentados por su presencia o tal vez, solo por su aroma.
La extraño los domingos y presiento que este es particularmente largo y me agobia dándome sus recuerdos, su presencia y su olor, sus gestos y sus besos, sus abrazos y la forma como hacemos el amor. Desearía que estuviera aquí y lo calmara todo. Los fantasmas y los mutantes, el libido y el amor.
La extraño los domingos, el sexo sobre el escritorio, el abrazo infinito sobre la cama, su palabreo bonito mientras consolido el sueño en sus brazos delgados y de piel canela; el aroma que derrocha su melena, escucharme decir todo lo que no escribo, esas historias que mueren al contarlas, que nunca van a caer en textos y me pide que le vuelva a contar alguna en especial. Como extraño que seamos uno.
La extraño los domingos porque un día como ahora la tuve por última vez aferrada a la almohada, soñando y hermosa y yo viéndola, deseando que fuese eterna la noche porque al amanecer la vería partir y así fue…

Fin