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viernes, 1 de diciembre de 2017

Le dicen Mari

- Una vez Mariana me dijo, ¿Por qué crees que no funcionan tus relaciones? Yo había terminado un romance de un año y tantos meses con una preciosa damisela y se lo comenté cuando nos encontramos en un centro comercial y preguntó, ¿Cómo vas con ella? Y a mí que no me sale la mentira con Mariana (porque la reconocería en un instante) tuve que contarle los hechos sin detalles.
Esa tarde tomamos un café y tras una charla trivial me hizo esa pregunta.
Yo no supe que responder, cuando eso ocurre suelo frotar el mentón y sonreír al segundo.
Es porque crees que todas pueden dar lo que tú das.
Curiosamente sentía que no había dado del todo en aquella última relación, sobre todo en la parte final, cuando únicamente dejé que las cosas se enfriaran y olvidé reinventar el romance porque estaba harto de hacerlo solo.
Tu problema es que eres demasiado romántico, de hecho, yo amaba eso; pero algunas personas son inseguras y temen enamorarse de verdad por el dolor que la culminación del romance pueda causar, ese terror les impide actuar a libertad.
Tú no tienes miedos. Amas y te entregas en tu totalidad, te inspiras y vences cualquier obstáculo; pero, ¿Por qué no tendría que funcionar algo tan genial? Porque las relaciones son de dos.
He allí el dilema, querido, yo fui la única capaz de darlo todo. Tarde, lo admito; pero lo di y por eso sigo aquí, tal vez, enamorándote indirectamente, de repente con la careta de amiga o ya convertida en una; pero aquí.
Lejos de ello que suena terriblemente trágico, a veces debes dar menos, no seas el héroe de sus vidas, tampoco el chico de sus sueños, ni el que las hará felices por siempre, porque no se lo van a creer si lo eres.
Recuerdo que la vi directo a los ojos y pensé en ¿Por qué no funcionamos nosotros? Y me acuerdo que lo dijo en la siguiente oración: Éramos jóvenes y locos, algo estúpidos; pero hubo amor y todo cambia menos eso.
No me dejó decir algo más, ella añadió: Yo voy a seguir viendo cómo te envuelves en amores y desamores fabricando historias hasta que alguna vez te des cuenta o yo me harte. Empezó a reír tras esa frase final y le dije: Nos llevamos bien así, sin etiquetas, sin intentar sacarnos los ojos o la lengua. Sin tanto compromiso legal, ¿me entiendes? Ella respondió. Eres inteligente, sabes que las cosas y la gente cambian. No lo olvides, cariño.
Me dio un beso y se fue.
Nunca en mis entonces casi treinta años alguien me había hablado con tanta madurez.
A veces la gente cambia, le dije antes que se vaya. Es natural madurar, mutar, ser mejores; pero en ese transcurso de tiempo, el amor también acaba.
¿El amor acaba, Bryan? ¿Tú, el romántico del siglo diciendo eso? Hazme el favor, cariño. Sonrió irónicamente y se fue no sin antes decir: El amor no acaba, se reinventa.

Fin.

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