Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

lunes, 18 de diciembre de 2017

Hace tanto que parece poco

- Cuando tenía 18 años mi novia me dijo lo que a esa edad temes escuchar después de una faena fabulosa que recuerdas en las noches que se ausenta: ‘Amor, no me viene’.
Entonces te acuerdas de ese maldito preservativo que estaba en tu cartera; pero que la calentura te impidió ir por el a unos dos metros de distancia, exactamente en la silla de tu escritorio. Era como si no pensaras en otra cosa que no fuera el exquisito coito. Eran otros tiempos, que mi novia quisiera hacerlo era como si ocurriera algo asombroso o hasta divino. Ah, ya recuerdo, era nuestro aniversario. Había que anticipar, planear y disfrutar el momento. Ella era muy inocente y debía de ser muy delicado y tener mucha paciencia.
Sabes que no puedes decir lo que piensas en ese momento, por eso es importante el silencio, maquinas las palabras correctas; hay que tener en cuenta que la mujer esta sensible en ese instante y siendo el novio debes de tener mucho tino al dar tu punto de vista. O también, puedes estar tan enamorado que dices lo primero que te salga del corazón: Está bien, mi cielo, nos haremos cargo si llegas a estar embarazada.
Entonces era muy romántico, tal vez, en exceso -con el pasar de los años y las distintas situaciones se ha ido debilitando ese potencial- pero todavía sigue allí, a veces escapándose por momentos, ya con personas que lo merecen o mejor dicho, lo incitan. Es como si me hubiera cansado de darlo todo y quisiera que hagan cosas por mí.
Ella me dio un abrazo y empezó a llorar de emoción o de repente de satisfacción, quizá por haber encontrado el amor en un hombre o simplemente porque se sentía segura de contar con mi apoyo.
Durante el abrazo comencé a pensar en las puteadas de mi viejo que se había enojado días atrás al verme mi primer tatuaje en la pierna
-ahora hasta pregunta su significado-. También apareció en mi cabeza el hecho de no tener un trabajo fijo y andar de bar en bar recibiendo lo que entregan las señoras tras cada baile. Mis hermanos todavía estudiaban en la universidad y el menor seguía en el colegio. Yo ni siquiera me había decidido por volverme escritor profesional y tenía un libro en el tintero que no podía avanzar (iba dos páginas).
Además, por más que amase con todo mi ser a esa muchacha, sabía que el cuerpo pedía otras vivencias, es decir; no iba a quedarme en casa un fin de semana por la noche -ahora adoro estar echado en mi cama, viendo películas y comiendo canchita un sábado a las once de la noche-.
Pero allí estaba, valiente y enamorado, escuchando su palabreo bonito, jamás se ha vuelto a repetir. Nunca más me dijeron tanto argumento de amor, nunca entendí a que hacía referencia cuando decía, eres el amor de mi vida. ¿Será posible que exista algo así? A veces ya no lo creo; pero en ese preciso momento, en mi antigua habitación y con las cortinas cerradas, desnudos y con Alejandro Sanz de fondo, ella me cantaba todo lo que su corazón dictaba. Era como si no le tuviera miedo a amar, como si no le tuviera temor a expresar lo que hay en su corazón, como si únicamente estuviera desnuda no solo en cuerpo sino también en alma. Me callé durante el tiempo que habló, sus ojos brillaban, su aura también, era el momento perfecto.
¿Y si vivimos juntos? Propuse olvidándome de todo problema que yacía en mi cabeza, ya nada existía, solo éramos nosotros y el mundo, cualquier cosa podría ocurrir detrás de la puerta, hasta el mismísimo Apocalipsis, en ese punto de nuestras vidas éramos nosotros y solo ello importaba.
Ahora hay tanto egoísmo, tanto ego, tanta cuestión personal, la gente vive para sí y las parejas se zafan por temas simples. Allí estábamos, manteniendo una charla seria y bonita, combinando nuestro amor con palabras y ella hablando como nunca nadie lo hizo.
Recuerdo que cogí su abdomen todavía plano y le propuse vivir juntos. Se emocionó y volvió a repetirme esa frase que no puedo balbucear pero escribiéndola dice así: Eres el amor de mi vida. Y yo pensé que realmente lo era y ella también y fuésemos una especie de elegidos por el amor para encarnar una vivencia sin igual y perfecta durante el tiempo que duremos, o sea, la eternidad.
Pero allí está tu Dios, el villano de los amores verdaderos, antagonista por completo y despreciable en todo el sentido.
Nunca lo superamos.
Ella voló a Madrid donde intentó olvidar y yo me sumergí en las letras donde trato de recordar.
Es una historia muy triste, amigo, le dije sin que se diera cuenta que se que sus ojos se inundan en lágrimas.
¿Un trago? Propuse.
Por favor, dijo con la voz entrecortada.
Me puse a pensar, mi novia tiene siete meses, estoy emocionado con todo este asunto, algo similar podría matarme. Este tipo es un guerrero y lo admiro.
Estoy orgulloso y contento de tenerte como amigo, le dije y le di un abrazo luego del salud.
Empezamos a beber hasta terminar la botella y me acuerdo de una frase en particular: Mi sonrisa no es el reflejo de mi alma; pero lo mejor que puedo ofrecerle a la vida.

Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario