Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

viernes, 29 de diciembre de 2017

Uno como hoy

- Hoy fui a dejar libros a dos puntos, el primero fue en Miraflores, el parque Kennedy para ser exacto y el segundo en Lince, en el centro comercial Risso que me trae algunos recuerdos.
Había quedado con Amanda en recoger el cheque antes de la hora de su almuerzo, llegué a su oficina en Javier Prado justo cuando se disponía a colocar el saco para salir rumbo a un restaurante.
Quien para las citas es impuntual, para el dinero es puntual, me dijo con cierta ironía. Tras una sonrisa, respondí: Estaba cerca, me vine caminando.
Retornó al escritorio, abrió un cajón y me entregó un cheque.
En otros tiempos esto tendría como destinatario mi biblioteca y mi armario; pero ahora hay otros asuntos más importantes, le dije e hice una mueca de aceptación.
Así es la vida, querido Bry. ¿Almorzamos juntos?
He quedado con Anna en comer en su casa. No la veo mucho tiempo y quiere pasar tiempo conmigo.
Le envías mis saludos entonces.
Por supuesto.
Antes de irme, no sé porque razón, -bueno si la sé- hizo sonar sus tacones.
Sabía que voltearías, dijo con una sonrisa.
Es el sonido de los dioses, le dije, abrí la puerta y me fui.
Eso estuvo cerca, pensé entre risas. Guardé el cheque en un libro dentro de mi bolso y caminé hacia el paradero. Mientras lo hacía hablaba con Anna por WhatsApp, quería saber si ya estaban listos los camarones. Ella suele tardar años en cocinar; pero nunca se lo hago saber, me enseñaron a ser condescendiente en una clase de Ética.
No obstante, le tengo una tremenda confianza, así que, cuando tarda, digo: ¿Cuánto crees que tarde un motorizado en traer KFC? Ella me ve con el ceño fruncido y sigue en lo suyo sin antes mencionar: Si
ayudaras, sería genial.
Soy el invitado, Anita, debes de atenderme.
Uy si, el invitado. Ven y ayúdame.
Hice caso a su petición porque el estómago pedía a gritos alimento. Recuerdo haber salido de casa con una taza de café y el cabello mojado.
Almorzamos charlando de todo un poco, ella es como yo, habla de todo sin límites ni tabús; recuerdo que una vez hablamos de sexo, especialmente, sadomasoquismo mientras comíamos palomitas de maíz, en cualquier otra ocasión hubiera sido una charla muy incómoda; pero a Anna la conozco años y todo fluye con normalidad. Conoce esos detalles que difícilmente libero y algunos que todavía no sabe; pero que mis parejas lo llegan a entender. A veces no lo cuento todo, a veces algunas cosas a algunas otras personas.
Ella adora la política, me embarra con el tema todo el santo tiempo, pide y exige que hable de aquello durante mis charlas o mis momentos en Facebook, tiene cierta razón; pero hay detalles que es mejor mantener en reserva hasta ser una voz pública.
Salí de casa con dirección al banco, ella quiso acompañarme a pesar que le dije que debería descansar ya que ha viajado mucho últimamente; pero me dijo algo sumamente gracioso: No tengo novio y estoy sola en casa, te acompaño a hueviar.
Pensé, esta flaca vive sola y no tiene novio. El tipo que tenga va a tener una suerte del carajo.
Enseguida recordé lo exigente que se pone con los chicos, solo le conocí uno, no me caía mal -espera, ¿Por qué tendría que caerme mal o bien?- el asunto es que era chévere, le gustaba el ron y jugar pelota a pesar de estar algo subido de peso; pero era gentil y se veía quererla. Ella lo dejó, según me conto, ‘el tipo todavía jugaba con sus muñecos de Star Wars’. Yo pensé: Yo tengo el jodido cuarto con pósteres de Dragon Ball, claro que no juego con mis figuras de acción y pienso regalarlas mismo Andy. Sin embargo, soy un maldito obsesionado con Goku y su banda. En mí lo entiende porque somos amigos; pero en un novio no lo acepta porque le gustan maduros.
Yo le dije: Uno puede madurar, trabajar y estudiar, tener novia y todo eso; pero no dejar sus gustos.
Cuando lo entendió quiso volver con el gordito; pero el tipo se fue a Estados Unidos a causa de la depresión. Creí que a Anna le afectaría, que tendría que estar a su lado; pero le importa un diablo. Sin embargo, creo que a veces lo extraña, sobre todo cuando se vestía de Luke y hacia estupideces graciosas. Realmente era un tipo simpático.
Lejos de su vida amorosa, va a matarme si lee eso. Entramos al banco, uno muy alejado de mi casa, ella vive en La Molina, yo estoy al otro extremo y el banco cerca a la suya. Digo esto por lo siguiente que va a ocurrir.
Entramos, le abrí la puerta para que pasara y me dio un cumplido: Eres un caballero, por eso les gustas. Sonreí y nos sentamos a ver las bromas de la tele mientras esperamos.
De repente ya era mi turno y antes que avanzara me dijo: Oye, ¿ella no es Soraya? Señaló levemente a la chica detrás del despacho.
No traigo lentes, le dije. Intenta ver bien, sí es, dijo de nuevo. Y sin darle tanta importancia a ese detalle me acerqué para depositar el cheque.
Hola, buenos días; aunque buenas tardes, vengo a depositar este cheque en blanco que he rellenado con tal cifra. Sonreí en ese momento.
Siempre hago bromas, a veces la gente piensa que estoy coqueteando. No se equivoquen.
¿Bryan Barreto? ¡Qué milagro verte! Y qué curioso encontrarte aquí.
Últimamente ocurre que cuando voy a algún lado las personas suelen saludarme amablemente, creí que se trataría de una lectora, entonces el asunto estaría correcto; pero era alguien del pasado.
Pensé un segundo y eso me delató.
No te acuerdas de mí, ¿verdad?
Soraya, claro que me acuerdo de ti. Que gusto verte.
Estaba dudando en la mente mientras hablé.
Mi mente maquina con rapidez, por eso me acordé enseguida que el cambio que llevaba era en el cabello. Ahora lo tenía con cerquillo, mismo Cleopatra. ¿Y saben quién es fanático de la cultura egipcia?
Me gustó su uniforme de banco y debo confesar que mis ojos actúan con exuberante velocidad, le vi los zapatos Oxford con una impresionante rapidez.
Me agradan esos zapatos, a las chicas le quedan realmente -no voy a decir la palabra- por eso diré, bonitos. Aquello más las medias largas y la falda que con su brazo izquierdo intentando sostener para que el cliente no vea más hacen el look ideal para una noche temática llamada ‘Amor, vengo del trabajo y estoy estresada’.
Parece que los libros están dando la hora. A este paso también me vuelvo escritora.
Es una ironía que me guste hacer bromas y que no me guste que las hagan conmigo.
Sonreí con mi típica sonrisa sin mostrar la dentadura y le dije, ¿hace cuanto que estas en esta sucursal? Lástima que sea lejos de mi casa.
Respondió mientras digitaba en la pantalla: Eso mismo pensé; pero veo que te mueves por todo Lima, tal vez vuelvas a caer en esta oficina.
Debería haber una motivación mayor que tus lindos zapatos.
No pierdes el encanto.
Hay cosas que siempre están.
Sonrió y añadió: Bien, señor Barreto, su cheque ya está en su cuenta.
¿Algo más?
Sí, devuélveme mi DNI y no veas mi foto, es de cuando era joven.
Qué guapo eh. Cabello corto y polo verde. Ahora la mayor parte del tiempo andas de traje o de negro. Casual y sobrio.
Esa foto es poco antes de conocerte, todo un rebelde, mismo surfista y sumamente loco.
Hay cosas que no se pierden.
¿Algún teléfono donde pueda llamarlo por si ocurre algo?
Por supuesto, señorita, le dije y le di una de mis tarjetas.
Llama a partir de las once de la noche, que a dicha hora estoy libre de todo demonio.
Te llamo en estos días y tal vez puedas recogerme.
Me agrada la idea.
Uy, pero veo que estas acompañado.
Es Anna, ¿te acuerdas de ella?
No. ¿Es tu novia?
No. Es mi amiga.
¿Y por qué te manda besos volados?
¿Qué?
Volteé y vi a Anita enviarme besos volados.
Has cambiado. Ya no eres el mismo chico lindo.
No he cambiado, es mi amiga.
Ahora se le llama amiga.
Bueno, si me crees bien y si no, todo bien.
Siempre tan practico.
Es uno de mis dones.
Ya acordamos entonces, saludos a tu amiga.
Ya nos vemos.
Sabía que el plan estaba totalmente arruinado. Después se lo hice saber a Anna y me dijo lo siguiente: Oye, ¿no que nunca vuelves con una saliente?
Sí, pero estaba bonita.
No, se que no es eso.
Entonces, ¿Qué crees que haya sido?
No te hagas el huevón.
Tienes razón. Gracias por salvarme.
Salimos y fuimos a tomar helados a una fuente de soda cercana.
Oye Anna, hoy es año nuevo, ¿Qué planes?
Viajo mañana a las 9am. ¿Qué vas a hacer?
Fácil con mis amigos.
Recuerdo que nos quedamos sentados en una banca de un parque. Tras tomar helados compramos unas cervezas y nos detuvimos a tomar durante varias horas hablando de todo un poco como acostumbramos. También recuerdo que la chica del banco me llamó a las siete y pico de la noche; pero no quise responder.
Anita tenía razón. No puedo dejarme llevar por mis debilidades.
Luego le conté que debía de ver a alguien, una ex novia con quien tuve algo intenso; pero no funcionó del todo. Terminamos porque vivía demasiado lejos y yo no podía andar yendo y viniendo, también debía de poner de su parte. Esa noche me dio un consejo: Bry, no siempre puedes hacer todo, también deben hacerlo por ti. Ambos son un equipo, construyan juntos.
No volví con esa chica. Tampoco salí con la del banco.
Ella me habló sobre una prima que quería que conozca, de hecho, luego fui a conocerla y no pasó mis estándares.
Resolvimos ir a su casa, preparamos algo de cenar y compramos una botella de vino, mis amigos ya se habían alistado en una casa en la playa, yo seguía en Lima junto a la mejor amiga que alguien puede tener y por un momento pensé que debía de pasarla con ella y no correr como idiota hacia un lugar donde hay tipos que veo todos los malditos días.
Dormimos separados tras una tremenda borrachera y algo más para relajarnos.
Siempre recuerdo esa noche, realmente somos buenos amigos porque nunca nos atrevimos a llegar lejos, simplemente tomamos hasta morir y no llegamos a nada, aparte de las risas y las bromas, es la verdadera noción de la amistad.
Al día siguiente fuimos al aeropuerto, yo manejaba su auto y me pidió que lo dejara en casa de su prima. Allí la conocí.
Nos dimos un abrazo en señal de despedida. En quince días vuelvo, me dijo y no vino hasta dentro de cuatro meses. La chamba se puso buena, añadió. Eres la mejor en lo que haces, le dije y bueno, hoy se me dio por recordarlo.
Buenos tiempos.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario