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lunes, 13 de agosto de 2018

La peor tarde de Super Nintendo

- Estoy tomando un delicioso jugo de fresa con leche que acabo de preparar para refrescar mi alma y empezar la semana con ánimos; pero un curioso revoltijo ocurre en mi barriga debido a la jarra entera que acabo de liquidar. Acabo de recordar que mi chica sugirió que tomara lecha sin lactosa; pero ir al supermercado y adquirir una es como ir a la farmacia por toallas higiénicas. Lejos de ello, este momentáneo pesar estomacal con próximas consecuencias cuando me encuentre a lo Carlos V me condujo a una historia de antaño de esas que compartes en la chacota entre primos cercanos y hoy resuelvo contar con bastante humor.
Era el año 1987, Carlos y yo fuimos a rentar videos juegos a la casa de una señora cuya particularidad de la misma era que en las afueras se hallaba una escalera sumamente peligrosa bañada únicamente con cemento, lo que hacía que jamás debas asistir en sandalias. Tocamos el timbre con la moneda y pedimos una cabina de Super Nintendo con el juego Contra III como primer cambio.
Todavía no teníamos Nintendo en nuestras casas, nos dedicábamos a alquilar y divertirnos con los diferentes juegos durante el resto de la tarde después de la escuela y las veces que no jugábamos pelota.
El objetivo era vencer la tortuga gigante que se dispuso a arruinar nuestro juego la vez anterior y resolvimos esta vez, luego de algunas tácticas planeadas la noche anterior, derrotar al monstruoso enemigo y seguir avanzando a cabalidad hasta que acabe nuestro tiempo.
Carlos perdió al instante en que empezó a jugar, fue mi turno de avanzar y demostrar mis habilidades ante su atenta mirada.
De repente, oí un crujido particular, de esos que todos conocemos, los que suelen ocurrir después de comer demasiado; pero esta vez era porque aparte de los frejoles que ingirió durante su almuerzo, el buen Carlos, con doce primaveras bien instauradas, había bebido media jarra de jugo de fresa que mi tía le preparó con cariño.
Recuerdo haberle restregado en la cara el hecho de no haberme invitado, resolvimos comprar marcianos (chupetes) a la salida de los videos juegos; pero mientras tanto, su estómago no solo me desconcentraba, sino que los gases que soltaba hacían que los demás jugadores se sientan perdidos; debido a ello le pedí que fuera al baño de la casa para que liberara a Willy y tuviera total plenitud. Al inicio no quiso acceder por timidez o por aguante, no insistí. Cuando las flatulencias siguieron, detuve el juego para decirle: Anda al baño, caga y vienes. Dijo que lo haría porque ya no podía resistir y según su rostro, en cualquier momento se le vendría el huaico. Se levantó de la silla y se acercó a la señora. Al volver me dijo: Oye, el baño está ocupado por el gordo que estaba al lado jugando Mario Bross 3. Voy a mi casa y regreso.
Le dije: ¿Estás seguro? Conste que esa diarrea general no te va a dar chance de llegar a tiempo.
Se lo advertí. Se lo repite: Espera un rato, sale el puerco y entras. Luego seguimos jugando.
En ese momento, la señora volvió para decirnos: Chicos, ¿van a continuar? Solo les queda 15 minutos y hay otros esperando.
Lo vi y me hizo un gesto de negación.
No, seño, aquí terminamos.
Te espero, me dijo.
Ya chévere, respondí y seguí intentando derrotar a la tortuga gigante.
Vencer a la tortuga, en ese entonces, era una empresa complicada, el monstruo es terrorífico y a veces formidable enemigo, por eso debía de estar concentrado y solo enfocar la mirada en la pantalla.
Cuando pude vencerla me sentí emocionado, quise compartir mi alegría con Carlos; pero ya no lo vi sentado a mi lado. No estaba y no tenía idea de dónde podía haber ido.
Fui al baño, estaba vacío, le pregunté a la señora y me dijo que se había ido corriendo con las manos en la barriga y la cara en forma de chicle.
Resolví salir en su búsqueda, el tipo me debía unos marcianos y yo quería que los comprara.
Recuerdo haber llegado al parque cerca a nuestras casas y verlo detenido en un poste de luz viva imagen de la película la bruja de Blair.
Pensé, ¿Qué pasó? ¿Por qué carajos tiene las piernas abiertas en forma de arco?
Y al momento de acercarme no me di cuenta del detalle de una cáscara de plátano y caí de espalda.
Al rato, ya no estaba. Fui a mi casa, hice mis cosas y enseguida supe de él de la peor forma.
Subí al techo de mi casa y lo vi lavando su ropa con lágrimas en los ojos.
Su vieja le había sacado la mierda y estaba lavando su calzón con excremento.
Fue uno de esos momentos en los que no deje de reír. Honestamente, la risa se me salió hasta por los poros al punto de llorar por tanto reír.

Fin

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