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miércoles, 22 de agosto de 2018

Visita inesperada

- A veces soy impulsivo. Resolví ir a verla sin que lo supiera, detuve un bus y luego un tren, enseguida me adentré en un bosque siniestro para terminar cruzando un desierto y adentrarme en un lago donde encontré un pato que me dio un huevo, dentro de ese huevo hallé una llave y pude abrir una puerta que me condujo a un laberinto complejo que pude acertar y salir victorioso para al fin detenerme en la esquina de su casa. Sabía que estaba porque anda viendo la tele o leyendo los libros que le receto, segura descalza o echada en el mueble de la sala, de repente comiendo algunos chocolates o tal vez, boca arriba mirando los faros del techo y pensando en situaciones futuras o recobrando lo vivido en mi cama hace unos días. De cualquier forma o manera, me siento orgulloso y hasta honrado de estar totalmente seguro que soy fiel compañero de sus sueños y pensamientos; pero es una cuestión delicada, uno nunca debe decirlo de manera abrupta o soberbia, sino como una situación natural y simpática, como cuando piensas y sonríes porque te das cuenta que ella, la mujer que respetas y adoras, se encuentra pensando en ti al tiempo que tú haces lo mismo. A veces es tan simple y bonito tener una conexión así.
Pensé en llamar e indicarle que andaba afuera; pero no llevaba ramo de rosas o un pastel de cumpleaños con su rostro, ni siquiera los mariachis que acompañan a un cantante, estaba mi presencia sofisticada y con atuendo casual de todo momento y una sonrisa instaurada junto a una docena de besos y una centena de abrazos que deseaba proporcionarle con la excusa, vayamos a decirlo de ese modo, de extrañarla. En tanto, para hacer romántica la escena, subí a su piso preparando los frejoles mágicos para la ocasión y escalando hacia la colmena pude llegar con la sonrisa intacta. Hubiera sido complicado cargar a los músicos y las flores conmigo, ¿ahora se entiende el panorama?
Al llegar quise tocar la puerta; pero me encanta, a veces de manera un tanto desordenada, sorprender. Por ende resolví hallar la forma de hacerle entender que estoy afuera sin usar celulares ni monedas para su puerta. Pensé en un hecho, luego otro, enseguida otro; pero ninguno me daba razón.
Y curiosamente, como si leyera mis intenciones, salió de casa mostrando el rostro y el cuello, se me hizo gracioso; enseguida la di un silbido para que se volteara y yo me entregara por completo a la sorpresa de atentar por detrás.
Claro que todo se hizo medio confuso, porque nadie esperaba mi presencia, ni los pájaros en el alambre del teléfono, tampoco el gato postrado en la ventana, ni siquiera su madre en la cocina, tampoco esa vecina chismosa de al lado y ella sonreía como si me presencia fuese una de esas cosas que ocurren de repente y te entregan alegría.
¿Es asombroso, no crees? Como alguien puede hacerte sentir feliz con tan solo estar, yo no deseo ni quiero sacar revuelo de un acto natural como ir en busca de alguien un día cualquiera e inesperado y cambiar la perspectiva, sino que parafraseo su mirada brillosa diciendo: Me alegra que estés aquí. Y con los abrazos y besos que fui dándole se fue sintiendo maravillada y más que contenta y entonces todo se volvió como un acontecimiento increíble y nosotros contentos de tenernos. Claro que enseguida hicimos el amor y desarrollamos una actitud sumamente romántica ante todo ello; pero sí vale mostrar y resaltar que a veces lo inesperado resulta recordatorio de una situación bonita.
Ella misma cenicienta antes de su fiesta, con una facha casera y los cabellos en pleno acto de rebeldía; pero con el aura de siempre, cándida y versátil ante cualquier beso y abrazo, es como si la naturaleza de su pureza la hiciera hermosa a pesar de andar con los despojos de lo cotidiano y es mágico como los ojos enamorados logran visualizar el alma y lo fabuloso que es el ser humano en su completa originalidad. He allí una forma y manera de como irradiar amor sin palabras.
Cerramos la puerta luego de decirle a su madre que fuera a charlar con la vecina, dejamos al gato dormir y a los pájaros cantar por nosotros para escondernos en su habitación y desarrollar todo lo que anhelamos al momento de tenernos cerca.
Es así, tan mágico y simple que resulta asombroso y maravilloso.


Fin

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