Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 3 de febrero de 2018

Tiempo de helados

A veces me cuesta entender, ¿Por qué las personas se alejan cuando tiene pareja? Y llegado a pensar, ¿todos los novios de mis amigas son celosos? O Ya, no iba a decir esto; pero voy a decirlo: O me odian por fantasías machistas absurdas.
Mi historia no relata ese argumento a profundidad porque tardaría siglos y tengo otras ideas haciendo cola en la mente.
La otra vez caminaba rumbo a casa desde el mercado, había ido a una tienda a comprar un helado -adoro los helados- cuando de repente me encontré con una amiga, con quien viví muchas aventuras -ninguna sexual, amigo celoso- y quien tiene una bebe, una niña preciosa, de hecho, divina, que solía decirme tío. Tengo una fascinación por las niñas debido a que, bueno, ya lo saben muchos; en tanto y por instinto me acerqué a saludar a la pequeña, que ahora no era tan pequeña, no solo por los zapatos, sino por el tamaño, había crecido a cabalidad, como si ese par de años alejados hubieran significado décadas. La conocí cuando nació, mi amiga salía con un cretino hijo de la san flauta, que por trámites legales se hace cargo, cuando no debería ser así, simplemente ser una devoción, a veces me cuesta entender la estupidez de la gente. ¡Oye, tienes una hija! Date cuenta. No llegues a absurdos extremos por mantenerla, sino hazlo porque es tu hija. Es tu creación, baboso. En fin, como decía mi abuelita: Nadie es Dios para juzgar a las personas.
Yo los quemaría en la hoguera.
Lejos de ello, la pequeña me reconoció enseguida y eso que llevaba otro look -el del cabello largo y sedoso como comercial de champú- y dio un abrazo efusivo tras decir: ¡Tío Bry! A los tiempos, ¿Dónde estabas? En ese momento, no pensé en las historias que el tipejo habría dicho de mí, tampoco en las mentiras que su madre y amiga podría haberle contado, solo nos abrazamos y le propuse tomar un helado.
Y allí estaba ella, mi queridísima, junto al gil de goma de su pareja, que me vio con rostro de pocos friends. Yo le dije: Cariño, a los tiempos, que grande esta la peque.
Ella respondió: Bry, ¿Cómo estás? Desde que eres famoso ya no te acuerdas de los amigos.
Te conozco desde hace quinientos años por la tarde, así yo fuera Donald Trump, jamás dejaría de tomar helados en el mercado de mi casa.
Me miró sabiendo que mis comentarios eran ciertos. La dulce Luz no se quería alejar de mí y yo tampoco y entonces vivimos la situación más incómoda para el susodicho: Estar todos tomando helados en la misma mesa.
Yo adoro las situaciones particulares, esa era una de ellas.
A veces he llegado a sentirme el padre de la pequeña, es una situación curiosa; pero nació de Fátima, mi amiga, quien una vez viéndonos jugar junto a Lu, se le dio por llorar y decirme: Luz se siente tan cómoda contigo, es como si fueras su Papá. Empezó a reír entre lágrimas, nunca he comprendido como alguien puede hacer algo así, tal vez es por dolor y risa a la vez.
Verla me hizo bien, es verdad que no soy una persona de extrañar; pero realmente, a veces, extraño momentos, nunca personas. Y lo que extrañaba era pasar el rato con ellas.
Bueno, el tipo de mentalidad de quinceañero se fue hacia otro sector con su helado, parecía un niño enojado y resentido, le dije a Fátima si me presencia lo incomodaba -y si lo hice saber por joder, porque a veces amo joder- y ella dijo que mientras Luz se encuentre alegre, el resto al diablo. Esa frase me hizo creer que podría recuperarla como amiga; pero vi una sortija en su mano.
¿Comprometida?
Asintió con la cabeza.
La cerré los oídos a la peque y le dije: ¿Lo amas?
Dudó y sabiendo que no debo meterme en la vida privada de las personas que quiero, le dije: Estas jodidamente equivocada.
¿Qué quieres que haga? Tenemos casi dos años.
Los mismos que no me ves.
Y tenemos… Que se yo, eso a lo que llaman costumbre.
Fati, eres guapa y tienes un buen trabajo, piensa bien las cosas antes de hacerlas, es mi consejo. Sabes que detesto darlos; pero a veces son necesarios.
A veces te extraño, amigo. Sobre todo cuando tienes razón; pero aunque no te parezca, Carlinho es un buen muchacho.
Si un machista que se comporta como un niño de la escuela de Luz te parece buen tipo, entonces te respeto.
Tienes que conocerlo mejor.
En fin, flaca, es tu vida y sabes que no me meto.
Tío, ¿Cuándo nos visitas? Dijo la peque.
La vi sonriente como si mi humor mutara solo por ella y le dije: Cuando tu mami quiera tenerme de nuevo en casa.
Ay por Dios, sabes que siempre eres bienvenido.
Entonces, voy el domingo.
Hacemos algo de cenar, ¿Qué dices?
Claro, Fati y que la peque prepare el postre.
¿Y yo que voy a hacer? Dijo el tipo, que llegaba.
Tú puedes irte a la mismísima mierda, pensé.
Pero le dije: Tal vez puedas ayudarnos con la salsa.
No sé hacer salsa.
Entonces, ¿traer las bebidas?
No tomo.
Fati, ¿Qué le viste?
Ella empezó a reír.
Bueno, Carlinho, ¿verdad?
Así, es, señor Barreto.
Ya te daremos un uso.
Luz se mató de la risa porque eso solía decirle al oso que ella tiene y cuando jugábamos este personaje se quedaba afuera por estar maltrecho y sin ojo y yo le decía: Ahora te daremos un uso y como el tipo era gordito y medio complicado físicamente, Luz lo asimiló mágicamente como dicho oso. Fue gracioso.
Y así, la risa de la pequeña Luz nos contagió a todos, Fátima entendió el chiste, yo no pude evitar reír y Carlinho que quería caer bien –tal vez habría cambiado- también comenzó a reír y el ambiente se volvió un enredo de risas que no pararon.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario