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lunes, 23 de abril de 2018

Noches oscuras

- Hay algo en mí que no puedo exhumar, se acopla a las paredes de mi corazón y lo aprieta ocasionando un agudo dolor que resuena por todo mí ser.
No encuentro una descripción concisa de lo que siento; pero si el alma hablara diría con agonía que se desgasta en su lucha contra vil suceso interior.
Llega por momentos y arrasa mis nociones optimistas como un devastador huracán. Nada le sobrevive. Ni siquiera un faro de positivismo sale airoso ante el encuentro contra este mal que habita en mi corazón.
Conozco su nacimiento; pero como otros males ya vividos, no puedo sacarlo de mi mente pensando en colores o avanzando a pasos agigantados en mi vida cotidiana. Se ha quedado y es como si algunos ratos netamente oscuros y nostálgicos lo alimentaran, le dieran el poder que tiene, la coraza inquebrantable y esa manía por hacerme caer en un abismo finito del cual puedo sostenerme algunas veces.
No ayuda no pensar, tampoco contarle a alguien lo que ocurra en mi alma, pues, no soy quienes se muestran débiles, no soy quienes enseñan su pena más pura, no soy alguien que ves llorando por ahí. No, yo no me rindo con facilidad; pero este mal, este suceso tenebroso y doloroso me tiene al filo, me duele tanto ver como una imagen soñada se fue deteriorando y así germinando este ser oscuro que deambula por mi vida intrínseca cada vez que me siento como ahora, en una penumbra nunca vista.
Caeré, lo sé. Una noche lloraré y me veré rendido, frustrado voy a maldecir a los dioses, a la vida y a mí mismo y sentiré como esa oscuridad de tristeza me rodea y tendrán fin mis noches de pena ocultas con las distracciones actuales y la sonrisa que canta alegría pero oculta nostalgia.
Me hago mil preguntas, imagino situaciones totalmente diferentes entre sí; pero todas con el mismo final, un epílogo para ese espacio de mi vida que nunca tuve a pesar de haber estado tan cerca.
Lo he rozado, lo he sentido en mi corazón, lo he llevado en mi sonrisa, fue parte de mi vida por un santiamén; pero hizo un remesón en todas las dimensiones de mi existencia, estuvo en sueños, fantasías y relatos salidos de la pluma de mi alma; pero decidieron no converger con la realidad, quedaron allí, cerca; aunque lejos, distantes a pesar que el sonido se hallaba en mis orejas, distanciados a miles de kilómetros visualizados por mis ojos.
¡No sucedieron! Y la melancolía asistió a mis días como la amante del cadáver en un funeral.
Cogieron flamas ardientes y encendieron mis sueños más profundos y nobles, la vida y sus aliados lo hicieron mientras dormía e imaginaba que los tendría cerca. Me quemé hasta el alma.
Llegó la melancolía como criatura monstruosa a mi vida, mi valentía la derrota algunas noches oscuras; pero a veces me coge de las manos y presiona el cuello tan fuerte que desearía que terminara con el trabajo de una vez. Así dolería solo una última vez.
Esta es una noche oscura, sale el sol, ya me lo han dicho siempre; pero para este noctámbulo que recrea vivencias en un teclado y vio sus ilusiones gritar de agonía mientras morían ya no existe un sol.
Y esta noche, quizá, me derrotes al fin.
Fin

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