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lunes, 14 de diciembre de 2015

La habitación

- ¿Qué habrá pasado por su cabeza cuando vino a verme? ¿Creyó que le daría un abrazo y luego diría que sea feliz? Explota en carcajadas en ese momento. Luego, enciende un cigarrillo.
Camina por la casa al tiempo que arroja bocanadas de humo. 
Todo es un desastre, piensa mientras busca un limpiador en la cocina. Debimos habernos quedado a la sala, he arruinado por completo mi habitación, piensa en voz alta. Lanza el cigarrillo al suelo y se apaga con la sustancia roja. 
Voy a tener que tirar a esta mierda a algún lado, desde que no cogemos se ha vuelto bien pesada. Va a hacer una tarea compleja.
Quita el edredón y las sábanas para que ayuden a ocultar, en ese momento, escucha el sonido del timbre.
Espérame un momento, no te vayas a ir. Sonríe y mientras avanza va acomodándose el cabello. Ve por el orificio de la puerta reconociendo al sujeto de uniforme de banco estatal, delgado, peinado raya al lado y cara de baboso. 
Hola, ¿Qué te trae por aquí? Le pregunta con una sorpresiva amabilidad. Hola, disculpa la molestia, dice educadamente.
Me asombra que ahora seas educado, lástima que no lo hayas sido cuando intentaste seducir a mi esposa. El tipo agacha la cabeza y luego lo mira muy serio para aclarar, no he venido a hablar de eso; pero Carla, sí. ¿Ella está en la sala? ¿Puedo pasar a recogerla o puedes llamarla? 
Cierto, vino a verme. Justo habíamos terminado nuestra charla, ahora se encuentra en el baño. ¿Quieres pasar a esperarla o prefieres que yo la llame? ¡No! Prefiero entrar y esperar. Pasa, no te avergüences, al fin y al cabo, ya conoces mi casa. Entraste muchas veces como amigo y ahora lo haces como… Pues, un traidor.
Por favor, somos adultos. Carla me convenció que viniera a recogerla y de pasada hablara contigo. ¿Por qué no lo hiciste antes? ¿Por qué no quisiste charlar cuando seducías a mi esposa en las fiestas las que te invité? Eso hubiera sido de hombres. Esto que haces ahora es de insectos. 
Entrelaza sus manos al tiempo que encorva el cuerpo, se encuentra sentado sobre un mueble y aclara con frialdad: Lo siento, a veces estas situaciones se dan, bien te dijo ella, uno no manda en el corazón.
Antes que el dueño de la casa dijera algo, el sujeto añadió: No te pido que volvamos a ser amigos, solo que nos entiendas. 
Sonríe y antes de decir algo, comenta: ¿Puedo encender un cigarrillo? Asiente con la cabeza el otro sujeto. Prende uno y se recuesta sobre el espaldar.
Luego, dice: Yo los entiendo claramente, par de ratas, se juntaron en mi casa, hicieron de las suyas a mis espaldas y después tienen el descaro de hablarme con frescura.
Por favor, no te comportes de ese modo. En fin, sabía que esto estaba demás. ¡Carla, vamos! ¿Carla? ¿Me escuchas? ¡Vámonos de acá! Le dije que era mala idea, que tú no ibas a entendernos.
Empieza a soltar una risotada para después decir, ella no te va a escuchar. El tipo no entiende el significado de esa frase. Entonces, se levanta y avanza con rapidez en busca de su novia, la ex esposa del tipo que tiene al frente, quien alguna vez fue su amigo.
Carla, ¿Carla, donde estas?, ¿Carla? Comienza a buscar hasta llegar a la habitación y observar anonadado el cadáver mutilado de su chica.
“En el corazón nadie manda” escucha decir a su ex amigo, voltea y recibe un golpe que lo derriba.
Despierta con el humo del cigarrillo, se encuentra amarrado a una silla y al frente su ex amigo le muestra una sonrisa.
¿Qué mierda hiciste? ¡Estás totalmente loco! ¿Yo?, ¿Yo estoy loco? ¿Creen que pueden arruinar mi vida y luego regresar para decirme toda esta basura? Empieza a reír desenfrenadamente.
Quisiera seguir hablando contigo; pero no mereces mis argumentos, eres basura. Lo baña de gasolina por todo el cuerpo, da una piteada al cigarrillo y añade, adiós viejo amigo.
Cierra la puerta de dicha habitación y mientras camina hacia la puerta se dice así mismo: Ahora sí que arruiné mi habitación. Empieza a reír en ese momento, cierra la puerta de la casa, sube a su auto y se marcha.


Fin


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