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domingo, 20 de diciembre de 2015

Anillos

I
Andaba saliendo con una muchacha, nunca llegamos a consolidar una relación amorosa; sin embargo, tuvimos algún que otro encuentro de labios. Pues, ella me regaló un anillo color negro que daba justo en mi dedo índice, entonces, cada vez que anotaba un gol y emulando a mi ídolo Raúl, besaba el anillo en referencia a esta chica; aunque con el tiempo fue únicamente en señal de celebración.
Más adelante conocí a otra persona, con quien sí empecé una relación amorosa; pero antes de ello, en nuestra primera salida, asistí al baño mientras la esperaba, para lavarme las manos con jabón tuve que sacarme el anillo, en pleno acto de enjuague sonó mi celular y tuve que secarme con rapidez, al contestar resultó ser ella quien preguntó sobre mi ubicación, le dije que estaba en el baño y que iba al encuentro. Salí tan apresurado que olvidé el anillo en el baño y nunca más volví a realizar esa celebración.
II
Le compré un anillo a mi chica, teníamos un buen tiempo de relación, nos llevábamos excelente y quería regalarle algo distinto, diferente a los peluches y tarjetas musicales, por ello resolví adquirir un anillo de plata con nuestras iníciales.
En dicho tiempo no andaba con mucho dinero en los bolsillos, a diferencia de ahora, por ello me pareció un regalo costoso que debía de darle en una ocasión especial. Además, raras veces regalo anillos, podría significar, quizá, algo muy significativo.
Le hice una cena ligera en mi habitación y se lo entregué, ella quedó encantada, le pareció muy lindo el detalle y la manera como dárselo.
Pues, el anillo lo llevaba para todos lados, prácticamente nunca se lo quitaba, eso me agradaba; pero esta muchacha tenía arranques de cólera cuando discutíamos y solía comportarse de un modo arrebatado. Entonces, en una riña que tuvimos, estábamos en un bus y de repente ocurrió un conato de gresca, no recuerdo bien los motivos; pero resulta que cogió el anillo y lo lanzó a la calle. Inmediatamente después nos asombramos y nos calmamos porque no podía ser que el anillo fuera a salir disparado por una estupidez.
Lógicamente terminé con ella, claro está que lo hice luego de bajar del bus e ir en busca del anillo, se sentía mal por haberlo botado de ese modo y yo estaba decepcionado por sus constantes reacciones severas.
No encontramos el anillo por más que lo buscamos durante bastante tiempo. Ella se echó a llorar y yo me mantuve quieto y callado, naturalmente me hallaba enojado y cansado de tanto buscar.
Adonde habrá ido a caer ese anillo porque se nos hizo imposible lograr encontrarlo.
III
Era el 14 de Febrero, tenía un tiempo importante con mi pareja y le obsequié un anillo. Ella y yo teníamos una relación estable, andábamos enamorados y deseábamos que todo siga su rumbo.
Resulta que fingimos ante nuestros amigos que el anillo era de compromiso y tuvimos la felicitación de los mismos, todo muy particular y bonito.
Con el paso de los meses el anillo desapareció. No lo veía en su dedo y cuando le preguntaba por su ubicación decía que lo tenía en uno de sus cajones; sin embargo, la verdad era que, simplemente, se perdió en el muladar que era su habitación.
Pero; por suerte, logramos encontrarlo debajo de la puerta, siendo constantemente maltratado por el abrir y cerrar, ahora era un anillo desecho; pero al ser de calidad pudo volver su brillo.
La historia como todas las anteriores va a terminar con la pérdida del anillo y es exactamente lo que voy a añadir.
En resumen: El anillo volvió a desaparecer y en el caos que es su habitación no lo encontramos jamás.
Parece que en estas historias los anillos tienen un final triste.
IV
Ante tanta insistencia me iba a comprometer. Pues, por ello, tuve la brillante idea de comprar un anillo de oro. Suena tonto; pero igual lo voy a decir, me costó un ojo de la cara y pensaba dárselo en una ocasión especial; aunque, realmente, me sentía presionado con ese asunto del compromiso, más que todo porque sus amigas ya se andaban comprometiendo con sus parejas y eso logra influenciar bastante.
Bueno, resulta que nunca le di el anillo porque terminamos. ¿Curioso, verdad? A mí me resulta gracioso porque logré comprar el ansiado anillo, iba a comprometerme y lidiar con todo ese asunto que no me agrada; pero debo hacerlo porque mandan las escrituras sociales.
El dichoso anillo se quedó en el bolsillo de una de mis casacas por largo tiempo, incluso, pensé en la posibilidad poco agradable de regalarle a mi vieja o de repente a alguien con quien me relacione más adelante; pero mi romanticismo iba a impedirlo, más que todo por el hecho sentimental.
Ese argumento se fue al carajo un fin de semana, en el que no llegaban las regalías, se me había trabado la tarjeta en el cajero y por ende andaba sin efectivo. Tenía una fiesta y no iba a ir con las manos vacías.
Un amigo cercano a quien voy a reservar el nombre; pero su nombre empieza con G y termina con O me vino a buscar desesperadamente porque quería un consejo para un regalo de aniversario. Le dije lo único que se me ocurrió, dale un anillo.
¡Buena idea! ¿Dónde puedo conseguir uno a estas horas? Se me prendió el foco en ese instante y le dije, yo tengo uno; pero es de compromiso, pensaba dárselo a mi ex; pero ya terminamos hace unos meses. Le enseñé y quedó encantado.
Admito que a pesar de la fiesta y el dinero necesitado no quería deshacerme del anillo con facilidad por ello resolví darle un precio exagerado; aunque me sorprendió para bien que haya aceptado. Además, presumió haber cobrado y con un apretón de manos el anillo fue a parar a los dedos de su novia.
V
No, no todos los anillos de este relato se van a perder. Esta historia es diferente.
Hace poco ando relacionándome sentimentalmente con una gran mujer, curiosamente; aunque debería no sorprender tanto dado el tema de este cuento, le di un anillo.
Maravillosamente todavía lo tiene en uno de esos dedos y me encanta verlo.

Fin

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