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sábado, 26 de diciembre de 2015

Amor cibernético

- Daniel era un joven de dieciocho años que no sabía qué hacer con su vida. Había terminado el colegio el año pasado teniendo como nota máxima un enorme once en la libreta y eso que tuvo que ir a dar examen sustitutorio de Matemática, Química y Física, los cuales aprobó mágicamente.
Estuvo a años luz de ser un alumno excepcional; aparte de tener a la flojera como su alma mater solía ausentarse en las clases y el auxiliar de turno llamaba a casa a preguntar por él. De hecho, su madre lo regañó cientos de veces acompañado de la pregunta, ¿Qué vas a hacer con tu vida?
Esta demás decir que cuando la escuela culminó y cabe resaltar que no fue a su graduación, se sintió sencillamente libre y feliz.
Se introdujo en el mundo del Internet durante bastante tiempo, conoció distintos espacios de ese universo y por supuesto que chateando fue relacionándose con diversas personas.
Sus padres siempre le dijeron que debía de estudiar alguna de esas clásicas carreras. Derecho como yo, decía su padre, no podía ser ama de casa como su madre; pero ella citaba al tío que era ingeniero industrial (que iba a saber de qué se trataba aquello) y a pesar de tener el Internet a sus manos nunca se le ocurrió averiguar algo.
Tenía una gran pasión por la lectura y otra por la poesía, era lo que le gustaba aparte del fútbol por las tardes.
Para el fútbol no era bueno, por eso no podía ser futbolista; pero su poesía era interesante, se lo dijo una vez su maestra de Literatura.
Sin embargo, su afán por querer seguir siendo un holgazán no lo hacía darse cuenta del talento que llevaba por dentro. Por ende, continuaba distrayéndose en el Internet.
Los fines de semana los utilizaba para distraerse, según él, de tanto andar metido delante de la computadora y solía ir a reuniones y fiestas junto a su grupo de amigos que andaban en la misma situación.
Llegaba a casa sumamente ebrio a altas horas de la madrugada, muchas veces regresaba al amanecer y casi nunca avisaba donde y con quienes se encontraba. Su familia debía de suponer donde estaba, en casa de tal amigo o quizá del otro.
Vida de adolescente, a todos les pasa, ya va a madurar, pensaban sus preocupados padres cuando lo oían entrar a su habitación.
Por otro lado, Any celebraba junto a sus padres su ingreso a la universidad, la carrera de Ciencias de la comunicación fue siempre su vocación.
Estaba emocionada y muy eufórica, su madre también y su padre lleno de orgullo. Su hermano la seguía como ejemplo y sus amigas la felicitaban.
A sus diecisiete años había logrado un buen puntaje en el examen de admisión logrando la admiración de sus familiares y amigos.
De hecho, tuvo como regalo de su padre un celular de última generación y de su madre los mejores postres que alguien pueda probar.
Siempre estuvo en los primeros puestos del aula, nunca llevó una asignatura a cargo y mucho menos tuvo que rendir algún examen sustitutorio porque en los cinco años que dura el colegio sacó excelentes calificaciones. Se esforzaba por tener siempre la mejor nota en su salón y poder crecer en conocimientos diariamente.
Le gustaba el colegio porque aprendía y le encantaba relacionarse con buenas amistades. Sus mejores amigas son de su aula, con quienes disfrutó de un grandioso e inolvidable paseo de promoción junto a una hermosa velada en su noche de graduación.
Cabe resaltar que derramó algunas lágrimas el día en que dejó la escuela; pero supo que el porvenir le traería nuevos retos que vencer.
La universidad es su nuevo reto y a la vez un camino que está segura logrará avanzar y sobre todo triunfar.
En sus ratos de ocio gusta de deambular por la Internet chateando en el famoso MSN con sus amistades y por ratos incursionando en algunos canales de Chat para conocer nuevos amigos.
Su prioridad era la gente universitaria quienes seguramente podrían facilitarle algunos consejos.
Se sentía ansiosa por pisar su aula universitaria y por ello intentaba relacionarse con personas que ya estuvieran dentro para poder tener cierta noción de lo que se venía.
A veces madrugaba frente a la computadora mientras que charlaba con personas que iba conociendo en los distintos canales de Chat.
De hecho, tenía muchas ganas de conocer gente universitaria que pudiera asesorarla y a la vez buscaba comentarios acerca de la universidad a la que acababa de ingresar. Revisaba imágenes, veía videos de conferencias, incursionando en la web de la universidad para ver todo aquello que deseaba al tiempo que chateaba.
En el canal “Solo universitarios” de la página web Elchat.com un sujeto con el Nick “Daniel 3” se encuentra con una muchacha que lleva de Nick “Any (futura comunicadora)”.
Intercambian saludo y empiezan a platicar. Ella le comenta que acaba de ingresar a la universidad, él la felicita y le pregunta acerca de su carrera. Ella le cuenta acerca de su vocación por ser comunicadora, al tiempo que él asevera que le parece estupendo, pero cuando ella pregunta por su carrera, él resuelve decir que solo anda por aquí para hacer amigos y no estudia por el momento.
Any le pregunta acerca de una afición o una vocación que pueda tener y entonces Daniel le dice que le gusta escribir poesía y leer. Ella se sorprende para bien, no es fácil encontrar a un poeta, entonces decide seguir charlando a pesar de no tener mucho en común durante el inicio de la plática.
Mientras la conversación va avanzando se van agradando. Resulta que tanto a Any como a Daniel le gustan las canciones de Alejandro Sanz, lo tienen como su cantante favorito. Empiezan a intercambiar canciones favoritas y de repente a comentar algunas partes de la letra.
Daniel le comenta que cuando suele escribir -lo cual no suele ser muy seguido debido a su casamiento con la holgazanería- lo realiza escuchando a Alejandro Sanz. Por tal razón, Any pregunta por su afición a la poesía y le pide escribir un verso. Se lo pide emocionada a pesar de no lograr ver su rostro. Daniel tarda; pero escribe un verso. Le encanta y le dice que esta bonito, siendo esta la segunda vez que alguien halaga lo que escribe.
Se hace tarde de repente, empezaron a charlar de madrugada, en una de esas noches en donde te pegas a la computadora y no la dejas hasta altas horas de la madrugada, por eso, resuelven intercambiar correos electrónicos para poder seguir charlando por el MSN.
Lo hacen enseguida. Ella ríe por la peculiaridad del nombre de su correo, mientras que él se asombra por la sobriedad del suyo, tan serio como su nombre, un guion abajo y la fecha de su cumpleaños.
Deciden seguir la conversación por el MSN, entonces cierran la ventana del chat que los unió y se encuentran en el MSN un instante después.
Hola de nuevo. Hola otra vez, es lo que dicen al encontrarse en el MSN; aunque, enseguida resuelven despedirse por lo que es tarde y el sueño gana.
Any no se volvió a conectar, mientras que Daniel solía hacerlo todas las noches.
Un par de días más tarde se volvieron a encontrar en el MSN.
Daniel siempre andaba conectado, Any no imaginaba aquello, por eso al conectarse recibió su saludo casi de inmediato.
—Hola, a los tiempos- le dijo. —Si pues, a los tiempos. Pensé que no te volvería a encontrar. —No seas tonto, me has caído bien. Es solo que no entro mucho. Fue su segunda platica post encuentro por el conocidoChat.com.
Any le comentó acerca de su futuro ingreso a las aulas universitarias mientras que Daniel le contaba sobre lo hecho el último fin de semana.
Pasó el tiempo, ella recorrió sus primeras semanas en la universidad mientras que él continuaba sin saber qué hacer con su vida.
Any no se conectaba mucho al MSN por el tema de los exámenes y el estudio diario, que de hecho, le encantaba.
Daniel entraba todos los días, escribía poesía de vez en cuando y deambulaba por distintas páginas web en busca de distracciones.
Por ratos recordaba a Daniel, lo tenía en mente como el tipo loco y rebelde, que cree que la adolescencia es un sinfín de aventuras y le agradaba su espontaneidad para con la vida. De hecho, la respetaba; pero estaba lejos de compartirla.
Por otro lado, él recordaba a Any mientras escribía, en esos diez o quince minutos que se tomaba al día para escribir la recordaba de un modo singular. La veía como la chica hogareña que prefiere una biblioteca que una discoteca, que prefiere el estudio a ir al cine y de algún modo le agradaba esa personalidad.
Convergieron nuevamente en ese mundo llamado MSN y empezaron a platicar un viernes por la noche, en donde sorprendentemente Daniel no había asistido a una fiesta y ella terminaba de realizar una monografía.
Por un lado, él se encontraba aburrido y le agradó encontrar a Any, por otro lado, ella quería relajarse y halló a Daniel.
Charlaron bastante aquella noche, tanto que no se dieron cuenta que empezaba a amanecer. Platicaron de todo un poco y se fueron conociendo mucho más, dándose cuenta que tenían tanto en común como no podrían haberlo imaginado.
Eso hizo que luego de despedirse se fueran a dormir con la idea de haber conocido a alguien tan simpático.
Más tarde se volvieron a encontrar en el MSN y lo fueron haciendo de una manera muy seguida.
Era como si Any hiciera su vida cotidiana en la universidad y cuando lograba liberarse de los trabajos hallaba esos momentos de relajo junto a Daniel, quien siempre andaba en línea y dispuesto a contar sus ocurrencias.
Se comenzaron a llevar mejor conversación tras conversación al punto de empezar a sentir un mutuo aprecio.
Any le comentaba sobre la universidad y los nuevos retos, platicaba sobre sus trabajos y sus planes a futuro, acerca de sus nuevas amistades y los pretendientes que nunca faltan.
Daniel no tenía mucho que contar sobre aquello, le hablaba de fútbol y trivialidades. Le contaba sobre sus partidos en la cancha de su barrio junto a sus amigos, sobre el libro que acababa de leer y algunas veces acerca de un nuevo poema que trataba de escribir. Algunas otras veces le enviaba poemas para que le diera su punto de vista, el cual siempre fue un comentario asertivo.
Ella lo motivaba a dedicarse a ello; aunque siempre respondía con un tal vez o un quizá. Any y sus buenas intenciones callaban y platicaba de otro tema.
Entre películas favoritas, cantantes, aficiones, gustos, anécdotas, experiencias, etcétera se fueron yendo las conversaciones día tras día, noche tras noche y algunas veces por las tardes, en esos huecos que tanto existen en la vida universitaria, en donde aprovechaba para ir a una cabina de Internet y encontrarlo en línea como de costumbre.
A veces andaba viendo televisión; pero cuando veía que Any era quien hablaba casi de inmediato iba a responder e iniciar la plática que mayormente solía ser amena.
Pasaron muchos meses charlando por el MSN hasta llegar a la conclusión unánime que deberían conocerse en persona.
Se citaron un viernes por la tarde, Any tenía un hueco de tres a cinco, Daniel tenía todo el tiempo del mundo, por eso aceptó.
Ese viernes por la tarde se encontraron en un centro comercial miraflorino. Se reconocieron enseguida debido a que previamente habían intercambiado fotografías con halagos incluidos.
Al principio la charla no fue idéntica a como lo hacían por el MSN por el hecho de estar tímidos o sentirse avergonzados; pero mientras iban caminando se iban soltando y fueron platicando de la mejor manera al punto que sin imaginarlo comenzaron a conversar como solían hacerlo.
Fue curioso que no tocaran temas como la universidad y los partidos de fútbol, ni los trabajos y monografías, ni la poesía y la lectura, tampoco el hecho de tener tanto tiempo charlando y recién conocerse y mucho menos el porqué no estudias y porque estudias eso, porque mágicamente sintieron una mutua y fuerte atracción que fue más allá del físico.
Ella con su cabello castaño y con rulos y él con sus ojos pardos y postura erguida, tuvo poca relevancia porque la atracción inherente que tuvieron entre sí fue por la forma como cada uno fue en el momento que iban charlando y caminando por los distintos lugares del centro comercial.
Ella con su andar sobrio, sonriendo cuando la situación lo amerita, como un chiste o un comentario gracioso, su manera tan madura de pensar y el hecho de dar comentarios óptimos y acertados, adjuntado a ello una inteligencia admirable que no solo se veía reflejada al momento de dar un parcial, sino al expresar sus puntos de vista sobre una situación específica. Era una chica admirable, no solo por su belleza física, sino también por su vasto conocimiento sobre la vida, que de repente no se había atrevido a vivir de un modo aventurero; pero teniendo una sobriedad impresionante para platicar de cualquier tema sin resbalar en comentarios.
Por su parte, Daniel, que se leyó un centenar de libros; pero nunca tuvo la capacidad para leerse uno de Matemática, Física o Química, que deambula por la Internet en busca de distracciones y resulta que conoce de geografía más que nadie porque visita muchas locaciones en su afán por distraerse, que sabe de películas más que nadie, que el hecho de escribir poesía lo ha llevado a sentir mucha sensibilidad, lo condujo a encantar a Any, quien lo escuchaba platicar sobre la vida, el medio ambiente, con el detalle de nunca arrojar basura al piso -situación que la dejó perpleja- y es curioso, ¿Cómo algo tan sencillo puede encantarte? Como lo fue el hecho de verlo guardar su envoltura de galleta en su bolsillo para luego echarla dentro de un basurero al tiempo que le conversaba sobre su mascota, a quien tanto adora.
Puede que no haya decidido que realizar con su vida profesional; pero tiene un concepto de la vida espectacular.
Mientras caminaban se fueron conociendo mucho más, tratando temas que nunca tocaron y descubriendo que ambos resultaron ser personas muy interesantes.
Se sentaron en la mesa de una cafetería donde asistieron para tomar una bebida caliente y seguir platicando.
Las miradas fueron tornándose más brillosas, las sonrisas se escapaban con más frecuencia y algo dentro de cada corazón empezaba a nacer.
Lo supieron cuando terminado el café resolvieron volver a caminar; pero no lo hicieron porque se detuvieron al mismo tiempo, se miraron justo poco después de salir del establecimiento y repentinamente se dieron un beso.
De inmediato, hubo tímidas sonrisas, el leve intercambio de miradas y un silencio que fácilmente se podría deducir como vergüenza.
Sin embargo, se sujetaron de la mano instintivamente y anduvieron de ese modo a partir de ese momento.
Más adelante se sentaron sobre la banca de un parque en las afueras del centro comercial en donde no había mucha gente alrededor.
En ese lugar, Daniel lleno de inspiración le declaró su amor. Le preguntó: ¿Quieres ser mi novia? Con una sonrisa brillosa, unos ojos que derrochaban ilusión y una profunda sinceridad.
Any no dudó en aceptarlo, abrazarlo de inmediato y entregarle otro beso.
Ninguno de los dos supo como sucedió, lo llamaron de muchas formas: Destino, la magia del amor, el inicio de una historia de amor, etcétera. Pero si de algo están seguros es que desde ese momento nació algo especial en cada uno de sus corazones, algo que iba a perdurar el tiempo que ese amor, que iba creciendo, lo permita.
Platicaron sobre ello durante el resto del tiempo que les quedaba de cita, realizaron algunos ajustes como el hecho de no poder verse muy seguido; aunque sí mantenerse conectados vía MSN o celular.
Se conocían bien; pero iban a conocerse a profundidad y por alguna mágica razón, eso les resultaba bonito.
Con el pasar del tiempo Any empezó a escalar los ciclos de la universidad, avanzando poco a poco rumbo a su meta llamada título profesional mientras que Daniel fue dejando de lado la holgazanería y decidió estudiar algo que le gustase. Ingresó por méritos propios
-¡Sí por meritos propios!- a la carrera de Literatura y más tarde logró publicar su primer poemario siendo el orgullo de su familia y de su novia, a quien le dedicó su obra.
Como en toda relación amorosa tuvieron diferencias, riñas y muchas decepciones; pero todo se fue solucionando a base de charlas, de confianza y por supuesto, esperanza.
Entonces todo siempre volvió a ser grandioso. ¿Por qué de eso se trata el amor, no? De ser grandioso.
Daniel y Any, distintos al inicio, tan compatibles actualmente. Ella influye bastante en sus logros siendo su inspiración y él le ensena a aventurarse de vez en cuando.
Un amor que nació en un canal de chat de la página web Elchat.com entre dos personas aparentemente distintas que mientras se iban conociendo iban dándose cuenta que tenían tanto en común, ahora es inspiración de este cuento y ejemplo de muchos.
“Siempre dicen que el amor te inspira y te motiva, Daniel fue un claro ejemplo de eso. Conoció a Any y empezó a madurar para iniciar una carrera exitosa en su vida dedicándose a lo que le apasiona y Any siguió con los estudios logrando sus sueños.
Todavía siguen juntos, un amor que comenzó tras una pantalla y llegó hasta el altar. Qué maravilloso es el amor”.

Fin

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