- La imagen de su rostro enamorado está intacta en mi mente y aparece de repente cuando me echo sobre la cama y observo el techo de mi cuarto. Suspiro de pronto, esa imagen produce el suspiro.
Su natural y divino cabello color negro, esos ojos marrones que tienen la habilidad de contemplar mi alma, sus mejillas ruborizadas luego de escuchar explayarme y su encantadora y perfecta sonrisa están en mi mente ahora.
Fragmentos del momento que viví a su lado deambulan en mi cabeza. La vuelvo a ver riendo muy alegre, contenta y emocionada dando pasos cuidadosos para no introducir el pie dentro de un charco de agua creado por la lluvia de este invierno. La observo caminar, muy cuidadosa y muy contenta. Le encanta la lluvia y a mi encanta observarla.
Me invita a recorrer el mismo camino que siguió y ahora me toca a mí ser quien evada los charcos de agua con mucho cuidado.
La lluvia cae y nos moja, nos abrazamos y nos abrigamos. Tenemos el cabello húmedo pero la sonrisa intacta. La tarde es hermosa y la lluvia es su encanto.
Sobre mi cama sonrío al recordar dicho momento a su lado.
Tengo su risa como eco en mi oído, el aroma de su cabello como si fuese el aire que conquista la habitación, escucho su voz decirme te amo y siento que su piel aún sigue pegada a mí ser.
El aroma exquisito de su cabello puedo olerlo y encantarme, tengo algunos de sus pelos sobre mi casaca, seguro cayeron al momento de abrazarla. Me encanta esa mujer, la extraño tanto que sería capaz de ir a su casa y buscarla. Abrazarla y decirle que han pasado tan solo horas y ya siento su ausencia aterrorizar mi mundo.
Su recuerdo esta aquí, en la mente y en el corazón, en mis sentidos y en mi habitación.
Ya es de madrugada, la noche se termina, el día llegará y volveré a verla.
Su natural y divino cabello color negro, esos ojos marrones que tienen la habilidad de contemplar mi alma, sus mejillas ruborizadas luego de escuchar explayarme y su encantadora y perfecta sonrisa están en mi mente ahora.
Fragmentos del momento que viví a su lado deambulan en mi cabeza. La vuelvo a ver riendo muy alegre, contenta y emocionada dando pasos cuidadosos para no introducir el pie dentro de un charco de agua creado por la lluvia de este invierno. La observo caminar, muy cuidadosa y muy contenta. Le encanta la lluvia y a mi encanta observarla.
Me invita a recorrer el mismo camino que siguió y ahora me toca a mí ser quien evada los charcos de agua con mucho cuidado.
La lluvia cae y nos moja, nos abrazamos y nos abrigamos. Tenemos el cabello húmedo pero la sonrisa intacta. La tarde es hermosa y la lluvia es su encanto.
Sobre mi cama sonrío al recordar dicho momento a su lado.
Tengo su risa como eco en mi oído, el aroma de su cabello como si fuese el aire que conquista la habitación, escucho su voz decirme te amo y siento que su piel aún sigue pegada a mí ser.
El aroma exquisito de su cabello puedo olerlo y encantarme, tengo algunos de sus pelos sobre mi casaca, seguro cayeron al momento de abrazarla. Me encanta esa mujer, la extraño tanto que sería capaz de ir a su casa y buscarla. Abrazarla y decirle que han pasado tan solo horas y ya siento su ausencia aterrorizar mi mundo.
Su recuerdo esta aquí, en la mente y en el corazón, en mis sentidos y en mi habitación.
Ya es de madrugada, la noche se termina, el día llegará y volveré a verla.
Preciosa, ¿Estas dormida? Seguro que sí. Entonces, iré a dormir para encontrarme contigo en los sueños.
Fin
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