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domingo, 29 de mayo de 2016

Y volví a verla

- Y volví a verla. No fue como lo imaginaba mirando el techo de mi habitación minutos antes de dormir; pero la vi. No se acercó y me dio un beso apasionado como lo soñé muchas veces; pero al menos la vi a dos o tres metros de mí. Seguía hermosa. Y se me hizo inevitable seguir sus huellas.
Le hinqué la espalda, vi el rápido giro de su negro cabello rizado y me sentí encantado. Entonces, me miró. Hola, dijo entre sorprendida y confundida. Hola, que sorpresa, le dije haciéndome el confundido. ¿Qué haces por acá? Preguntó. Vine a comprar unas cosas, respondí y sonreí para ocultar mis nervios.
¿Hasta aquí? Preguntó. Sí, es que estaba de pasada, contesté y de inmediato agregué: ¿Y tú como has estado?
Bien, he estado bien, respondió con cierta dosis de seriedad.
Nos quedamos en silencio por algunos eternos e incómodos segundos y pregunté: ¿Te invito un café?
Sabes que no me gusta el café. Y antes de decir algo, sugirió: Aceptaría un helado.
Un helado, entonces, le dije y sonrió haciendo que me sintiera de maravilla.
Llegamos a la heladería, dejó el coche con productos a un lado y nos dedicamos a observar el cartel de sabores a elegir.
Charlamos por un rato, disfrutamos del helado y le pedí su número telefónico. Quería volver a salir con ella. Quería volver a conquistarla, hacerlo sin que se diera cuenta, poco a poco, lentamente, hasta volver a enamorarla, porque si una vez pude hacerlo, seguro que podría volver a lograrlo; pero todo se esfumó.
Me encontraba perdido en el pasadizo de licores con un coche vacío. Imaginando que en aquel centro comercial, frecuentado antes a su lado, podría volver a encontrármela y atreverme a invitarle un café o mejor, un helado.
Y entonces, repentinamente, volví a verla.
Venía hacia mí y esta vez no era mi imaginación.
No se percató de mi presencia. No pude verle los rulos, ahora lucia el cabello muy corto. Su abdomen exquisito ahora se encontraba enorme, algo dentro de ella empezaba a crecer. Y de repente, antes de encontrarse frente a mí, alguien la cojeó por detrás y con una sonrisa enamorada recibió el beso de un fulano desconocido, bien parecido y novio de quien alguna vez amé más que a mi vida; pero que jamás me atreví a demostrar cómo debía.
Miré hacia a un lado y me distraje como quien busca algo. Ellos pasaron de frente.
Escuché sus risas y palabreo bonito. Resolví continuar mi camino sin mirar hacia atrás y no volví a verla jamás.
Ella ha hecho su vida sin mí y yo debo empezar a construir la mía sin ella.

Fin

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