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miércoles, 23 de septiembre de 2015

Instantes eternos

- Mientras esperaba el bus vi a una pareja de enamorados acurrucados sobre la banca de un parque miraflorino. Pensé, el amor en su más sublime expresión. 
El brillo en ambas sonrisas era único, puedo afirmar que se trataba de alegría pura. Ella lo miraba y él acariciaba su mejilla. Vi un beso y luego volví a verlos sonreír, pareciera como si solo hicieran eso.
Resolví ponerles nombres, me gusta imaginar historias. Creí que tal vez, esa enorme mochila a un lado significaba el hecho de una posible próxima partida; pero, no se enfocaban en eso, sus sonrisas evidenciaban un amor transparente y sincero. 
Quizá, se trataba de un reencuentro. Y por eso dicha emoción y entusiasmo. 
Ya los veía parados y abrazados a un lado de la banca, intercambiando palabreo bonito, mirándose y olvidándose del mundo, del universo, de repente de cuantos problemas puedan tener o cuantas situaciones complicadas tengan que vivir.
Enfocándose únicamente en vivir ese instante.
Me percaté de un bolso de regalo con imágenes de corazones y pensé enseguida que se trataría de un aniversario (un mes, un año, un compromiso, de repente el simple y maravilloso hecho de tener un detalle) y liberé un suspiro. 
La pareja empezó a danzar levemente sobre sus ejes, él la sujetó de la mano y ella siguió el paso a un -quizá, imperfecto vals- pero hermoso a la misma vez. ¡Qué le iban a interesar que los mirasen!
Tal vez, hayan fugado por un breve tiempo de sus respectivas universidades, institutos, academias, para encontrarse en dicho lugar, -su favorito, o tal vez, hacen de cualquier lugar su predilecto- olvidando las diferencias entre familias, el tiempo que no se ven por parciales o bimestrales, tal vez por el trabajo, quizá por la falta de permiso, sea cual sea el motivo, sentí que vivían el momento a plenitud y sentí un extraño orgullo, una fuerza en mi corazón, unas ganas de ver a mi novia y decirle que la amo. 
¡Sí, me sentí inspirado! Me dije a mi mismo que llegaría a casa y no dejaría de escribir, porque esto -ellos- son la razón porque me gusta escribir sobre el amor.
Tal vez, Daniel y Lucia, como les puse, se vayan a separar en unos minutos; pero ni siquiera piensan eso, quizá, ni se extrañen porque van a llevarse ese momento a cada lugar y por más problemas, situaciones complicadas o irregularidades en lo cotidiano que intenten ahogarlos, van a tener la convicción de encontrarse y vivir un breve momento en donde van a ser completamente felices.

Fin

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