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sábado, 5 de septiembre de 2015

Anécdotas jugando Super Nintendo (Tercera parte)

- No podía derrotar a Koopa del mundo 8. Lo había hecho varias veces; pero aquella vez se me hacia complicado.
Estábamos en mi cuarto, yo estaba sentado en la silla principal, Nipo y el resto de testigos oculares se acomodaron al filo de la cama y utilizando otros artículos como soporte ya que a su edad no pesaban mucho.
Ellos contemplaron mi juego desde el inicio, en algunas ocasiones los dejé participar y no me arrepentí a pesar de haberlos visto ser vencidos por una simple tortuga. Nipo era quien mejor jugaba, aprendió varias de mis técnicas, incluso, pudo derrotar a un par de Koopas (Iggy Koopa y Morton Koopa Jr) presumiendo de ello ante Sebastián, Miguel Ángel, Rodrigo, Diego y demás.
Me daba cierta gracia que alguno de ellos siendo mayor que Nipo no pudiera derribar ni siquiera al tipo que te lanza pelotas de beisbol.
Empecé el juego con muchas ganas, animado como cada vez que inicio Mario Bros. Hice que jugaran los primeros mundos intercambiando protagonismos. A partir del tercer mundo, cuando se torna ligeramente difícil, comencé a ser el protagonista principal; sin embargo, cuando ellos quisieron jugar, no dudé en entregarle el mando al aventurero que perdió enseguida.
Mientras iba avanzando les fui enseñando mis trucos. Uno de ellos el poder lograr las dichosas 99 vidas; pero no del modo de siempre, mas bien, en el mundo 2. Tengo un video en Youtube explicándolo.
Más adelante pude completar las vidas llegando a 99 del modo que todos sabemos que se hace. Cuando todas las tortugas se vuelven monedas y cada moneda ploma vale varias vidas.
Todos quedaron asombrados, no es un truco que haya hecho antes en mi casa, siempre lo hice en el Super del señor de bigote o en el de la escalera, donde ya no tenía pensado ir porque me acababan de comprar mi Super Nintendo y lo andaba estrenando en una fiesta familiar, por eso estaban todos mis primos y yo presumía de mis habilidades y conocimientos.
Siempre me gustó mostrarles de lo que era capaz.
Los mundos 5 y 6 son de los más difíciles, no tanto el 7. Allí perdí algunas veces. Cada vez que avanzaba y sorteaba las dificultades los veía de reojo, atentos a cada movimiento, deseando ver al siguiente Koopa y por supuesto, contemplarlo caer.
Cuando logré superar dichos mundos me sentí satisfecho, nunca antes se me había hecho tan difícil, entre ambos mundos habré perdido unas siete a ocho vidas.
Ellos se mostraron contentos, sabían que pronto acabaría el juego y podrían observar, por primera vez en sus vidas, al terrible jefe de jefes como yo le decía para incentivar la curiosidad.
De hecho que durante el juego también relaté algunas historias emulando a Jeremy y haciendo que ellos se quedaran todavía más intrigados con lo que podría suceder. Al inicio no creyeron que existiera un Mundo Estrella; pero luego de derribar el mundo 7 quise mostrárselos.
Les dije: En este mundo van a conocer a los Yoshi de colores. Sorprendidos vieron como escenario tras escenario fui cambiando de Yoshi; aunque, de hecho, el azul siempre fue mi favorito.
Además, en este mundo no necesito cruzar la meta para acabar el escenario, lo que debo hacer es sacar llave, acoté e hice lo dicho ante el asombro de los curiosos que seguramente presumirían de ello en sus respectivos salones de escuela.
Nipo ya lo sabía, anteriormente le comenté sobre dicho mundo, pero desconocía que lo siguiente que ocurriría sería abrir el portal que me llevase al Mundo Marrón, uno o mejor dicho, el más difícil de todos.
Avancé algunos niveles en el Mundo Marrón y lo dejé de lado con la excusa de querer vencer al Koopa del mundo 7 y luego pasar el juego derrotando al jefe de jefes, cuando en realidad era que dicho mundo cada vez hubiera sido mucho más difícil y no quería pasar vergüenza ante mis invitados. Además, suelo estresarme cuando no logro pasar un escenario y pierdo la paciencia.
Pues, en ese momento, mientras Mario caminaba rumbo al Mundo 7, Nipo y Miguel Ángel bajaron al primer piso y subieron una jarra de un extraño; pero a la vista, delicioso, jugo de fresa con leche.
Debí preguntar, ¿De dónde lo sacaron? Pero tenía sed y bebí.
Estaba delicioso, entonces seguí bebiendo otro par de vasos más.
De repente, mientras me aventuraba en el último mundo, luego de vencer al muy difícil Koopa del mundo 7 (no tanto el Koopa, más que todo el castillo) empecé a sentir en el estomago lo mismo que alguna vez sintió Jeremy.
Es irónico que no haya mencionado en la variedad de anécdotas que relaté lo que le ocurrió a mi buen primo. Entonces, detuve el juego e inmediatamente me fui al baño.
Jeremy no tuvo esta oportunidad, pensé y luego solté una carcajada.
Al regresar, Nipo me estaba reemplazando y lo hacía bien, eso me dio gusto y lo dejé jugando. Nuevamente sentí el mismo remolino en la barriga y retorné al baño.
Cuando volví pregunté, ¿De dónde sacaron este jugo? No tenían idea, lo encontraron ahí y listo, dijeron entre risas, más que todo por la travesura realizada que por el hecho que me esté pasando aquello.
Sonó el timbre justo cuando pensaba volver al baño. Salí por la ventana y vi a una preciosa chica, tendría mi edad, llevaba el cabello ondulado y una sonrisa divina. Me gustó desde ese primer momento; aunque mis habilidades para el Super Nintendo no eran las mismas para las sociales, mucho menos para intentar conquistar a una chica. Pero las ganas de ir al baño aumentaron, la chica preguntaba por mi vieja, que se hallaba conversando con los familiares, le dije que regresara o dejara un recado. Ella resolvió dejar un recado de parte de su madre.
Me dio pena no darle una mejor impresión porque tenía el rostro aguantando lo que saldría de mí en cuestión de segundos, hubiera querido seguir viéndola a pesar que no sabía qué otra cosa decirle. En ese momento, Nipo me llamó y me dijo: Oye, hemos perdido varias veces con Koopa, esta difícil.
La chica escuchó y esbozó una sonrisa. Fue lindo que lo hiciera, afirmó el hecho que me gustó de inmediato. Tan rápido me gustó que luego le estuve preguntando a mi vieja sobre su nombre, dirección y demás.
Lo siguiente que ocurrió fue que en un intento por entablar conversación y sabiendo que había escuchado las palabras de mi hermano, le pregunté: ¿Te gusta jugar Super Nintendo? Tal vez era una pregunta tonta; pero no se me ocurrió algo más.
Volvió a sonreír para encantarme y dijo, sí. Entonces, yo le respondí, podría ser que alguna vez te invite a jugar, me acabo de comprar un Super. Sonrió y contestó: Puede ser. Enseguida repitió el recado y se marchó.
Para entonces seguía con mi rostro de estar aguantando, no sé cómo pude haberlo hecho durante tanto tiempo (a pesar de haber sido tan solo minutos) y tampoco supe cómo pude hablarle a una chica más allá que un simple saludo.
Cuando se fue me quedé viéndola desde la ventana y al momento que dobló en la esquina las ganas de defecar aumentaron considerablemente y para colmo, Nipo y demás me presionaban para acabar con el juego, resolví regresar y a medio camino, en una cuestión llamada Karma, me hice la caca.
Después de su respectiva ducha y cambio de ropa interior, acordarme de Jeremy y no dejar de reír, volví a mi habitación a terminar el juego.
Tardé bastante tiempo en vencerlo, raro en mi; pero es que tenía en la cabeza la cara de la chica, un posible e imaginario futuro encuentro y el hecho de haberme cagado en los pantalones como un idiota.
Por suerte, vencí a Koopa padre y todos aplaudieron porque por fin pudieron ver al terrible Koopa caer derrotado y la historia muy simpática que le siguió de inmediato. Además, la divertida hilera de personajes con sus respectivos nombres.
Curiosamente, nunca jugué Super Nintendo con dicha chica; pero tuvimos una historia que alguna vez voy a escribir.
Además, nunca le conté esta anécdota a Jeremy porque quise que siempre sea él, el único sujeto en el mundo que se hizo la caca jugando Super Nintendo.
Fin

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