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lunes, 1 de febrero de 2016

Un día muy aburrido

- Conocí a Lili (estoy cambiando el nombre con intención) en una reunión a la que asistí junto a mis amigos y coincidió el hecho de vivir cerca. 
Días posteriores entablamos conversaciones vía MSN y luego acordamos una salida. 
Existió un breve acercamiento entre ambos en dicho encuentro realizado en un parque cercano; aunque no hubo besos ni roces de manos, sabíamos que de alguna manera nos atraíamos. 
Por mi parte, salía de una prolongada relación y por su parte, andaba sola hace bastante tiempo. 
En dicha ocasión la pasamos chévere, charlamos de todo poco conociéndonos más y acordamos, antes de despedirnos, en tener otro encuentro; pero, por azares de la vida, no ocurrió. 
Tiempo después, propuso salir a pasear, quería ir a patinar junto a una amiga y me sugirió que llevara a un amigo. Acepté y acordamos el día y la hora.
Faltando poco para la cita mi amigo me envió un mensaje diciendo que su entonces ex novia lo acababa de visitar de sorpresa. 
Maldije varias veces y se lo hice saber vía mensajes de texto; pero no respondió a ninguno. Luego entendí la situación e intenté recluir a algún otro; pero ninguno se hallaba disponible. Pensé en desistir de la idea y dejar que vayan solas; aunque, a la vez, llevaba tiempo sin verla y seguramente, creía muy dentro de mí, que no le gustaría la idea de cancelar la cita, de repente porque tendría ganas de verme y quizá, de una vez, relacionarse conmigo.
Recuerdo haberlo pensado un par de veces, ¿Voy o no voy? Y de repente, cuando la hora apremiaba, resolví ir al encuentro.
Obviamente se sorprendió negativamente al verme solo, su amiga se encontraba seria y defraudada, tenía ganas de conocer a un galán, no de hacerla de violinista.
Yo también me hallaba desconcertado, no creí que este amigo acabaría volviendo con su ex un día posterior a su frase: ¡No vuelvo con ella jamás! Pero son situaciones que ocurren.
Ambas llevaban patines, por un momento pensé que realizarían ese ejercicio por el parque; pero quisieron asistir a un lugar específicamente para ello, el mismo que quedaba a una hora de distancia en bus desde donde me hallaba y para colmo de males, Lili se encontraba seria y distante de mí; pero junto y naturalmente respaldando a su amiga. En ese momento sabía que no tendría opciones a un acercamiento físico, no habría besos ni abrazos, estaría soñando si imaginaba que en algún momento podríamos darnos un beso. Maldije a mi amigo y a pesar de no estar del todo seguro arribé junto al par de chicas a dicho centro de esparcimiento.
En el bus de ida ellas charlaban entre sí de diferentes temas, de chicos, de cursos, de chismes, de sus amigas, de sus enemigas, entre otras cosas, mientras que yo, que por mala fortuna, no había llevado audífonos, trataba de enfocarme en un objeto para hacer menos tedioso el trayecto. No me dirigían la palabra y cuando lo hicieron dijeron a la par, supongo que como todo buen caballero, vas a pagar los pasajes.
Se me hizo completamente graciosa esa sugerencia; aunque, para impresionar o por buen tipo, sonreí y añadí, obviamente.
No llevaba mucho dinero, juraría que no nos moveríamos tanto; pero, por suerte, algunas monedas tenía y alcanzaría para el viaje y una botella de agua.
Quiero decir que el bus avanzó a velocidad y pude concentrarme en el objeto obviando las estupideces que hablaban sin detenerse; pero no fue así. Fui testigo del chisme a más no poder, de los rajes, de la imaginación de dos chicas que no se callaban nada; además de pagar el pasaje, por poco me hacen comprar helados. Suerte que me hice el distraído cuando una de ellas dijo, me provoca un heladito. 
El viaje de una hora y pico se hizo interminable, no quería pensar que todavía quedaba el regreso y para colmo de males el sol empezaba a salir. Maldecía a mi ausente amigo y a mi odiosa fortuna.
Llegamos a dicho lugar, era enorme y repleto de gente, además el sol se hallaba candente y yo deseaba encontrarme en la playa, descansando y relajado.
Ellas se alistaron y comenzaron a patinar mientras que yo me acomodaba a un lado para, simplemente, dedicarme a observar el ambiente.
En dicho entonces las redes sociales no andaban tan de moda como ahora ni los celulares llevaban tantas aplicaciones. De hecho, tenía uno que únicamente servía para recibir llamadas, enviar mensajes y escuchar música.
Mi onda nunca fueron los deportes extremos, en el lugar se encontraban chicos montando skate, patinando, saltando rampas con bicicletas, entre otros deportes. A mí siempre me gustó el fútbol y nada más que el fútbol por eso no entraba en el lugar; pero ellas se perdían en la multitud, por momentos no las veía y si las hallaba con la mirada no dejaban de reír y sonreír, a diferencia de mí, que estaba completamente serio y totalmente aburrido.
Sorpresivamente, Lili se acercó dejando a su amiga a un lado, en ese momento creí que todo podría mejorar, que de repente se quedaría a mi lado, conversaríamos, diría lo que siente y quizá, nos besaríamos. Podría motivarme y mantener la compostura si aquello sucedía.
¿Qué haces solito? ¿Estás aburrido? Preguntó con aires de inocencia. La respuesta era obvia y sentía que no era su culpa, sino mía por haber aceptado ir.
Todo está bien, le dije con una sonrisa sumamente fingida. Devolvió la sonrisa y se fue junto a su amiga. Volví a sentirme aburrido y además, dejaba de gustarme. Obviamente, me desinteresa alguien que no muestra interés.
Pasó el tiempo y se fue haciendo de noche, por ello, las personas se fueron retirando.
Creí que ellas también lo harían, nos iríamos y podría regresar a casa para echarme sobre la cama luego de darme una ducha y poder relajarme viendo televisión; pero no, no quisieron partir.
Vamos a comer algo, no me caerían mal unas hamburguesas, dijo Lili junto a su amiga. Yo sabía que querrían que pagara porque seguramente pensaba que mis intenciones iban mas allá de un beso; pero para dicho instante ya me había hartado de su presencia y actitud y no quería saber nada.
Yo no tengo hambre, además, estoy cansado, dije con seriedad.
Ellas se miraron y cambiaron de parecer. Pues, entonces, vamos a la casa.
Sentí bastante alivio; aunque, obviamente, el regreso fue lo más tedioso que pudo existir, no solo porque tuve que aguantar su palabrería basada en chisme y raje, sino que estuve parado.
Aguanté dos interminables horas aplastado y parado; pero llegué a casa y lo primero que hice fue ducharme.
Estoy obviando el hecho de haberlas acompañado a su casa, dejado en la puerta y despedido porque me resulta innecesario. A pesar del mal día que pasee debía de comportarme como caballero y dejarlas en casa.
Me decepcioné de Lili por la forma como hablaba de las otras personas y tener ese pésimo día redondeó una pésima jarana.
Días después le conté lo sucedido a mi amigo y este entre risas preguntó, ¿Cómo pudiste aguantar todo eso? Y la verdad es que no pude hallar una respuesta contundente.
No volvimos a vernos; aunque, habremos mantenido más de una charla vía MSN.


Fin

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