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miércoles, 17 de febrero de 2016

El portaretrato (de una mujer sin moral)

- El ruido del timbre me despierta, observo el celular para saber la hora y resuelvo acercarme a la puerta. Por el orificio contemplo a un amigo, a quien le dije que venga después del almuerzo para recoger algunos discos.
Un momento, ya salgo, le digo para que deje de golpear la puerta y vuelvo a la habitación para coger una camiseta. Enseguida, entro al baño para lavarme el rostro y me acerco a la puerta.
Habla, ¿Qué tal? Le digo al tiempo que nos estrechamos la mano. ¿Te quedaste jato, verdad? Pregunta con una sonrisa.
Si pues, terminé de comer y me eché a dormir un rato.
Qué buena vida, eh, dice y empezamos a reír.
Estoy de vacaciones, debo darme la gran vida, respondo y comenta, ¿Tienes los discos? Tengo ganas de ver esas películas.
Espera, voy a sacarlos, comento y regreso a la habitación. Al volver lo veo sentado en el mueble. Aquí están, le digo; pero noto que antes de dirigirme la palabra sujeta un portaretrato.
¿Qué pasó entre ustedes? Pregunta de un modo muy sereno.
¿Qué?, ¿Acaso no lo sabes? Le digo con cierta seriedad.
No, por eso pregunto.
Me engañó con el mejor amigo de mi hermano. ¿Te imaginas eso?
¿Qué?, ¿En serio? No puedo creerlo, dice y se levanta del mueble con rapidez.
Alucina que sí. Hace un par de meses que se acuesta con ese sujeto, no sé qué tipo de relación llevan, tampoco me interesa; pero desde que me engañó vivo solo y tranquilo.
Pero, ¿Tú te sientes bien? Pregunta mientras coge mis hombros.
Admito que sentí bastante decepción; pero luego estuve bien, entendí que esa mujer sin principios ni dignidad no tiene lugar en mi vida, mucho menos en la memoria y tampoco en el corazón. El hecho que me haya decepcionado de tal magnitud hizo que la desprecie, por eso no siento dolor ni pena.
Vaya, amigo, te juro que no salgo del asombro; pero si quieres que te diga algo como amigo, nunca me cayó bien esa chica.
Tenía un aire de sobre protectora y parecía ser muy fingida. Era como si todos sus actos fueran tramados. Siempre me pareció hipócrita. Disculpa que te lo diga ahora; pero es que no pude hacerlo antes, debido a que nos distanciamos y no mantuvimos contacto. Sabes bien que siempre te digo lo que pienso y aunque puede que sea tarde, esa chica nunca estuvo a la altura.
Asiento con la cabeza al tiempo que sujeto el portaretrato que me entrega.
Voy a botar esto a la basura, le comento y el amigo sonríe.
¿Sabes? Todos me dijeron lo mismo al momento que se enteraron de su traición. Entendí que ninguno decía lo que pensaba por miedo a una respuesta mía; pero luego comprendí que tenían razón. Ella fue muy hipócrita y resultó ser una completa arpía. ¿Qué clase de mujer se mete con el mejor amigo de tu hermano? ¡Eso no ocurre ni en telenovelas!
¿Te refieres al gordo que estaba enfermo? ¿Se metió con ese tipo?
Sí, imagina eso.
A la, Dios mío, no puedo creerlo. ¿No se supone que le prestaste dinero cuando no tenía nada? También recuerdo que le dieron hospedaje en tu casa y hasta antibióticos.
¿Ya ves como te pagan las personas? Esa gentuza muerde la mano que les da de comer.
Tienes razón, dice mientras coge los discos.
Yo prefiero no saber absolutamente nada de esos dos costales de basura, le digo con fiereza; pero el adjetivo resulta chistoso, por ello mi amigo ríe y me contagia su risa.
Sigo sin poder creerlo. Lo que uno se pierde cuando se aísla un tiempo; pero, lo importante es que estas tranquilo, bien dices, esos costales de basura solo sirven para ir al basurero. Tú sigue con tu vida y ellos que se jodan en la suya.
Así es amigo, es lo mejor. Yo vivo mi vida trabajando en lo que disfruto, pronto sale mi maestría y estoy ganando bien en el laburo, no me puedo quejar, viví una situación jodida y ahora la vida me sonríe.
Me alegra saber eso, Reinaldo y no pienses en esas sabandijas que muerden la mano que les dio de comer.
Es como te digo, esa chica siempre me pareció una arpía y el gordo ese un tipo conchudo que se aprovecha de los demás; pero al final, seguramente, él que no tiene profesión porque según se salió de cientos de institutos por burro y ella que vive de su papi un abogado de cuarta, van a terminar viviendo bajo un puente.
Me empiezo a reír por su comentario tan malévolo; pero sin dejar de ser cierto.
Es verdad, Eduardo. Me da risa lo que dices porque resulta muy cruel; sin embargo, te doy la razón.
En fin, Reinaldo, dejémonos de cojudeces. ¿No quieres ir a casa a ver estas películas? Preparamos algo de cenar, llamamos a las chicas y hacemos algo bacán.
Ya pues, te cuento que no he visto todas y me anima la idea de conocer gente nueva; pero antes acompáñame a dejar esta mierda en la basura.
Ahora es Eduardo quien comienza a reír y acota, es la fotografía de una mujer hipócrita, alguien sin valor ni principios. No vale la pena tenerla en casa.
Deberíamos quemar el portaretrato, no solo botarlo a la basura, ¿Qué piensas Reinaldo?
Lo veo sonriente a causa de su malévola idea, entonces, contagiado por su maldad, añado: Vamos a quemarlo y luego vemos las películas.
Salimos de casa, llegamos a un lugar descampado, coloco el portaretrato de la mujer sin principios dentro de un barril en donde también añado el resto de sus cosas y le digo a Eduardo que inicie la primera llama; pero dice que lo mejor es que yo lo haga.
Y cuando lo hago me siento liberado, libre de una mujer que me engañó y que hoy vive su propio infierno con un tipo a su nivel de principios y moral.
Al rato, Eduardo y yo comenzamos a ver las películas planeando a la vez un futuro encuentro con un par de chicas en una discoteca de la capital.

Fin

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