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miércoles, 6 de abril de 2016

Luxito

- Era un viernes aparentemente tranquilo, no tenía planes con mis demonios y andaba fumando un cigarrillo mientras chateaba en el MSN.
De repente, Clo vino a buscarme. Salí a recibirlo dejando las conversaciones abiertas, nos saludamos entre sonrisas y lo oí decir: ¿Vamos a una reu?, ¿De quién? Quise saber de inmediato. Es de un amigo de la universidad, un pata chévere y positivo. Me pareció buena su descripción; pero quería saber más acerca de la reunión.
¿Dónde queda? Pregunté al tiempo que me apoyaba en la pared.
En San Borja, llegando al cine Planet, respondió Clo y dio algunas otras referencias.
Vamos pues, dije de inmediato. Desde el primer momento en que dijo para ir a una reu sabía que aceptaría, lo único que deseaba era conocer la ubicación.
¿Le digo a alguien más? Consulté porque de repente podría ser yo el único invitado.
Claro, hay que decirle a Baraka, dijo Clo muy motivado. Rápidamente volví a mi habitación y lo busqué en el MSN. No lo vi en línea; pero aun así le envié un mensaje: Barakita, vamos a una reu, si puedes, llámame.
También vi a Diego y York en línea, justamente me habían escrito, ambos decían lo mismo: ¿Qué hay? ¿Cómo es?
Una reu en San Borja, ¿Vamos? Le dije a cada uno.
Ambos respondieron positivamente asegurando que al cabo de una hora y media estarían en mi casa.
Clo se encontraba en el baño, tardaba mucho en salir, cuando lo hizo no quise saber lo que había hecho; pero aseguró lo siguiente: Nunca más como esas empanadas de la tía veneno. Solté una risotada y le comenté lo ocurrido.
Quise decirle para reencontrarnos en una hora y media como le dije a todos; pero él deseaba empezar la juerga de una vez. Jamás iba a negarme a esa propuesta.
Enseguida, sonó mi celular. Era Baraka quien llamaba.
Hablaba desde un teléfono público, se notaba con facilidad. Por ello, con bastante velocidad le comenté los planes. Aceptó aseverando que llegaría a mi casa en una hora; pero le dije que lo hiciera antes porque Clo y yo empezaríamos a beber unas chelas como previos. No respondió porque se terminó el saldo.
Sin embargo, al cabo de unos treinta minutos, mientras que Clo y yo bebíamos y charlábamos, mi vieja tocó la puerta del cuarto diciendo que Baraka me buscaba. Salí a recibirlo y subimos juntos.
Conversamos sobre lo siguiente que pasaría, la reunión a la que Clo nos había invitado.
Yo tenía conocimiento de algunos detalles, el dueño de la casa era un tal Luxito (el Nick de su MSN era así). Este personaje vivía en San Borja, curiosamente, en un departamento de soltero y según añadió Clo, la llevaba.
Ese último término hizo que a Baraka se le hiciera agua la boca. A mí me motivó desde el momento en que Clo lo mencionó, justamente cuando empezamos a charlar y beber.
Luxito parecía ser un sujeto conocedor de los chamos, Clo contó que solía llevar vaina a todas las fiestas que iba, incluso, cuando se hicieron amigos, allá por el 5to ciclo, más de una vez jalaron juntos en los baños del hueco cerca de la universidad.
Ahora quiso invitar a sus amigos para que conocieran a Luxito, un personaje bondadoso, amante del licor y las drogas, a quien ansiaba conocer. Baraka también lo esperaba, hace mucho que no teníamos una juerga con drogas, la habíamos dejado de lado desde el último incidente; pero sabíamos que esta noche sería nuestro gran retorno.
Las chelas se terminaron con rapidez, una charla amena siempre hace que el tiempo pase a velocidad.
Antes que Diego y York aparecieran decidí bañarme y vestirme, le dije a los muchachos que podrían esperarme en la sala; pero dijeron con humor: Nadie va a ver tu maní. Comencé a reír al tiempo que me desvestía para entrar al baño.
Ellos se quedaron pegados viendo videos en Youtube mientras que yo cantaba en la ducha con total emoción.
Salí con la toalla amarrada a la cintura, Baraka me silbó en señal de broma y Clo empezó a reír.
Al rato escuchamos los silbidos de York, quien junto a Diego se encontraban afuera de mi casa.
Mi vieja los hizo pasar, ingresaron a la habitación y nos saludamos con efusividad.
Clo se encargó de contarles los planes con lujo de detalles. Diego a diferencia de York, no le llamó la atención el que haya mencionado chamos; pero sí que le haya dicho que habrá flacas.
Minutos después, arribamos hacia el departamento del misterioso Luxito.
Compramos los tragos, detuvimos un taxi y nos fuimos.
En el camino comenzamos a hablar de distintos temas, uno de ellos, el partido de la selección que para variar nos daba coraje, también conversamos sobre lo que hacían nuestras respectivas novias, lo que realizamos durante la semana en los diferentes lugares de estudio y de trabajo, entre otros asuntos. Siempre solemos charlar de temas serios cuando estamos sobrios.
Me sorprendió que lleguemos con rapidez, de hecho, al inicio parecía ser largo el trayecto; pero el taxista hizo una maniobra para evitar el típico embotellamiento en la avenida Aviación.
Bajamos del taxi, pagamos y caminamos un par de cuadras hasta llegar a un edificio de pocos departamentos.
Clo tocó el timbre de un número que no recuerdo y al minuto se apareció un sujeto desde el balcón del último piso. No pude verlo claramente por la oscura noche.
Ya Baja, dijo Clo mirándonos a todos y mostrando una sonrisa. El resto empezó a frotarse las manos y a sonarse la nariz. Ese segundo acto fue muy gracioso.
No pasó mucho tiempo para que un sujeto descendiera por las escaleras y se asomara. Era bajo, delgado y con el cabello corto, sonreía amablemente, parecía tranquilo, no podía creer que fuese como Clo lo había descrito. Incluso, su particular voz me hizo creer que era del otro equipo; sin embargo, dejé de pensar tanto y fui a saludarlo.
Luxito parecía ser un parroquiano que recién sale a la cancha. No se veía ameno; pero si sereno, tampoco eufórico, si muy calmado. Curiosamente, al momento de invitarnos a su departamento y vernos subir las escaleras sentí que penetraban sus ojos en nuestros traseros. Fue un pensamiento fugaz, nuevamente creí que era del otro equipo. Sin embargo, era raro que Clo tenga amigos así, no es que sea homofóbico, sino que, simplemente, se me haría extraño. Yo si tenía amigos homosexuales y me resultaba de lo más normal; pero siendo Clo, un ex religioso y moralista, podría llegar a ser muy raro.
Ese pensar desapareció cuando entramos a su sala y vimos la mesa repleta de tragos. Nos sentimos contentos y colocamos los rones para acompañar.
Enseguida nos acomodamos en los muebles, Clo se acercó al equipo de sonido para sintonizar música mientras que Luxito se escabulló en uno de los cuartos. No hicimos mucho caso a su repentina desaparición.
Al retornar le dijo algo a Clo en el oído. Él asintió con la cabeza con una enorme sonrisa y preguntó al grupo: ¿Quién quiere jalar primero? Baraka alzó la mano como un alumno que sabe la pregunta del profesor.
Ven pues, dijo Clo. Baraka se levantó y se acercó, recibió un sorbete y escuchó a Luxito decir, puedes darle como gustes.
No nos habíamos dado cuenta que sobre una mesa de vidrio se hallaba un espejo y en el espejo se encontraban varias líneas de cocaína.
¡Dios mío! Pensé frotándome las manos. Lo propio hicieron York y Baraka, este último muy ansioso por probar la vaina.
Vi como el buen Baraka cogió el sorbete y se agachó, nos dio una mirada tierna y a la vez graciosa, enseguida, eligió una línea e inhaló emulando a Jhonny Deep en Inhala.
¡Delicioso! Dijo al rato con una sonrisa de oreja a oreja. Yo no podía seguir esperando, debía de ser el siguiente; sin embargo, Clo quiso adelantarse excusando que había sido quien nos invitó. Pues, dejé que lo hiciera, mientras tanto bebía el ron.
Baraka se encontraba conforme, se metió dos líneas (una en cada nariz) y Luxito lo miraba extasiado, feliz de haberle regalado a sus nuevos amigos un par de buenas líneas de vaina.
Clo hizo el mismo ritual y obviamente salió satisfecho.
Bebi el ron y me asomé para ser el siguiente en disfrutar de lo que según decían todos, era una buena merca.
Efectivamente, estaba exquisita. Probé un par de veces y quise seguir haciéndolo; pero no tendría gracia. La idea era ir probando de poco, beber, charlar y probar, ese era el asunto.
York fue el último, parece que Luxito ya había consumido en exceso, de repente era el motivo por el cual andaba tan callado. Realmente no era un silencio voluntario, sino uno basado en el exceso de cocaína que como siempre comentan, te pone duro.
Después de York nos acomodamos todos en el mueble, nos servimos los tragos y empezamos a charlar. Diego no quiso consumir asegurando que prefería lo natural, era su pensar.
Las charlas se basan en lo mismo, situaciones deportivas, anécdotas y demás. Mientras hablábamos y bebíamos mirábamos de reojo la mesa de vidrio, queríamos ir, jalar y volver; pero todavía nadie se atrevía. De repente porque no teníamos tanta confianza con Luxito; pero este, quizá, en un acto perspicaz nos dijo de buena manera: Chicos, pueden jalar cuando gusten.
Rápidamente nos acercamos al espejo y uno tras uno fuimos consumiendo la cocaína, incluso Clo no pudo contenerse ante dicha idea.
Llegué a pensar que lo hicimos rápido, que debimos haber esperado un poco más de tiempo; pero es que andábamos meses sin consumir, limpios por dentro y por fuera, que el ver tanta cosa blanca se nos hizo agua la boca, bueno, la nariz.
Retornamos a nuestros sitios mucho más calmados, bebimos a velocidad para pasar la vaina. Estaba rica, definitivamente.
Lo mejor es seguir tomando, hay un montón de ron y otro montón de vaina, dijo Clo. Nadie respondió. Al cabo de un par de minutos, respondí: Si, tienes razón. El resto andaba mudo, a excepción de Diego que se encontraba llamando por teléfono en el balcón. Estaba distinto, como colgado, como no estando en su hábitat natural. Quería mujeres, no había y seguramente las estaba buscando.
Luxito propuso un tema, no sobre fútbol ni anécdotas, sino de extraterrestres. El solo hecho de escuchar el tema me pareció interesante, entonces, le dije: Dale, empieza a contar tu teoría.
Comenzó a hablar con una facilidad asombrosa, dio varias teorías e incluso las fundamentó con mucha solvencia.
Lo escuchábamos atentos por ser el dueño de la casa, por habernos invitado del polvo mágico y porque nos preguntábamos, ¿Ya se le habrá pasado el efecto? Ah, también porque parecía interesante su argumento.
Sorpresivamente, se dirigió a Diego: Oye, tengo un porro, ¿Quieres darle curso? De inmediato se animó, cogió el bate y empezó a fumar.
York quiso darle un par de toques, el resto desistimos.
El siguiente en hablar sobre extraterrestres fue Clo, ya no se me hacia raro que se explayara de temas tabú para los religiosos. Bueno, desde que consume drogas y bebe un montón, cualquier cosa podría esperar.
Acoté un par de experiencias que relataron en un documental de un canal de cable, mientras que Baraka, en un acto de completa parálisis no dijo nada; aunque hizo reír a todos con su actitud.
No pasó mucho para que entendiéramos que Luxito tenía mucho de qué hablar, el siguiente tema sobre religión, no asuntos de índole religioso, sino situaciones curiosas de la religión, como por ejemplo, el mismísimo Satanás y sus jinetes, entre otros asuntos que llamaban con facilidad la atención.
Yo no entendía porque charlábamos de ello, lo pasaba por alto porque era el dueño de la casa quien iniciaba el tema. Le seguíamos la corriente dando nuestros puntos de vista porque deseábamos terminar lo antes posible para volver a drogarnos. Y así fue.
Después de cada tema, debate de comentarios y demás, cada uno inhalaba dos líneas. Llegó un punto en que sentí que el cerro blanco jamás se acabaría, parecía el escritorio de Tony Montana. Pensé también que era probable que el trago se acabara antes que la cocaína.
Lo que no pensé era cuanto tiempo duraríamos haciendo lo mismo teniendo en cuenta que recién era la una y media de la madrugada.
Todavía quedaba mucho por hacer, una gran noche que disfrutar y nosotros empezábamos a sentirnos cada vez más, como decían en ese momento, thrillers.
Se acabaron las dos primeras botellas de ron, no estábamos borrachos debido a la cocaína; pero si andábamos en un vaivén peculiar, por ratos eufóricos y por momentos callados.
Diego había fumado toda la marihuana que recibió, hizo otra llamada y dijo que iría a recoger a un par de chicas. Salió del departamento y nunca volvió.
No nos extrañó que lo hiciera, era habitual que ande caliente, podría irse hasta el mismísimo infierno por coger.
Nosotros continuamos inhalando y bebiendo, he dicho que parecía eternos ambos elementos y es verdad, veía el espejo y seguían allí las líneas, observaba la mesa y notaba tragos intactos.
Luxito resolvió empatarse con nosotros en el sentido de inhalar, al parecer, se le había pasado por completo el efecto. Quise preguntarle, ¿Desde qué hora andas consumiendo? Pero lo dijo sin que lo hiciera.
Imaginen que no duermo hace dos días, desde que mis viejos se fueron de viaje no he dejado de drogarme.
Lo dijo todo con ese comentario.
Pasadas las tres de la madrugada, Baraka recibió una llamada, era su entonces chica, quien preguntaba su ubicación. Él no podía hablar, estaba completamente duro, entonces me pasó el celular; pero yo tampoco quise hablar. Meterse en problemas de pareja es un asunto que nunca me gustó.
Lo que hizo fue colgar el celular, todos pensamos que lo mejor hubiera sido dejarlo sonar y mañana explicar que estaba en vibrador. O levantarse, ir al baño, lavarse la cara y llamarla diciendo que estaba en una reunión de hombres.
Baraka entró en nerviosismo, de repente porque las drogas te ponen así, a la vez, ansioso. Entonces, en un acto de locura, dijo para el grupo: Señores, estoy muy drogado y mi culo me espera en su casa. Me voy a tener sexo.
Todos comenzamos a reír creyendo que se tratase de una broma; pero, efectivamente, abrió la puerta, descendió y se marchó.
No paramos de reír cuando eso sucedió, incluso, Luxito, demostrando sus dotes de humorista lo imitó. Claro que no lo hizo tan bien; pero reímos igual.
Yo no quise beber vodka, preferí seguir en ron. Clo bebió vodka como lo hizo Luxito mientras que York, en lugar de beber algún trago, siguió drogándose.
Lo hizo hasta convertirse en una estatua, nosotros charlábamos y él permanecía quieto. Inmóvil sobre el mueble, mirando la nada, con los ojos bien abiertos y el cigarro consumiéndose en su mano.
Al rato cayó dormido sobre el mueble, Luxito se acercó a ver su pulso, de repente pudo haber ocurrido un caso similar a la anterior vez; pero todo andaba bien, solo había sido una exagerada combinación de licor con drogas.
Qué bueno que no tengamos que llamar a la ambulancia, dijo con Clo recordando el suceso pasado.
Yo empecé a reír, Luxito también; aunque sin entender mucho el chiste.
Enseguida, fue Clo quien se encargó de contarle con lujo de detalles lo ocurrido hace unos meses atrás.
Luxito no se sorprendió; pero si se preocupó, por eso añadió: Hay que tener control con estas cosas.
Todos asentimos con la cabeza dándole la razón.
A eso de las cuatro y media de la madrugada quedábamos vivos Clo, Luxito y yo; pero el término vivo puede ser mejor descrito como muerto viviente.
Los temás de conversación fueron más íntimos, Clo comenzó a contar sobre sus experiencias sexuales, ya no era extraño que lo hiciera. Interrumpí sus aventuras para contarle a Luxito lo ocurrido aquella vez cuando fui junto con Diego a dejarlo en la casa de su chica. No exageré recordando el famoso doble impacto.
Luxito comenzó a reír, no sé si por la historia o por la forma tan elocuente como la conté (me paré e hice gestos para contarla mejor).
El dueño de la casa siguió el tema con el siguiente preámbulo: Como sabrán, soy homosexual, en tanto lo que voy a contar no implica a mujeres. Clo y yo nos quedamos sorprendidos, yo más que él.
Lo imaginaba, pensé en un momento de lucidez. Clo ya lo sabía y no entendí porque no lo había comentado.
No me importaba, como dije, tengo amigos homosexuales y no tengo problemas con ello. El problema era que Luxito no dejaba de mirarme, eso se hacía extraño. Lo empezó a hacer desde que dimos una jalada más.
Cuando jalamos me di cuenta que la cocaína se iba terminando, también los tragos. No estaba seguro de cómo había podido entrar en razón al menos por un instante. Quizá, porque no querría terminar acostándome con el dueño del departamento. Ese pensar me hizo reír.
De repente, Luxito se fue para una habitación y Clo recibió un mensaje de texto a las cinco y media de la madrugada.
¿Quién manda un mensaje a esa hora? Pues, era Luxito quien le escribió lo siguiente: Déjame solo con él.
Clo me hizo leer el mensaje y empezamos a reírnos a carcajadas. Estábamos locos, queríamos seguir tomando y jalando; pero a la vez, sentíamos que ya no dábamos, salvo para reír.
Cuando Luxito volvió intentamos parecer serios. Se sentó al frente del espejo e inhaló una de las últimas líneas.
Sentí que se estaba terminando el polvo mágico, entonces resolví darle por última vez. Acto seguido, Clo hizo lo mismo.
El manto fue cayendo, Luxito, Clo y yo andábamos totalmente drogados; pero el dueño del departamento quería terminar la noche teniendo una buena faena sexual. Por ello y a la vez por fortuna, recibí la llamada de Kerry (Kersy) quien salía de una discoteca cercana. Le dije que viniera y llegó en diez minutos.
Los cuatro tomamos todo el trago restante, para entonces, Clo le había comentado a Luxito por intercambio de mensajes de texto, que Kersy era homosexual y que se encontraba caliente.
Clo y yo pensamos quedarnos un rato más y luego dejar que ambos se envuelvan en un romance debajo del edredón; pero como todavía había trago nos quedamos hasta las nueve de la mañana.
Hubo un momento en el que Luxito y Kersy desaparecieron, creo que Clo y yo cerramos los ojos un instante y al abrirlos dejamos de verlos.
Bebimos un último trago y nos fuimos en un taxi que nos cobró lo que nos quedaba de dinero.
Llegamos a nuestras respectivas casas y no salimos durante media semana.
Fue una tremenda locura, definitivamente.

Fin

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