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martes, 24 de noviembre de 2015

¿Dónde estoy?

- Después de los atentados ocurridos en Maestro Barbieri, Maculy no volvió a ser el mismo, se fue alejando de la gente y cuentan las malas lenguas que lo vieron en discotecas de ambiente.
Por mi parte, seguí asistiendo a reuniones y fiestas, la anécdota se repitió algunas veces; aunque siempre preferí obviarla, no quería saber más sobre ese suceso. Diego lo veía de otro modo, se sentía orgulloso relatando el encuentro con los travestis, no dejaba de contarlo y a causa de ello la mayor parte de nuestros conocidos supo sobre lo ocurrido.
Era un sábado aparentemente tranquilo, no quise salir de casa porque el fútbol me había dejado agotado; sin embargo, Kerry, un amigo que siempre resultó ser un tanto extraño, me invitó unas cervezas, le dije que aceptaba con la condición que fuera en mi casa. Vino y estuvimos tomando un buen tiempo.
De repente, sonó su celular, recibió la llamada y luego comentó acerca de una fiesta, estaba muy emocionado, quería que fuéramos a como dé lugar. Yo me había empilado, lo admito y por eso resolví partir junto a él.
En el camino me fue contando acerca del anfitrión, un tal Ricardo, si bien recuerdo, cuya dirección no tengo mente; pero daba en Miraflores.
Llegamos en cuestión de minutos, en el auto fumamos puchos y bebimos el resto de las latas de cerveza. Además, el taxi sintonizó buenas canciones, de esas que te motivan todavía más.
Me sorprendió para bien que Kerry pagara el taxi. Nos detuvimos en la puerta y vi a mi amigo realizar una llamada. Al rato abrieron la puerta, lo hizo una mujer bien parecida, lucia vestido veraniego y zapatos de tacón, se veía linda.
Saludó amablemente con besito en la mejilla y se presentó de la siguiente manera: Hola, soy Jazmín. Yo soy Kerry, amigo de Ricardo, de la universidad y este es mi compadre, amigo del barrio.
Un gusto muchachos, pasen por favor, adentro esta la juerga. Esa frase nos empiló e ingresamos como Juan en su casa.
Al cerrar la puerta no noté que la chica no entró.
Tuve una impresión negativa al ver una gran cantidad de muchachos y minúsculo número de mujeres. Sin embargo, el trago en la mesa era abismal, por ello, no quise quejarme. Podría beber y beber cuanto quiera, terminar borracho, realizar algunas estupideces y ser feliz.
¿Qué estamos esperando? ¡A beber! Le dije a Kerry, quien muy alegre respondió, ¡Vamos por unos tragos!
Nos acercamos a la mesa y fue complicadamente hermoso decidir con que licor iniciar.
Yo elegí el ron mientras que él lo hizo con vodka. Raro, no conozco a ningún hombre que beba vodka.
Quise no inmiscuirme tanto y disfrutar del trago. Con el vaso en mano y el pucho en los labios estuve moviendo el cuerpo al ritmo de la música.
Junto a Kerry empezamos a charlar sobre la fiesta cuando de pronto, se apareció un tipo bien afeitado, lo supe por el brillo en su rostro, vestido de un modo sofisticado; aunque esos pantalones rosados no me pondría jamás. La chaqueta si estuvo bonita. Zapatos de gamuza y una boina. En fin, el resultado era que el sujeto vestía bien, parecía tener dinero y superar los 35 años.
Este señor a quien menciono apareció y saludó efusivamente a Kerry, digo efusivamente por el interminable abrazo que se dieron, como si en años no se hubieran visto. Le clavó un beso en la mejilla y noté su acento argentino al escucharlo decir, a los tiempos, mi hermano, vos sos grande, querido. Lo cogió de las mejillas y le plantó otro beso. Yo estaba sorprendido; aunque estoy seguro que algunas culturas son así. Sin embargo, no me gustaría que me bese un hombre.
En ese momento, luego de tanto cariño amical, me presentó con Ricardo, el alma de la casa, el anfitrión y dueño de todo lo que estaba viendo alrededor.
Nos estrechamos la mano y lo oí decir, el amigo de Kerry es mi amigo, siéntete como en casa. Con esa frase me cayó genial.
Por tal razón volví a servirme otro trago mientras los camaradas charlaban.
Tengo la mala costumbre de beber sin límites, cuando empiezo no me detengo hasta el amanecer, por ello, no paré de beber y mientras lo hacía, obviamente, conversaba, reía y hasta danzaba.
La estaba pasando bacán hasta que sucedió lo sorprendente.
Se apagaron las luces repentinamente encendiéndose únicamente una luz circular que enfocaba un espacio de la casa, exactamente ubicado en un balcón. Todos miraron ese lugar y vieron aparecer a alguien completamente cubierto con una manta, mismo boxeador antes de luchar.
Cogió un micrófono y sentenció con alegría: ¡Que empiece la verdadera fiesta!
No me di cuenta que Kerry ya no estaba a mi lado, anduve viendo al tipo de arriba olvidando de quienes se encontraban a mi alrededor y sin percatarme que las pocas mujeres desaparecieron.
¿Qué está pasando? Pregunté y nadie respondió. Todos callaron de repente y la luz se apagó. Enseguida, se prendieron todas las luces y pude ver claramente como todos vestían de mujer.
¿Qué rayos está sucediendo? Kerry, ¿Dónde carajos estas? Fueron las primeras preguntas. Los chicos que ahora andaban pintados y vestidos de dama danzaban de un modo muy singular, no daba risa, la sensación era escalofriante, recordé los sucesos anteriores y quise escapar; pero una mano me detuvo.
Tranquilo es parte del show, dijo Ricardo, que ya no vestía como galán, sino como una fémina.
¡Suéltame, carajo! ¿Dónde está Kerry? Dije en un arrebato. ¿Qué? ¿No lo ves? Dijo señalando un lugar.
Lo vi bailando con un tipo que llevaba traje de dama, ambos lo hacían de un modo, según ellos, sensual y por más que quise no darme cuenta o hacerme el ciego, se besaron.
Fue la gota que derramó el vaso. Inmediatamente se me fue la borrachera y decidí escapar.
Abriendo paso por los tipos con ropa de mujer logré encontrar la puerta; pero estaba con seguro. Dije una maldición y de repente recordé a la chica; aunque era imposible notar su presencia.
Ella sabía de esto, pensé y en ese momento alguien tocó mi hombro.
Volteé y observé al tipo con capucha. ¿Qué pasa? Pregunté. Se sacó el disfraz y reconocí a Maculy, quien enseguida me mostró la llave, pude robársela y zafar a velocidad.
Camino a casa estuve pensando en la locura en la que me vi envuelto reconociendo que definitivamente uno no llega a conocer a las personas y tampoco saber sus malditas aficiones.

Fin

Nota: "Maestro Barbieri" se encuentra en el mes de Septiembre. 







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