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viernes, 20 de noviembre de 2015

¿Cuándo decidiste escribir?

- Siempre me ha gustado escribir, es algo que repito cuando preguntan, ¿Desde cuándo escribes? Aunque la verdadera pregunta debería ser, ¿Cuándo decidiste escribir? Entonces, yo diría, todo empezó de la siguiente manera:
Incursioné en el Diseño de moda por el único hecho que me gusta vestir bien y tengo, según dicen, bastante imaginación. Además, resultaba una carrera llamativa. Por ello, me escribí en un instituto, el más caro y prestigioso de Lima, ¿Las razones? Mis padres siempre quisieron que estudiara en un lugar de calidad y prestigio. 
Pues, el primer día llegué tarde. Curiosamente, al entrar al salón noté la grandiosa particularidad; repito, grandioso hecho, que todas eran mujeres. Me sentía nervioso, debía de estar emocionado y contento; pero no dejaba transpirar, más porque no dejaban de mirarme, de repente no tanto por el aspecto físico, bueno sí y no porque sea buen mozo, sino porque era extraño ver a un hombre entre tanta fémina. Claro está que con el pasar de las horas fui entrando en confianza, es que las chicas suelen ser muy sociables y les gustaba hablarme. Entonces, por más tímido que ande, tampoco iba a quedarme callado largo tiempo, debía de responder preguntas y contar algo de mí.
Esa primera clase si bien recuerdo fue Arte I y lo que debía hacer era dibujar. Claro, suena sencillo; pero yo no sé dibujar, o sea, realmente no sé y nunca voy a aprender a dibujar porque desde tiempos ancestrales dibujo terrible.
Me di cuenta que el resto de personas dibujaba con facilidad y lo que era ante mis ojos una obra de arte para la profesora resultaba el inicio de un largo camino para poder mejorar. O sea, ¿Mejorar? Si ya dibujan bacán, pensaba escondiendo mis dibujos para que no pudiera verlos.
Aparte de la mala primera impresión que tuve con aquella clase, me gustó, lógicamente, el placer de andar rodeado de bellas mujeres. Realmente muy hermosas y sobre todo con estilo al vestir.
Creo que eso me motivó para seguir con la siguiente clase que se trataba de patronaje. Fue la primera y última vez que asistí a esa clase.
Después, ante mi sorpresa, tocó una clase de matemática. Dije una maldición al inicio; pero luego entendí que era ligera. Sin embargo, no dejaban de ser esos endemoniados números que tanto me fastidian.
Pude sobrellevar la clase, una chica me explicó los ejercicios, alguien con quien luego tendría una historia (Curiosamente, no dentro del instituto).
Bueno, para terminar la clase llevé un curso de diseño de colores, el cual, admito, me pareció estupendo porque siempre me gustó combinar colores. Era un curso relajante, tenías que pintar prendas, no dibujarlas, ya eran bocetos que te daban.
Terminado el primer día de clase llegué a casa agotado, ese asunto de levantarse temprano era tedioso e imaginar que tendría que hacerlo más temprano aún, resultaba alarmante; pero quería seguir, más que todo, por las bellas muchachas.
Recalco que las chicas eran divinas, era como andar en el paraíso, siendo el único hombre de la clase y que todas quieran tu atención, no porque seas guapo o de repente para algunas, sí. Pues, la cuestión era que las atraías y esa timidez de principio poco a poco iba disminuyendo, irónicamente, también iba careciendo mi conocimiento para el diseño de moda.
Pasó el tiempo y llegaron los primeros exámenes, yo andaba recontra perdido porque paraba enfocado en las chicas, en salir los fines de semana con ellas, en conocerlas más y en darme cuenta con quien podría empezar una relación. Claro, ¡Estaba completamente equivocado! No debería andar pensando en mujeres, sino en estudiar; pero mientras iba yendo a clases me daba cuenta que no era lo mío y esa idea era oculta por el hecho de asistir para ver a guapas muchachas.
En los parciales y finales fui un cero a la izquierda, desaprobé todo. No solo era mi falta de interés por las clases y el mismo que se trasladó hacia las chicas, sino que falté a clases importantes por tener momentos en los que me sentía desubicado.
Lo que hacía era salir de casa e ir al instituto, por momentos quedarme dentro conversando con alguien y luego salir a caminar sin rumbo, pensando en qué diablos andaba haciendo en un lugar donde no me sentía conforme, aparte de las chicas, claro está.
Con el pasar de las semanas esa idea fue tornándose sólida y dejaron de interesarme las salidas con las compañeras, incluso, dejé de lado una relación con una muchacha porque no podía seguir en el lugar donde andaba, no me entendió, de repente, ni yo me entendía. Solo quería zafar, dejar de estar donde no me gustaba, es que realmente, yo no cabía en ese lugar, el diseño de moda no era lo mío, no me agradaba coser, ni confeccionar, tampoco dibujar; aunque algo el hecho de pintar; pero el resto no funcionaba con mi personalidad.
Al final del semestre me fui; aunque en casa nadie lo supo hasta que tuvieron que enterarse de un modo muy particular.
Mi viejo fue al instituto a ver las malditas notas, se dio cuenta de todos los ceros y las constantes ausencias y demás chismes, que andaba saliendo con tal chica, que faltaba a clases y me veían fumando cigarrillos en la esquina, etc.
Molesto me encaró; pero llegamos a charlar llegando a la conclusión que lo mejor, obviamente, sería dejarlo y analizar bien mi posición para con una nueva carrera, la cual, lógicamente, debía de ser afines con mi personalidad.
No sé si fue una decisión estúpida; pero lo siguiente que ocurrió, tiempo más tarde, fue que volví a incursionar en la moda.
Esta vez lo hice en un instituto pequeño, no tan prestigioso ni caro como el anterior, sino algo más ligero, era más que todo un taller ubicado por Corpac. Me motivó que fuera por ese lugar y no voy a dar detalles del porqué.
Una señora muy; pero muy amable me atendió y se volvió mi profesora, recuerdo que estaba embarazada (mas no su nombre) e hicimos algunas prendas, algo que no había logrado en el anterior centro; pero tan solo duré tres meses. La razón fue que la señora se tuvo que marchar debido al nacimiento de su hijo siendo reemplazada por una vieja amargada que no entusiasmada en nada; aunque, a decir verdad, son excusas.
Yo lo hacía porque no sabía adónde ir y la razón por la cual quise intentarlo de nuevo era porque quería que me gustara; pero entendí que realmente no era lo mío.
Tuve que resolver unos asuntos en tierras lejanas y al volver a Lima me matriculé en el Británico.
Recuerdo que el primer día fui luciendo un sombrero negro que en ese entonces daba una impresión peculiar robando miradas. En el salón éramos siete u ocho e hice un amigo. Además, una ex (bueno, estuvimos un mes) estudiaba en el aula contigua y algunas veces intercambiamos saludo.
No me acuerdo del nombre de este compañero; pero si recuerdo que conversábamos en la salida al tiempo que fumábamos cigarrillos.
Sorprendentemente aprobé ese primer ciclo o módulo (no recuerdo como le dicen) y también el siguiente; pero el tercero me perdí, más que todo por el asunto de andar divagando en unos temas personales, específicamente amores, que hicieron que me pierda. Por ello, no pude alcanzar el puntaje y desaprobé. Pude haber intentado de nuevo; pero no quise. Entonces, nuevamente me vi envuelto en una linda y loca situación amorosa que me hizo trasladar a otra ciudad por un largo periodo.
Al volver estaba completamente seguro que lo mejor sería estudiar en una universidad, mi viejo dijo que debería postular a Administración para crear una empresa y desarrollarme como empresario, la idea resultaba exquisita por el dinero que se gana; aunque los benditos números siempre tendrían que andar presentes y no solo era cuestión de caernos mal, era que simplemente no podía lidiar con ellos. Los detestaba y por más que quería entablar una armonía, no podía, no me daba la cabeza para tantos números; pero, a pesar de ese sentir, postulé a la Ricardo Palma.
Obviamente el resultado fue el más esperado. Por ello, resolví entrar a una academia, entonces podría aprender más y de repente, lograr lidiar con números.
En la academia todos eran unos malditos genios, yo el tipo que paraba con chicas y no sabía absolutamente nada acerca de matemática, física, química, trigonometría, aritmética y demás.
Curiosamente, ellos me pedían que les presente a las chicas y yo que me enseñan a resolver ejercicios.
Estuve tres meses en la academia, no recuerdo bien; pero fue una experiencia muy divertida, sobre todo porque eran personas amables y las chicas bien carismáticas. El tipo que solía ser el encargado del aula era alguien muy chistoso y a la vez idiota, siempre le tomaban el pelo.
Debo admitir que los profesores eran muy buenos, la enseñanza era estupenda; aunque yo no haya entendido nada, de repente porque me pierdo con los malditos números o quizá, porque simplemente no me entran en la cabeza. No obstante, el resto comprendía a la perfección y pues, luego explicaban. Claro está que tampoco entendía.
Lo que hacíamos después era jugar pelota teniendo a las chicas alentando, siempre fue la parte divertida de ir a la academia.
Más adelante, luego de un lapsus por volver a aventurarme a un viaje, me escribí en la Pre de la Universidad de Lima iniciando una nueva travesía.
El lugar era espectacular, la gente genial y las aulas de primera; pero nuevamente las tediosas matemáticas hacían su aparición. Resulta que debía de aprobar las dos materias: Lenguaje y Matemática. Lenguaje era recontra sencillo, aprobé todo con facilidad y empezó a gustarme porque sentí que tenía intuición para algunos ejercicios. Además, me agradaba porque aprendía a escribir mucho mejor cuando intentaba trasladar vivencias al papel.
Por otro lado, matemática consistía en Aritmética, Algebra, Trigonometría y la despreciable Geometría. Definitivamente seres muy complicados; pero debía de lidiar con ellos, ya que prácticamente tenía el 50% aprobado.
Por más que tuve un profesor personal no lograba entender la maldita Geometría, el resto, asombrosamente, me resultaba por momentos sencillo (debido a que no era tan monstruoso como los de la academia) por ello logré aprobar algunos exámenes y llegué a sentirme muy contento.
Sin embargo, en los exámenes finales aflojé y literalmente fui arrasado con esos temas, más que todo por Geometría.
Algunas anécdota en la pre fue que conocí a algunas personas geniales, más que todo mujeres, claro está, con quienes me vi envuelto en algunas situaciones amorosas que en estos momentos no pienso relatar porque es un texto exclusivo para situaciones académicas.
También puedo decir que tuve algunos momentos geniales jugando pelota con los muchachos del salón, con quienes saliendo nos íbamos a una canchita y armábamos tres equipos. Nadie pensó que yo podría jugar tan bien, dejé en ridículo y asombrados a varios con mis jugadas y goles, al punto que al siguiente encuentro fui de los que eligieron a los jugadores.
Lamentablemente todo quedó en eso, en momentos amorosos y tiempo jugando pelota, no alcancé la nota para ingresar y nuevamente me sentí perdido.
Esta vez resolví no involucrarme en ningún centro de estudios, entonces me dediqué a escribir como lo iba haciendo, historias que se basaban en situaciones reales que vivía junto a mis amigos, mayormente, los fines de semana y las enviaba a sus respectivos correos. Eran relatos cómicos que poco a poco iban siendo conocidos, al punto que más personas (aparte del grupo) quisieron leerlas, por ello, me enviaron sus correos para que les mandara los cuentos.
Para ese entonces andaba en un amorío con una nueva muchacha, a ella le gustaba que yo escriba esa historias, le parecían graciosas y algo exageradas (por el tema que describía momentos en exceso de licor, drogas y demás) pero siempre le hacía entender que era parte de la ficción (Pues, realmente no lo era tanto).
Con ese asunto de enviar historias vía correo electrónico anduve largo tiempo, cada vez escribiendo mejores historias, más consolidadas, con argumento sólido y personajes que se repetían con diferente características y hasta evolucionando con el pasar de los eventos.
Antes de entrar a IPAE a estudiar Administración (nuevamente lo mismo; aunque esta vez no tendría que postular y eso facilitó el interés) me creé un Blog en donde comencé a publicar las historias; aunque esta vez mucho mejor estructuradas y corregidas.
Tuve dos etapas en IPAE, la primera estudiando Administración que duró alrededor de cuatro o seis meses, en donde anduve repleto de buenos cursos, entre ellos, Marketing (de mis favoritos) dándome cuenta que me gustaba bastante, aparte también me atrajo la idea de terminar la carrera y salir con un proyecto de empresa en mano, adjuntado al título. Todo iba a bien hasta que conocí a Costos Operativos y la despreciable y dueña de todos mis males, Estadística. Entonces volvieron mis traumas (no exagero) y me vi envuelto en la misma jodida situación, intentando lidiar con esos benditos ejercicios que por ratos entendía y luego se me iba, que trataba de repasar y no entraban en la cabeza; sin embargo, logré aprobar los primeros exámenes; pero luego me fui al diablo porque el tema se volvió complejo y el cerebro no me dio.
Tras esos primeros seis meses llegué a la conclusión que lo mejor sería cambiarme de carrera y estudiar Marketing, pues, lo hice al año siguiente, para entonces el Blog superaba las 30 mil visitas.
Los lectores aumentaban y yo subía historias cada cierto tiempo, ya no las enviaba por correo y tampoco eran todas de comedia, empecé a escribir de todo un poco, incursionaba en nuevos temas y contaba vivencias propias, más que todo en el sentido amoroso.
Terminé con esta mujer por motivos que no diré y de repente sentí que podía utilizar esa pena para poder escribir y seguí escribiendo, ahora sobre situaciones nostálgicas y también sobre amores pasados, temas reflexivos y demás, el Blog comenzó a avanzar a pasos agigantados y por otro lado, empecé a estudiar Marketing con el pie derecho, era una carrera que me encantaba y los cursos se hicieron sencillos.
Duré casi dos años, tuve un sinfín de experiencias. Además, mi mejor amiga se inscribió y estuvo en mi salón, hicimos grupo para los trabajos, compartimos el tiempo en el break y pasamos grandes ratos juntos.
Mientras tanto el Blog que superaba las 100 mil visitas iba siendo poco a poco dejado de lado para incursionar, por primera vez, en una obra, es decir; todas las historias del Blog iban a caer en un libro, corregidas y mejor estructuradas. Fruto de ello nació “Mis demonios y yo” y pude sentir que un sueño se hizo realidad.
Fue una autopublicación de cien ejemplares los cuales vendí a lectores y regalé a mis amigos.
Todavía conservo un par de libros y uno en especial con la firma de todos los personajes.
Bueno, en IPAE la situación empeoró porque los cursos fueron siendo complicados y a veces no me daba la gana de asistir, aparte, mi mejor amiga se había retirado porque comenzó a trabajar y postergó su regreso. Yo estaba consciente que debía de terminar la carrera; pero a la vez quería seguir avanzando con otro libro que iba preparando, una novela que comencé a escribir inmediatamente después de publicar dicha obra.
Decidí retirarme de IPAE para enfocarme plenamente en el nuevo libro, en casa lo vieron mal; pero luego entendieron.
Dejé de lado la novela que iba escribiendo y justamente comencé a salir con una nueva muchacha, entonces, me sentí inspirado para escribir nuevas historias amorosas y lo hice en catorce meses.
Una noche, terminado el libro, con las historias y reflexiones que iba a colocar llegué a la siguiente pregunta, ¿Qué titulo le pongo? Y en ese momento, frente al televisor, me di cuenta que lo único que necesito para escribir es una noche, una musa y el teclado, por ello, resolví colocar el título: “Una noche, una musa y un teclado”.
Con la ayuda de esta chica logré encontrar una editorial y publicar el libro olvidándome por completo de mi vuelta a IPAE.
Ya no quería volver, quería seguir trabajando en la escritura, en libros, haciendo lo que tanto disfruto.
Este libro superó las 1,500 ventas, estuve en la feria del libro Ricardo Palma, maravillosamente, en Larcomar (mi lugar favorito) y pude estar en librerías y demás.
Me dio un lugar en el mundo de la escritura, por primera vez en mi vida tuve una fuerte motivación para seguir adelante, me vi envuelto en situaciones fantásticas que únicamente había visto en sueños o alucinaciones. Era feliz con mi libro a la mano, viendo como la gente lo compraba, leía y les gustaba para luego recomendar.
Mis sueños se habían hecho realidad y yo era un verdadero escritor, lo que tanto ansiaba desde niño; pero no sabía cómo desarrollar.
Para mejorar la escritura comencé a leer y leer, desayuné, almorcé y cené libros. Me escribí en talleres de narrativa, crónica, redacción, gramática, etc. Aún sigo inscribo en varios talleres, mi plan es seguir mejorando la escritura.
¿Y saben qué era lo maravilloso? Que disfrutaba tanto de lidiar con esos temas, asuntos como la redacción y la narrativa me fascinaban porque me daba cuenta que servían para desarrollar mejores cuentos y ello entusiasmaba al punto que luego de cada clase iba a casa a escribir y plasmar lo aprendido. Era extraordinario.
Y desde entonces asisto a talleres y demás. También me han invitado a dar algunas charlas, voy a eventos a promocionar mi libro y las ventas aumentan con intensidad. Cada vez tengo más lectores, cada vez mejoro al escribir y tengo una gama muy amplia de temas, ya no estoy tan enfocado en el amor y las situaciones reales, ahora trato de usar la imaginación, diversificar los temas y demás.
Pasaron los años, me desligué de esa relación justo cuando tenía planeado lanzar otro libro, este que ahora estoy a punto de terminar, es mi primera novela y titula “La última tarde”.
Debido al buen tiempo que tengo libre comencé a leer y releer el nuevo libro para presentar a alguna prestigiosa editorial un manuscrito importante que pueda ser publicado.
Ahora tengo ansias de llegar lejos, ya no deseo enviar mis libros al extranjero como tanto tiempo lo he estado haciendo, ahora quiero estar en muchos países, en librerías de distintas ciudades, que se traduzca en varios idiomas y estar en la mesa de noche de miles de personas.
Tengo una nueva motivación, ando de maravilla trabajando en lo que amo, estoy en las últimas correcciones del nuevo libro y lo que espero con ansiedad es llegar muy lejos.
Esta es mi historia de cómo todo empezó, de estar en lugares errados a llegar a consolidarme en quien soy ahora.
¿Te cuento un secreto? Voy a estudiar Literatura, es lo mío, definitivamente y entonces voy a mejorar la escritura y convertirme en quien tanto anhelo ser, un gran escritor.

Fin


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