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lunes, 2 de octubre de 2017

Cosas de celosas

- Basado en hechos reales (Aunque cueste creerlo).
'Ella dice día, yo noche y empieza a pelear porque no dije día'
En lo personal, me cuesta entender la tendencia de algunas personas por querer armar un lío por todo.
Ricardo se levanta temprano a realizar sus actividades laborales, en un tiempo libre le escribe a su novia: ‘Buen día, preciosa, ¿Cómo te encuentras hoy?’ Ella responde con apatía: Bien.
Ricardo recuerda haber tenido una amena charla con su chica durante la noche, desconoce las razones de su actual actitud, entonces, pregunta con calma: ¿Todo bien, mi cielo?
Si, ¿por? Dice ella. Él añade, pues, porque te noto un poco seria.
¿Me puedes decir quién te manda esas imágenes de buenas noches con tontos osos de peluche y estrellas?
Él se percata que ha visto su celular, el cual, no tiene contraseña porque confía en que no van a cogerlo debido a un asunto de confianza; pero obvia decirlo para no incrementar el problema, entonces, aclara: Pues, una conocida, cualquiera puede enviar imágenes de esa índole saludando por el día, no le veo nada de malo, preciosa.
Marta responde: ¡Me molesta que te envíen esas imágenes! Añade emoticonos de rostro furioso.
Ricardo se percata que sus celos, que antes eran tiernos e inofensivos, empiezan a volverse enfermizos, lo cual le produce estrés, ya que han tenido la misma charla durante los últimos doce meses de relación y ella sigue sin entender que son únicamente inofensivas y hasta estúpidas maneras de desearle buen día a alguien (no quiere decir que quien te envía eso quiera tener una noche de pasión contigo, solo está siendo amable).
¿Cómo son los celos, verdad? Se pregunta este narrador para su público lector.
Marta manda un audio en el que dice: ¡Me jode que las mujeres te manden esas cosas! ¿Puedes evitarlo?
Ricardo, ya no tan tranquilo, le dice: Amor, pues, no puedo evitar que la gente quiera ser amable conmigo y me desee un buen día, ¿o acaso esperas que me digan, te odio?
Marta se defiende en base a argumentos un tanto extraños: Seguro quieren estar contigo, seguro te mandan eso para engatusarte, hacerte sentir especial y luego querer quitarme a mi novio.
Tú lo has dicho, dice Ricardo (aguantando la risa porque el comentario resulta irracional). Yo soy tu novio, enfatiza. Es decir; estoy contigo y con nadie más y no veo a otra persona. ¿Puedes entenderlo? Son simples y tontas imágenes divertidas que elimino cuando se me llena el almacenamiento.
Ella, en un arranco netamente absurdo, -que yo, como narrador, no he logrado entender jamás- le dice: ¿Sabes? ¡Vete al diablo! ¡Quédate con esas chicas!
Aquí hago una pausa para decir que esta breve historia es un caso real; aunque suene completamente sacado de la dimensión desconocida, esto es cierto, le ocurrió a un amigo de un amigo, allá por el año 1970, compartimos cuarto en la universidad.
Y realizo otra acotación: ¿Por qué es tan fácil olvidar lo bonito por lo tonto? Esta es una pregunta para todos.
Ricardo, que había empezado su jornada laboral con una sonrisa, que le acababa de enviar un mensaje lindo a su chica y que, incluso, tuvo una charla amena la noche anterior con Marta, a quien le dijo muchas palabras lindas, adhiriendo sueños y demás que podrían realizar, se ve envuelto, de nuevo, en el dilema de la historia de su vida en los dichos doce meses relación, entonces, ya fatigado de tanto drama celoso, ya hostigado de tanto estrés; pero sin demostrarlo esta vez, porque, simplemente actúa como un ‘bueno pues, ya estuvo’ y se mantiene callado, sin ganas de pelear o confrontar, sencillamente como un tipo que entiende la situación y sabe la resolución.
Se sienta en la silla de su escritorio, bebe una copa de escoses y piensa como terminar la relación porque a pesar que pueda amarla con frenesí, también se ama y busca su paz.

Fin

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