Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 21 de octubre de 2017

Hoy por la mañana

- Lo primero que me ocurre al salir de mi casa apresurado es encontrarme con una pareja de ancianos muy bien vestidos que sabiendo que estoy con la hora me comenta, el señor de gruesos lentes, que lea un panfleto. Añade, habla de la palabra de Dios.
Recibo con amabilidad y pienso en la pereza de levantarse temprano únicamente para caminar e intentar charlar con desconocidos sobre creencias legibles ante su comunidad.
Cuestión de cada quien, pienso.
Respeto todas las religiones y vacilones, no me meto con pasiones y tampoco me introduzco en vicios personales; hace mucho, cuando empecé a publicar, mi editor y amigo me dijo: ‘Nunca hables de religión ni de política, la gente es demasiado fanática y es mejor ser diplomático’.
Yo no creo en Dios, no por circunstancias trágicas de mi pasado ni por alguna otra situación desastrosa, únicamente porque mis creencias han variado con el paso de los años. Por decirlo de un modo simple y sencillo para no hondar en la intimidad de este escritor -esa misma intimidad que únicamente cuento cuando llegamos a un punto en la relación amorosa en la que estamos tan compenetrados que siento que puedo acercarte más a mí en el sentido del alma. Suele pasar cuando creo que será por siempre-. Diré, respecto a lo propuesto, que además de mi investigación actual para mi próxima novela, la cual no he tenido el dichoso tiempo de avanzar como debería o quisiera por temas extra literarios; pero a la vez indispensables (la universidad, el trabajo y esas cuestiones, incluyendo amores vagos) pienso y creo en teorías distintas, tales como extraterrestres o dioses en cada planeta, creer en un solo Dios para el infinito universo me limita por completo. Tras leer manifiestos de Darwin, Hawking y demás he llegado a muchas conclusiones que prefiero reservar para no impactar con vuestras creencias, que, digo de vuelta, respeto.
En tanto, volviendo a ese asunto de los ancianos, ya mientras caminaba rumbo al paradero recordé una anécdota, no estoy seguro si muchos han leído mi segundo libro ‘Una noche, una musa y un teclado’, pues allí comparto una vivencia con una chica llamada Dulce María, mexicana, de hecho, que conocí en Larcomar allá por el año 2002, exacta y curiosamente ‘El día de los enamorados’ y tuvimos un divertido, loco y bonito romance de dos meses si bien recuerdo. Con el tiempo no me daría cuenta que conocería miles y miles de simpáticos mexicanos a quienes adoro con todo mi ser. Lo que conecta a esta chica con los religiosos es que ella tenía un libro, el mismo donde anotó su número de celular, ese libro trataba sobre una religión hindú y como su amigo el escritor disfruta involucrarse en un sinfín de situaciones con el propósito de recolectar historias, ¿saben que hizo? Tras leer el libro fue junto a Dulce María fue a uno de esos cultos a los dioses hindús, en donde le hablaron sobre Mahatma Gandhi y los demás dioses de llamativas formas y poderes extraordinarios. Todo esto fue puesto de distinta perspectiva cuando empecé a ver, años más adelante, una de mis series favoritas ‘Alienígenas ancestrales’ en donde el griego desquiciado daba sus conjeturas muy interesantes hacia todo ello. Una serie recomendada a los amantes de la teoría de los antiguos astronautas. Todo tenía cierto sentido.
No he terminado de leer la biblia, a diferencia de muchos, no me da paz; pero sí intriga. Es muy curioso que muchas teorías mitológicas sean semejantes en señal al génesis, porque tras leer una enorme cantidad de artículos de diferentes mitologías me di cuenta que es el mismo enfoque con distintos personajes.
Lejos de eso, volviendo a las peripecias religiosas, salía con una chica que iba a una religión que no voy a mencionar por respeto, fui a una de sus charlas porque me pareció llamativo y porque a ella le agradaba compartirlo conmigo y soy tan buen novio que voy adonde me inviten. Entonces, me aburrí por completo. Además, que dijeran que hacer el amor todos los días y beber café es negativo hizo que sintiera ganas de largarme del lugar; pero soy respetuoso, por eso, lo hice al acabar y no volví.
La chica entendió, me fascina eso de la gente linda, respetan y entienden las razones de uno.
Ya a medio camino de mi trayecto, antes de pensar en lo que iba a decirle a mis compañeros del grupo de estudio por llegar tarde, recordé otra experiencia, esta es muy divertida y espero no herir susceptibilidades. Hace muchos años fui a una comunión de jóvenes cristianos invitado por un amigo, estábamos una camada de tipos sumamente locos y chistosos, nos ponían nerviosos las chicas bonitas y por razones que desconozco también la seriedad de los tipos de traje, éramos unos adolescentes que reían por todo -creo que ese amigo que nos invitó se debe estar arrepintiendo- pues, al momento de repartir un pastel, no sé porque, comenzamos a lanzar dichas tajadas de pastel como si se tratase de un comedor de escuela secundaria. ¡Estábamos jodidamente locos! Y pues, como resultado, una señora recontra vieja y con un carácter del demonio nos invitó a salir.
Nunca volvimos a ese lugar. Creo que nos condenaron a cien años en el purgatorio o una cuestión similar.
Yo no soy religioso; pero me sirvo para ayudar a los animales, hago mi parte por ver el mundo mejor y trato bien a todo el mundo. Pienso que no todos son iguales; pero una vez, una vecina que decía amar al prójimo, cogió mi pelota y la reventó.
En fin, para terminar cito al gran Borges, quien dijo una vez: Un buen escritor debe ser un buen teólogo.
Y yo, estoy dispuesto a aprender de todo.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario