Mi nuevo libro

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viernes, 27 de octubre de 2017

Amanda (Primera parte)

- "Cuídate de quienes escriben, pues tienen el poder de enamorarte con sus palabras"
Me llamaron de un celular desconocido y contesté con naturalidad. Una voz de mujer con acento español me dijo: Buenos días, me llamo Amanda ¿Dónde puedo conseguir tu libro?
Le dije, conmigo. ¿Cuándo puedes para encontrarnos?
Respondió: Hoy, ¿Qué dices? En dos horas, en el Ovalo Gutiérrez.
Claro, ahí nos vemos. Pero, ¿me reconocerás, verdad?
Sí, he visto tu Facebook.
Genial, ¿Cómo te llamas?
Amanda, voy a estar en mi auto estacionada en Starbucks.
Ya chévere. De igual modo, si no te veo, te llamo.
Listo.
Abrazo.
Dos horas más tarde, tras haber ido al gimnasio durante un periodo reducido, avanzando cinco líneas de mi nuevo libro y respondido la centena de mensajes de mis lectores, me vi parado y mirando hacia todos lados en la entrada de la cafetería señalada. Ella no venía y no iba a tirarme doce soles en un café. Era lunes, generalmente comienzo la semana con un poco de ahorro, no saco el auto y voy en bus, compro unas galletas para el break de las clases y recibo el café que me regalan algunas dulces niñas de estudios generales que me llenan de preguntas muy particulares.
El reloj marcaba las 4pm cuando de repente, un imponente Mercedes Benz, camioneta cuatro puertas, color blanco con negro, divino por donde quiera que lo veas, con el que suelo tener sueños eróticos cuando imagino lo primero que haré con el primer Best Sellers se detuvo a un lado.
La luna se deslizó hacia abajo y la voz tras el celular mencionó mi nombre con un, ‘acércate no seas tímido’.
El auto era lindo por fuera como por dentro; pero el azul en los ojos de esa mujer se llevó toda mi atención.
Generalmente suelo manejar las situaciones, de hecho, a veces presumo de ser muy seguro, no me pongo nervioso con facilidad, tampoco soy tímido -pero disfruto decirlo- y cuando me encuentro con lectores todo es sublime y agradable; pero en esa ocasión era distinto, como intimidante.
Traje sastre negro, cabello rizado sujeto de una cola, anteojos de lectura sobre su falda, ojos azules como el mar y un color de labial realmente sensual. Ella, su atuendo y el auto realizaban la ecuación perfecta.
Pues, me pidió que subiera, de hecho, abrió la puerta sin ni siquiera tocar la manija. Mi Nissan del 2006 suele trabarse algunas veces; pero su asiento trasero guarda muchas historias.
— ¿Te gusta? Dijo al momento en que me senté.
—Es uno de los mejores autos en los que he estado.
—No, me refiero a esto, dijo y me señaló un libro de Borges en perfecto estado y dedicado.
—Es mi autor favorito, mi padre me dio este ejemplar, añadió con una sonrisa que pudiera iluminar como el sol en plena tarde de primavera.
Me sentí desequilibrado y sonreí para barajarla. Era muy hermosa, no quería verle las piernas que ceñidas con las pantis negras la hacían lucir terriblemente sexy.
Ni que decir de los zapatos de tacón que impactaban con delicadeza con los mecanismos de abajo. Eran Prada, seguro comprados en una boutique de Miami.
La soñé llegando a la tienda con glamour y preguntándole a la señorita por su pedido, ella lo sacaba diciendo ‘Emma Stone se acaba de llevar unos igual’. Amanda sonreía y decía, entonces, los quiero de otro color.
Esa imagen me estremecía al punto de sufrir un comportamiento de resurrección en mi parte media del cuerpo y un escalofrío en mi ser que me hizo temblar y ocasionó que preguntara como haciéndose la desentendida, ¿quieres que le baje el aire acondicionado?
—Descuida, todo bien, le dije con voz de idiota.
Sonrió y preguntó, ¿has almorzado?
—De hecho, no, iba a hacerlo antes de entrar a clases.
— ¿Puedo invitarte a almorzar? Hay un tema que quiero tocar contigo.
La charla, luego de cinco minutos de carretera, empezó.
— ¿De qué se trata, señora?
—No me digas señora, soy señorita. Este anillo no es de bodas.
Supo que lo había visto.
—El matrimonio es mi sueño; pero no mi desvelo.
Bien, pensé y le dije: Pienso lo mismo, es un tema complicado; aunque bonito.
—Exacto. He visto tus publicaciones, eres un hombre muy romántico, de esos que ya no aparecen en la realidad. Soy de leer bastante; aunque no mucho romance, ¿la razón? He dejado de creer, por eso leo literatura fantástica y terror. No obstante, mi trabajo me pide leer acerca de todo, entonces, me encontré contigo y volví al romance.
Sonrió en ese momento, mirándome de reojo. Hice exactamente lo mismo.
—Comprendo. ¿Eres periodista? Claro, aparte de lectura asidua.
—Trabajo para una editorial— respondió y vio el espejo retrovisor para enseguida doblar a la derecha.
—Aquí hay un lugar fantástico donde me gusta almorzar cada vez que visito Lima—.
Se estacionó en un hotel 5 estrellas en pleno corazón de San Isidro.
Me sentí aliviado de vestir casual y andar perfumado porque, por suerte, suelo intentar verme bien cuando me encuentro con lectores.
—A ver te explico un poco de que trata el asunto— dijo al estacionarse y girar sobre su eje para verme de frente.
—Soy la mano derecha de la directora de una editorial americana, estamos buscando nuevos escritores con talento y sobre todo pasión por lo que hacen, así como tú y esta cita tratará acerca de lo que quiero ofrecerte. Lamento que haya sido espontáneo; pero es que, bueno, acabo de venir de vacaciones y dejé todo para después, así que lo primero que hice fue llamarte. Ah, vi tu Facebook, tienes un buen mercado extranjero, eso es fabuloso. Bien, para mayor detalle, almorzamos y te voy contando. ¿Vale? —.
—¿Es en serio?
—Claro que lo es.
Sonrió como suelen hacerlo las personas que te entregan buenas noticias.
Me froté las manos y pensé: Esto es lo que llamo felicidad.

Continuará…

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