Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

lunes, 30 de octubre de 2017

Amanda (Tercera parte)

- Se levantó de la mesa y fue a parar a la hilera de platos riquísimos yendo de un lado hacia otro como quien no se decide.
Me satisface ver a un hombre feliz, la sonrisa que maneja al tiempo que contempla las hojas es de mis favoritas, diría que la primordial, la segunda la reservo para cuando despierta y me observa y la tercera cuando se encuentra echado y yo encima.
Acabo de conocerlo en persona y ya siento como si lo conociera toda la vida, seguro es por todo lo que he leído sobre su persona, su Blog y sus publicaciones han abierto no solo mi mente, sino también el corazón, es como si todos esos personajes literarios que conozco se materializaran en ese autor, joven, de treinta y tantos años, apuesto, feliz por la noticia de ser, al fin, publicado internacionalmente y yo, hago mi trabajo; pero siento que algo me atrae, no es su obra, es su persona, su modo de actuar, el derroche de humildad, su aparente timidez, el metódico trato que tuvo conmigo, conocerme y entrar al auto con inseguridad fingida, vio el anillo de inmediato porque tuvo un leve interés en mi aspecto, visto como le gusta, lo vi en un artículo de ese otro Blog que tiene, en donde publica historias totalmente diferentes, no voy a negar que me sorprende para bien, un escritor versátil, no solo es romántico y pasional, también erótico; pero lo oculta con un seudónimo queriendo ser atrapado por la astucia de un fiel lector. Eso lo enciende, querer ser capturado.
Hace que lee el documento; pero ya lo firmó, ya lo hizo y lee porque quiere ser interesante, ya le ganaron sus emociones, ya le ganaron sus deseos de ser parte de esto y a mí me están venciendo las ganas de conocerlo a fondo, de saber quién es el hombre detrás de las historias, ¿realmente basadas en panoramas extraños y curiosos? O tal vez, el reflejo de una vida llena de paradojas, ironías y bellos acontecimientos. De cualquier forma u otra, lo veo comer el primer bocado y leer el artículo con seriedad, quiero saber en qué momento explota esa felicidad, quiero ser partícipe de ese momento; pero, ¿tendrá a alguien? ¿Alguien que lo espera y no estuvo por lo imprevisto de esto? O es un solitario escritor que a pesar de tantos amores no pierde la esperanza de enamorarse.
—Señorita, ¿ha probado la especialidad del chef? Acaba de traerla justo para usted.
—Muchas gracias, caballero.
No estoy aquí por la comida peruana, estoy aquí porque estoy nerviosa, ya me he llenado; pero tuve que alejarme para verlo concentrar. Quiero encontrar ese instante en que explota de felicidad, quiero saber el segundo en que, según percibo o imagino, aprieta las manos en señal de puño y suelta un grito de victoria, lo he oído de los comentarios que hacen sus parejas en textos que indagué en las vacaciones en un rentado apartamento cerca a su casa. ¿Realmente siento que creyó el cuento de Italia? No puedo contratar a un escritor sin conocerlo a fondo, saber quién es por completo, ¿Qué planea escribir? ¿Cómo se inspira? ¿Qué produce eso que transmite en sus textos? Le conocí algunas mujeres; pero ninguna me dio respuesta a mi pregunta, ¿Qué lo inspira? Todas dicen: Adora la soledad, se esconde en su oficina y no lo ven en horas; luego te hace el amor de una manera que te olvidas todo lo que quieres saber de él y es el tipo más lindo del mundo.
Cuando recuerdas preguntar algo que quieres saber de su vida, te cambia el tema con sutileza o te besa para desorbitarte.
Ni siquiera su ex de años, madre de su hija sabe como es. Es un misterio sin querer serlo, es su naturaleza el enigma.
Lo sigo desde hace meses, sus movimientos y sus aficiones; pero no comprendo algo, ¿Por qué esta solo? ¿Ama tanto la soledad o es que no encuentra a nadie acorde? Es su intimidad, cálmate y vuelve a ser profesional.
— ¿Va a probar algún postre? Tal vez, ¿un suspiro a la limeña?
—Sí, por favor.
— ¿Y para el caballero?
—No lo sé.
—Se lo llevo entonces.
—Hola Barreto, veo que ya firmaste. Entonces, también juntamos ‘La última tarde’ y tengo un plan: Podríamos publicar ambos a la misma vez, así los lectores tendrían tus dos libros de golpe.
—Sí, está bien, es una buena idea, responde con calma y sonriente.
—Excelente, estás haciendo un gran trato. Créeme, Bryan, esto va a ser un éxito.
—Eso me hace muy feliz.
Entonces, ¿Por qué no brincas? ¡Vamos! Grita, canta, sonríe, mátate de la risa, lo has esperado por años, date la oportunidad de gritar tu alegría.
— ¿Te puedo hacer algunas preguntas? Si no es inconveniente.
—Las que gustes, Amanda.
¿Por qué me sonríes de ese modo? ¿Estás coqueteando conmigo, señor escritor?
Dice que nunca coquetea; pero esa mirada por debajo de los lentes no es usual, no la haces así nomas. Hay algo en esa mirada que me estremece.
—A ver… Voy a empezar por esta: ¿Todavía sigues enamorado de Daniela?
Deduzco por su mirada que es la más difícil de todas las preguntas que le han hecho en su existencia.
Recuerdo haberlo seguido algunas tardes, siempre poco antes de caer el sol en el horizonte, se dirige a un parque cerca a una clínica, un lugar medio extraño, lleno de arboleda, se introduce tras los arbustos y lo pierdo de vista. Tarda en salir el tiempo que el sol tarda en huir. Es como un ritual de cada abril.
Demora en responder. Demora pensando que decir. Tal vez piense, ¿Qué respuesta puede ser diplomática y a la vez ambigua? De repente, cree, ¿Por qué tendría que confesarle mi verdad?
—Por momentos.
¿Momentos? ¿Qué me quieres decir con eso? ¿Y por qué tanto me preocupa?
— ¿A qué te refieres? Si se puede saber.
— ¿Acerca de qué? Devolvió la pregunta.
Si vuelvo a preguntar voy a denotar interés y por la forma como me está mirando sabe que estoy levemente interesada; pero debo ser profesional y preguntar con cautela.
—O sea, ¿a qué te refieres por momentos? Me imagino que no puedes estar enamorado de alguien por momentos, ¿Qué diría al respecto tu novia?
Suelto una risa inocente, el siguiente párrafo se me escapó.
Lo piensa, dirige la mirada hacia otro lado y lo oigo decir: Pues, generalmente cuando me acuerdo que la amaba.
Otra vez está siendo ambiguo; pero ya no voy a seguir preguntando.
— ¿Eso ocurre cuando escribes sobre ella?
—Sí, a veces cuando escribo.
¿Y las otras veces?
—Oye, ¿Por qué no comes?
—Es cierto, me distraje con tus preguntas.
— ¿Eres casado, Barreto?
—Estuve a punto; pero no se dio.
— ¿Se te hizo esquivo?
—Yo lo hice esquivo.
— ¿Qué es lo que sucedió? Ya que vamos a mantener contacto casi todo el tiempo lo mejor será conocernos bien.
Sonríe, no lo he puesto nervioso, se hace el nervioso y esa sonrisa que me regala, no solo me gusta, también me preocupa.
—Digamos que el amor acabó antes que el matrimonio se diera.
Siempre dejando la pelotita dando botes.
— ¿Y tú, Amanda, tienes novio?
Y vuelve a mirarme de ese modo. ¿Qué esperas que te diga? ¿O que haga? Sé que por tu cabeza andan pasando muchas situaciones y a la vez no estoy segura si alguna me conecte; pero si ya sabes la respuesta, ¿Por qué preguntas?
—Pues, no. Hace mucho que estoy sola. Te lo dije al inicio y si quieres saber más, tuve una relación de años y no acabó bien.
—Me imagino; pero algo bueno debes sacar de ello.
—Sí, que no debo creer en todo lo que dicen.
—Las palabras se respaldan con acciones. Es lo que pienso.
Tiene razón, pienso. Esta mirando hacia otro lado; pero, ¿Por qué siento que me mira? ¿Por qué siento que ya hizo una radiografía de mi persona?
Y en ese momento, lo oigo decir algo que estoy segura que sabe; pero el tono dubitativo de su voz oculta bien ese hecho.
— ¿Sabes, Amanda? Siento que te conozco de alguna parte.

Continuará…

No hay comentarios:

Publicar un comentario