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sábado, 7 de julio de 2018

Cuando escriben mi nombre

- Una de las cosas que he aprendido a odiar es que escriban mal mi nombre. De hecho, no tengo un nombre ruso o japonés, es un nombrecillo simple y sencillo, sumamente rápido y hasta en algunos casos y todos divertidos, se presta para abreviaciones simpáticas; sin embargo, en la actualidad, más de una vez, alguien ha fomentado mi mal humor escribiendo: Brayan o Brayant.
En la escuela me enseñaron que los nombres propios se pueden escribir como uno quiera; pero durante el tiempo que vengo llevando cursos de todo tipo y acerca únicamente de letras he llegado a asimilar que hay una o dos formas elementales para escribirlos. No tengo tiempo para realizar una investigación profunda porque me distraigo en otros temas como viajes en el tiempo y otras dimensiones, monstruos prehistóricos y demonios mitológicos, etc. En sí, me compré una nueva tele y tengo el maldito Netflix. Ah, tengo novia, un empleo, una hija y una mascota. ¿Ya doy a entender que estoy ocupado? No obstante, lejos de ello, tengo ganas de contar una anécdota que he vuelto divertida con el paso de los días.
Fui a una de esas cafeterías donde ves a personas regadas en los muebles chateando en sus celulares, escribiendo guiones de películas en sus notebook o simplemente pasando el rato en una completa imagen de posería. Pedí el café de siempre, vi en mi celular algunas conversaciones y luego abrí Instagram, no para subir la siguiente foto, sino para pasar el rato, ese tiempo que tardan en servirme. Yo no estaba apurado; pero sí de mal humor porque había tenido una riña con un tipo en el tren que no quiso darle asiento a una embarazada, mi estado de cuenta había sobrepasado el mes anterior, mi editor me presionaba para un nuevo libro y había olvidado recoger un pastel de cumpleaños en la tienda. El plan era ir a la pastelería, responder la llamada del editor, dejar las redes sociales un rato y lidiar con los tipejos del tren viendo videos en Youtube sobre peleas de Dragon Ball; pero, la empleada, que a pesar de ser bonita y ganarse mi sonrisa, amable, por supuesto, -amor no me mates si lees esto, se que tienes superpoderes y usas tu látigo de la verdad; pero ten control- me dio la taza con el nombre escrito de forma espeluznante. Sentí rabia, ¿sabes? Yo me paso la vida escribiendo de forma -casi- correcta en el sentido ortográfico y sé que mi caligrafía es terrible; pero intento mejorar. También cuando doy charlas y firmo libros siempre les pregunto, ¿Cómo se escribe tu nombre? Para evitar hacer desastres. Para no escribirlo como escribieron mi nombre y hablando de nombres, con el paso del tiempo lo han ido mutando, cambiando, volviendo memes y haciéndome sentir algo insatisfecho, adoro los memes; pero algunos son demasiado cojudos y no causan gracia, de repente porque afectan en algo mi ego. Lejos de eso y volviendo al nombre en la taza, vi algo sumamente incorrecto, asqueroso, maltrecho y sentí que debía de decirle algo a pesar que la chica de ojos claros me mirase con cara de boba y yo imaginase que trabaja medio tiempo para pagarse estudios y es correcto y es valorable y es divino; pero a pesar de ver su foto con gorrita y delantal verde en un marco detrás en donde sale sonriente y linda y entusiasta, llegó a colmar que escriba mi nombre de ese modo y de repente no fue su intención, tal vez, la rapidez o el desorden del momento; no obstante, yo estaba malhumorado y aquello hizo que me detuviera un instante y pensara: Bien. Ya perdiste muchos amigos por corregir sus modos de hablar, ya terminaste con algunas chicas por ser muy celosas (esto no tiene nada que ver pero es divertido decirlo) y entonces pensé, debería tener tolerancia. Por eso, le dije: Amiga, se escribe de tal modo. Y ella me dijo: Los nombres se escriben de cualquier forma. Casi me da un infarto y eso que treinta y tantos años y hago el amor todas las noches y algunos días y hago deporte y practico natación y vuelvo a hacer el amor y tengo el cuerpo en el gimnasio y todo eso. Resolví mostrarle mi identificación sintiéndome del FBI, asintió con la cabeza, y yo sabía que estaba siendo jodido, de esos tipos que caen recontra mal, pero lo hacía para que entendiera y lo que hizo me causó una importante gracia, al punto de motivar lo que restaba de mi día y hacer la carga un tanto menos tediosa. Cogió la taza y corrigió el nombre. Fue genial.
En ese momento me sentí precursor de una causa importante, de que debes mostrarle el pack, digo, un carné para que la gente sepa cómo rayos se escribe tu nombre.
Todo empezó a mejorar, las cosas como arte de magia se resolvieron con facilidad y hasta mi chica quiso que la amarrase a la cama sin objeciones. ¿Ves? Todo lo que pasa cuando escriben bien tu nombre.

Fin

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