Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 29 de agosto de 2015

Anécdotas jugando Super Nintendo (Segunda parte)

- Dejamos de ir al Super Nintendo del señor con el prominente bigote desde que un conocido nos dijo que había descubierto un nuevo lugar donde alquilaban Super, afirmó que en aquel sitio debías de subir una escalera, tocar la puerta de madera; saldría una señora (madre de dos gorditos) y al entrar hallabas la mayor cantidad de consolas que podías haber encontrado, incluyendo una hilera innumerable de juegos.
Eso fue lo que nos llamó la atención, ya que el amable señor de bigote, a pesar de darnos preferencia algunas veces, no tenía surtida su vitrina de juegos. De hecho, le faltaban algunos que muchos amigos nos recomendaron jugar.
Jeremy y yo éramos prácticos, jugábamos Super Star Soccer de Luxe, Mario Bross y cualquier otro juego de lucha. No obstante, queríamos seguir conociendo más juegos, por ello, resolvimos ir a aquel lugar.
Este personaje nos acompañó, se encontraba entusiasmado con la idea de llevarnos a otro sitio.
Caminamos conversando acerca de diversas leyendas ocurridas en el ámbito del Super Nintendo. Jeremy era el hombre de las historias, le gustaba amenizar las caminatas relatando hazañas.
Contó que hace mucho tiempo, regresando del colegio se detuvo en el Super del mercado, me sorprendió que no me avisara; pero no quise interrumpir su historia con mi queja. Siguió contando, alquiló una consola, tenía la dicha de encontrar todo vacío, según aclaró, el tipo acababa de abrir, lo que me resultó extraño, porque a la salida del colegio ya estaría atendiendo, entonces resolví creer que el buen Jeremy se había tirado la pera he ido a una hora muy temprana (no quise aclarar ese detalle) entonces continuó con el relato.
Quiso jugar Street Figther, eligió a Ryu (mi jugador favorito) y cuando lo oí, se me hizo imposible decir, eres un copión. Todos reímos y siguió con el cuento.
Pude derrotar a todos, dijo emocionado y haciendo ademanes para describir las luchas. Llegué hasta el terrible Mr Bison, añadió enseguida deteniendo sus gestos.
El tipo se hallaba sorprendido, sonreía mientras que Jeremy relataba. Yo estaba tranquilo, conozco todas sus historias y empezaba a sospechar cual sería esta.
Bison es poderoso, pelea rápido y sus golpes te quitan bastante fuerza vital, dijo y ambos asentimos con la cabeza.
Claro, además, no se detiene, siempre te ataca, es recontra fuerte, dijo el sujeto acotando otras características del jefe del juego.
Bison me ganó el primer encuentro, me sacó la mugre, contó y explicó con gestos graciosos, haciendo alusión a puñetes y patadas, incluso, imitó notablemente el ataque de Bison (ese que se lanza con los dos pies y luego te hace el torito).
Admito que es un genio contando y describiendo historias.
El siguiente encuentro lo gané, lo derroté con la justa y todavía quedaba un juego. Para colmo, el señor del Super me dijo que mi hora había terminado, entonces le pedí que me diera diez minutos más para al menos terminar la batalla.
La tercera batalla fue impresionante, Mr Bison comenzó a destrozarme y no podía hacer mucho; pero cuando estaba a punto de morir. ¡Un golpe y me iba al carajo! Dijo de un modo muy eufórico. Patrick se quedó con la boca abierta, no imaginó que lo podría suceder después.
En eso, no sé como hice; pero realicé el Tatsumaki-senpū-kyaku
(la patada tornado) pero Mr Bison se cubrió. ¿Sabrás que cuando se cubre le quita mucho menos, verdad? Claro, claro, respondió Patrick ansioso por saber lo que seguía.
Mantuve presionado los controles realizando el mismo ataque y de repente sabiendo que todo estaría perdido si Bison me diera un golpe, comenzó a salir fuego. ¡Sí, fuego! La patada tornado se volvió un remolino de fuego ardiendo y pude derrotarlo.
Lo dijo de un modo asombroso con sus ojos clavados en la vista de Patrick, quien anonadado escuchaba el relato. Incluyendo ademanes y sonidos, todo un conjunto de situaciones que lo hacían real.
Obviamente nunca antes se ha visto un ataca similar; pero no quise quitarle créditos y aseveré: Eso he escuchado antes, que es un ataque súper secreto que solo ocurre cuando el peleador está desesperado.
Tiene razón, lo que dice es cierto, dijo Jeremy muy serio y más calmado, no tan efusivo como antes. Patrick se tragó todo el cuento y los pocos metros que restaban para llegar se la pasó imaginando el ataque, deseando que alguna vez pueda realizarlo.
Terminó el cuento contando la historia de Ryu, que sale yéndose del torneo y aparece entrenando bajo una cascada.
Llegamos al lugar, era exactamente como lo describió. Subimos la escalera y tocamos la puerta. Salió una señora que nos atendió con amabilidad, entramos y vimos la gran cantidad de consolas. Podías ir un día cualquiera sabiendo que no habrían colas. Además, la señora tenía todos los juegos habidos y por haber, incluyendo una pequeña vitrina en donde si deseabas podías adquirir galletas, chizito, gaseosa y demás.
Alquilamos una hora y jugamos Mickey Mouse, hace mucho queríamos jugarlo, porque nos llamó la atención el hecho que los personajes podían tener distintos trajes de batalla. Después pedimos Aladino, uno de mis juegos favoritos, definitivamente.
Esa vez fue la primera vez que lo jugué, al inicio no fui bueno; sin embargo, con el tiempo se me hizo sencillo avanzar en los niveles.
Incluso, llegué a pasarla varias veces. Claro que con un tiempo estimado de dos horas y media.
Desde ese entonces nos convertimos en asiduos clientes de dicho lugar. Íbamos juntos, a veces con mi hermano, otras veces con otros amigos, etc. Dejamos de visitar al señor del bigote, aunque lo hacíamos a veces y cuando volvíamos preguntaba, sigilosamente, por el motivo de nuestra ausencia. Nunca se lo dijimos.
El Super de la escalera como lo llamábamos se hizo nuestro nuevo lugar de juego. Mayormente asistíamos por las tardes, después del almuerzo nos juntábamos e íbamos caminando y en el trayecto planeábamos que nuevo juego disfrutar. Es que eran tantos y queríamos descubrirlos todos. No obstante, no perdíamos el amor a los clásicos y siempre terminábamos envueltos en ellos.
Era habitual que la primera hora juguemos un juego nuevo y la siguiente un clásico.
Una tarde, luego de un par de años visitando el mismo lugar, a veces intercambiando con el tipo del mercado, decidimos incursionar en el juego Contra III (uno de los que menos me gustaron).
Fui a buscar a Jeremy. Él bebía un delicioso jugo de papaya preparado por mi tía, quien me invitó; pero desistí al haber terminado de almorzar y encontrarme repleto. Vi que mi buen primo bebió tres a más vasos de jugo (eran esos vasos enormes) y enseguida, luego de colocarse una chaqueta, me dijo para ir. Nos despedimos y salimos rumbo al Super de la escalera.
Era sábado por la tarde, teníamos planeado jugar un par de horas y regresar para jugar pelota con los muchachos.
El Super estaba lleno y nosotros no teníamos preferencia, por suerte, no fue mucho el tiempo que esperamos. Habrán sido diez minutos, en los cuales escuchamos la conversación que tuvo la señora con un sujeto, a quien le dijo lo siguiente: ¿Para cuando crees que me puedas traer el 64? No lo entendimos bien hasta que mencionó después: Espero que el lunes llegue el Super 64 a mi tienda.
Quedamos estupefactos con sus palabras. ¿Un Super 64? ¿Qué podría ser eso? nos preguntamos; aunque la respuesta no la hallamos por lo que nos tocó sentarnos a jugar y nos distrajimos.
Pasada media hora, Jeremy empezó a sentir un terrible dolor dentro del estomago, era como si un remolino estuviera azotando su barriga. Le dije que se tranquilizara porque me estaba desconcentrado con sus constantes movimientos. Yo estaba luchando contra la Tortuga gigante.
Oye, creo que tengo ganas de hacer el dos, me dijo de repente y empecé a reírme por la forma como lo dijo.
Pídele el baño a la señora, seguro está por ahí, le dije mirando la pantalla.
Me da vergüenza, la tía parece seria, dijo y siguió moviéndose manteniendo la mano en su barriga.
Detuve el juego y lo miré, estaba ligeramente sudoroso, parecía ser un dolor agudo, entonces nuevamente le dije, ve a pedirle el baño y caga de una vez. Luego vienes a jugar.
Está bien, dijo y se levantó de la silla para dirigirse a la señora.
No regresó durante algunos minutos, entonces me comencé a preocupar. No por su salud, sino porque tal vez habría dejado el baño hecho un desastre. Resolví presionar STAR y acercarme a la señora para preguntarle sobre mi primo.
Acaba de salir hace unos minutos, dijo que volvería en un rato. Parecía tener dolor de panza, fueron las palabras exactas.
Le dije a la señora que guardara el resto del tiempo y salí de inmediato para darle el alcance.
Caminé tan rápido como pude, inclusive, ahorré trayecto entrando por algunas calles hasta por fin dar con el parque.
Me detuve al llegar, agotado y sudoroso por el andar presuroso. Vi a alguien a lo lejos, estacionado a un lado del poste y pensé, es él.
¿Qué estás haciendo parado ahí? Le pregunté al acercarme. No respondió, tenía los ojos llorosos y al verme se cubrió el rostro avergonzado.
No entendía bien lo que estaba sucediendo, lo supe cuando comenzó a andar como vaquero.
¡Se había hecho la caca en los pantalones!
Naturalmente no dejé de reír al verlo andar con las piernas abiertas y muy lentamente en dirección a su casa.
Más tarde, la tía Ruth fue a mi casa, en eso escuché que le comentó a mi vieja lo siguiente: Ese Jeremy se pasó, se hizo diarrea en el pantalón y tuve que mandar a lavar esa ropa asquerosa.
Nuevamente comencé a reír con locura.
Es una anécdota que fue repetida por mucho tiempo. Siempre la recordamos con bastante gracia. 
Nunca le pregunté, ¿Por qué no le pediste el baño a la señora?


Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario