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viernes, 1 de mayo de 2020

Anécdotas de cuarentena (Parte 4)


- Mi niña es una aficionada a la astronomía, le gusta el universo, las galaxias, sistemas solares y planetas, conoce mucho sobre aquellos temas y le apasiona compartirlos conmigo en charlas interminables con yogurt y cereal. Le agrada Stephen Hawking, quiere ser astrónoma o astronauta; pero también doctora y ahora último escritora. Todo es válido porque todo se puede lograr.
El año pasado la sacamos del curso de religión por decisión propia, no quiere que le inculquen cosas que no van con la realidad que entiende, pues ella conoce el universo, las teorías de la evolución y los escritos de Darwin, todos tan tangibles como reales, incluso, vamos a museos y vemos fósiles que representan todo lo leído.
Tal es la razón que en verano se metió a un curso de arqueología, el cual atesoró por el gran aprendizaje que tuvo y presiento que también querrá ser historiada o una especie de Indiana Jones versión femenina. Por mi parte, apoyo cualquier decisión y proyecto, si ella quiere ser zapatera, será la mejor y si desea ser historiadora, también será extraordinario, porque siempre he pensado que a los niños se les debe dar decisiones.
Yo no soy religioso. Respeto todos los credos; pero prefiero mantenerme del lado de la ciencia e historia porque es lo que me apasiona, a Circe le ocurre lo mismo y empieza a compartir sus ideas con la familia de su segundo apellido causando impresión en sus tíos, quienes se asombran de su notable conocimiento, tal es el caso del tío Martín, quien una vez me dijo: Es buenísimo que Circe vea documentales de historia y astronomía porque así le abres la mente a no creer en todo lo que te dicen los ancianos. Pero también está el caso de la tía Flora, devota de una de las tantas religiones, quien cada vez que Circe comenta que el universo es tan grande como para creer que estamos solos, ella responde: No es verdad, porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza y no pueden haber seres distintos. Entonces, la princesa, quien ahora no se calla nada, responde: El universo es infinito, hay millones de planetas como estos, donde al igual que aquí pudo y debe haber vida, además existen mundos paralelos según la teoría de cuerdas y allí también existirá un tío Martín regalándome libros de astronomía.
Me encanta cuando hace eso y yo estoy sentado tomando café queriendo estar atento a la charla de su abuela pero viendo y oyendo de reojo como mi pequeña destroza ideales. La amo tanto, es una genio en toda su dimensión.
Claro que todo no es estudio, también hacemos deporte, pero a ella no le gusta el fútbol, de hecho, le aburre. ¿Cómo es posible que le aburra el fútbol? Digo entre risas y la llevo a su amado curso de natación.
Le fascina, a mí no tanto, pero ella lo adora y siempre los fines de semana sea verano o invierno nos vamos al club para que disfrute de la pileta temperada o al tiempo haciendo sus lindas acrobacias.
La natación es su disciplina favorita, le gusta verla en las Olimpiadas y desea perfeccionar sus movimientos en cada verano, incluyendo un record personal que su madre atesora en la mente.
Ayer fue el día de los niños en todo el mundo, yo no me acordaba, porque la cuarentena y todo este asunto de que las librerías están cerradas y las editoriales no venden a sus autores me hizo meditar en los nuevos proyectos pendientes y lo que puedo realizar para ofertar mis obras, un asunto individual que en la mente ocupó gran parte de los últimos días, lo cual afloja otros planes a futuro y demás; debido a ello, ese día especial se me fue de la mente, pero tuve suerte de que la princesa venia de la casa de su madre para quedarse conmigo toda la tarde y luego volver para comer pastel hecho por la abuela, su segundo favorito, porque el primero es hecho por su abuela de mi casa. Es graciosa esa riña divertida entre abuelas que se dedican únicamente a engreír a la princesa.
Cuando vino, obviamente, no había ningún regalo esperando debajo de la cama o en el árbol navideño porque yo estaba pensando en las cuentas del banco, la mensualidad de la maestría que llevo, la escuela que se retrasa, aunque eso lo vemos en casa y resulta genial, el pago del auto y demás. Temas de índole aburrido pero que ocupan la mente.
Ella apareció junto a su madre, guapísima desde todos los puntos de vista, con una gama de juguetes nuevos, porque siempre trae juguetes o videojuegos y los dejo o lleva, intercambia de ese modo, entonces pensé: ¿Ya es Navidad? Pero enseguida vi una publicación en las redes acerca de ese día dándome cuenta que debía de saludar a la muñeca. Al bajar, le di un abrazo a su madre, un gesto de saludo a la abuela en el auto y después un beso a mi pequeña elevándola con los aires y entrando a casa.
Adentro le dije: Feliz día del niño, preciosa de mi vida. Ella se puso muy feliz, empezó a contar como la estaba pasando allá, sobre comer pastel por la noche y demás; pero como es tan inteligente me hizo una pregunta llamativa y graciosa: Pa, un sujeto idéntico a ti, hace unas semanas me prometió que el día del niño, o sea hoy, me regalaría un telescopio para ver a mi planeta favorito.
Allá solo me dieron muñecas y dulces, yo quiero ver a Saturno; pero sabes que mi mami no me permite tener esos artefactos porque dice que no es para niños.
Me recordó a mi cuando manipulaba a mi vieja para que compara libros cuando ya tenía algunos sin leer. Ella decía: Bry, ya tienes una pila de libros, ¿para qué quieres más? Yo decía: Tú dijiste que me faltaba uno acerca de dinosaurios. Y mira, justo allí esta. Y parece barato.
La pregunta, ¿Dónde consigo un telescopio en cuarentena? Apareció en mi mente.
Sin embargo, sabiendo que era difícil de adquirir por obvias razones y conociendo la inteligencia de la princesa, le hablé con honestidad porque siempre conversamos acerca de todo tipo de situación incluyendo pormenores.
Amor, lo siento; pero todo este asunto de la cuarentena y el presente afectaron también a los negocios, lo sabes, y esa es la razón por la cual no puedo conseguir tu regalo.
Si, pa, entiendo, mi mami dijo lo mismo; aunque tenía regalos guardados en el closet
Sonreí y añadí: Ella siempre piensa a futuro, es su don.
Pero, te prometo que cuando todo termine será lo primero que haremos.
Me dio un abrazo emocionada.
Sé que sí, papi. Ahora, ¿podemos comer algo? Me ha provocado un buen helado con chispas de chocolate viendo la tele.
Sintonizamos Netflix luego de sacar el helado de la refri y encontramos una película llamada ‘La fiesta de las salchichas’.

Esperemos que sea buena.

¡La put….! La acabo de cambiar.

Ahora vemos ‘Lluvia de hamburguesas’ es mejor.




Fin

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