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sábado, 2 de mayo de 2020

Anécdotas de cuarentena (Parte 3)

- ¿Qué hace mi vecino colocando un equipo de música en su terraza y sintonizando unos salmos cantados por los padres de su iglesia? Si ayer por la mañana estuvo amenazando de muerte a su mujer diciéndole que si vuelve a verla con el fulano de la tienda la degollaría sin dudarlo.
Marta, la vecina guapa del barrio, luce barbijos y guantes, calzado elevado de martes por la tarde y una falda minúscula luciendo sus esculturales piernas, el look completo para posar ante la cámara de su amigo Emilio, a quien ha mandado cientos de veces a la zona del amigo; pero esta vez le saca la foto en el momento exacta en que entrega vivires a parejas extranjeras en extrema necesidad.
Sácame otra usando flash, por favor, repite volviendo a entregar la canasta.
La cara de la pareja receptora que se come la vergüenza con tal de comer puede que defina ambos lados del delirio que produce esta cuarentena.

Estuardo es el clásico ejemplo de sujeto inmaduro e irresponsable, tiene 35 años, dos niños a quienes no ve así ocurra un diluvio universal como en la antigua Mesopotamia y sale a la calle sin mascarilla ni guantes, canchero porque tiene un crucifijito que lo protege asomándose a la panadería siendo mal visto por la gente, quienes le sugieren volver a casa y usar implementos, el fulano es tan conchudo que usa el celular como llamada para ignorar los comentarios, es entonces cuando estornuda por su mal congénito ante la levadura, lo cual le produce alergia y conlleva a la histeria del gordo segundo en la fila, quien lo sujeta del cuello y lanza al piso rompiéndole la cabeza. El resultado: La policía viene y los dos a prisión. El mundo está jodido por imbéciles como Estuardo.

No obstante, la dulce Circe sale al pórtico de la casa con todos los utensilios necesarios para darle de comer y beber a esos perritos que aparecen y aunque se nos parta el corazón no podemos adoptar. También alimenta a las palomas y ha dejado de temerles a las arañas.

También está mi amigo Julián, quien arrienda dos locales a una familia de venezolanos, que, lógicamente, no han podido pagar la renta por falta de liquidez; pero este crack, a quien no quiero olvidar y aunque no daré su apellido, lo nombro así nomas, resolvió una amnistía para este tiempo jodido porque su corazón es tan grande (y aunque es ateo) me parece uno de los hombres más bondadosos del planeta.

Carolina, la otra vecina, conecta el celular a su equipo de sonido de alta gama y a las ocho como alguna vez en México nos deleita con Luis Miguel. Ella no canta porque dice que no es buena; pero las canciones son tan increíbles que resultan ser paz y amor en una etapa complicada.

Y nuevamente Circe practica a ser doctora con Rodolfo, su peluche. Se acerca y pregunta, ¿tenemos alma? Yo le digo que no estoy seguro porque nunca la he visto; pero me imagino que aparte de tener cuerpo físico también debemos ser energía. Ella me mira analizando el argumento y añade: Entonces, pienso que cualquier acto de bondad alimenta el alma de muchos.
Por eso, corazón, hagamos el bien, le digo. Y ella sonríe para seguir jugando.

En jardín en frente se encuentra reluciente, a veces lo surco para llegar a la tienda y adquirir los productos necesarios para una noche de películas o series junto a la princesa, quien tiene una gran fascinación por los chocolates, algo que no comparto, porque prefiero el helado.

Mi amigo Ernesto, un gordo similar a E. Honda, tiene una docena de perros en su casa, es uno de los tipos que más me simpatizan, porque sabiendo que sus mascotas se vuelven locos en casa tiene por devoción sacarlos al parque a que den vueltas y vueltas para luego guardarse y echarse a dormir después de una rica cena. Me agrada su capacidad de mando para que cuando se termina la fiesta todos lo sigan sin restricciones. Es tan gordo que no puede mover ni un centímetro del cuerpo, es decir; se para en el parque y los deja libres, luego de media hora les pasa la voz de un silbido y todos regresan. Yo lo saludo desde mi terraza con un gesto de manos.

No me quiero olvidar de la señora Clotilde, no es la bruja, es una anciana religiosa, va todos los domingos a misa y dice que ora por mi alma. Es una genio a quien nunca voy a contradecir. Ella le entrega obsequios y comida a los huérfanos y me saluda con una sonrisa sin muelas. Me encanta, es la única religiosa que me cae totalmente bien.

Y es un día cualquiera, he perdido la noción del tiempo pero me baño todos los días, Circe llega tres veces a la semana a darle emoción a la rutina y nos divertimos improvisando o simplemente aprendiendo juntos. Pues esa es la mejor rutina.



Fin 



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