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jueves, 7 de mayo de 2020

Anécdotas de cuarentena (Parte 17)


- Circe no ha venido hoy, se encuentra en su otra casa, una enorme, por cierto; tiene piscina y patio para practicar fútbol con Naldo, el perro arquero, a quien le paran llenando la canasta.  
Le empezó el gustito por el deporte rey porque una vez me vio meter un golazo de la media cancha en un partido entre padres de familia; claro que a mi edad tengo más físico que cualquier otro fulano de 55 para arriba, quienes no pueden llevarme el ritmo y atinan a mirar como anoto.
Del otro lado, quienes conforman mi equipo, me entregaron la cinta de capitán para que asuma toda responsabilidad en la cancha, algo que no me gusta, porque prefiero dedicarme únicamente a hacer goles.
Ha dejado un par de libros de historia en mi escritorio y debo acomodarlos en el librero, porque tanto como yo, tiene la particularidad de leer distintos libros a la vez, es decir; coge uno le da un par de ojeadas, agarra otro y después los compara para dejarlos a un lado porque quiere ver otro. Después que tengo que ordenarlo todo porque no me gusta el desorden aunque ella lo prefiera así. Ya se imaginan como tiene su habitación de juguetes. Una vez entré y me di un golpe impresionante con un lego, el cual me hizo recordar a todo el linaje de amigos en groserías que tuve que decir mentalmente.
Ella viene el fin de semana, aunque no hay especificaciones de venida o llegada, generalmente viene cuando se le plazca; pero mayormente son los sábados y domingos los días apropiados para la cultura, diversión, charla y entretenimiento deportivo. En fin, hacemos de todo.

Mi mamá acaba de entrar a mi habitación en modo sorpresa, ha llegado con compras de supermercado para colocarlas en mi cocina y aprovechó el silencio que me inspira a escribir para darme un susto del demonio colocando su mano en mi hombro.
¡Carajo! Dije en un grito único. Traje lo necesario para la cena, vengo al rato, escribe mucho, dice, entrega un cariño y se marcha.
Ya genial, por si acaso hoy no viene la peque, pero haremos asado el domingo, ¿vale?
Estupenda idea, responde.
Y justo cuando creo que se irá, pregunta: ¿Cuándo vamos a bautizarla?
Ma, a ella no le interesan esos asuntos religiosos, prefiere que le compre libros, una play e ir de paseo antes que eso.
Yo creo que deberías bautizarla, aclara y siento que tiene los brazos en la cintura.
Dejo de mirar la pantalla, giro el cuerpo y le digo: Circe, su madre y yo conversamos y llegamos a la maravillosa conclusión de que ella pueda elegir a que religión seguir. Si quiere ser Hare Krsna o Budista, lo será. Pero por ahora, lo único que importa es que mi hija sea una buena persona. No hay nada más esencial que eso.
Además, esos vecinos que tienes hacen alboroto todas las noches peleándose por dinero o celos y hasta amenazándose de muerte para luego andar yendo a la iglesia.
Bueno, cariño, ustedes deciden. Yo no me quiero meter.
Qué lindo es oír eso. El domingo te doy tu regalo.
Sonrió cuando se lo dije. Y me devolvió la sonrisa entendiendo como soy.

La otra vez me levanté de madrugada porque me asaltó una pesadilla. Abrí los ojos y lo primero que vi fue una figura inerte detrás de la cortina cuyo tamaño parecía ser la mitad del mío. Entonces, me mantuve quieto, difícilmente pierdo los estribos, miré usando los anteojos creyendo que se trataría de una forma creada por la luz; pero no habían postes cercanos y la luna parecía estar ausente. Todo empeoró cuando las cortinas se alzaron como por el viento teniendo la ventana cerrada y unas manos grandes se reflejaron como si quisieran mostrarse. Esto sí me llevó al límite, empecé a sudar y pensar, ¿Qué carajos es eso? A lo que enseguida, poco antes de una reacción como correr hacia la puerta, esa figura salió de su escondite como quien avanza y va saliendo de la cortina… Pero no pudo mostrarse por completo.
Abrí los ojos de nuevo. Había tenido una pesadilla dentro de otra.

Andaba escribiendo cuando recibí la llamada de un amigo, quien me dijo lo siguiente: ¿Cómo puedo publicar mi libro de poesía?
Detuve mi trabajo literario para darle las pautas necesarias, incluyendo la forma como presentarse ante una editorial y enviar el manuscrito. Me tomé quince minutos para explicar el procedimiento. Mi brother dijo que hace tiempo quería lanzar al mundo su trabajo salido del alma y me sentí emocionado porque adoro cuando la gente, al fin, se anima a desarrollar algo de lo que le gusta. Yo desde mi posición apoyo esas nobles causas.

Dios no ha curado la cuarentena, reflexiono. Muchas personas han muerto y seguramente serán polvo de estrellas. Tristemente somos pocos quienes cumplimos la cuarentena y ahora el mundo está en un vaivén.   
Es una noción inmediata, puramente mía, la tuve viendo las noticias, el maldito canal 2 que estresa y pone tenso cuando lo ves, por eso prefiero olvidarme de los canales nacionales y envolverme en Netflix; aunque, a veces, es necesario saber lo que ocurre (a pesar de tener una idea) y es eso lo que pasa, lo que veo, lo que presiento y lógicamente lo que creo.

La situación de los escritores se complica, si no abrirán ferias de libros ni eventos culturas, ¿Cómo vamos a vender los libros? Tengo fe que los lectores se acercarán a librerías para poder adquirirlos, pienso.
Luego salgo de casa y entrego comida a las palomas, quienes son lideradas por un ave negra y grande, come primero y les deja el resto a las demás, vuela tan alto que se posa encima de un poste de luz en medio del parque.
Se acerca un gatito, a quien también le ofrezco el almuerzo, vienen un par de perritos y se llevan su comida como un delivery.
Enseguida se asoma un vagabundo y sujeta su taper con comida. Si se puede ayudar, si tienes la facultad, hay que hacerlo.

Termino el articulo con un pensamiento propio que intento cultivar: Haz lo que amas y se jodidamente feliz.


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