Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

miércoles, 1 de mayo de 2019

Nadie duerme de noche

- Me detengo en el umbral de la puerta contemplando su silueta oculta levemente por una blanca manta. Duerme de lado tras haberme esperado para la cena y no haber podido llegar a tiempo por las circunstancias de un trabajo de oficina.
Dejo el ramo de rosas y los chocolates a un lado para asomarme a su piel a paso sigiloso tras haberme quitado los zapatos en un santiamén.
A hurtadillas me adentro sobre la cama, ella sigue dormida como si estuviera atrapada en un sueño fantástico y yo deslizo la manta para apreciar sus hombros.
La observo desnuda tras haber quitado el bendito artefacto que impedía el pasaje el cielo, pero sus ojos todavía se mantienen cerrados como si el sueño fuese mejor que el ahora.
No lo permito, pienso con una sonrisa.
Desajusto la corbata y la tiro a un lado. Abro la camisa con suavidad y me deslizo para quedarme a su lado, justo detrás, a la altura de sus hombros caben mis labios y nuestras caderas convergen ligeramente.
Alicia, ¿Qué sueñas, preciosa? Susurro.
Alicia, mi amor, he llegado con deseos de ti.
Agita los hombros con suavidad como si tuviera una tormenta en el sueño.
Acaricio sus pieles con la yema de los dedos mientras contemplo su rostro tallado por dioses artesanos.
Le planto un beso en el hombro y dejo que continúe saboreando su piel al punto de hacerla estremecer. Deslizo la mano que impacta con su ano y un anhelo por morderlo atraviesa mi mente.
Beso el centro de los hombros a la altura de la nuca con suavidad y ternura, con ganas de no despertarla pero a la vez hacerla entrar en el trance que me fascina.
Los besos caen hasta la cintura y vuelven a subir con la misma lentitud.
Abro los ojos de repente, gira el cuerpo y sonríe. Una mirada evidencia nuestro deseo y los besos en los labios atraviesan cualquier frontera.
La cama se vuelve como una duna de desierto mientras nuestros cuerpos se mueven de un lado hacia otro al tiempo que los besos aumentan la intensidad y voy saboreando su cuello y ella sintiendo como esa faz de placer emerge desde su interior hasta soltar un gemido que se confunde con mi respiración.
Beso el cuello mientras intenta buscar con la mano el miembro como obelisco
y tras sujetarlo intensifico el beso para descender hacia sus senos, los cuales dibujo a punta de besos haciendo que explote en placer con gemidos que aumentan los decibeles.
Deja de tocarme porque sabe que me estoy concentrando en ella. Abre las manos y deja que siga el camino hacia el tesoro. Quiero besar cada parte de su ser como todas las noches y algunas mañanas.
Me detengo un instante para contemplar el santo grial de su anatomía perfecta y coge mi cabeza desesperada porque plasme unos besos en ese lugar.
Gustoso, pienso con una sonrisa.
Muerdo el muslo con delicadeza y mi lengua recorre cada fibra de ese íntimo y divino sitio. Los besos van a caber con suavidad y la lengua transcurre por cada rincón con paciencia y dulzura.
Saboreo, disfruto y hasta siento que devoro cada parte de su vagina haciendo que estalle en efervescencia cuando el punto se encuentra con el labio y los placeres explotan con márgenes insospechados. Entonces vuelve a colocar su mano en la nuca y yo me quedo dibujando su vagina con los besos que nunca terminan.
Resuelvo, tiempo después, besar sus muslos, inclinar el cuerpo un rato, ponerme de rodillas ante su repentina aparición como felina y ver como abre enorme la boca tragándose mi hombría en un santiamén.
Decido tirarme a la cama, ella toma el control, sujeta el mando, me tiene a su disposición. Y yo coloco las manos detrás de la cabeza para cerrar los ojos y dedicarme a sentir.
Oh, sí, Alicia, me fascina, digo con una voz que derrama placer en cada pronunciación y me inclino un momento para hacerle del cabello una cola, es que mi fetiche es el cabello y cogerlo me encanta.
Oh, sí, Alicia, me encanta, repito y ya lo sabe, conoce mis puntos débiles y ya se adentra en la boca cada uno de los gemelos. Me gusta y lo sabe.
De repente, sin avisar, por deseo propio y mandado de su cuerpo, me monta con una sonrisa llena de lujuria y los cabellos desparramados en sus pieles.
Sentimos el placer completo de nuestros cuerpos fusionados y se mueve al tiempo que sujeto sus caderas y sus movimientos se hacen lentos y bruscos, inadvertidos, insospechados, deliciosos y elocuentes.
Toco y beso sus senos, los atrapo con las manos, la noto derramar lujuria en sus ojos, gemir como música y agarrarse los cabellos de forma muy sensual.
Sale, se echa sobre la cama, me pongo en frente, coloco sus piernas sobre mis hombros tatuados y perforo su intimidad con completo desespero haciendo que nuevamente explotamos en placer y delirios que rompen los esquemas y me muevo como una fiera salvaje mientras la escucho gritar y gemir y repetir mi nombre junto a los adjetivos que le insisto repita.
¡Dime que soy tu hombre!
¡Dime que soy tu rey!
¡Dime que soy tu amo!
Lo dice tras cada gemido, tras cada brote de placer, tras cada nalgada.
¡Eres mi amo!
Oh, eres mi rey.
Elevo su trasero con las manos para que se introduzca a mayor profundidad y resuelve gemir como nunca antes para que aumente la velocidad y el ritmo cardíaco se junta con sus gemidos y los míos también sueltan muchos decibeles que forman un placer completo y compartido.
Un susurro cambia la posición.
Nos paramos de la cama, salimos de ese lugar, la inclino para que se apoye al filo de la cama y me coloco detrás inclinando su cuerpo tras darle una nalgada.
Ahora tu rey tiene el mando, digo.
Ensarto el miembro y penetro con feroz rapidez, mantengo un ritmo armónico y veloz, ella siente como profundiza en su interior, le gusta esta posición, sujeto sus cabellos y luego sus senos para estar más cerca y al tiempo que hago me avalancho con mayor rapidez a un ritmo desenfrenado y sin pausa sabiendo que en cualquier momento uno de los podrá sentir el éxtasis en su totalidad. Y así lo siente. Suelta un gemido prolongado, mi nombre junto al sonido y su corazón palpita veloz, se detiene un poco, agacha cansada y extasiada y recuesta sobre la cama.
Para mí no ha terminado.
Saco un juego de esposas y le amarro a las muñecas. Vendo sus ojos con la corbata y me coloco de lado. Disfruto hacerlo de costado.
Saboreo su ano y la penetro por ese orificio haciendo que duela y disfrute a la vez porque el único lugar donde duele y se disfruta es en la cama.
Tras ello, penetro en su vagina teniéndola de la misma forma, ella sujeta con las esposas sin moverse y yo aprovechando la situación por completo.
Elevo una de sus piernas para mayor ubicación y me adentro otra vez hasta sentir que viene.
En ese instante salgo, me levanto, pido que abra la boca y salpico.
Final feliz. Primer round completado.
Descansa un momento, Alicia. Al rato continuamos.
Le saco las esposas y la venda de los ojos, ella se levanta de la cama con una sonrisa y se dirige al baño mostrando una silueta perfecta con gotas de placer emergiendo de sus pieles.
¿Vienes? Pregunta con una mirada tenaz.
Por supuesto, cariño, le digo y de un brinco me acerco.
Tal vez las burbujas y el agua nos enciendan con facilidad, pienso.
Y ella se encuentra recostada sobre el vidrio y yo detrás insaciable teniendo ambos el agua y la música como fondo.
Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario