Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

sábado, 8 de julio de 2017

Lo mejor es la experiencia

- Siempre he dicho que lo mejor es la experiencia. En cualquier situación, sea desastrosa o benéfica, lo maravilloso es tener una experiencia de contar -en mi caso, que escribir-.
Salí con una chica, diez años menor que yo, claro que mis íntimos tuvieron una mixtura de comentarios, de los cuales, dejando de lado el morbo, resalto los siguientes: ‘Estas totalmente loco’, ‘No estás siendo racional’. Mi mejor amiga, me dijo: Oye, al menos déjame que te presente algunas amigas, incluso, preguntan por ti. ¿Diez años menor? Por Dios, Bry, estas tocando fondo.
Al primero que esté leyendo esto le podrán resultar comentarios dramáticos; pero ahora debes leerlos de la siguiente manera: ‘Estas totalmente loco’ (se lleva las manos a la cabeza mostrando una enorme sonrisa, incluso, se echa a reír). ‘No estás siendo racional’ (lo dijo y me pidió un pucho como si no le importara nada, como si supiera lo que pasaría, como si fuera algo rutinario, algo natural, algo curioso que suelo comentarle).
Lo de mi mejor amiga fue gracioso, ella hizo unos gestos indescifrables, incluso, mostró fotos de sus amigas como si se trataran de productos de Herbalife. Enseguida, me pidió que cogiera su bolso porque se iba a probar una prenda.
Durante dicha historia, efímera, por cierto, por eso trato de acaparar el relato con sucesos pasados y personales para así llenar la hoja y hacer un texto ‘normal’, sucedió lo inminente: No funcionó.
¿Qué aburrido, no? Empezar una relación y saber que no va a funcionar o tener esa noción, a mí no me pasa, cuando yo inicio un amorío tengo ganas de que dure, por lo menos, un par de meses, tener buenos recuerdos, vivencias y demás, luego que pase lo que tenga que pasar, ¿y si seguimos? ¡Fabuloso! Pero esto no fue así, fue tan rápido que ni siquiera tuvimos un momento de intimidad, ni siquiera una mirada profunda, tampoco un ‘que buen fin de semana, eh’. De hecho, no hubo absolutamente nada. Entonces, Bryan, ¿Por qué la historia? Pues, trato de realizar una dinámica distinta, es lo que estoy desarrollando ahora.
Hubo una salida -en la que nos besamos y empezamos la relación- fue en el Jockey Plaza, como adoro ese centro comercial, encuentras de todo, ella vestía un suéter y jeans, bolso y accesorios, yo andaba de jeans y polo, sobrio y tranquilo, ellaba feliz y emocionada, yo era el escritor, ella la lectora, que hablaba de sí misma, de sus gustos y aficiones, de Maluma y Esto es guerra, y yo pensando en, ¿Por qué diablos estoy aquí? Y recordando la razón al ver su melena ondulada y el esmeralda en sus ojos. Además, le llevaba diez años, ¿es singular, no? Tal vez, algo de morbo, otro poco de curiosidad, todo influye, ¿me entiendes? Busco historias y no uso mi cabeza para escribir, por eso, debo vivirlas.
Cuando nos besamos quise que fuéramos a la cama; pero no iba a suceder tan pronto, yo puedo quererlo y desearlo y resulta una linda ironía que no ocurra de inmediato, lo prefiero para después, para cuando el deseo crezca y se fusione con sentimientos, por eso no me acuesto con nadie tan pronto. No solo no soy fácil, también requiero de emociones.
Pues, lo siguiente que ocurrió fue enviarle un mensaje a mi amiga diciendo, ‘estoy equivocado, no puedo verme involucrado en esta situación’. ¿He dicho que adoro el drama? A veces no comprendo cómo las mujeres pueden hacerlo con tanta facilidad y genialidad, a mí me resulta difícil. Anna lo sabe, por eso respondió de esta manera: Afronta tu nota pues, sobrino.
Su seriedad, fingida, por cierto, fue graciosa.
Bueno, flaca, es hora de partir, le dije cuando terminó de contar el romance entre un tal Hart y una venezolona. Yo ya me estaba volviendo loco, pues, la muchacha era bonita; pero sus aficiones abismales en comparación a las mías, pues, no he contado que en un pasaje de la acción le comenté que estaba leyendo un libro sobre la cultura persa y ¿saben qué me dijo? Mejor hablemos de Los Simpson.
Me gustan Los Simpson; pero odio que me corten cuando quiero compartir algo. Después de eso me quedé mudo.
Hubo un par de besos más y me fui. Le volví a decir que tenía que realizar una cuestión, si me pedía detalles, lo juro, iba a decirle la verdad.
Camino a casa le envié otro mensaje a mi mejor amiga, no me respondió, me llamó.
Dijo un sinfín de cuestiones divertidas; pero con entonación seria, se hizo demasiado gracioso.
Yo: Anna, ¿vamos por unos tragos?
Ella (alegre, con un cambio radical de humor): Dale, búscame en diez minutos.
Fui a buscarla, su mami abrió la puerta diciendo: Hijito, siempre eres bienvenido, Ann te espera arriba.
Gracias, seño; pero la espero aquí. Me senté en el mueble a esperar, su madre trajo jugo de naranja. Preciso, pensé.
Bry, sube pues, escuché a Anna.
Era lo que no deseaba, me daba flojera las escaleras.
Al hacerlo la vi vistiéndose, ¡mermelada, que hermosa! Pensé y no sé si por joder o por naturaleza amical, me dijo que le cerrara el escote.
¿Tan guapa para ir a un bar?
Siempre debo estar guapa, añadió.
¿Y si nos quedamos y tomamos aquí?
¿En tu cuarto?
Sí, claro.
Bueno, pero no necesitar estar tan linda.
¿Qué? ¿Te intimido?
No, le dije con una sonrisa y se fue acercando como una leona.
En ese momento, como en las películas, sonó el celular y nos separamos.
Abrí los ojos y estaba en el mueble. Todo lo había imaginado.
(Listo, Anna, ya estás en el texto).
En fin, ella descendió y nos fuimos a un pub cerca de la U de Lima y nos divertimos recordando sucesos pasados.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario