Mi nuevo libro

Mi nuevo libro
Puedes pedirlo al WhatsApp +51 987774365

jueves, 12 de marzo de 2020

¿Todo anda bien?


- Durante un día brillante en lo que menos pienso es en el siguiente momento.
Todas mis energías están en los ratitos en los que nos besamos y abrazamos desnudos sobre la cama con las ganas ardiendo y el deseo en todas sus dimensiones exactas desarrollando un ambiente lleno de pasión y amor que se mezclan el tiempo que dura la noche.
Pero en el próximo capítulo, sin avisar y sin precaución, una actitud atípica de acuerdo a lo vivido hace horas, reina en su ser contribuyendo -de forma muy absurda- al deseo de querer arruinar el día desde el alba.
No soy catedrático de la mente, tampoco estudio psicología o alguna rama similar, lo que conozco de empatía y percepciones es porque soy audaz para observar; sin embargo, me quedo inerte ante la avalancha de nuevas actitudes, las cuales empiezan con la respuesta a mi saludo cariñoso con una manera muy distinta -como si nos hubiéramos peleado- pues fríamente dice: Hola.
A veces agrega mi nombre en lugar de un adjetivo amoroso, tal vez usando el mismo que escribí. Lo detallo para recrear el momento.
— ¡Buenos días, amor! ¿Qué tal todo, mi cielo? —
(Stickers o emoticonos de corazón y beso).
—Hola.
En ese momento, naturalmente y ande mi desconocimiento total de los hechos en un tramo de tiempo tan corto como el amanecer pienso en ¿Qué ocurre para que actúe así?  
De igual modo, sigo actuando de forma simple y natural como un día cualquiera entre una pareja que generalmente se lleva muy bien.
—Todo bien, preciosa. Ayer la pasamos genial, ¿ya desayunaste? —
Generalmente tengo esos saludos cariñosos con preguntas importantes porque es esencial saber si ha desayunado o almorzado.
—Sí.
Enseguida, no agrega ningún stickers.
Allí es cuando imagino la primera opción. Todavía no me culpo, aún no me hago la pregunta, ¿Qué demonios pasó? ¿Desperté de madrugada y la llamé exclusivamente para pelear por algún suceso pasado que superamos y quise que volviera para arruinar el día? No, no estoy tan loco o atrofiado para actuar así.
Además, duermo plácidamente.
Resuelvo enviar solo una carita y enfocarme de lleno en mis actividades.
Mi idea siempre es respetar los malos días de la gente, en especial de una pareja, pues si ella se encuentra con mal humor por razones que desconozco, primero: prefiero no preguntar muy pronto. Después: Trato de llevar todo de forma natural de acuerdo a lo bien que estamos. Más tarde: Hago la pregunta.
Así me evito tanto rollo. Soy un hombre que se evita rollos. Dejo a las personas ser como son, no intento cambiarlos, tampoco imponer, solo quiero que sean como son, yo solo soy un acompañante, no tu padre ni tú maestro.
Ella me responde con un stickers en señal de enojo. Entonces, al tiempo que estoy haciendo mis tareas diarias, pienso: Bueno, ‘algo la ha enojado’.
Pero, evidentemente, uno se pregunta, ¿Qué cosa?
Empieza el análisis del día anterior: Tuvimos sexo del bueno. Nos cagamos de la risa. Fuimos a cenar. Dividimos la cuenta. ¿Se habrá enojado por eso? Pero fue algo de novios, un acuerdo mutuo y sencillo, algo que repetimos seguido. Después, estuvimos viendo tele, vimos una serie donde unos sujetos conquistan una casa de monedas, no di mi opinión acerca de la chica, que a mi parecer, era súper guapa. Claro que si la hubiera dado, tendría un enojo leve de su parte, pero algo que fluye veloz.
Yo siempre evito todo tipo de problema. Cualquier bobada que me va a causar un encontrón prefiero ignorar. Así vivo en paz.
Incluso, me despedí y fui a casa, no a un bar, al llegar le di una llamada para decirle que estoy a salvo del Coronavirus, los ladrones y las chicas a quienes llama de un modo que no voy a nombrar.
¿Qué carajos ha pasado? Me dije e inevitablemente solté una risa.
— ¿Todo bien, corazón? Andas media apática, ¿Qué ocurre? —
—Nada.
‘Nada’. Una nada es un agujero negro. Una nada es un universo oculto. Una nada nunca es nada.
Pero, yo podía entender que no nos hubiéramos visto en días por una riña o discusión, esto daría motivo a que estuviera molesta o incómoda y actuara de esa forma tan extraña y repentina.
Yo amo cuando las cosas son claras. Cuando me dicen: Oye, eres un mal escritor y me caes gordo. Te juro, que si alguien me lo dice, se lo agradezco.
Pues, ¡Resulta sincero! Claro que luego te elimino de las redes y listo, pues, es lógico no tener gente que no suma.
Diferente a quienes me comentan honestamente su parecer agradable y bonito con críticas que ayudan a mejorar. A eso los abrazo.
Ojo, esos actos, sin el mayor rencor ni con otro pensar. Solo con cariño.
Sin embargo, volviendo al tema amoroso, ella no me quería contar lo que pasaba.
—Bueno. Ya que nada es lo que pasa, ¿Qué tal va tu día? Si no vas a salir con tu mami al dentista, tal vez podamos ir al cine—.
No creo que acompañar a tu vieja al dentista sea motivo de estar de mal humor.
—No tengo ganas, respondió.
—Bueno, además, acabo de ver la cartelera y hay puras películas peruanas. Por eso preferiría ver El chavo del 8.
Un chiste para calmar sus asperezas.
Ella seguía modo apática y todo esto mediante el chat, no me imagino lo que sucedería si estuviéramos en persona. Creo que simplemente le diría: Si gustas vuelvo luego.
No me gusta estar en un sitio donde no me siento conforme, yo soy alguien que se quiere y si siento que hice todo bien y luego me tratan distante sin decirme lo que sucede, prefiero zafar y volver cuando todo ande bien o me digan lo que realmente pasa para afrontarlo juntos.
No puedo leer la mente de nadie. Mucho menos detrás de una pantalla.
Es lógica. Es simpleza. Yo nunca me hago rollos y solo tengo buena onda para ofrecer.
Casi una hora después de seguir intercambiando únicamente stickers y caritas que no decían nada, me dijo: Lo que pasa es que tengo mi mes.
—Amor, pero, ¿no me puedes contar? Oye, vino Andrés y estaré modo seca.
Yo entendería por completo y trataría de evitar muchas cosas.
Envió otros stickers, unos en forma de corazones y luego unos besos para que el clima comenzara a florecer repentinamente.
Fui un iluso al creer que el clima bello seguiría todo el día, pues fue una especie de ida y vuelta, pero algo que al saber el motivo, logras aceptar.
Además, solo tenía 18 años aquella vez y no lograba comprender del todo el mundo de una mujer.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario