Mi nuevo libro

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martes, 9 de agosto de 2016

Martes 09 de agosto

- Ando bloqueado, no escribo desde hace días. De hecho, es grave el asunto porque tampoco se me ocurren ideas. Sin embargo, cuando tienes que entregar las siguientes escenas del guión, no se permite la excusa. Lo que hice fue una tremenda burrada: Imprimir y llevar lo primero que escribí.
Miraba a otro lado cuando el viejo de cabello blanco y bigote del mismo color, revisaba el texto por debajo de los lentes. En otra ocasión, hubiera estado a la expectativa de sus comentarios o incluso, me hubiera ofrecido para leerlo en público. 
En ese momento anhelaba que la gente estuviera concentrada en el WhatsApp o Pikachu posara sobre mi cabeza. 
Decir que me dieron con palo suena tierno. Simplemente, no puede ser, dijo el viejo, me vio y añadió: No puedes describir al demonio Íncubo de esa manera tan dócil. Sí, lo pensé en el camino, me dije a mí mismo. Y el resto fue la parafernalia de todo lo que hice mal. 
En mi defensa, dije: Es la primera vez que intento hacer algo completamente distinto, como escribir una película de terror; pero admito que lo escribí en veinte minutos y echándole vistazos al Instragram. Para que dije eso, el señor por poco se arranca los pocos pelos. Yo ya sonreía, lo había dicho con humor. Para la siguiente clase, por favor, no escribas sobre un demonio carismático. Todos rieron.
Al salir de clase, la persona que suele acompañarme al paradero, me hizo una pregunta curiosa y a la vez interesante, ¿Por qué escribiste algo tan vago? ¿Tú? Para ser franco, me sentí honrado. Es decir, da gusto que te vean como un sujeto que realiza su trabajo con mucha devoción. No obstante, no iba a contarle la verdad de los hechos -y el motivo por el cual ando bloqueado- porque resultaría completamente extraño y sé que gracioso. Podríamos echarnos a reír y todo eso; sin embargo, hay cosas que mejor es mantenerlas al margen. 
Tras despedirnos, ya en el bus de regreso y pensando en que debería llegar, coger mis cosas e ir al gimnasio, trabajaba mentalmente en la personalidad de mi demonio. Me gusta involucrarme mucho en el trabajo de escribir, suelo leer e investigar sobre los temas que escribo.
Para suerte mía, al llegar a casa y alistar mis cosas, decidí entrar al Gmail a ver algunos correos. De repente el editor del libro con buenas noticias, quizá, algunas ofertas interesantes en Cuponatic o de repente otra buena calificación como buen comprador de Mercadolibre. Lo que vi fue un correo de un sujeto extraño, no recordaba haber contactado con un demonólogo eslovaco, -si estás leyendo esto y te aterra, no vas a creer lo que sentí yo-. Conozco algunas palabras en dicho idioma, de hecho, Bratislava es mi segunda ciudad favorita; pero tuve que traducir el resto del texto.
La información fue tan minuciosa y tan productiva que hasta tuve miedo de seguir con el guión por temor a que sucedería algún tipo de maldición como ocurren en algunas películas de terror. Voy a escribir el guión e ir a la iglesia más seguido, pensé, honestamente, sin ninguna chispa de humor.
Es solo un trabajo, no me voy a involucrar con demonios. Si quiero saber más, solo voy a leer, no voy a hacer ninguna cosa rara, añadí para mis adentros porque el eslovaco, incluso, dio maneras de cómo espantarlo.
Le respondí al sujeto: Výborne, Ďakujem, dobre.
Voy al gimnasio, regreso y me pongo a escribir, dije para mis adentros.
¿Creen que fui al gimnasio? Escribí y escribí, curiosamente, como un demonio -lamentablemente como mi personaje-.
Acabo de cerrar el Word, le puse un nombre bonito al archivo, tampoco iba a ponerle: Trabajo sobre demonios. 
El domingo voy a la iglesia, lo prometo; pero antes voy a aterrar a todos.


Fin

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